IGNACIO LEDESMA
Domingo

Marcha de las piedras,
un duelo colectivo

Organizadores y participantes del homenaje del lunes cuentan qué significó para ellos y qué piensan de que el Gobierno haya levantado las piedras para construir un "memorial".

El lunes una pequeña multitud se congregó en Plaza de Mayo y en la residencia de Olivos para rendir homenaje a aquellas personas que murieron durante el extenso período de aislamiento social obligatorio que transitamos por disposición del Gobierno nacional. La marcha o ceremonia se gestó, como muchas otras en el último tiempo, en Twitter. La idea fue llevar una piedra por cada ser querido muerto, por Covid o no, de quien no se hayan podido despedir por culpa de las restricciones.

#LaMarchaDeLasPiedras fue una experiencia intensa para todos, en especial para el puñado de tuiteros que se conectaron para colaborar con su organización, llevar piedras para gente que estaba lejos y difundirla en las redes y en los medios. Este es un diálogo urgente y espontáneo en el que varios de ellos cuentan cómo se gestó la idea, cómo fue la organización, qué significó para ellos y qué piensan luego de que el Gobierno, esa misma madrugada, levantara las piedras con la excusa de levantar un “memorial”.

@pasantemossad

Reconstruyo la secuencia de mi lado. El 3 de agosto vi pasar un tuit que decía “Habría que llevar una piedra por cada muerto por Covid a Casa Rosada y dejarla ahí. No tirárselas, dejarlas ahí”. No seguía a la tuitera. Era una de esas cuentas que el algoritmo de Twitter cada tanto me cruza porque alguien a quien sigo la sigue o interactúa. La idea me resonó fuerte. El 4 de agosto cumplí 42 años. Me la pasé faveando saludos de tuiteros, pero también viendo cómo un tuit que escribí inspirado en ése que había leído rebotaba con fuerza. Puse: “Alguien sugirió homenajear a los 100 mil muertos llevando cada uno una piedra como hacemos los judíos con las tumbas de nuestros seres queridos. Dijeron a la Casa Rosada. Creo que el lugar es la Quinta de Olivos. Sería un lindo gesto. 100 mil piedras apiladas en la entrada”. Al rato, empezó a tomar forma algo con otros tuiteros a los que no conocía pero con los que interactuaba con cierta frecuencia: había que hacer una marcha de las piedras. ¿Cuándo? ¿A qué hora? ¿Dónde? ¡El feriado del 17! ¡Pero es el 16! Ok. Lunes 16.

El 8 de agosto ya estaba ofreciéndome a llevar piedras con el nombre de algún ser querido para quien no pudiera asistir a los puntos sugeridos a llevar su piedra. No recuerdo si ya había hashtag para convocar a lo que luego fue #LaMarchaDeLasPiedras.

Pensaba… ¿Así se organizan las marchas?¿Tan fácil es? Tiene que haber algo más que no estamos considerando, no puede ser tan simple.

@MatiasMey

El día en que @animartino posteó su tuit nos lo pasaron en un grupo que compartimos varios de Twitter. Hablamos de lo bien que estaba la idea y quedó flotando en el aire el entusiasmo. Durante la tarde vi pasar un tuit de @pasantemossad preguntando si lo de las piedras no era mejor en Olivos, otra vez con EL tuit de Ani (admito que no la seguía antes). Se me ocurrió contestar “¿Por qué no las dos?”. Y alguien que venía siguiendo el tema (¡perdón, pero no encontré tu @ ni el tuit!) nos juntó en un hilo.

Cruzamos algunas ideas por DM con Ani, cómo la gente se preocupaba por que fuera violenta, que como hacían con las piedras, que era complicado y coso… y después apareció @MComadreja con una ilustración de la piedra negra y la cosa se empezó a poner más real.

Ese hilo con la gente contando sus historias y las piedras que empezaban a aparecer en el TL era emocionante y angustiante, todo al mismo tiempo. Empezaba a dimensionar realmente cuánto dolor había en cada historia. Así empezaron a aparecer pedidos de gente que no iba a poder estar y otros que se ofrecían. Hablaba con Ani y Comadreja por separado y se notaba la angustia de no poder ayudar a todos. Entonces pensé en ver si podía ayudar a ordenar el aluvión de pedidos. “Armemos un Excel, metamos a los voluntarios a un chat… ¿serán más voluntarios que pedidos?”. Se fueron sumando más voluntarios y aparecieron @guardianesdel41 y @_DagnyTaggart_ para armar un Google Forms y ayudar a hacer match entre voluntarios y gente que se anotaba. TODO ESTO EN UN DIA.

