Sobre “Papá y mamá Estado”, de Alejandro Bongiovanni
Intento ser liberal como persona en todos los ordenes de mi vida. Soy médico, y desde que empecé la facu (1984) se habla del paternalismo médico y sus consecuencias de sacar libertad en las tomas de decisiones de las personas atendidas. Básicamente la discusión es y fue cómo mejorar la información de la persona que consulta por algo para mejorar su toma de decisión. Es decir, se trabaja en poder arreglar una de las fallas de los mercados, que es la asimetría de información, y que hace que el espacio de transacción de la salud requiera de una teoría denominada “relacion de agencia”. Porque el que consume el servicio de salud no elige y, en general, no paga directamente de su bolsillo en el acto. El que elige, es decir el médico, no consume ni paga. Luego el que paga, la obra social o prepaga o el Estado, no consumen ni eligen. Esa distorsión está en muchas áreas del mercado debido a la compleja información que hay sobre los productos o servicios que se consumen diariamente.
Por eso no considero que el acceso a una información no tan técnica como en salud, o tan chiquitita en los envases de alimentos que se hace imposible leer, que requieren una calculadora para ver realmente cuantas calorías se come uno, para luego poder tomar decisiones adecuadas sea paternalismo estatal. Creo en la búsqueda de un consumidor más libre para poder elegir con más elementos y decidir comer toda la sal, calorías o grasas que quiera en función del deseo, acompañado por la evaluación del riesgo asumido con ello.
La humanidad y los individuos sufren pérdidas de años y de calidad de vida por no tener sistemas de información adecuados que los alerten y ayuden a tomar una decisión en libertad y no en la esclavitud de la ignorancia. En un país donde la pobreza (sobre todo intelectual) camina tranquila su aceleración, creo que se debería aspirar a esta microgestión asesorada para que el pobre no se muera más, y que los ricos en conocimiento y con capacidad de elegir el riesgo quieran puedan tener los cinturones de seguridad que la modernidad nos entrega.
Si el acceso a la información en forma llana es tan iliberal, saquemos los carteles de tránsito y los semáforos que están coartando la libertad de conducir a la velocidad y por la mano que se quiera. Y que las muertes por accidentes de tránsito sean aún más de las que son, que ya es una catástrofe.
En esta no coincido con el Lic. Bongiovanni, y creo que él, como buen liberal, me podrá enriquecer con salidas viables para la sociedad, ya que en el tema salud, comer bien implica no vivir en la tiranía de las necesidad del cuerpo, que se multiplican cuando nos enfermamos. Por eso estos octógonos sólo nos avisan que hay una curva cerrada y con precipicio. Yo elijo si entro a fondo o me cuido. Pero la decisión ahora sí es de un individuo libre y no engañado por el sabor solamente. Porque todos ya sabemos a esta altura que David Hume tiene razón: “La razón siempre es esclava de la pasión”.
–Sergio Wisky.
Sobre “El baldío de la república”, de Manuel M. Novillo e Inés Palacios
Estimados:
Excelente nota sobre nuestra realidad en Tucumán. Los que trabajamos para un Tucumán más grande esperamos que algún día cambie la forma de hacer política, sea quien sea.
–Ana María Stok.
Sobre “El (ex) cuco de la derecha”, de Eugenio Palopoli
Deseaba felicitar a Eugenio Palopoli por la calidad de sus notas. Rescato el talento especialmente en su calidad de reseñador: la nota mencionada es una buena muestra de ello. Creo que no tiene pudor en expresar si la obra en cuestión le gusta o no, y siempre aporta el fundamento para que el lector le comprenda (y hasta le discuta).
Felicitaciones también a Seúl por todo el contenido que realizan.
–Ignacio Belottini.
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