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El abogado danés Jacob Mchangama (Copenhague, 1978) publicó en 2022 Free Speech: A History from Socrates to Social Media (no traducido al español), un ensayo donde recorre la errática y sangrienta lucha de la libertad de expresión en Oriente y Occidente, desde la antigua Grecia a las redes sociales. Tanto en el libro como en su podcast, Mchangama explica por qué esta “primera libertad” es el pilar de la democracia.
En la entrevista, conversamos acerca del discurso del vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, en Munich, de la curiosa historia detrás de la lucha contra “el discurso de odio”, de los desafíos del integrismo islámico y la censura en nombre de los oprimidos, así como de qué hay de nuevo y de viejo en los debates actuales. La charla fue por Zoom entre París y Nashville (Tennessee), donde Mchangama enseña Ciencias Políticas en la Universidad de Vanderbilt y dirige el think tank The Future of Free Speech.
¿Qué lectura hace del reciente discurso de JD Vance en Múnich, donde acusó a los europeos de restringir la libertad de expresión y alejarse de este valor común con Estados Unidos?
Lo pienso de dos maneras. En cierto sentido, fue un discurso un poco esquizofrénico, porque JD Vance tenía razón en que Europa restringe cada vez más la libertad de expresión. Creo que podría haber utilizado mejores y peores ejemplos. Lo que quiero decir es: usted vive en Francia, y Francia ciertamente ha restringido bastante la libertad de expresión, aunque Macron, por ejemplo, ha defendido con razón el derecho a la blasfemia tras el asesinato de Samuel Paty [profesor decapitado en 2020 por un islamista por haber mostrado caricaturas de Mahoma] y demás. La forma en que la Quinta República lucha por sus valores republicanos no siempre es mediante el uso de la libertad de expresión. Creo que esto afecta a muchos grupos, desde grupos musulmanes hasta grupos de extrema derecha o antifascistas, que corren el riesgo de convertirse en blanco por las restricciones a la libertad de expresión en Francia. Y podría decirse que Alemania es aún peor. Incluso el Reino Unido. Dinamarca, que solía ser quizás el país europeo más cercano a la tradición estadounidense de libertad de expresión, al menos en su cultura política, adoptó recientemente una ley que criminaliza la profanación de textos sagrados por la presión de los yihadistas y gobiernos de países mayoritariamente musulmanes. Así que creo que eso era absolutamente cierto.
Pero, al mismo tiempo, la administración Trump lleva siete semanas en el poder y ha hecho muchas cosas para atacar la Primera Enmienda. El propio presidente está demandando a periodistas. Su burocracia amenaza con perseguir a emisoras, imponer control en las redes sociales. Fue bastante irónico que Vance criticara con razón a Suecia por condenar a alguien que había quemado el Corán por incitación al odio e intolerancia hacia los musulmanes, pero unos meses antes Vance había defendido la propuesta de Donald Trump de criminalizar la quema de la bandera estadounidense. Si usted cree que la libertad de expresión debe proteger el derecho a quemar un Corán, hace que sea muy difícil decir que no debe proteger la quema de la bandera estadounidense. Así que en ese sentido mostró un problema.
La administración Trump lleva siete semanas en el poder y ha hecho muchas cosas para atacar la Primera Enmienda.
Creo que la libertad de expresión se ha fracturado a lo largo de líneas ideológicas polarizantes en Occidente, y está siendo utilizada como un arma por varios lados y está perdiendo su coherencia civil libertaria en que la gente está dispuesta a proteger el discurso que realmente no le gusta. Los partidarios de una libertad de expresión coherente con los principios son cada vez menos. Creo que otra cosa que se podría decir es: la administración de Estados Unidos arremetió después contra Europa, pero se niega a llamar a Putin un dictador. Y Putin es alguien que ahora ha perseguido a más rusos que la Unión Soviética post-Stalin. Me hubiera gustado que Vance criticara a Europa por su libertad de expresión, pero también me gustaría que Estados Unidos se mantuviera en su papel tradicional de defender la libertad de expresión en los Estados autoritarios, y no veo ninguna inclinación de la actual administración a impulsar una concepción universal de la libertad de expresión en todo el mundo. En cambio, parece estar bastante cómoda con los regímenes que hacen lo que quieren con sus ciudadanos y no levanta la voz al respecto.