Cada historia que leí me rompió un poco más, familias enteras destrozadas y sin poder hacer el duelo.

Se fueron sumando otros como @desdelasaulasx que tiene buena pluma y más cancha con cómo comunicar algunas cosas, @MaIdana_____ para ayudar a Dagny que no daba abasto con los voluntarios y los pedidos y @MartiEstrada, que ayudó con varios temas logísticos.

Y mientras pasaba todo esto en un grupo de Whatsapp cambalachesco con varios tuiteros pensábamos qué símbolo podría ayudar a que la foto se difunda, sean pocas o muchas piedras (aún estaba el temor que fueran pocas). Con la imagen en la cabeza de la escena final de La lista de Schindler se nos ocurrió por qué no imprimir una lápida en vinilo ¡y ponerla ahí! ¡Faltaban todavía 6-7 días! Había que diseñar, imprimir y que no trascienda antes. Conseguimos quien pague la impresión, Dagny tiró un primer bosquejo, comentamos entre todos y le mandamos a Comadreja para darle el diseño final. El resto de los días se pasaron rápido, organizando cómo podían llegar los pedidos. Cada historia que leí me rompió un poco más, familias enteras destrozadas y sin poder hacer el duelo.

@MissLadrillos

En el inicio de la cuarentena, el filósofo José Emilio Burucúa escribió una nota titulada “Pandemia moderna y piedad antigua: que nos devuelvan la milenaria humanidad con nuestros enfermos y muertos”, en la que advertía la inhumanidad de quienes prohibieron “atender los últimos instantes de vida de los seres queridos y rendirles el tributo funerario que, de los Neanderthales hasta ahora, fue el rasgo distintivo del género Homo”. Ese rito indispensable y negado a los ciudadanos –pero no a la aristocracia gobernante– tuvo lugar el lunes gracias a la idea de Ani, el tesón de varios grupos paralelos de locos hermosos, y a la cadena espontánea de miles de personas que ayudaron a quienes estaban lejos a llevar la piedra con el nombre amado a Plaza de Mayo y Olivos.

@_DagnyTaggart_

Sí, sí. Tal cual: “Sería como el final de La lista de Schindler. “Hay que hacerlo”, dijimos todos en mi grupo de amigos tuiteros. ¿Hay manera? ¿A quién podemos entusiasmar? Y me obsesioné con la idea. Aunque la verdad es que no me gustan mucho las marchas y no sé mucho de marchología, pero bueno, cuando no queda otra, sé que hay que marchar.

En mi caso, aprendí que a veces es necesario un poco de ruido. O hay que hacer silencio, porque el silencio aturde, también. Por eso cuando @MartiEstrada citó EL tuit de Ani (yo tampoco la seguía) y dijo: “Miren qué buena idea esto”, yo enloquecí. En la idea había algo popular y solemne que me parecía necesario. Me imaginé una enorme apacheta colectiva para rendir tributo a todos los que habían muerto por Covid, pero también a los que se murieron solos y tristes de cualquier otra cosa y no figuran en ninguna estadística. ¿Cuánta gente rota habría que no había podido despedir a sus muertos frente a un gobierno negligente pero, además, insensible?

@MartiEstrada

Sí, todo empezó con un tweet de @animartino que vi pasar. Decía: “Habría que llevar una piedra por cada muerto por COVID a Casa Rosada y dejarla ahí. No tirárselas, dejarlas ahí.” “Wow”, me dije, “sería genial”. Enseguida me lo imaginé y pensé: “es una idea que tiene mucha fuerza desde lo simbólico y a la vez es una forma de hacer una catarsis colectiva”. Nosotros no queríamos violencia, pero sí hacer visible la bronca y la tristeza por el pésimo manejo de la pandemia. No íbamos a arrojar 14 toneladas de piedras, se las íbamos a dejar ahí, para que dolieran.

