LEO ACHILLI
6 Meses Milei

Un éxito notable

En términos de estabilización económica y lucha contra la inflación, el gobierno ha logrado muchas cosas. El desafío ahora son las reformas.

Es necesario recordar que, al asumir la presidencia, Javier Milei se enfrentó a una situación económica extremadamente crítica heredada del gobierno anterior. La Argentina cerró 2023 con una inflación del 211%, a pesar de mantener un tipo de cambio congelado, tarifas retrasadas y precios controlados. El Banco Central estaba en quiebra con 12.000 millones de dólares en reservas negativas y pasivos remunerados que triplicaban la base monetaria y pagaban una tasa de interés del 282%. El Tesoro tenía una deuda de 400.000 millones de dólares y un déficit fiscal cercano al 6% del PIB. Esta situación presagiaba una hiperinflación casi inevitable.

Además, el Estado argentino se había engrosado de manera paquidérmica y corrupta durante dos décadas, generando millones de personas dependientes de la asistencia social y una pésima calidad de los servicios públicos. Existe hoy una verdadera “tragedia educativa”, que muestra que la mitad de los argentinos no comprenden textos ni dominan las matemáticas básicas, según los exámenes de PISA. Mientras que, en términos de libertades económicas, el país se ubicaba en el puesto 145 de 184 países, según la Fundación Heritage, entre las naciones más reprimidas del planeta, apenas por encima de países como Haití, Venezuela y Cuba.

Frente a este panorama, Milei decidió implementar un cambio radical. En los primeros seis meses, se enfocó en un programa de ajuste para eliminar la inflación, logrando no solo un superávit primario, sino un superávit financiero (incluyendo el pago de intereses) en los primeros cinco meses del año. La inflación mostró una disminución notable, pasando de 25% en diciembre a 4,3% en mayo, según nuestra medición en la Fundación Libertad y Progreso.

Milei decidió implementar un cambio radical. En los primeros seis meses, se enfocó en un programa de ajuste para eliminar la inflación, logrando no solo un superávit primario, sino un superávit financiero.

Las principales medidas incluyeron: eliminar el déficit fiscal para detener la emisión de dinero destinada a financiar al Tesoro Nacional. Esto incluyó aumentos de tributos como el impuesto PAIS y a los combustibles y recortes de toda la estructura burocrática del Estado, bajando 20.000 empleados y en camino a reducir más de 50.000; el recorte progresivo de subsidios a los servicios públicos; el freno a la obra pública y la reducción de transferencias discrecionales a las provincias; y la licuación parcial de sueldos y jubilaciones. Además, ha ido mostrando una compleja maraña de corrupción estatal que se irá desmantelando trabajosamente. En paralelo, se procedió al saneamiento del Banco Central, reduciendo los pasivos remunerados a 1,6 veces la base monetaria y bajando al 49% las tasas de interés que paga por los pases a los bancos privados. Así, disminuyó en más del 80% el pago de intereses, que constituyen el déficit cuasifiscal. Además, se compraron más de 16.0000 millones de dólares de reservas para fortalecer el balance del Banco Central, aún a costa de seguir emitiendo dinero por este concepto durante algún tiempo. Así, luego de seis meses se está llegando al equilibrio en reservas netas.

El inevitable costo social de este ajuste fue significativo: la actividad económica se derrumbó, alcanzando en abril una caída de la industria del 16,6% (según el INDEC) y de 37% en la construcción (según el ISAC). Esta profunda recesión provocó un aumento de la pobreza al 55% de la población, según la UCA. Sin embargo, pareciera que el pozo de la recesión quedó atrás y comenzó una leve recuperación impulsada por el campo, la minería y la energía, pero también por la industria y el crédito al sector privado, según datos del INDEC. Incluso los salarios promedios del sector formal (RIPTE) mostraron una mejora del 16% (un 6,7% real) en abril.

Milei también ha sido muy importante para promover la batalla cultural en pos de la recuperación de la ética de la libertad por encima de la ética socialista. La sorpresa, y es lo que me da mayor esperanza en Argentina, es que la imagen del presidente no cayó. La mayoría de los argentinos parece dispuesta al sacrificio necesario para salir adelante.

Obstáculos

El costado más complicado es el lento progreso en las reformas estructurales debido a los obstáculos de los antiguos políticos en el Congreso. Aunque se lograron avances con el DNU, como la derogación de la ley de alquileres, otras reformas cruciales, como la laboral, fueron bloqueadas en la Justicia. Ahora resulta clave la aprobación de la Ley Bases, que permitiría avanzar en la reforma del Estado y las privatizaciones, contiene un régimen muy favorable para las grandes inversiones y una reforma laboral indispensable para la recuperación del empleo. Esperamos que sea aprobada esta semana en el Senado.

Aunque Argentina enfrenta inmensos desafíos, el compromiso del presidente Milei con las reformas y la estabilización económica ofrece esperanza. Es imperativo avanzar con la reforma monetaria salir del cepo cambiario y liberar el tipo de cambio y, ojalá, dolarizar. También, reducir impuestos y desregular la economía para fomentar el crecimiento y la inversión. Pero el gobierno federal no alcanza, las provincias también deben hacer ajustes y reducir impuestos como los ingresos brutos.

En suma, en términos de estabilización económica y lucha contra la inflación, el gobierno ha tenido un éxito notable. Sin embargo, en cuanto a la libertad de mercados, queda mucho por hacer: seguimos entre los países más reprimidos de la tierra. Pero con determinación y reformas estructurales profundas, la Argentina tiene una gran oportunidad de entrar en el círculo virtuoso de crecimiento, aumento de recaudación, reducción de impuestos, y aceleración del crecimiento. Es posible que el país recupere su libertad económica y logre un crecimiento vigoroso que alcance un 6% anual por varias décadas.

Nota del autor: La tarea no será fácil y dependerá en gran medida del apoyo político y de las futuras elecciones. Necesitamos más voces reformistas en el gabinete, como la de Federico Sturzenegger, y en el Congreso para asegurar el éxito de las reformas estructurales.

 

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Agustín Etchebarne

Economista. Director general de la Fundación Libertad y Progreso.

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