ELOÍSA BALLIVIAN

Sobre partes y sectas

Nuestros lectores nos escriben largo y tendido con comentarios de todo tipo, y eso nos parece genial.

Sobre “Estamos al borde”, de Hernán Iglesias Illa

Doy por seguro que somos muchos en esta primera reunión de AA, adictos o atraídos por el abismo. Es de imaginar la rueda gigante, sentados todos en sillas, escuchando tus palabras como coordinador del encuentro. Una mirada inicial, la tuya, que tiene el mérito de los textos indicados para una apertura: reconoce, propone, sitúa, abre, estimula, obliga, anima a una conversación / confesión, tanto que al rato dan ganas de levantar la mano para decir lo que, por lo menos en mi caso, por lo general se calla. Soy más de escuchar, de mirar, de leer. Un seguidor de Seúl, entre otros medios que me interesan.

Después de varios años ya, vistos/vividos acá, de tener alguna cercanía con personajes relevantes de todo tipo gracias a la profesión de “busca”, de husmear en la calle, en el bondi, como perro suelto, demoro en elaborar el sentimiento hasta convertirlo en alguna idea. Me lleva tiempo saber qué pienso en realidad, si hay algo más que agregar o decir sobre ciertos temas. En general tengo solo visiones empañadas, impresiones digitales, alteradas / intervenidas por algún entusiasmo o bronca del momento. Más allá, naturalmente de apuntar / aspirar a un país más justo, de convivencia posible, sin alternar entre extremos que dejan un tendal trágico en vidas perdidas / arrasadas.

Desde ese lugar, abajo, afuera, distante de círculos políticos de cualquier color o de nubes de pedo intelectual que circulan en el mismo olor, presiento que el centrifugado de época en el koinoor en el que estamos metidos, a velocidad tecnológica máxima, seca ya toda ilusión de “normalidad”. Una oferta caduca, vencida, que como bien decís ya no alcanza. Debe reemplazarse, ¿por?

Una oferta caduca, vencida, que como bien decís ya no alcanza. Debe reemplazarse, ¿por?

Me parece que no es la política, ni la economía, que es la cultura, el agua de la pecera, la que somos demasiado estúpidos para airearla con el puro oxigeno de algo mejor, de otra cosa. Boqueamos, si, contra el vidrio. Asoman a la superficie, sí, los que pueden. Respiran o se van. Pero, nada, no alcanza. Somos un rejunte de pescados. El grande se come al chico. Algunos chicos viajan en ballena. Pero la red esta siempre ahí, alrededor de todos.

Tal vez habría que reemplazar los insistentes / gastados “proyectos” a corto / mediado / largo plazo, siempre fantaseados / incumplibles, por “aventuras” más personales que puedan atraer a grupos diversos. Ambientales, tecnológicas, artísticas, etc. ¿Qué clase de vida importa si no supone un riesgo?

Hay algo muy valioso que, me parece, se pierde de vista. Es la primera vez que una fuerza / coalición política sabe con tanta anticipación que, casi con seguridad, será gobierno. Juntos tiene dos años de tiempo. Uno para planear qué hacer, otro para contarlo. La tribuna necesita entusiasmarse con los pases, los nuevos, para alentar, cantar, aguantar los trapos cuando haga falta

En términos futboleros, hay que ver muchos videos de un rival que se conoce pero que siempre “resiste”. Saber por dónde entrarle, cómo se van a defender, cómo van a atacar. Puesto por puesto, táctica, estrategia.

Ejemplo que nos toca: ¿Qué se va a hacer con los medios públicos, Télam, radio nacional, la TV Pública? , etc?

En términos militares, los generales que se prueban el uniforme, deberían antes ordenar que los expertos planeen en mesas de arena la invasión, trinchera por trinchera. Ejemplo que nos toca: ¿Qué se va a hacer con los medios públicos, Télam, radio nacional, la TV Pública? , etc? Ese fue uno de los tantos temas sin resolver del gobierno anterior. Una gestión fracasada en el sector. Y así, en cada batalla a librar.

Pero antes, sobre todo, dame una “ficción orientadora” (Shunway) una suma –  unicornio – ideas cumbre – miradas laterales – para rellenar la depresión, el agujero negro que se traga toda esperanza, la sensación de que ya fue, que es inviable, que no tiene remedio.

Plantel hay. Si llegaste a primera es porque sabés patear con las dos, dar un pase, cabecear. La clave es el entrenador que les haga comprender cómo se juega, a qué, para qué, y los pare en la cancha. La elección del entrenador y su cuerpo técnico es clave. Tiene que entender la relación con la platea, la tribuna, el pasado, los ídolos, los colores, la camiseta. Tiene que haber jugado de pibe en potreros, en la calle, donde la pelota de quilombos rebota para cualquier lado.

