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#19 | Un sendero de migas de pan

Spoilear o no spoilear, ésa es la cuestión.

Quizás sea una desviación profesional, pero me resulta muy difícil no ver una película o serie tratando de imaginar qué es lo que va a pasar, hacia dónde va a ir la trama. O quizás les pase a todos y la desviación profesional consista en que trato de evitarlo, de dejarme llevar por lo que veo y no juzgar de acuerdo a lo que me hubiera gustado ver. Pienso ahora: quizás una película no sea esa película sino la diferencia entre esa película y la que imaginábamos.

No me gusta que así sea, pero es inevitable. Por eso soy un militante anti-spoiler. Queda mal en los círculos de la intelligentsia porque da a entender que uno le da demasiada importancia a las vueltas de la trama, que no son más que truquitos, males necesarios, concesiones del artista para traficar su arte elevado con el disfraz de la cultura de masas. Y además, si la recepción de una historia se ve arruinada por conocer de antemano algún detalle, eso significa que todo su valor estaba en la sorpresa. Las mejores historias, que son los antiguos mitos y cuentos de hadas que se transmitieron de boca en boca por generaciones, son inmunes al spoiler. Todos sabemos que la adorable ancianita que habita esa casa hecha de golosinas es en realidad una bruja horrenda y que el chanchito que construye la casa con ladrillos es el que la tiene más clara de los tres, y sin embargo se siguen y se seguirán contando versiones de Hansel y Gretel y de Los tres chanchitos.

Todo eso es cierto, y sin embargo… Toda idea llevada al extremo cae por el absurdo. Cuando George Costanza le propuso a Jerry Seinfeld pitchear a la NBC un show “acerca de nada”, la idea era buena. Pero durante la reunión, George lleva la propuesta al extremo.

Ejecutivo: -Cuéntenme la historia.
George: -No, no hay historia.
Ejecutivo: -¿No hay historia? ¿Entonces qué pasa?
George: -¿Qué hizo usted hoy?
Ejecutivo: -Me levanté y vine a trabajar.
George: -Ese es el show.
Ejectuvo: -¿Cómo que ese es el show?
Jerry (intercediendo): -Bueno, tal vez algo pasa camino al trabajo.
George: -¡No! ¡No pasa nada!

Siempre me acuerdo de esta escena cuando percibo que alguien se aferra a una idea con tanta fuerza que termina en el ridículo. Un ejemplo perfecto es Javier Milei, que en su empeño por pregonar la libertad económica puede terminar justificando la venta de órganos y de personas. Pero es algo que pasa todo el tiempo en todos los ámbitos y los compañeros pro-spoiler y anti-anti-spoiler suelen caer en este entuerto.

Está bien, por supuesto, señalar que una película es más que su trama. Incluso, que una trama es más que sus giros argumentales. De ahí a decir que da lo mismo si vemos El planeta de los simios o Sexto sentido conociendo el final, es como justificar la venta de órganos y de personas. Pero hay algo más: un spoiler puede no ser solamente la revelación de un giro argumental sino también la de un tono, la de la aparición (o desaparición, o evolución) de un personaje, la de un tema musical del soundtrack, la de una paleta de colores o un encuadre.

Todo relato juega con las expectativas del espectador. Había una vez en Hollywood sería una película muy distinta si uno no estuviera esperando que al final maten a Sharon Tate. Recuerdo haber visto en el BAFICI de 2006 Your Heart in My Brain, muy taimada y retorcida, sobre el Caníbal de Rotenburgo. La Alianza Francesa estaba colmada de morbosos esperando ver la escena en la que Armin Meiwes le corta el pene a Bernd Jürgen Brandes y lo fríe con ajo en un sartén, y el director Rosa von Praunheim amagaba y se burlaba de nosotros con penes de goma y un humor feroz.

Está claro que se puede volver a ver Había una vez en Hollywood y Your Heart in My Brain, quizás con mayor placer, descubriendo detalles, prestando atención a otras cosas (de hecho a la de Tarantino la volví a ver el año pasado y la disfruté tanto o más que la primera vez), pero me gusta entregarme cándidamente primero para que la historia me atraviese como a un chico que no sabe que los pájaros de van a comer el sendero de migas de pan y Hansel y Gretel se van a perder en el bosque.

Sophia Lillis en ‘Gretel & Hansel’.

 

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Diego Papic

Editor de Seúl. Periodista y crítico de cine. Fue redactor de Clarín Espectáculos y editor de La Agenda.

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