Entonces lo compartí con mi grupo de amigos twitteros, porque si ellos lo veían viable se podría hacer realidad. Ellos que son grosos, verdaderos tuitstars, no como yo, lo compartieron a su vez con otros grosos. Bastó que entre todos le metieran un poco de rock para que la idea de Ani, a quien casi ninguno conocía, cobrara impulso. Empezamos a pensar cómo se vería la montaña de adoquines. Sacamos algunas cuentas en el aire, nada muy riguroso. Se armaron nuevos grupos para dividir las tareas. Yo no recordaba la escena de La lista de Schindler con la tumba y las piedras, pero que hubiera una leyenda que enmarcara la idea me pareció superlativa. Aprendí que las piedras en la tradición judía representan a aquellos que visitan la tumba, no al muerto. Entonces, si bien no era exactamente lo mismo, la asociación fue automática. No falleció ningún familiar mío por Covid. Nadie demasiado cercano, pero igual estaba ya pensando en Marcelo, en Bertie y varios más conocidos que ya no están como destinatarios de mis piedras. Los más creativos pusieron manos a la obra y al día siguiente ya teníamos el diseño. Mi aporte fue conseguir un imprentero amigo a quien le encargamos el trabajo.

@_DagnyTaggart_

Mientras en mi grupo de amigos tuiteros empezábamos a pensar cómo sumarnos a la idea, la red se encendía gracias al talento generoso de la Comadreja y el networking genial de @MatiasMey. Ahí surgió la propuesta fundamental de convocar un voluntariado para llevar piedras por los que no podrían ir. La cosa empezaba a escalar y necesitaban ayuda logística digital. Entonces me ofrecí para matchear voluntarios con solicitantes para que pudieran homenajear a sus seres queridos. Después se sumó @MaIdana_____ , otra amiga del grupo, porque la demanda empezaba a escaparse totalmente de las manos y necesitábamos más gente.

@Missladrillos

A muchos nos llegaron mensajes de personas desconocidas pidiendo con timidez su piedra, y honramos el pedido con respeto y cariño. En la Plaza hubo duelo, rito, llanto y abrazos.

@MaIdana_____

Cuando Ani publicó su tuit, EL tuit, @MartiEstrada lo compartió con nosotros, un grupo de tuiteros que nos hicimos amigos, y me pareció que la idea tenía una potencia increíble. Entre los del grupo nos empezamos a dar manija y ahí fue cuando alguien compartió la imagen del final de La lista de Schindler, la tumba con las piedras. Así surgió la idea de imprimir un vinilo que simulara ser una lápida con un manifiesto a modo de epitafio. Si bien la marcha no estaba politizada, sí era una marcha política o surgía como resultado de malas políticas de estado.

A medida que pasaban los días fue apareciendo en Twitter cada vez más gente que no podía llevar su piedra pero quería estar presente de alguna forma, y así fue como empecé a dar una mano como voluntaria. Le iba encontrando voluntario al pedido de piedra. Más cerca del día de la marcha se intensificó bastante el número de pedidos y leer las historias que nos compartían se convirtió en una especie de misión que no podíamos dejar de cumplir. Hemos “emparentado” pedidos con voluntarios hasta el último minuto que pudimos y cada uno de ellos nos agradeció con mucho cariño y mucho dolor.

@MartiEstrada

La idea prendió muy rápido y de golpe Ani estaba hablando nada menos que con Jony Viale por radio. Al escuchar su mensaje pensé “esto va en serio”. Tenemos que ser muy cuidadosos porque la línea que separa una idea fuerte y sincera respecto de la muerte de un ser querido y la utilización política a la que se puede prestar es muy delgada. Y nosotros lo último que queríamos era que alguien se sintiera usado. Sí queríamos hacer visibles a los que ya no están. Que tuvieran un merecido homenaje.

El dueño del negocio (en el que compré las piedras), al enterarse del motivo, se ofreció desinteresadamente a colaborar con dos bolsas adicionales.

Busqué piedras por la calle, las que encontré no me convencían así que terminé yendo a comprar. El dueño del negocio, al enterarse del motivo, se ofreció desinteresadamente a colaborar con dos bolsas adicionales. Lo hice público en un tuit que mis amigos ayudaron a difundir y llovieron pedidos de piedras. ¡En un solo día conté 80! Cada pedido, cada mensaje era emocionante. La cantidad de veces que leí la palabra “gracias” en estos días supera todo lo imaginable. En un momento tuve que pedir disculpas, porque me vi realmente desbordada. Me daba miedo no poder cumplir con todos. Poco acostumbrada a tener notificaciones y DM en Twitter pensé “esto deben sentir algunos a diario, cuánta responsabilidad”.