Hay muchos debates sobre los límites de la libertad de expresión, debido a las redes sociales y la polarización. Sin embargo, como podemos ver en su libro, gran parte de este debate ha tenido lugar de forma muy similar durante siglos, especialmente con la llegada de la imprenta. ¿Qué hay de antiguo y de nuevo en este debate?
Lo antiguo es probablemente esta dinámica de dos concepciones de la libertad de expresión: una igualitaria y otra elitista. Una tiene sus raíces en la democracia ateniense, la concepción igualitaria, y la otra es más propia de la república romana, elitista, de arriba a abajo. La concepción elitista de la libertad de expresión se siente muy incómoda con la expansión de la esfera pública a través de las nuevas tecnologías de la comunicación. Así que, cuando la esfera pública se expande, los guardianes tradicionales, que son los que establecen los parámetros del debate aceptable, temen que permitir nuevas voces (turbas incultas en la esfera pública) lleve a la disolución de la sociedad, sus normas y valores básicos. Es algo que vemos una y otra vez.
Hay muchas versiones de esto a partir de la imprenta. Ocurre muy evidentemente con la Iglesia Católica, que inicialmente es en realidad feliz con la imprenta, ya que les permite difundir la buena nueva más rápido. Pero de repente, Martín Lutero aparece. Y la Reforma utiliza la imprenta y una forma populista muy directa, se podría decir, de comunicarse con las masas para fracturar la cristiandad europea. Pero también se ve en la Ilustración en Francia. La imprenta fue obviamente un desafío al Antiguo Régimen, ya que los pensamientos de la Ilustración se hicieron más y más prominentes. Y lo ves ahora. Empezó con el telégrafo y se ve ahora mucho con las redes sociales. En ese sentido, no es una dinámica nueva como tal.
La imprenta fue obviamente un desafío al Antiguo Régimen, ya que los pensamientos de la Ilustración se hicieron más y más prominentes.
Por supuesto, la historia se repite, pero no necesariamente de manera exacta. Así que hay variaciones, especialmente en lo que respecta a la escala de las redes sociales. En ninguna etapa anterior de la historia de la humanidad, miles de millones de personas de todo el mundo podían expresarse inmediatamente a través de las fronteras sin ningún tipo de censura o sin tener que depender de un periodista, un editor o alguien que les diera voz. Así que, obviamente, es algo diferente de los ejemplos históricos anteriores.
Uno de los principales argumentos de los europeos es que la incitación al odio debe controlarse para evitar el ascenso de ideologías como el fascismo, el nazismo, que utilizó la propaganda para permitir la llegada de Hitler. Usted, sin embargo, explica que en realidad no fue así y menciona la “falacia de Weimar”. ¿Hasta qué punto este concepto contradice el fascismo de los europeos?
El argumento que se ve a menudo es que los nazis llegaron al poder por medios democráticos, y eran muy cínicos al respecto. Si nos fijamos en las declaraciones de Goebbels, queda bastante claro que estaban encantados de utilizar los derechos y la apertura de una democracia abierta para llegar al poder, pero sin ninguna inclinación a respetar esas mismas libertades que se les habían concedido. Las eliminarían en cuanto llegaran al poder. Y así, dada la catástrofe del ascenso del fascismo, del nazismo, resulta atractiva la idea de decir, bueno, no podemos permitir que eso vuelva a ocurrir. Tenemos que ser intolerantes, parafraseando a Karl Popper.
Pero cuando mirás más de cerca la historia de la República de Weimar, ves que había bastantes límites a la libertad de expresión, y también límites que afectaron a los nazis, aunque la izquierda y los comunistas fueran con más frecuencia el blanco. Y en última instancia, estas leyes de emergencia fueron utilizadas por los nazis cuando llegaron al poder para esencialmente terminar con la democracia. Así que las mismas leyes que se suponía que protegían la democracia se utilizaron en última instancia para abolir la democracia.
Cuando mirás más de cerca la historia de la República de Weimar, ves que había bastantes límites a la libertad de expresión, y también límites que afectaron a los nazis.
