Grupo F: Croacia 0x0 Bélgica
Grupo F: Marruecos 2×1 Canadá
Grupo E: España 1×2 Japón
Grupo E: Alemania 4×2 Costa Rica
Yo mismo me burlé ayer de lo triunfalista que me había salido el diario. Puse por las nubes la actuación argentina y declaré que sería semifinalista. Solo me faltó agregar que, como Argentina nunca perdió una semifinal, ya era incluso finalista. Esto último es exagerado, porque nunca baso un pronóstico en ese tipo de datos. Pero mantengo lo de las victorias en las próximas dos rondas. Después se verá.
Es cierto que me entusiasmé con el juego argentino y lo comparé con partidos que había visto en el pasado, en tiempos de Menotti y fuera del mundial. Pero me olvidé de aquella goleada contra Serbia y Montenegro en Alemania 2006. Una cuenta de Twitter que responde al nombre de Nietzsche en Castellano me lo recordó: “El 6 a 1 contra Serbia fue una maravilla. Es la actuación más hermosa que he visto en un mundial x parte de la Argentina.” Ese día hizo un gol Cambiasso con 25 toques previos. Pero ayer hubo 27 en el de Julián Alvarez. Me gustaba mucho esa selección de Riquelme, el problema fue que también era la selección de Pekerman. Ahora me pasa algo parecido: me gusta la selección de Messi, pero le tengo desconfianza a Scaloni. De todos modos, cuando la Argentina llega tocando así, mientras que ningún equipo parece predispuesto a hacer algo parecido como estilo de juego, tiendo a pensar en algo que se volvió un lugar común muy despreciado. Me refiero a lo de la nuestra, ese juego basado en la asociación, el toque y la gambeta que supieron practicar alguna vez argentinos y brasileños. Después, los brasileños desarrollaron otras virtudes, además de cierta exuberancia física, pero el principio sobrevive y aflora en algunos partidos de la selección Argentina.
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Hoy me puse nervioso por tener que ver Croacia-Bélgica. Sabía que el partido era Marruecos-Canadá, pero los canadienses me saturaron, así que me quedé en la vieja Europa. El otro día decíamos que los que salieron a ganar, ganaron y lo mismo ocurrió ayer con Argentina, e incluso con México, aunque no le alcanzó. Hoy, la eliminación de Bélgica, que con el empate frente a Croacia se quedaba afuera, podría ser considerada la primera excepción a esta regla. Pero ocurre que los belgas no salieron a ganar. Por el contrario, el que salió a ganar fue Croacia y dominó el partido hasta entrado el segundo tiempo. Demostrando una vez más el amarretismo que sacó a su equipo de tantos torneos, Martínez, el técnico español de los belgas, salió a cuidarse y a ver si los croatas se descuidaban.
Pero los croatas no se descuidaron y jugaron un muy bien primer tiempo, contagiados por el Lema de Modric, que podría enunciarse: “Siempre hay alguien libre para recibir la pelota, así que búsquenlo”. Y sus compañeros le hacen caso, empezando por Brozovic y Kovacic, los que completan ese medio campo distinguido. Bélgica se paraba atrás e intentaba acertar con pelotazos (así había llegado su único gol en el torneo, contra Canadá), mientras Croacia manejaba la pelota con elegancia y suficiencia. Pero el gol no llegó.
Contagiados por el ‘Lema de Modric’, que podría enunciarse: “Siempre hay alguien libre para recibir la pelota, así que búsquenlo”
En el segundo tiempo entró Lukaku por Mertens, Bélgica se adelantó un poco y empezó a llevar un poco más de peligro, aunque Courtois sacó dos pelotas difíciles. Pero hacia los 60, empezó a jugar De Bruyne y a crear situaciones de peligro. En la primera, Lukaku se encontró con un rebote y, cuando parecía adentro, pegó en el palo. Después Lukaku tuvo otras tres situaciones más muy claras y las desperdició igualmente. Hacia el final, Croacia se había asustado (con la victoria de Marruecos, un gol belga lo dejaba afuera) y cuidó el empate. Bélgica tiene más banco y se decidió a usarlo. Croacia también usó el banco, pero tiene un plantel demasiado corto y casi se va eliminado. De todos modos, me alegro de que los belgas se vuelvan temprano. No hicieron nada para merecer otra cosa. Me entero de que acaba de renunciar Bob Martínez. Hasta la vista.
