Relación de ideas

#12 | El largo adiós de Jazmín De Grazia

La familia de la modelo acaba de ganarle un juicio a Crónica por publicar las fotos del cadáver. A diez años de su muerte, el recuerdo su despido de 'Duro de domar' por incomodar a Aníbal Fernández.

Pasó inadvertido ya que la atención está puesta en la comparsa que nos gobierna, pero en estos días sucedió algo que me pareció importante y me gustaría ponerlo en el centro de estas reflexiones quincenales. Hace un par de semanas, el diario Crónica dio cumplimiento a una parte de una sentencia judicial: la de mostrar en una de sus ediciones el fallo que los condenaba por haber publicado fotos del cuerpo de Jazmín De Grazia recién muerta.

Crónica, siguiendo con su política de ser todo lo periodísticamente miserable que se pueda ser, lo hizo en una página perdida, entre notas sobre el espectáculo y algunas de contenido sexual, sin un título y sin la explicación de las circunstancias que los llevaron a publicarlo.

La noticia del cumplimiento del fallo no apareció en los diarios ni medios importantes y serios, ocupados por la terrible banalidad de la pareja presidencial, sino en un programa de espectáculos con fama de frívolo: LAM, por América, conducido por Ángel de Brito, y expuesto por la periodista de espectáculos Fernanda Iglesias. Gracias a ellos podemos hoy hablar de estos temas de responsabilidad periodística y contar una historia que conjuga coraje e inteligencia.

Los hechos sucedieron hace ya una década, en 2012, cuando Jazmín tenía apenas 27 años, esa edad en la que muchos de los rockers legendarios de los 60 murieron intempestivamente por el uso de drogas. A pesar de que en la escena de su muerte aparecen antidepresivos y cocaína, la autopsia determinó que la modelo había sufrido un infarto producto de una cardiopatía de larga data, y luego se había ahogado en la bañera en donde había buscado sentirse mejor. Lo cierto es que, a pocos días del hecho, los padres de la modelo tuvieron que agregarle a la pena infinita de perder una hija, la de ver violada su última intimidad de una manera escandalosa. Las fotos provenían de la instrucción policial realizada luego del hecho y habían sido compradas por el diario. La edición de Crónica con esas imágenes tuvo tantas ventas que tuvo que reeditarse un par de veces en el día.

En esta época, es difícil elogiar a una mujer por sus dotes estéticas: uno no sabe si está siendo machirulo, condescendiente, patriarcal o vaya uno a saber qué. Lo cierto es que la imagen de Jazmín De Grazia transmitía una luz especial. No sólo era linda, lo cual es un activo básico de una modelo, sino que parecía ser una de esas personas que impregnan con su presencia el espacio en el que circulan. Los que la conocieron personalmente –no fue mi caso– dicen que efectivamente era así. Era hermosa, joven, fresca, divertida y, además, despierta e inteligente. Desafiante y segura de sí misma: un combo muy espectacular para una muchacha tan vistosa.

Comencé a admirar en silencio y a la distancia a Jazmín cuando tuvo un breve paso por el Duro de domar conducido por Daniel Tognetti. Luego de unas temporadas en el canal 13, de las cuales participé, el productor Diego Gvirtz se había convertido al kirchnerismo más rabioso. Migró del canal dando un portazo y llevó el programa al 9 mientras desarrollaba en la televisión pública el proyecto de televisión militante conocido como 678. Con Tognetti en la conducción, Gvirtz cerró ideológicamente el panel a cal y canto, de manera de no tener disidencias políticas. A los periodistas y militantes que le resultaban confiables, el productor le sumó la continuidad de mi amiga Fernanda Iglesias, quien en teoría sólo se ocupaba de espectáculos, y a Jazmín De Grazia, quien ocupaba en su concepción todavía no deconstruida el lugar de cara bonita por el que habían pasado Jackie Keen, Úrsula Vargues y Josefina Pouso.