Así que mi argumento es esencialmente que aquellos que están a favor de la democracia militante, que es necesaria, que es una lección histórica que tenemos que ser intolerantes con los intolerantes, parafraseando a Karl Popper, ese argumento se basa en fundamentos empíricos poco sólidos. Porque como he dicho, los nazis fueron censurados con frecuencia, incluidos Hitler, Goebbels y otros. Ahora bien, eso no quiere decir que la censura fuera la razón por la que los nazis llegaron al poder. El ascenso del nazismo es complejo y se basa mucho más en la humillante pérdida de Alemania en la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles, una democracia joven e inmadura empañada por la violencia política, un apoyo limitado a la democracia como modelo y, por supuesto, la hiperinflación y el colapso de la economía. Pero aun así, no creo que el argumento a favor de la democracia militante se apoye en una base muy sólida.
Los nazis decían: usaron la censura con nosotros. Así que no hay problema en usarla ahora…
Otra forma de verlo es que si nos fijamos en los estados europeos modernos ciertamente hay mucho apoyo para los tipos de partidos políticos que las élites políticas temían que pudieran surgir. A pesar de que tienes restricciones a la libertad de expresión, tienes un enorme aumento de los sentimientos políticos de extrema derecha en Alemania, también tienes mucha violencia política. Así que aunque cada vez se adoptan más restricciones, no tengo claro que sea un modelo que realmente funcione, pero no hay debate sobre esto en Europa. Simplemente se da por sentado que hay que prohibir determinados puntos de vista políticos y partidos políticos. No hay un debate serio sobre los perjuicios y beneficios de esto. Es una forma europea particular de proteger la democracia, y defender lo contrario se considera muy extremo. Aunque yo diría que hay fuertes argumentos en contra del statu quo actual.
También creo que lo incómodo para el clima político actual en Europa es que cada vez más grupos extremistas obtienen apoyo popular en Europa, a pesar de que cada vez se han adoptado más leyes para restringir la libertad de expresión. Eso nos lleva a preguntarnos: ¿dónde se traza la línea? ¿Cuándo dicen Francia y Alemania que hemos llegado al límite de la censura? Eso no parece ser algo que realmente consideren estos países. Me preocupa también porque creo que podría repetirse lo que ocurrió en Alemania, en el sentido de que si llegan al poder partidos autoritarios o iliberales, obviamente pueden utilizar las leyes para restringir la libertad de expresión de partidos democráticos. Y entonces se hace bastante difícil después decir esto es censura ilegítima cuando tú mismo la has usado.
Hoy se habla mucho del “discurso del odio” para poner límites. Sin embargo, como usted demuestra en su libro, es un recurso que ha sido invocado tanto por el Sur esclavista de Estados Unidos como, más tarde, por la Unión Soviética y, posteriormente, por regímenes islamistas. ¿Hasta qué punto Eleanor Roosevelt, como defensora de los derechos humanos y figura fundamental en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, previó este peligro para la libertad de expresión?
Ella lo tenía muy claro porque fue la primera presidenta de la Comisión de Derechos Humanos y embajadora de Estados Unidos ante la ONU. El “discurso de odio” y la desinformación no son conceptos nuevos. Dos de las cuestiones más debatidas durante la Declaración Universal de los Derechos Humanos y, más tarde, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, jurídicamente vinculante, fueron sobre dónde debían estar los límites a la libertad de expresión. Y los más favorables a las restricciones al “discurso de odio” (en realidad la obligación de prohibir los “discursos de odio”), fue el bloque soviético, que en 1948 estaba dirigida por Joseph Stalin.
De hecho, trataron de modelar el lenguaje que querían incluir en los documentos de derechos humanos en el artículo 123 de la Constitución soviética de Stalin de 1936, que prohibía los “discursos de odio”. Creo que Eleanor Roosevelt vio muy claramente que esto sería una invitación abierta para que los Estados autoritarios utilizaran el lenguaje de los derechos humanos para legitimar la represión de la libertad de expresión y evitar así las críticas. Así que esto no debería haber sido una sorpresa para nadie. Es interesante que la mayoría de las democracias europeas de la época, así como algunas latinoamericanas, eran escépticas de esta idea del discurso de odio, y muchas de ellas plantearon reservas. Dijeron, no queremos que esto afecte a la libertad de expresión. Pero ahora estas democracias se han vuelto muy cómodas con las restricciones a los “discursos de odio” y la libertad de expresión.
