ELOÍSA BALLIVIAN

Polémica en el litio

Comentarios de nuestros lectores a notas de Santiago J. Dondo, Juan Villegas, Paola Di Chiaro, Alejandro Bonvecchi, Hernán Iglesias Illa y Diego Papic

Sobre «No hagamos fábricas de baterías», de Santiago J. Dondo

(podés leerla acá)

¡¡¡Muy buena la nota!!!

Lo del “valor agregado” es un error tremendo que cometen nuestros políticos cuando hablan de que nuestro país debe producir baterías y, convencidos de ello, empiezan a regular cantidades que no podrán exportar los productores de litio. ¡¡¡Y este error lo cometen importantes representantes de Juntos por el Cambio!!!

─Federico Braun.

 

Descubrí la publicación de las baterías de litio. Me gustó. Ahora empecé a leer la web. ¡¡¡¡Muy buenas publicaciones!!!! Vivo en el NOA y me gustaría aportar lo que se ve, vive y siente desde el interior profundo y castigado de nuestro país.

Saludos,

─Félix A. Baigorria.

 

¡Hola! Un comentario sobre la nota del litio. ¿Y si cambia la tecnología de baterías y el litio no se necesita más? Es re posible, y acá estamos flasheando con salir de pobres exportando guano (?).

─Gabriel Fernández.

 

El planeta Tierra es único para la especie humana en el espacio  galáctico alcanzable.

La minería a escala destruye la naturaleza ─que es finita e irrenovable─ del planeta Tierra.

Los productos mineros son imprescindibles para el futuro humano.

¿Cuál es la compensación o justificación de esa actividad minera?

¿Cómo se evitan o anulan los “males mayores” de los residuos consecuentes?

Sugerencias para una próxima nota de Seúl.

─Luis María Fiorini.

 

Hola, buenas noches. Sería más claro si la concentración la expresaran en % y no en ppm, que la gente común no discierne. 150.000 ppm creo que es un 15%, díganme si es correcto. Sea como fuere, para fabricar baterías de litio se usa energía fósil. Flaco tributo a la mitigación al cambio climático.

─Néstor Ríos.

 

Usted dice que no hagamos baterías, y aplica un porcentaje pequeño de ganancia al hacerlo. Lo que usted no dice es:

1) De dónde saca esos números.

2) Por qué otros que no tienen litio enfrentarían el gasto si es tan malo el negocio.

3) Cuántos puestos de trabajos indirectos y directos se crean, y eso indirectamente cuánto pesa en la economía.

4) África está llena de recursos primarios y están más que pobres. Aunque sea verdad lo que usted dice sobre el valor agregado, hay otras valoraciones que son clave para el desarrollo industrial argentino.

─Hugo Dionisio Marin.

 

El gran problema con estas tecnologías es que una enorme inversión puede volverse obsoleta en pocos años. Argentina tiene en marcha varios proyectos de producción de baterías de litio bajo el paraguas de YPF. Pero no veo estudios sobre la factibilidad de su reemplazo por sistemas de energy harvesting (cosecha de energía).

Básicamente y en términos muy crudos, reemplazar las pequeñas baterías por sistemas mecánicos u otras baterías más eficientes es un campo en permanente evolución. Si estos desarrollos se imponen, en pocos años las baterías de litio serán obsoletas. No afirmo que esto vaya a suceder, simplemente advierto que hay que evaluar estas posibilidades. 

─Dr. Carlos Alberto Vásquez.

 

No estoy de acuerdo con lo expuesto.

Hagamos baterías, desarrollemos ese negocio ahora y cuando se acabe hagamos otro. Lo único equivocado es sentarse a despreciar las oportunidades de negocio que van apareciendo y que inevitablemente irán cambiando.

Atte,

─J.F. Ferrer.

 

Si el tema del litio es más problemático y sólo quieren ver ganancias los empresarios, volvamos a la época de la esclavitud. En cuanto a tributar, dejémoslo del lado de la justicia, que bien saben hacer su trabajo. 

─Antonio Morales.

 

Ustedes son unos chantas. Industrializar, aun un simple bulón, es mano de obra. Exportar materias primas o simplemente mejoradas es condenar a un país a seguir siendo subdesarrollado y dependiente.

Un poco menos de manipulación, este tipo de artículos son muy elementales.

─Angeli Donda.