Una noche lluviosa, me di una vuelta por Plaza de Mayo para evaluar cuál sería el mejor lugar para pegar el vinilo con forma de lápida. Mandé fotos y todos coincidieron en que la base del mástil era perfecta. Escribir las 80 piedras me llevó dos noches. Quise sacarle foto a cada una y @ a los que me las habían pedido. Era un primer paso. Me sobraron más o menos una bolsa y media de piedras que pensé poner a disposición allí en la Plaza.

@_DagnyTaggart_

El día de la marcha fue bastante improvisado. Habíamos conseguido imprimir dos carteles en vinilo (uno para Plaza de Mayo y otro para Olivos) que simulaban una lápida colectiva para los más de 100 mil muertos. Escribimos un mensaje político muy directo. Sí, porque como le gusta decir al kirchnerismo, todo es político. Y si bien el móvil de la marcha fue el dolor, no se trataba de un dolor neutral, se trataba de un dolor agudizado por las malas decisiones del Gobierno, por su insensibilidad social y por su hipocresía hiriente. Y no queríamos que eso se olvide.

@desdelasaulasx

A mí me interesó la movida desde que la vi, pero recién empecé a conocer los detalles cuando @MatiasMey me incorporó a un grupo de voluntarios. Para ser sincero, entré motivado por la dimensión política. Al principio lo asumí como una protesta, no como un homenaje. Soy uno de los privilegiados de esta pandemia, ya que no perdí familiares ni amigos cercanos. Sí gente que me caía bien, por la que sentía afecto, pero nadie de mi círculo íntimo.

A medida que pasaban los días y empezaban a aparecer los testimonios, empecé a entender las implicancias emocionales de todo esto. Creo que eso que me pasó a mí les pasó a muchos. Algunos no habíamos tomado plena conciencia de la tragedia colectiva que vivimos. La procesamos desde la indignación, pero no desde el dolor.

@MatiasMey

Se acercaba la fecha y todo se fue acelerando, gente que tomaba pedidos de 20, 40, 80 y hasta 200 piedras que se comprometían a llevar. A todo esto, yo era el único que iba temprano a Olivos y tenía que organizar el pegado del vinilo. Salió pedido de auxilio a quienes podían llegar un rato antes y en un par de horas ya había más de diez personas listas para ayudar el lunes.

El fin de semana dormí poco y nada, me daban vuelta las historias contadas y me empezaba a pesar un poco la responsabilidad que habíamos asumido. ¿Lo bueno? Ese peso estaba repartido en los tantísimos voluntarios que se iban a hacer presentes.

@MartiEstrada

El lunes caímos temprano con @_DagnyTaggart_ y @Maldana___ a la Casa Rosada. Ya había algunos medios con los típicos camiones de exteriores apostados en la plaza. Siendo las 15 h. había algo de gente poniendo sus piedras junto a la reja de la Casa Rosada. No era el lugar elegido por nosotros, pero confirmaba que todo había sido espontáneo. Así que procedimos a pegar la lápida gigante al pie del mástil, tal como teníamos pensado. Nervios y miedo sobraban. “A lo sumo se trata de una simple contravención” nos decíamos mutuamente. Cuando estuvo pegado el vinilo, empezamos a colocar las piedras. Todos querían colaborar. Con mucho respeto y temerosos de incurrir en algún error de protocolo que no estaba escrito en ninguna parte, colocamos entre varios todas las piedras que habíamos llevado. Lo que se respiraba era pura emoción.

@MatiasMey

Llegó la hora el lunes y con mi gran compañero de marchas @Dr_Pungencia y mi hijo nos bajamos en Olivos con cuatro bolsas de piedras, el vinilo, escobillón y trapo húmedo. Ya nos habían avisado que estaban vallando y esperamos a que se fuera el camión para ver cómo quedaba todo y dónde poner el vinilo. Los demás cómplices habían llegado y comenzamos a barrer sin mirar a nadie el área central de la entrada. Por supuesto con miradas extrañas de la gente, pasamos a limpiar con los trapos húmedos y ahí fue donde con miedo fui a buscar el vinilo de 1×1,70 metros. Sin mirar para ningún lado por temor de hacer contacto visual empezamos, a pegarlo al piso poniendo piedras alrededor. Las manos me temblaban por temor a que alguien nos parara. Nadie nos paró, nadie nos dijo nada y quedó la lápida como la vieron en los medios.

