La semana económica tuvo más claros que oscuros. Cerró con la presentación del presupuesto que, como ya sabemos, se enfocó en el déficit cero, el achicamiento del Estado y en la medida de la posible baja de impuestos. Este newsletter fue escrito antes de la presentación, así que nos perdimos el color de lo que pasó en el Congreso. No descartamos insultos personalizados y demás cosas propias del Peluca, aunque estamos preparados para sorprendernos gratamente.
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Más allá de los anecdotazos de Milei, que pueden llevarnos a cualquier lado, hay dos activos importantes en este proceso. Que el equilibrio fiscal sea innegociable es algo que claramente necesita la Argentina. Es algo que no es diferente a lo que hubiese querido Macri, pero que con el diario del lunes sabemos que tendría que haber sido más rápido. Además, el bonus es que este equilibrio parece estar consiguiéndose con un cambio cultural. Da la sensación de que la sociedad entiende esta necesidad. Esto no quiere decir que los jubilados estén contentos ni que las provincias no quieran más guita ni que a todos nos gustaría un poco más de obra pública. Pero la alta popularidad de Milei en cierta forma revela que la gente se cansó de “el Estado te salva” cuando en realidad no te salvaba nada.
En lo financiero, la semana tuvo sus bemoles. Por un lado, el dólar de mercado se bancó la baja de la semana pasada y la brecha cambiaria sigue en la zona del 30%, un valor muy bueno visto y considerando que en julio estuvo en más del 50%. Los depósitos en dólares siguen pum para arriba y acumulan un alza de 2.000 millones en agosto y los primeros días de septiembre. Eso se llama blanqueo. El riesgo país bajó un toquecito para cerrar en 1.400, un número aún muy alto, pero sin dudas es bueno que baje. Fueron 83 puntos en la semana y el viernes pasado se registró el nivel más bajo desde el 19 de junio.
La mala, porque siempre hay una mala, es que el Banco Central vendió bocha de reservas. Más allá de días mejores o peores, nos parece que es imposible que el Banco Central acumule reservas con cepo y tipo de cambio atrasado.
La inflación de agosto en 4,17% fue un poco más alta de lo esperado, pero no da para ponerse triste. Por un lado, la suba de la inflación y de la inflación núcleo muestran que la inercia es un tema a respetar y que perforar la zona del 4% será difícil, más allá de una baja de septiembre de la mano del impuesto PAIS. La buena noticia de la inflación es que hay más alineación de precios relativos. Tomando como base 100 al último mes del gobierno de Macri, los precios regulados están al 85% del índice de precios. En el último mes de Massa en el ministerio estuvieron al 62%. Esto te dice también que buena parte de la inflación que vemos hoy es heredada.
El otro tema relevante de la semana fue la vuelta del FMI. Creemos que esto es una buena noticia, porque tener un programa con el Fondo implica casi con seguridad una salida del cepo y la posibilidad de tener algo de plata fresca. O que el mercado crea que va a haber plata fresca y eso ayuda a las expectativas. El Fondo tuvo que sacrificar a un jugador importante como Rodrigo Valdez, un gran tipo y economista que no es nada de lo que dice Milei, pero bueno, caprichos son caprichos y a veces hay que jugar estratégicamente.
Para esta semana esperamos las repercusiones del presupuesto en el Congreso. En materia de indicadores, veremos el PBI del segundo trimestre y el desempleo también del segundo trimestre, que sin dudas mostrará una suba y puede tener repercusiones políticas. También veremos precios mayoristas e indicadores de actividad de agosto, que hasta ahora se mostraron con datos heterogéneos y no tan buenos como los de julio.
Hasta la semana que viene.
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