¿Hay de esos en Juntos? ¿Caminaron los pasillos de una villa? ¿Jugaron ahí, de visitante?

Seguro se criaron en otras luchas de poder, pero si no usan la Sube, si hace años que no viajan en bondi, que no sacan turno de madrugada en el hospital, no pisan un boliche del conurbano, piden cumbia al DJ en el casamiento que festejan en el campo o en el SUM a las cinco de la mañana, hum. Se pueden terminan de dorar, de formatear, en el horno de la campaña, pero no sé si da. y parece que no, pero eso importa. Mucho. Es un posgrado necesario.

Pasión, sabiduría, docencia, relato, arenga, un buen entrenador y varios jugadores de buen pie, carácter, lo que se dice huevos adentro, en la cancha. Los de afuera son de palo, dijo el negro Jefe.

Espero que algún día se dé una reunión presencial. Sería interesante vernos las caras, escuchar. Animarse a tocar de primera, tirar paredes, pelotazos, en una de esas alguna entra.

Va con un abrazo,

Carlos Ares

Apartados o mayoría

Yo ya asumí que quienes queremos esa normalidad “aburrida” somos la minoría, y por eso debemos decidir si queremos vivir acá como tales (apartados, excluidos) o vivir en otro lugar donde seamos mayoría.

Es tremendo como esa pasión tan bienvenida en las tribunas y recitales es la que nos deposita una y otra vez en el camino del fracaso. Y qué razón tenía Bersuit cuando escribió “podemos ser lo mejor o también lo peor, con la misma facilidad”.

Abrazo grande.

–Darío González M.

Sobre “Una secta en el quinto piso”, de Ricardo Campero

Quisiera enviarles mis comentarios en relación con la nota escrita este último domingo por Ricardo Campero. Aclaro que hago estos comentarios desde mi posición de afiliado radical, desde los 18 años, y profundo admirador de Raúl Alfonsín.

Encuentro en los comentarios de Campero una descalificación (ya el término “secta” lo denota) innecesaria frente a quien se animó a escribir “sus” memorias, según manifiesta, escritas de manera contemporánea a los hechos, de su paso por la función pública, con las limitaciones inherentes a su propia visión de los hechos, y los pensamientos que le dejaron.

En primer lugar, en los comentarios de Campero existe una inequidad temporal dado que frente a un Juan Carlos Torre que hace una descripción “desde el campo de batalla”, Campero le responde con la ventaja que dan 40 años de perspectiva.

En segundo lugar, la descalificación de quién escribe su experiencia en el sector público (independientemente de lo que piense), es hacer lo que (quienes nos consideramos republicanos) combatimos. Hubiera preferido que Campero escribiese su historia, con sus argumentos, y experiencias (aun con los 40 años de perspectiva en su favor). Por otra parte, la descalificación del “outsider” (pareciera que el concepto de “secta” se invierte, en la consideración del autor) suele ser el arte de ciertos funcionarios para evitar que otros “outsiders” se metan en la función pública, dando lugar a quiénes los consideran una “casta”.

Hubiera preferido que Campero escribiese su historia, con sus argumentos, y experiencias (aun con los 40 años de perspectiva en su favor).

Campero llama sectario a Torre, pero se detiene en la defensa corporativa de los líderes radicales que Torre, en su libro, describe de la manera en que él lo piensa al momento en que ocurren los hechos. Está claro, en el libro de Torre, que las descripciones se refieren, o a preconceptos previos a su aceptación del cargo, o a situaciones coyunturales, más allá de Grinspun o Concepción, de quiénes tiene un juicio muy definido. Yo me pregunto: ¿está mal tener un juicio determinado sobre una persona, o por ser funcionario radical debo decir (en mis memorias) que fue un hombre bueno?, ¿eso no es una defensa corporativa?, ¿no estaría faltando a la verdad?.

Como dije al principio, soy radical y tengo una gran valoración del gobierno de Alfonsín, más allá de su fracaso económico. Yo celebro el libro de Torre. Sirve para entender las razones del fracaso. Al contrario de un libro sectario, lo considero el punto de vista de quién formó parte de un equipo de gobierno, que enfrentó las realidades de la época (con sus complejidades) y pone muy en claro las dificultades de la gestión, y los desafíos de quién lidera. Que las cosas no son lineales, sino que los intereses y dificultades, muchas veces conspiran contra las mejores decisiones.

Que las cosas no son lineales, sino que los intereses y dificultades, muchas veces conspiran contra las mejores decisiones.