Hecho esto, pusimos las piedras que habíamos traído, eran poco más de las 15.30 y ya se respiraba un aire solemne. Pasaban los minutos y la gente no paraba de traer piedras. Las bolsas que trajimos y los marcadores (que en vez de desaparecer terminaron multiplicándose) fueron pasando por todos los que se habían olvidado de anotar a alguien. No me quise acercar, había parejas y familias abrazadas, mucho dolor, mucha bronca y la sensación segura de que estábamos ayudando en su duelo.

@pasantemossad

Hay algo particular en los ojos claros cuando lloraron. Ni idea qué es. Pero no te olvidás más cuando ves un par de ojos claros que lloraron. Tengo mil fotos mentales de ese lunes en Olivos, pero ese par celeste de una señora mayor enrojecidos por desagotar tanto dolor me quedaron grabados.

El lunes llegué un rato antes de las 16, lo ubiqué a @MatiasMey que ya había dejado preparada la base dentro de las restricciones de las vallas. Estaba repleto de policías armados como para enfrentar piqueteros de una orga en ascenso. Pensaba en la fila india de imbéciles que canchereaban con la arenga de que apoyar piedras no sirve, que hay que tirarlas. Meme de Marixa Balli.

@MaIdana_____

El lunes llegué con mucho nerviosismo porque con @MartiEstrada y @_DagnyTaggart_ teníamos que hacer el despliegue de la lápida frente a mucha gente y los medios. Luego de colocar el vinilo, nos quedamos cerca del mástil de la bandera ya que llevamos piedras de más y queríamos regalárselas a la gente que no había conseguido la suya o que tenía tantos nombres que no les alcanzaron las que encontraron. Así empecé a escribirle su piedra a los que nos las venían a pedir. Me pareció una experiencia intensa poder asistir a una persona en este momento de dolor. Cuando les preguntaba, piedra en mano, “¿qué escribimos?”, en general me decían el nombre de su ser querido y alguna pequeña anécdota, quién era, o cómo se había ido. Para honrar ese momento, le hacía una caricia a la piedra, como limpiándola, y escribía sus nombres con el mayor de los respetos. Algunos nos preguntaban “¿cuánto te debemos?” y se me rompía un poco el alma.

@MartiEstrada

Sacamos las primeras fotos. Al cabo de un rato ya se había cubierto gran parte de la lápida. Algunos que habían dejado la piedra frente a las rejas, las levantaron y las trajeron donde nosotros estábamos. Y seguía llegando gente, así que improvisamos un cartel que decía “piedras de regalo” y, fibrón en mano, hicimos posible que mucha gente pudiera homenajear a sus seres queridos. ¡Qué bien se sentía eso! “¿Y si aplaudimos?” propusieron algunos. Eso hicimos.

No me olvido de los ojos llenos de lágrimas de la mujer policía cuando vio escrita la piedra de Salinas y Navarro, dos compañeros fallecidos.

Vi llegar a Jorgelina Kos Grabar, a Yamil Santoro, a Sandra Pitta y a Fernando Iglesias. A este último, a quien admiro por su valentía y compromiso republicano, le pedí una foto. ¿Cholula yo?
Mucha gente llorando, miradas tristes, abrazos por doquier, gente muy mayor, también niños. No me olvido de los ojos llenos de lágrimas de la mujer policía cuando vio escrita la piedra de Salinas y Navarro, dos compañeros fallecidos.

@_DagnyTaggart_

Por alguna razón random, tres imágenes quedaron grabadas en mi mente por sobre toda la marea de emociones de esa tarde nublada en la Plaza. La mujer policía que se nos acercó (nos asustamos un poco, pensamos que nos venía a correr) y que con discreción nos pidió dos piedras: “eran dos policías”. Una adolescente que caminaba abrazada a alguien que la sostenía como podía. Llevaba una piedra grande que decía “mamá”. Una señora mayor, en silla de ruedas, nos pidió una piedra: “¿Necesita ayuda, señora?”, “No, no querida, la voy a llevar yo”.