Canadá, post-mortem
En el otro partido, Marruecos ganó dos a uno. El primer gol fue producto de un blooper del arquero canadiense (el primer gol por esa vía del torneo). Más tarde, Canadá descontó con un gol en contra. Cuando terminó Croacia y Bélgica, cambié de canal y el comentarista decía que Marruecos había jugado un buen primer tiempo y un mal segundo tiempo. Pero que el segundo tiempo de Canadá había sido extraordinario. A Canadá los siguen elogiando post-mortem. Propongo que los comentaristas se reúnan y lo declaren campeón moral aunque perdieron los tres partidos. Hay gente que no da el brazo a torcer. Con todo esto, Marruecos clasificó primero en el grupo, igual que lo haría más tarde Japón. Si el día de hoy no fue una sorpresa, no sé cuándo vendrán.
Ayer escuché a Luis Enrique, el técnico español, explicar por qué iba a salir a ganar contra Japón. Lo suyo fue muy sensato: dijo que si salía a empatar y, sobre la hora le hacían un gol mientras en la otra cancha también hacía un gol Costa Rica, España se quedaba afuera teniendo equipo como para ganar el partido. Irrefutable, aunque hay técnicos y periodistas amantes de la cautela que no lo entienden.
Me dispuse a ver España-Japón sin demasiadas expectativas, ya que la derrota japonesa con Costa Rica, un equipo al que los españoles le habían hecho siete, no me hacía esperar mucho de ellos. A su vez, esos siete goles recibidos por los costarricenses me hacían pensar que serían una presa fácil de Alemania. El problema fue que había pasado por alto el Teorema de Moriyasu, del que hablaremos más abajo.
A su vez, esos siete goles recibidos por los costarricenses me hacían pensar que serían una presa fácil de Alemania.
España había hecho algunos cambios (Morata por el Yerno, Balde por Alba, Pau Torres por Laporte, Nico Williams por Asensio, Azpilicueta por Carvajal) y empezó jugando al trotecito y sin preocuparse por un Japón volcado atrás, que le regalaba la pelota y el terreno, confiando en algún contraataque esporádico. Así llegó el gol de cabeza de Morata en el área chica tras buen centro de Azpilicueta. Hasta el final del primer tiempo el partido siguió exactamente igual. Mientras tanto, Alemania le ganaba uno a cero a Costa Rica. Era lo que se podía prever.
En el entretiempo, Japón hizo dos cambios: Doan por Kubo (delantero por delantero sobre la derecha) y Mitoma por Nagatomo (carrilero izquierdo por carrilero izquierdo), pero siguió parado 5-4-1 y retrasado en el campo. Doan (del Friburgo) y Mitoma (del Brighton) son los dos jugadores japoneses que más me impresionaron en la temporada europea (siempre me gustó, además, Kamada, del Frankfurt), los que me hicieron escribir eso de “ojo con los ponjas”. Por eso me preguntaba por qué el técnico Hajime Moriyasu no los ponía de titulares. Cuando empezó el segundo tiempo, después de aburrirme espantosamente en el primero, me empecé a preguntar qué tal sería Unai Simón, el arquero español, que no había sido realmente probado hasta ahora y que, en el primer tiempo, no había salido demasiado bien con los pies.
Pearl Harbor ya cayó dos veces
Mientras mi mente divagaba, sufrí el impacto del citado teorema cuando a los 48 el arquero sacó mal y la pelota le terminó cayendo a Donan, que la metió arriba de un zurdazo que el arquero pudo haber interceptado. Y tres minutos más tarde, Japón atacó por la derecha, Doan puso un centro bajo y por el otro lado entró Mitoma, que pareció alcanzar la pelota cuando estaba afuera (el VAR diría que estaba adentro, aunque no sé qué tecnología empleó), pero la tiró atrás para la atropellada de Tanaka, que la metió con el muslo.
