ELOÍSA BALLIVIAN

Más polémicas en los mails

Las discusiones planteadas en nuestro último número continúan con los comentarios de nuestros lectores.

Sobre “Argentina, 1985 (III): mapa y territorio”, de Roberto Gargarella y Mariano Llinás

(podés leerla acá)

Fascinante el contrapunto y sólo me permito una nota al pie, aunque como cualquiera podría hablar del tema todo el día. La cuestión de la “concepción cinematográfica” como modo de hablarle a la ciudadanía de un juicio que, por una decisión que me irritó en el momento y ahora me parece que fue necesaria, se transmitió sin sonido.

Eran tiempos eufóricos y difíciles, transmitir esas voces por la tele hubiera sido dinamita. Y, tal vez, mucho de lo valioso que muestra el film hubiera saltado por los aires. Como sea, el debate abierto por el film debe ser calurosamente celebrado, creo.

—María Elena Ques

 

Excelente nota. Muy iluminadoras las reflexiones de Gargarella. Me desconcierta el final porque no termino de entender si Llinás se autoproclama “el cine” o la redacción de la revista cree que “el cine” es una persona que hizo una película (que me gustó mucho, tengo que decirlo). Me acordé inmediatamente de ciertos coniceteros que en campaña electoral se llamaban a sí mismos “la ciencia”.

Saludos y felicitaciones por este medio de calidad.

—Isabel Roura

 

¡Hola! Vi la película y me gustó, me pareció equilibrada en lo emocional. Sin duda, de un momento de nuestra historia como país, el arte se encarga de un recorte y avanza…

Reflexioné: bienvenida sea para que nos invite a pensar desde la libertad individual, sin partidismos, un momento crucial que nos atravesó a la nación entera. Luego cada uno interpela, agrega, opina, brinda información certera, etc., pero desde la libertad. Hacía tiempo que no sentía el hermanamiento con otros argentinos. Es imposible no coincidir en que fue una historia nefasta la que vivimos y que la democracia empezó a darnos la posibilidad de respirar.

Nos ahogamos seguido, debemos seguir aprendiendo. En síntesis, la película me dejó sacar la cabeza debajo del agua.

—Lilia

 

Sobre “Enloqueciendo al sistema”, de Luis García Valiña

(podés leerla acá)

Comparto en su integridad el sesudo análisis de mi profe y amigo Luís García Valiña sobre la cuestión de la lamentable ausencia de diálogo entre el Gobierno y la oposición.

Creo sin embargo que él mismo se evita —quizás por delicadeza o sabiduría— mencionar una cuestión absolutamente relevante, que paso a exponer.

Desde el mismo comienzo de la gestión del presidente Fernández fue obvia la preocupación del equipo gubernamental por no disgustar a la Líder, o Lideraza, como ahora a algunos les gusta decir (el temor a ser defenestrado siempre es muy grande).

Es por eso que cualquier estrategia dialoguista que los líderes mas lúcidos del Frente de Todos ya consideran indispensable a esta altura del partido tiene que contar con el beneplácito de aquella que, como es de público y notorio conocimiento, tiene preocupaciones personales más importantes que la gestión de la cosa pública.

Como Creso y su trono lo sufrieron lo oracular siempre es oscuro y misterioso, y puede dar lugar a, al menos, dos interpretaciones: ¿puedo o no puedo? ¿P o noP?

Por eso y por las dudas siempre hay que ir y de inmediato volver, que es como no haber ido. A lo mejor es simplemente una cuestión de los efluvios que emanan del Delfos local, en algún momento el viento cambiará.

Saludos muy cordiales.

—Eduardo Tallarico

 

Sobre “Pensé que se trataba de sorditos”, de Javier Porta Fouz

(podés leerla acá)

Imposible transmitir las emociones y una total comprensión de la imagen y de lo que intenta expresar el actor —que provoca el cine— en un idioma diferente al original.

En los países europeos que se utiliza o utilizaba (cada vez menos) este sistema (el cual además va desapareciendo porque, excepto en las grandes ciudades hay cada vez menos cines), se debía a la presión de los gremios de intérpretes.

En nuestro caso, según el autor del artículo el doblaje estaría motivado (espero que no) —entre otras razones— por una cuestión de marketing y acceso a una supuesta mayor audiencia. Lo cual también es un tema grave porque significaría (es de suponer que las productoras se basan en estudios de mercado) que la gente ya no tiene capacidad para leer subtítulos, lo cual ya no afecta sólo a la comprensión (en todos sus sentidos) de la película sino a la capacidad y a la velocidad de la lectura que se desarrolla ya desde la escuela primaria.

He visto unos cuantos films con doblaje ya que era la única opción en terceros países, cuando todavía abundaban los cines en ciudades europeas. Ejemplo, como para tanto otros casos de dramas o comedias, nada más terrible y a la vez ridículo que ver un film de Woody Allen traducido a un idioma diferente (cualquiera sea) del original y agravado por el que no pusieran subtítulos al ingles.

Y, agrego, en el caso que ello sucediera, los doblajes al español, ¿con que acento vendrían?

Muy buen artículo y con la esperanza de que se pudiera mantener el sistema actual que incluye el doblaje en películas para niños, y que a la vez ofrezcan opciones en horarios diferente en idioma original.

—Carlos Sersale di Cerisano

 

Leí la nota sobre doblaje y, más allá de la crítica respecto del artificio en sí (no dice nada nuevo, todos sus argumentos son los clásicos que se esgrimen para defenestrarlo), creo que es parte de algo más profundo que la preferencia por la voz original o el doblaje.

Trabajo en la industria del doblaje hace más de 20 años y tengo una anécdota al respecto: cuando empecé allá por 1999, uno de los empresarios del doblaje, ante mi comentario de que el doblaje estaba muriendo y el subtitulado lo iba a a desplazar, me dijo lo siguiente: “En América Latina siempre va a haber analfabetos”. Lo dijo (o yo lo tomé, aunque ahora no estoy tan seguro si fue uno o lo otro) como una broma.

La cuestión es que, más de 20 años después, sus palabras suenan más como presagio trágico que como chanza. Se podrán esbozar teorías de por qué el doblaje creció tanto y quizás el vaticinio no sea la verdadera razón, pero la realidad es que sé que cada vez más gente elige el material doblado. No me atrevo a decir que eso es malo o bueno (yo trabajo de esto, pero prefiero ver las películas subtituladas), pero como mini defensa puedo decir que en algunos casos el doblaje está a la altura de las voces originales y hasta a veces son mejores. En muchos otros, obviamente, es extremadamente peor.

En fin… Simplemente quería hacer ese comentario.

Excelente la revista y sus notas. Saludos para todos.

—Sebastián Echegaray

 

 

 

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