@desdelasaulasx

Viví el evento a 700 km. de distancia. Sin posibilidad de ir a Olivos ni a Plaza de Mayo, me enfoqué en comunicar. Y, aunque cada día se me iba apretando más y más el nudo en el estómago, la emoción no terminaba de aflorar. Recién esa misma noche, viendo TV, cuando escuché a Daniel Malnatti contar cómo, mientras cubría la movilización, había dejado una piedra en recuerdo de su padre, me quebré. Lloré durante un largo rato, un llanto que no era de ese momento, de ese día, sino que había estado contenido por más de un año.

@pasantemossad

Me acerqué a dejar las cinco piedras blancas que me había regalado mi vieja para la ocasión (esta fue su primera vez en una marcha, eligió ir a Plaza de Mayo con una amiga). Había preparado las piedras en casa y las tuve que retocar. Mati había llevado piedras extra para regalar (es increíble que algunas personas preguntaron cuánto nos debían). Agregué una que me había pedido un amigo esa misma mañana cuando contó que su suegro, 62 años, 1 dosis de Sputnik, había fallecido por Covid.

Fui sacando fotos y tuiteando y arrobando a cada uno que me solicitó llevar una piedra por sus seres queridos. Después preparé tres más de alguien que me había pedido por DM dejar las suyas. Lo había derivado al Google Form de @_DagnyTaggart_, pero el voluntario asignado no le respondió así que por las dudas las preparé y le mandé foto. “Estoy llorando”, me respondió. Cuando me acerqué a dejarlas, la franja de piedras había crecido y las primeras cinco ya estaban lejos.

@MaIdana_____

Como dijo @_DagnyTaggart_, hubo situaciones e historias que nos quedaron muy marcadas. Comparto la de la chica adolescente llorando y la historia de la chica policía fue muy fuerte también. La última situación que me quedó grabada fue verlo a Malnatti, el periodista, escribiendo un nombre en una piedrita muy chiquita, mientras las cámaras del 13 lo grababan. Recuerdo sentir pena por él, por hacer público un momento tan privado, pero entendí que con él y su piedrita minúscula iba mucha gente que no pudo estar en el lugar.

A las 6 de la tarde me fui de la Plaza y al llegar a casa me sentía cansada pero también muy contenta a pesar de todas las historias tristes que nos compartieron. Sentí que pudimos darle un vehículo para expresar su dolor a mucha gente y me sentí honrada de que ellos compartieran su historia con nosotros.

@MartiEstrada

Empezó a bajar el sol y a hacer un poco de frío. Ya quedaba menos gente, pero había muchas más piedras. Escuché una señora que decía: “Me voy a ir a casa a buscar una vela para dejar encendida”. “Gran idea”, le dije. Me quedé un rato más. No me quería ir. Mi marido y mis hijas me preguntaban por Whatsapp cómo había resultado todo. ¿Qué decir? Ya llegando a casa todavía seguían los pedidos de piedras en Twitter y crecía en todos nosotros la satisfacción de haber participado de una jornada inolvidable, de un gran velorio colectivo. Ese que nadie pudo tener.

@MatiasMey

Me fui roto, emocional y físicamente, estuve todo el martes sin poder concentrarme bien en el trabajo y recién ahora, escribiendo estas palabras y contándoles esto, empiezo a caer en lo enorme que fue participar de esto. Agradezco haber ayudado a que muchos puedan hacer su duelo. Gracias por dejarme ser parte de esto.

@MaIdana_____

A la noche, cuando empezaron a aparecer los videos de la policía llevándose las piedras, no pude más que sentir mucha bronca. Me fui a dormir con la esperanza de que fuera un intento infructuoso del Gobierno por apropiarse de un relato más que no era de ellos. Triste fue mi sorpresa cuando el martes 17 a la mañana amanecimos con los tuits de Casa Rosada confirmando que iban a mover las piedras para “armar un memorial”. ¿Un memorial de qué? ¿De la gente que ellos mismos convirtieron en piedra?

Es como que le roben el bronce a una tumba y nos digan “es por tu bien”.

Creo que se han equivocado mucho en tocar y mover esas piedras que representaban el homenaje más sagrado que puede tener una persona cuando deja esta vida. Es como que le roben el bronce a una tumba y nos digan “es por tu bien”. Como comentamos entre nosotros: “Son Goebbels homenajeando al pueblo judío”.