El teorema de Moriyasu había sido demostrado. Japón le hizo a España lo mismo que le había hecho a Alemania. Salir atrás, esperar, dejar a los mejores delanteros en el banco, no preocuparse por ir en desventaja y, de pronto, incluir su mejor ofensiva, lanzar un par de ataques furibundos y dar vuelta el resultado aprovechando que los contrarios no esperan que un equipo tan inofensivo se transforme de pronto en una fuerza letal. Por supuesto que algo así puede no salir, pero no puede ser una casualidad que el técnico haya empleado dos veces la misma estrategia. El teorema sugiere, a su vez, una posible generalización que es casi una teoría sobre el juego de fútbol en esta época. Se podría enunciar así: no importa cuál sea la cantidad de tiempo que se ataca, sino la calidad de los minutos en los que el ataque es más profundo. El fútbol, pensado a la japonesa, se decide por ataques sorpresivos. Por lo pronto, Pearl Harbor ya cayó dos veces.
Los goles japoneses encontraron una España que no estaba preparada para algo así. Para colmo, la situación se complicó cuando en la otra cancha hizo dos goles Costa Rica (después vi que se los hizo Neuer). Como bien sabía Luis Enrique, eso dejaba a su equipo afuera. Hizo todos los cambios que le dejaron, siguió teniendo la pelota, pero los japoneses aguantaron atrás sin que España le llegara más que un par de veces. Fue Alemania, que terminó ganando 4 a 2, la que salvó a España de la eliminación, cuando suponíamos que ocurriría lo contrario. Lo lamento por Musiala, que se fue del mundial sin convertir y hoy pegó dos tiros en los palos. De todos modos, oiremos hablar de él.
Lo lamento por Musiala, que se fue del mundial sin convertir y hoy pegó dos tiros en los palos.
¿Qué se puede concluir de todo esto? No estoy seguro, pero me da la impresión de que España nos engañó (y quisimos ser engañados) con esa goleada insólita contra los costarricenses, que le permitió ocultar un hecho que ese día no tuvo importancia, pero hoy se hizo evidente: que es un equipo sin delanteros de jerarquía (tal vez Ansu sea el mejor, pero está verde) y que, si bien su funcionamiento y sus hábitos de traslado de la pelota le permiten rondar siempre el arco contrario, cuando necesita desequilibrar, se encuentra con una falta de calidad que puede ser insoluble. Al mismo tiempo, tampoco es tan sólido en defensa, como también quisimos creer porque los costarricenses no le patearon al arco y los alemanes tienen casi los mismos problemas con otro estilo. España ni siquiera cuenta con Musiala o con Sané y hay que ver cómo se las arregla de acá en más, cuando dejó de ser un candidato firme y se convirtió en un equipo cuya potencia es muy difícil de evaluar. De todos modos, le tocó Marruecos, que no parece un rival demasiado difícil.
Japón, a su vez, juega contra Croacia. Un partido ideal para que Moriyasu vuelva a poner a prueba su teorema.
Estropicios del VAR
Ayer el VAR hizo otro estropicio en Francia-Túnez. Le anuló sobre la hora el empate a Francia a partir de un jugador adelantado que recibió de un contrario en una jugada que hay que mirar con ojos muy bizcos para considerarla consecuencia de una acción involuntaria. Como si esto fuera poco, parece que el árbitro había permitido la reanudación del juego antes de volver atrás, de modo que el gol quedaba validado. La Federación Francesa pidió que se cambie el resultado, pero eso sería un error aun más grave. Hoy también hubo cosas raras en el penal anulado a Croacia. Ni fue penal (Taylor suele cobrar esas cosas en la Premier League) ni son convincentes las imágenes del offside semiautomático para anular la jugada.
Tiendo a pensar que todo esto va a conducir a un cambio en las reglas para permitir más goles. En cuanto a los penales inventados en el mundial por intervención del VAR, creo que son muy mal ejemplo para los árbitros de todo el mundo y va a ser difícil volver atrás, porque se aceptan mansamente con la excusa de que lo dice el reglamento, incluso cuando el reglamento dice lo contrario. Esto se parece al “lo dice la ciencia” para justificar confinamientos eternos. Otra señal del miedo al Big Brother es que los árbitros siguen acatando cuanto disparate les señalan desde la cabina. Y, a su vez, los de la cabina todavía no anularon ningún penal. Ni siquiera en los casos aberrantes.
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