 

 

Sobre «La hora de los tibios», de Juan Villegas

(podés leerla acá)

Juan, te escribe alguien que quisiera de todo corazón que no hubiera división alguna y que la diversidad de opiniones pudiera desarrollarse con normalidad, sin tensiones agraviantes. Para una pelea, dicen, se necesitan al menos dos. Pero eso es una falacia. Pues yo puedo acá considerarte mi enemigo intelectual, o enemigo mental, o como quieras llamarlo, y vos sin comerla ni beberla, como decía la nona, ya estarías en un sector o lugar de la grieta sólo porque yo así lo dispuse de manera inconsulta.

Cuando veo a gente escribir o alardear de la Corea del Centro, me asusta. ¿Es que no tienen sed de justicia? ¿No quieren que el pecador pague por sus culpas? ¿Por qué han de ponerme en la misma bolsa? ¿Qué hacemos con aquellos que nos han robado e hipotecado el futuro? ¿La solución es, bueno, borrón y cuenta nueva? Cuando ves que continuamente te están castigando, emocional y moralmente, ¿ustedes proponen poner la otra mejilla? Cristo lo hacía, pero también hacía justicia. Con justicia TODO, con falsos perdones NADA.

─J.R. Mugnier.

 

Buenas tardes. Quiero hacer un comentario acerca de esta nota de Juan Villegas. En primer lugar, agradecer que haga un resumen de parte de esa historia de los ’70 que es muy desconocida por los más jóvenes. Lamento que sean muy pocos los jóvenes que se interesan en la política, y en especial de esa parte en la que por prejuicio ideológico no quieren leer.

Pero yendo a la esencia de la nota, y aunque mi opinión no tenga ninguna relevancia, debo decir que no comparto esta postura anti grieta. No porque desee que estemos matándonos unos a otros o tomando revancha o viendo a todos los oficialistas como enemigos.

Quienes participamos en Juntos por el Cambio (soy voluntaria desde que empezó Mauricio Macri en CABA) no orinamos agua bendita, pero estoy convencida de que en un porcentaje altísimo somos respetuosos de la Constitución y de las normas en general. Seguramente seremos mas indulgentes con los propios errores que con los del oficialismo, pero no creo equivocarme al decir que jamás aceptaríamos que se le entregue un honoris causa a algún político de nuestra orientación que tenga una condena por corrupción. 

En el gobierno de Macri se llegó a ridiculeces tales como permitir que en los medios oficiales los trabajadores decidieran cosas insólitas, así por ejemplo cuando quería ver al presidente Macri en un acto oficial, muchísimas veces debía hacerlo en un canal privado porque en ATC ¡no lo transmitían!. Se permitió que continuara en su programa la fallecida Bonafini diciendo barbaridades. Es decir: todo tiene un límite.

Querer tratar de unificar el país no puede ser a cualquier costo. La grieta es ética y moral y somos muchos los que no estamos dispuestos a bajar la vara para aceptar que los corruptos y narcotraficantes nos impongan la supuesta “bondad”.

Voy a votar a JxC cualquiera sea su candidato, pero NO quiero que se repitan errores del pasado. En este momento habrá posibilidades de que con números a nuestro favor en la legislatura se tomen decisiones más firmes para mejorar la calidad de la política y por lo tanto de todos los ciudadanos.  

Gracias por leerme.

Atentamente,

─Bibiana Avila.

 

Hola. Yo me considero tibio políticamente hablando, en el universo izquierda/derecha, pero con los K ni un paso atrás. En cana o pidiendo perdón/reconociendo el mal que hicieron.

Saludos.

─Diego Soares Gache.

 

 

Sobre «El peor escenario», de Alejandro Bonvecchi

(podés leerla acá)

En relación a la nota de Bonvecchi, creo que hay una variable que omite considerar, que es la siguiente: si un gobierno adoptara una posición como la que él reclama, y termina resultando que se produce una catástrofe, ese gobierno sería durísimamente cuestionado por haber actuado de manera indolente. Por lo tanto, es natural que los políticos sobrerreaccionen en este tipo de situaciones críticas. Para que estas actitudes gubernamentales no se produzcan, sería necesario que la gente esté dispuesta a no esperar que los gobiernos hagan milagros. Pero en el contexto de la cultura estatocéntrica en la que vivimos, es inevitable que la gente focalice sus miradas en la acción de los gobiernos y que les reclame resultados que, si son negativos, serán atribuidos a la inacción del gobernante que, por ese motivo, tiende a sobrerreaccionar. Por lo demás, la nota es muy buena, pero me pareció oportuno incluir esta observación.

