LEO ACHILLI
6 Meses Milei

La gente entendió

El éxito de Milei es haber logrado instalar las ideas de la libertad. Su desafío, encontrar una estrategia legislativa que le permita gobernar.

Han pasado seis meses del mandato del primer presidente liberal desde 1983, quien, lejos de haberlo ocultado, enfatizó durante su campaña su adhesión a las ideas que hicieron grande a este país entre 1862 y 1930, y proponiendo un camino de sudor y lágrimas con tal de recuperarlas. El giro copernicano del discurso oficial y la confrontación con el pasado inmediato fueron lo más notable en el balance de este período.

A pesar de haberse concentrado en la economía, ciencia difícil de comunicar, la mayoría de la gente comprendió que en nuestro país el déficit fiscal se financia con emisión monetaria, que ésta causa inflación, que la suba generalizada de los precios destruye la capacidad de compra y ahorro de salarios y jubilaciones, y que éstos se ajustan a un ritmo mucho más lento, provocando un estancamiento exasperante frente al aumento de la población y las necesidades de la sociedad.

La gente entendió que las distorsiones de los precios regulados (dólar, tarifas y precios controlados) afectan la inversión y el crecimiento económico, que los impuestos ahogan la producción y que las regulaciones nos quitan libertad, impulso y creatividad, y su falta impide la creación de empleos de calidad y el aumento de los salarios reales. Que los planes sociales y la administración del auxilio a la pobreza, sin perjuicio del altruismo y solidaridad que los inspira, son elementos de dominación política y crean oportunidades de corrupción de la que también se alimenta la casta que denuncia.

El actual presidente argentino tiene asimismo en el activo haber obrado con la verdad, sin tapar ni encubrir las condiciones desesperantes en las que recibió la administración del país. También integra el activo del balance, después de un sinceramiento de precios imprescindible para eliminar distorsiones absurdas, el hecho de haber liderado un franco descenso de la inflación, mes tras mes durante su primer semestre.

El debe

En el debe tiene, fundamentalmente, su estrategia legislativa. El DNU, primer y audaz acto de gobierno, en el que pretende fundar los cimientos de la construcción que nos propone, ya fue rechazado por el Senado y aguarda su suerte definitiva en Diputados que, como muestra de su alineamiento ideológico, acaba de aprobar una reforma a la ley de jubilaciones que –a decir del gobierno– compromete el equilibrio fiscal provisionalmente alcanzado. La Ley Bases, por otra parte, aprobada en Diputados, se debatirá en el Senado, y su resultado dará la medida de la gobernabilidad de la experiencia mileísta.

No se han percibido aún señales de un despegue de la actividad productiva del país después de la brutal caída experimentada en el semestre. Algunos dicen que el piso se habría tocado en marzo, pero de haber emprendido una recuperación en “V” ya deberíamos percibirla; ojalá que sea al menos en “U”, pero no se puede descartar que nos encontremos en el temido escenario de una “L”.

La población no disfruta todavía del anunciado pasaje al mundo libre. Siguen rigiendo las mismas reglas que había antes de diciembre del año pasado, aunque con otros valores por la devaluación y otros funcionarios por el cambio de gobierno. Sin embargo, siguen rigiendo el cepo y la mayoría de las regulaciones cotidianas que dan al gobierno el control de nuestras libertades y patrimonio.

Siguen rigiendo el cepo y la mayoría de las regulaciones cotidianas que dan al gobierno el control de nuestras libertades y patrimonio.

El gobierno ya tuvo su primera crisis de gabinete y su primer escándalo, aunque denunciado por sí mismo, lo que marca una diferencia cualitativa para nada despreciable. Se han recuperado las calles y ciudades que, protocolo mediante, se alejan paulatinamente de la normalización de la anormalidad. Seguimos conviviendo con la pobreza, aunque ahora pacíficamente.

Estados Unidos e Israel, los aliados elegidos por Milei, protagonizan los principales conflictos armados del planeta, sin estrategias claras que permitan avizorar el alcance de sus objetivos en el teatro de operaciones. En el primer caso, por la superioridad militar del enemigo en armas convencionales; en el segundo, por la absoluta superioridad militar propia sin un plan viable conocido para el día después de la victoria.

La ideologización de las relaciones exteriores no es una buena idea. No lo era cuando se practicaba desde el populismo de izquierda y no lo es ahora tampoco. Vale en esta materia mutatis mutandi el viejo concepto que repetía Benjamin Disraeli: no hay amigos permanentes, sino intereses permanentes. Es bueno para nosotros todo lo que le hace bien a la Argentina.

La ideologización de las relaciones exteriores no es una buena idea. No lo era cuando se practicaba desde el populismo de izquierda y no lo es ahora tampoco.

Haber encaminado la relación entre la Nación y sus Fuerzas Armadas está indudablemente en el haber. Es un camino que recién comienza a recorrerse, pero que permite vislumbrar el cierre de viejas heridas que condicionan nuestro futuro porque, en un mundo con los peligros y acechanzas de la Tierra, es impensable para un país de dimensiones continentales como la Argentina carecer de medios adecuados para su defensa, empuñados por hombres y mujeres que entreguen su vida a la tarea.

Seis meses pueden parecer poco tiempo, pero en un mandato de cuatro años, no lo es. En seis meses más, habrá pasado un cuarto del gobierno y entraremos en el año electoral de medio término. Elecciones que no debe perder el oficialismo.

Lamentablemente, las enormes dificultades a vencer, el tiempo insumido en la estrategia elegida y la mezcla de sabores y sinsabores del período, no nos permiten a esta altura de los acontecimientos afirmar que se ha pagado todo el costo del despegue y ya estamos volando a velocidad de crucero. 

Hay tiempo de corregir algunas cosas y concretar, en lo que resta del primer año de gobierno, lo necesario para revalidar el apoyo ciudadano, donde reside el verdadero poder en una república democrática como la nuestra.

Si te gustó esta nota, hacete socio de Seúl.
Si querés hacer un comentario, mandanos un mail.

Compartir:
Horacio Tomás Liendo

Abogado y doctor en derecho y ciencias sociales (UBA). Ex director del Banco Central y subsecretario de financiamiento del Ministerio de Economía.

Seguir leyendo

Ver todas →︎

Frente al golpe

Lo que Milei llama “la casta” no sólo no tiene miedo, sino que ya está lista para intentar llevarse su cabeza.

Por

La siempre difícil Argentina

No llegamos a entender del todo cómo llegamos hasta acá, pero acá estamos. Moderamos expectativas y temores, porque sospechamos que al final nada es tan crucial ni decisivo.

Por

Por lo menos

Escenas de otra vida cotidiana.

Por