En aras de la brevedad, no me voy a referir a los aspectos sociológicos y de teoría política que encuentro en muchas partes del libro (escritos, casi, como al pasar), y que me han parecido brillantes; pero no quiero dejar de mencionarlos (frente al silencio de Campero). Tampoco, al coraje de Torre de rescatar y defender, sin condiciones, a Ricardo Mazzorín (a quien no conozco), que fuera vituperado por el tema de los pollos, actitud que quisiera ver en muchos de los “insiders”, cuando se refiere a funcionarios o ex-funcionarios salientes por operaciones y/o presiones.

Finalmente, no quiero cargar las tintas sobre Campero (a quien tampoco conozco), ni personalizar en él mi desencanto por el artículo. Tiene la misma libertad de escribirlo, como yo de criticarlo. No es personal. Como dije, celebro la iniciativa, la calidad y el contenido del libro de Torre, y hubiera celebrado de igual manera la respuesta de Campero, si no hubiera caído en la descalificación y la defensa corporativa.

Los saludo cordialmente y los felicito por la iniciativa de Seúl.

–Santiago Mignone

 

A favor del libro de Torre

Mas allá de las opiniones y polémicas que pueda generar me gustaría destacar la excelente prosa del autor, su honestidad intelectual sobre todo por haber incluido su postura durante la Guerra de Malvinas, el valor de los datos sobre los que está fundamentado (diarios y grabaciones), y sobre todo por la impresionante vigencia y actualidad que tiene (hay párrafos en que uno pareciera estar leyendo el diario en vez de un libro que se refiere a hechos ocurridos hace casi cuarenta años).

Recomiendo fervientemente su lectura.

–Santiago Lynch

Sobre “Nole y la máscara de la muerte roja”, de Eugenio Palopoli

He elegido vuestra revista y la sigo regularmente. La razón fundamental es porque en la mayoría de los artículos encuentro una cierta sensatez que es, exactamente, lo que falta en cualquier publicación K o Filo K. De todas maneras puedo percibir cierta tendencia a cuestionar el papel de las vacunas Anti Covid. ¿Es posible que sea así o es una impresión mía? Me remito a la reciente nota de Eugenio Palopoli “La Máscara roja de la muerte”. Acabo de leer en el diario Clarín el caso de una joven muerta en los inicios de la pandemia por no haber podido ser internada en terapia intensiva. Es la enésima confirmación que esta enfermedad que todavía asola al planeta no es “una enfermedad respiratoria de baja letalidad”, como desliza Eugenio en un parte de la nota. Les adjunto el inicio de la nota de Clarín a la que me estoy refiriendo. Un abrazo y gracias por la tarea que realizan.

La imagen conmocionó al país en mayo del año pasado. Lara Arreguiz, de 22 años, acostada en el piso del hospital Iturraspe de Santa Fe, tapada con una campera. Había llegado al centro médico junto a su mamá, con síntomas de coronavirus, y tuvo que esperar en un pasillo ante la falta de camas en terapia intensiva. Murió días después.

–Cristóbal Sant

Sobre “La batalla por el corazón de Juntos por el Cambio”, de Hernán Iglesias Illa

La verdad, no comparto el optimismo de la nota de Hernán Iglesias Illa por dos razones:

La primera es que no veo una conciencia en Juntos por el Cambio de que enfrente hay una asociación ilícita, no un partido político, sino una verdadera asociación ilícita mafiosa más que cómoda relacionándose con dictaduras y que enfrentar eso implica un estado de alarma: No te vas de vacaciones en medio de las sesiones en esta situación (algo que no tiene que pasar nunca y que justificaron varios), no cambias nunca la cara de perro, no nombrás en cargo a simpatizantes de la asociación ilícita, no te juntas como si no pasase nada, tenés que exigir mucho en una negociación y que ellos cumplan primero.

La segunda es que muchos, demasiados dentro de Juntos por el Cambio se declararon admiradores de gente como Lula (muchos, muchos más que de, por ejemplo, Bolsonaro), Lula, una persona que está también con las dictaduras y que lideró el No al ALCA que debe ser la medida que más nos condenó a esta pobreza y aislamiento. Y Lula es sindicalista, cuando el sindicalismo intransigente es otra de las cosas que nos está condenando a este atraso. Estaría bueno que busquen en la historia luchas de gobierno contra sindicalismos intransigentes como el Argentino para tratar de imitarlas y no a ese personaje nefasto condenado por corrupción.

En definitiva, en JxC muchos están panchos, yéndose a Disney. No creo que como dice la nota, haya distintas visiones sino que hay muchos sin rumbo claro, sin vocación de poder, y eso se nota y no parece que vaya a cambiar.

–Andrés Glavina

 

 

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