Saludos,

─Alejandro Sala.

 

 

Sobre «Estrategia mata golpe de efecto», de Paola Di Chiaro

(podés leerla acá)

Agradezco la difusión del artículo, porque caracteriza un serio problema y contribuye a seguir instalando las necesidades de la seguridad nacional y la defensa nacional. Aprovecho este medio para hacer llegar algunas opiniones.

El principal problema instrumental de la seguridad nacional que compete a la defensa nacional se genera en la falta de presupuesto. En ningún lugar del planeta, salvo en Argentina, se espera tener alguna capacidad disuasiva o efectiva con menos del 1% del PBI. Desde 2006, hace 17 años, todos los gobiernos constituidos por poderes legislativo, ejecutivo y judicial contemplan impertérritos la profundización del descalabro y la disminución del presupuesto para defensa, hasta los inauditos presupuestos actuales.

Las dos corrientes partidarias que gobernaron en este período han sido igualmente irresponsables con la nación, irracionales por cuanto no protegen los intereses vitales a cargo de la defensa y generadores de la falta de conciencia nacional sobre la gravedad del caso.

Frente a ese antecedente, mi diagnóstico indica que nada logrará la corriente partidaria que propone cambios, tanto como la otra, cualquiera sea el resultado de las próximas elecciones, porque el argumento para generar la asignación de presupuesto no se sustenta en la clara e inequívoca invasión, ocupación ilegal y usurpación de recursos naturales que constituyen una agresión del Reino Unido. Esto no es una opinión, porque está sustentado en la determinación dada por la Disposición Transitoria primera (DT1) de la Constitución Nacional y en los artículos 2 y 5 de la Ley de Defensa de 1988. La DT1 y la Ley de Defensa inequívocamente involucran la condición de “enemigo” del Reino Unido, cosa que la autora y su partido no están dispuestos a admitir ni propiciar, ni usar como argumento para incentivar un presupuesto razonable del 2% del PBI (en esta grave situación), y como mínimo, el promedio sudamericano del 1,6%.

Es impensable que con los argumentos esgrimidos logren persuadir al pueblo de un cambio significativo. Ni qué hablar al resto del espectro político. Es más, otros especialistas de la misma corriente propician el policiamiento de las Fuerzas Armadas.

El enemigo existe, porque para el caso de la disputa de soberanía entre Argentina y Reino Unido, por importantes razones históricas, intereses británicos en Argentina y también hegemónicos, el Reino Unido, es decir sus autoridades políticas, no pueden considerar menos que amenaza permanente a la Argentina. Con este irrefutable planteo sobre el accionar británico, que tiene sustento en la DT1 y la Ley de Defensa, lo que para el Reino Unido es una amenaza porque tiene posesión de los 2.600.000 km2 que lo favorecen para disponer próximamente de los 5.600.000 km2 antárticos, para Argentina debiera constituir una inequívoca agresión que determina el mote de enemigo para el Reino Unido desde el punto de vista de la defensa. Luego la diplomacia y funcionarios de otras áreas sabrán cómo hay que hablar con el enemigo.

La defensa nacional argentina tiene su política claramente definida por ley. La política presupuestaria acorde a la demanda de los artículos 2 y 5 es lo único que falta. Eso es responsabilidad política de gobernantes y vinculados.

La educación es esencial. El Reino Unido es un enemigo. Los políticos y el pueblo argentino lo deben saber. Seguidamente enseñaremos que con el enemigo no se hace lo que se quiere, sino lo que más favorece a los intereses argentinos. Pero el enemigo debe estar claro para la defensa nacional. No hay dudas de que China es el enemigo para todo norteamericano, especialmente militar, y quien se alinee con Estados Unidos. Para Estados Unidos y aliados, esa condición de enemigo corre también para los aliados de China. Paralelamente, lo mismo debiera ocurrir de la parte argentina para los aliados del Reino Unido. 

En síntesis, creo que es descalificante para cualquier supuesto entendido en defensa nacional abordar un cambio de política sin definir desde el párrafo situación la severa afectación a la integridad territorial, la soberanía, la independencia y la autodeterminación que desde el punto de vista de la defensa nacional es mucho más grave, por su valor para el Estado Nación, que la vida, la libertad y los bienes de sus habitantes y ciudadanos argentinos en el exterior. Es que en realidad, para el caso argentino, la disputa con el Reino Unido no pone en riesgo hoy al factor humano, sino cuantiosos recursos económicos actuales y futuros, para nosotros y nuestra posteridad.

