La economía sigue mostrando señales positivas. Esta semana se confirmó un buen dato: el índice de confianza en el Gobierno, que publica la Universidad Di Tella, subió casi un 10% respecto de octubre. La actividad económica sigue recuperándose; de manera heterogénea, pero camina.
El Banco Central, después de 40 jornadas de sonrisas, tuvo un día en el que debió vender dólares. Hay como un delay en el pago de importaciones y cierto apuro en liquidar exportaciones. A tal punto que el Banco Central aflojó un chiquitésimo una de las restricciones del cepo que obliga a los exportadores a liquidar rápidamente. Por ejemplo, en el sector agro, la obligación pasó de 15 a 30 días. Es una buena señal dentro de este proceso gradual de ir reduciendo las restricciones, como si se tratara de sacar las capas de una cebolla.
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Aunque la inflación quizás no haya bajado en noviembre, tampoco se espera un mal dato. Con alta probabilidad, se ubicará otra vez por debajo del 3%. Además, dado que ya no se cobra el impuesto PAIS, algunos sectores están mandando listas de precios con deflación para diciembre. No son muchos y tampoco alcanzan el 7,5% que representaba el impuesto eliminado, pero esas bajas quizás compensen el efecto estacional que en diciembre suele jugar hacia arriba. Nadie ve demasiados problemas aquí, y los economistas venimos ajustando hacia abajo los pronósticos de inflación de 2025.
El tema del tipo de cambio va mostrando sus garras. El gasto en turismo con el dólar tarjeta volvió a subir en octubre y el Gobierno redondeó un déficit de cuenta corriente de 1.500 millones de dólares, que bien medido es como un tercio de eso, ya que en octubre se compraron dólares para pagos de intereses en el futuro. El tema cambiario es un clásico asunto importante, pero de ninguna manera urgente. Ojalá se corrija con aumentos de productividad y bajas de impuestos. Sería lo más saludable.
En donde la cosa viene menos dulce es en la parte política institucional. Esta semana fracasaron todas las sesiones del Congreso con varios proyectos interesantes, incluyendo el juicio en ausencia y el tema de la ludopatía juvenil. Si bien hubo mucho ausente y varios que comieron de más y les agarró una diarrea furtiva, lo cierto es que el Gobierno dejó la sensación de que no le interesaba pasar la ficha limpia porque quiere competir con Cristina. Es claro que los vínculos entre el mileismo y el kernerismo son fluidos. Quedó de manifiesto con la firma del pliego de Lijo que la senadora Corpacci rubricó. Luego salieron a decir que harán otro proyecto de ficha limpia, pero no sonó muy creíble. Esto ya no es el famoso tema de las formas de Milei que irritan a muchos políticos. Esto es un tema de fondo que tarde o temprano impacta sobre la inversión. También pone una cuña con el PRO, que al final de cuentas es el que ayudó para que se sostuvieran los vetos. El Gato le dice al Peluca: ojo, que la vida es redonda.
Para esta semana, volvemos a los mercados a full, luego de que el Día de Acción de Gracias en Estados Unidos quitara liquidez. Esperamos la recaudación de noviembre, que seguramente fue buena. El viernes salen industria y construcción de octubre. Advertimos que Milei salió en la tapa de The Economist, y eso es una de las cosas más mufas que pueden pasar. Pero confiamos en que esta vez será diferente.
Hasta la semana que viene.
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