@pasantemossad

Venía entero a pesar de registrar escenas de llanto, abrazos sin consuelo, relatos de muertos en soledad total y gestos que eran más de un velorio masivo que de una marcha. Una señora se acercó a donde estaba parado con Mati regalando piedras y prestando marcadores. Me pidió que escriba un nombre sobre un canto rodado como los que inmortalizó @MComadreja. Escribí HÉCTOR primero en verde, después lo repasé en violeta. Se la di a la señora y ni bien enfiló para las piedras, di media vuelta y me puse a llorar sin necesidad de disimular nada.

No perdí a nadie por suerte hasta ahora, aunque las balas picaron muy cerca. Solamente necesitaba acompañar y ayudar a tramitar tanto dolor y tanta injusticia contra tanta gente.

@MissLadrillos

El peso de lo sucedido va decantando de a poco, porque no son tiempos normales. Todo es dificultoso para la gente de a pie, y hasta enfermar, morir y sepultar se volvió un laberinto normativo atroz. En un plano personal, soy de los privilegiados que no perdieron a nadie cercano. Es difícil transmitir el amor depositado en cada piedra en la que escribí nombres desconocidos y pinté una hoja verde o un corazón.

En la Plaza había un clima de tristeza calma, mientras al pie del mástil crecía la alfombra de piedras. Era imposible no sentir el peso de la gravedad de esos nombres y del amor con que los despedían. Me acerqué a saludar a un grupo de voluntarias con bolsas de piedras y listas interminables de pedidos. Las fotos que subimos a Twitter para compartir el homenaje comenzaron a girar por los chats familiares de todos los rincones del país, y desde allí volvieron agradecimientos, mensajes emocionados y abrazos virtuales entre desconocidos, desde los amigos y colaboradores del rabino cuya vida impactó en incontables personas, al recuerdo solitario recibido a último minuto “un amigo que se fue recientemente, abandonado en la pobreza. QEPD”.

El Gobierno no ahorró en cobardía. El peronismo, que ya perdió la calle, ahora perdió también la iniciativa simbólica y el discurso.

Luego cayó la noche, un grupo de mujeres tenaces se quedaron en la Plaza a custodiar las piedras de madrugada, y sólo se retiraron con la promesa de agentes de Casa Rosada, quienes aseguraron que todo quedaría intacto.

A la madrugada, las piedras ya no estaban.

El Gobierno no ahorró en cobardía. El peronismo, que ya perdió la calle, ahora perdió también la iniciativa simbólica y el discurso. Incapaces de considerar la dimensión emocional del duelo, y de enfrentar el fracaso de sus políticas y los 110.000 muertos, reaccionaron a las apuradas y de madrugada, intentando borrar lo que no toleran que sea visto a la luz del sol.

Pero ya es tarde. La Marcha de las Piedras unió a miles, la iniciativa y la agenda es de la gente, y no habrá monumento ni discurso oficial que valga. Es imposible suplantar el duelo colectivo, menos aún venderle a la sociedad una versión oficial de los hechos bajo la forma de homenaje cínico. Esta vez el relato de lo sucedido va a ser el real, y lo estamos escribiendo entre todos. A los responsables sólo les cabe firmar la confesión al pie.

@desdelasaulasx

La fuerza de esta idea, de la Marcha de Las Piedras, es que vuelve tangible algo que es abstracto. 1.000, 10.000, 100.000, no son más que números. Es al individualizar cada caso, al ponerle nombre a cada persona ausente, que uno entiende cuánto pesa esto que nos pasó. Me pregunto si quienes levantaron las piedras para esconderlas en la Casa Rosada se dieron cuenta de eso, del peso que tienen cien mil ausencias.

@_DagnyTaggart_

Pensé que podría contar muchas historias más de las que llegaban al formulario de Google pidiendo voluntarios. Podría contar las historias que de costado uno escuchó en la Plaza. Podría contar mis propias historias también. Podría decir que me enojé mucho al día siguiente cuando vi que Casa Rosada había profanado el memorial sin pedirle permiso a nadie. Pero creo que es suficiente por ahora.

Que las piedras hablen en silencio.

@animartino

Sólo tengo para decir: ¡gracias! Mil gracias a los que estuvieron. Ustedes saben quiénes son. ❤️

 

 

 

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