Es un cuento moral muy hermoso que esas concesiones a la “frivolidad” alejada del discurso militante generaran una crisis en el programa y pusieran en evidencia el dispositivo político de propaganda que se estaba construyendo. Fernanda y Jazmín no aceptaron mansamente su lugar aparentemente decorativo o marginal, sino que participaron de los debates con personalidad y de manera contestataria. Como fue fama en su momento, Jazmín tuvo un cruce desafiante con Aníbal Fernández, en ese momento Jefe de Gabinete y guardián de la más estricta ortodoxia kirchnerista. Ese pequeño agujero en el dique hizo que corriera más agua de lo permitido y ambas muchachas fueron rápidamente corridas del programa. A Jazmín, cumplido su primer contrato de tres meses, la apartaron sin más explicaciones. A Fernanda no la convocaron más y prefirieron mantenerle el contrato hasta cumplir el año pactado sin tenerla en pantalla. El programa siguió más monolítico que nunca, con los militantes y adherentes que la causa necesitaba.

Dos largos juicios

En aquel momento, Jazmín De Grazia le hizo juicio laboral a la productora PPT. Convocó a sus compañeros de trabajo como testigos y, previsiblemente, sólo se presentó Fernanda Iglesias. El juicio continuó después del fallecimiento de Jazmín y fue ganado por sus familiares. El dinero obtenido por el litigio fue donado para comprar árboles frutales a una fundación de Tres Arroyos, de donde venía la modelo y su familia, para finalmente convertirse en frutos y mermeladas, una forma de que el dinero se reconvierta en belleza.

Un año y medio después de estos episodios laborales, se producía la muerte trágica de Jazmín y su posterior violación por parte de Crónica. El proceso judicial, como suele suceder en nuestro país, llevó demasiado tiempo, pero finalmente, seis años después de la tragedia, tuvo su desenlace. La estrategia de los abogados de la editorial Sarmiento y de los siete periodistas involucrados había sido argumentar que la modelo era una figura pública, lo cual, amparados en el derecho a la información, dejaba sin efecto la idea de intimidad, y que además la publicación de las fotos era un servicio público que alertaba sobre el flagelo que la droga causaba en nuestra juventud. La Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones rechazó ambos argumentos.

Respecto del interés público, reclamado por la editorial, la Cámara dice: “Si concibiera la posibilidad de que estos medios de difusión masiva pudieran definir las cuestiones de interés público a su libre arbitrio, su mera invocación equivaldría al otorgamiento de una patente de corso, la cual habilitaría la intromisión en la esfera íntima de cualquier habitante para someterla así, cual vil mercancía, al conocimiento general”.

Para el derecho a la intimidad no había que buscar antecedentes recónditos. Un fallo de 1984 de la Corte Suprema de la Nación había condenado a Editorial Atlántida por la publicación de fotos del dirigente radical Ricardo Balbín internado en terapia intensiva, días antes de su muerte. Aquel fallo hablaba respecto de las fotos publicadas en la revista Gente, diciendo que su “innoble brutalidad conspira contra la responsabilidad, la corrección y el decoro”.
La jurisprudencia era contundente y una coincidencia unía ambos casos, el de Balbín por las fotos en Gente y la familia de Jazmín por lo publicado en Crónica: el abogado de la familia De Grazia, Máximo Petracchi, es hijo de uno de los jueces de la Corte Suprema que falló en aquel caso en 1984, Enrique Petracchi.

Aunque falta cumplimentar la sanción económica (la editorial argumenta que no está en condiciones de realizar ese pago), la publicación del fallo, el recuerdo de toda esta ordalía y el señalamiento de las malas prácticas periodísticas echa un poco de luz sobre un episodio increíblemente sombrío y trágico.

En estos días, el lunes 4 de julio, Jazmín De Grazia habría cumplido apenas 38 años. No hay nada que pueda equilibrar semejante tragedia: apenas nos consuela un poco recordar su desfachatada insolencia, su belleza luminosa, su coraje ante quienes en vida y después de muerta intentaron mancillarla con un ejercicio del periodismo abyecto y miserable.
Chau, Jazmín, qué pena que fue por tan poco tiempo, pero gracias por todo lo que nos diste.


 

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Gustavo Noriega

Licenciado en Ciencias Biológicas de la UBA. Participa de programas de televisión y radio de interés general y escribe regularmente en el diario La Nación.

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