Otro aspecto que la autora no contempla claramente es que ella es parte del Sistema de Defensa Nacional (SDN) tanto como el resto del pueblo argentino (artículo 21 de la Constitución Nacional y artículo 9 de la Ley de Defensa Nacional). Su artículo no hace responsable al pueblo de la defensa nacional que hoy y desde hace mucho tiempo no tiene. La defensa nacional no es sólo el instrumento militar. 

Como ella no se siente parte hoy del SDN, no se percibe responsable de la perdida de 2.600.000 km2 atlánticos y 4.600.000 km2 antárticos en manos británicas. No le interesa siquiera disuadir para negociar. Cree que cooperando con el enemigo, sin fuerzas armadas capaces, favorecerá la negociación. Así, y quizás por otros motivos adicionales, jamás encontrará al Reino Unido como invasor, ocupa, usurpador, agresor ni enemigo, algo que la defensa nacional y, muy especialmente, el pueblo argentino necesitan desde hace mucho tiempo para seguir deseando ser argentino. El enemigo está entre nosotros y sabe perfectamente lo que debe hacer con la República Argentina: que todo siga igual o peor.

Muchas gracias por la atención.

Cordialmente,

─Eduardo Ganeau.

 

Agradecido por la información brindada por el artículo. Gracias a la autora. Justamente estoy de candidato para la dirección de un barrio privado donde tengo una propiedad, y estos aspectos me ayudan a tener una mejor visión de la seguridad para el country.

Saludos,

─Héctor Danilo Pompa Dominique.

 

 

Sobre «Eternos adolescentes porteños», de Hernán Iglesias Illa

(podés leerla acá)

No suelo responder estos artículos, pero como persona mayor con un hijo cuarentón y cuatro yernos de entre 45 y 50, más el paisaje que ofrece la salida de la escuela de mis nietos, con múltiples padres, en todos los casos con bermudas y remera, no puedo más que decir que acabo de ver escrito lo que pienso a diario. A veces me pregunto: ¿esta gente no trabaja? ¿Adónde van vestidos así? ¿Son eternos adolescentes? Tanto que justo ayer un muchacho de traje (bah, tampoco traje: jean, camisa y saco) me sorprendió. En Roma, donde estuve hace poco, todos los señores a partir de los 30 iban vestidos de traje. Iba a traerles corbatas de regalo a todos y a decirles: a ver si aprenden a vestirse y se sacan ese estilo linyera adolescente de una vez. Desistí. No es la ropa, es otra cosa, es quizás un mundo menos trágico que como yo lo veo.

─María Adela Sabadini.

 

 

Sobre «Somos vulnerables», de Diego Papic

(podés leerla acá)

Me ha dado la impresión de leer una nota que había que escribir. Que si no la escribo, no cobro o me pegan o me insultan o algo pasa. Si no hubiera sido escrita sería lo mismo, me pareció. Pero bueno: de mi parte respiré cuando no le dieron ningún premio a esa película Argentina, 1985. Mala como película ─malísima─ e históricamente un desastre. Toda película que se tiene que meter con temas históricos seguramente cometerá errores y tendrá que abreviar. Pero la película puede ser buena, entretenida, profunda. Argentina, 1985 era la voz de un sector minoritario de los montoneros, aburrida, mal contada, con golpes bajos, con información muy errónea. Una de Porcel y Olmedo hubiera sido mejor. Y ni nominada tendría que haber sido.

Si alguien ─adulto, hombre─ se queda encerrado dentro de un auto civil y no puede salir, es un nabo. Hasta con los puños se puede romper un parabrisas. Ni hablar de cualquier objeto de metal que se pueda encontrar dentro de un auto o encima de uno mismo: un encendedor o un reloj. Respecto a los que se olvidan un hijo dentro de un auto y se les muere, no se puede recurrir a un experto en biología. No es ese el tema. Freud manda acá. Y Freud diría que es una clara intención inconsciente de liquidar a ese hijo. Creo que habría que cuestionar a los padres que se les ocurre tener cine hijos (o uno, si no quieren hijos). Por lo tanto está bien que vayan a la cárcel. No como un homicidio simple, pero un tiempo razonable. Bueno, esperemos mejorar.

─Mario Olea.

 

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