En este país siguen pasando cosas raras. No lo digo por la merecida victoria de Racing, sino porque Cristina Kirchner se anima a cantar truco con la desregulación de medicamentos. Justo ella, que trató de regular absolutamente todo: quién importa, a qué precio se vende, las góndolas del supermercado y mucho más.
También aparecieron algunos filokerneristas levantando el dedito de las políticas productivas luego de que destartalaron la macro y fueron los campeones de las SIRAs, quizás el mayor sesgo antiexportador que alguna vez se haya impuesto en este país. Hoy el tipo de cambio no ayuda, pero lo del gobierno anterior era mucho, pero mucho peor. Y también está el Chapo, que no embocó una, pero se pone a dar lecciones de moral con la bendición papal.
Eso no quiere decir que todo lo que hace este gobierno esté bien ni que no se cometan errores en el proceso. Pero, muchachos, un poco de decoro. Con la macro más estable, el año que viene será clave para entender si se puede rehabilitar la obra pública, si se atacan los tongos de los centros de camioneros de los pueblos, si convencen a intendentes y gobernadores de que con tasas ridículas e ingresos brutos locos no hay forma de producir y exportar más.
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En la macro, las noticias siguen siendo buenas. El riesgo país en 750 puntos, el Central acumuló algo más de dólares, el crédito sigue creciendo con baja morosidad y todo hace suponer que la actividad del último trimestre no será mala. La del tercer trimestre fue brutal. Una recuperación del 3,4%, es decir, una tasa anualizada del 13%, pese a que en septiembre la economía frenó. Fue un mes peor de lo esperado, pero como el INDEC mejoró los datos previos de julio y agosto, en realidad la base de comparación era más alta de la que todos veíamos. Ahora es probable que la economía caiga sólo un 3% este año. Es cierto que el número tiene anabólicos, porque el sector agro compara con el nivel de sequía del año pasado. Es decir que si hubiera un PBI del Conurbano, diríamos que este año cae al menos un 5%. De hecho, el índice de confianza del consumidor está en el interior un 30% más alto que en el Gran Buenos Aires. Con gobiernos no peronistas suele pasar, pero ahora esto está exacerbado porque las economías tienen historias distintas.
En su nivel actual, la actividad económica todavía está un 5% abajo del punto más alto de noviembre de 2017 y al mismo nivel que marzo de 2011. Es decir: llevamos 13 años y medio estancados. Sólo los hinchas de Racing tuvieron más paciencia. El año que viene la economía va a crecer bien. Arranca con un arrastre del 2%, de manera que con agregar 3 puntitos más ya estamos en el 5% que plantea el Gobierno. ¿Puede ser más? Sí se puede, diría un hincha de Boca conspicuo.
En el plano externo hubo superávit comercial en octubre por 888 millones, el 11ro consecutivo. Ya se nota cierto aumento de las importaciones y, por el lado de las exportaciones, también hay un factor positivo por el lado del petróleo. Hoy la Argentina produce casi un 150% de lo que necesita, de manera que el saldo exportable es robusto. Lástima que los precios de petróleo y soja no están en un buen momento.
En materia de inflación, noviembre parece venir parecido a octubre. Podría haber una pequeña suba o pequeña baja frente al 2,7% de noviembre. En cualquier caso, dos meses seguidos debajo de 3 parece buena data. La inflación mayorista dio 1,2% en octubre con deflación de importados. Los costos de construcción también salieron bien con un 1% de aumento, esencialmente porque no tocó aumento de salarios en el sector.
Para esta semana estaremos pendientes de los datos de supermercados y shopping de septiembre. Salen datos de turismo de octubre y sobre el fin de semana el Banco Central publica la información del mercado de cambios. La Universidad Di Tella publicará el índice de confianza en el Gobierno, donde esperamos un nuevo repunte del Peluca. Y, lógicamente, estaremos pendientes de todas las cuestiones políticas en el oficialismo, luego de que Villarruel pase al ostracismo, los dimes y diretes del presupuesto y la presencia casi cotidiana de Cristina Elisabet que, lejos de estar en el ostracismo, está peleando por lo suyo, la jubilación de privilegio.
Hasta la semana que viene.
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