Ahora estas democracias se han vuelto muy cómodas con las restricciones a los “discursos de odio” y la libertad de expresión.
Quiero decir una de las cosas que no está en el libro. Hay otra Convención de la ONU sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, que también obliga a todos los Estados miembros a penalizar el discurso de odio racista, y una de las razones por las que se adoptó fue porque en 1959 en Colonia, Alemania, el día de Navidad, hubo una sinagoga que fue pintarrajeada con esvásticas y lemas antisemitas, y esta llamada “epidemia de esvásticas” se extendió por todo el mundo. Países de todo el mundo experimentaron consignas antisemitas. Esto fue obviamente muy embarazoso para Alemania Occidental en ese momento, sólo unos 15 años después del final de la Segunda Guerra Mundial. Y condujo a la adopción de leyes contra el discurso de odio en Alemania, pero también condujo a esta Convención de la ONU. Pero lo que sabemos ahora es que en realidad se trataba de una campaña de la KGB. Fue la Unión Soviética la que usó gente para hacer quedar mal a Alemania Occidental y a otros países, pagando a individuos para que difundieran propaganda antisemita. La Unión Soviética utilizó trucos sucios cuando no podía ganar los argumentos en la ONU de otra manera. Y creo que eso es bastante irónico.
Luego ese argumento fue usado por los islamistas.
Es usado muy activamente por los islamistas. Esto se remonta en realidad a Salman Rushdie y Los versos satánicos. Alrededor de 1988 y 1989, la Organización de Cooperación Islámica (OCI) protestó contra Los versos satánicos. Dijeron que, básicamente, la difamación de la religión constituía un discurso de odio en la línea contra la que Roosevelt había advertido. Y esto es algo que estos Estados han seguido haciendo. Se vio con las caricaturas danesas y también con Charlie Hebdo, casos que realmente irritaron a estos Estados de la OCI, los cuales participaron en una campaña coordinada en las Naciones Unidas para tratar de prohibir la difamación de la religión.
Usted es danés y vio de cerca el inicio caso las caricaturas de Mahoma.
Este año es bastante especial en este sentido, porque hace 20 años que se publicaron las caricaturas. Hace 10 años que Charlie Hebdo fue atacado, y hace cinco años que Samuel Paty fue asesinado. Me gustaría que 2025 fuera un año en el que la democracia europea dijera que vamos a cambiar de rumbo y a luchar por la libertad de expresión. Pero en Dinamarca, a pesar de haber abolido la blasfemia, y, en 2017, cuando se produjo la quema del Corán, la OCI, las organizaciones terroristas ejercieron presión sobre Dinamarca, y el país introdujo una ley que penaliza la profanación de textos sagrados. Así que eso fue una gran victoria significativa para estos Estados de la OCI y lo que yo llamo el veto yihadista.
Suecia está revisando su legislación tras la presión de los países islámicos y el asesinato de un iraquí que quemó el Corán. En el Reino Unido hay temores a una rehabilitación del delito de blasfemia. ¿Cómo interpreta este cambio?
Hay una mezcla de razones. Hay una idea que se impuso, sobre todo en la izquierda, de que para que la integración y el multiculturalismo tengan éxito, hay que imponer restricciones a lo que se puede decir hacia las minorías supuestamente vulnerables. Y debido a que gran parte de la inmigración en Europa Occidental ha procedido de países de mayoría musulmana, el islam se convirtió en un importante punto de fricción. Por supuesto, la ironía de este argumento es que el islam es la segunda religión más grande del mundo. Tiene mucho más de mil millones de seguidores. Y en la gran mayoría de los países de mayoría musulmana, hay leyes contra la blasfemia o el insulto religioso, a veces con pena de muerte. Así que es difícil considerar una ley contra la blasfemia en una democracia europea como una protección para las minorías vulnerables, cuando en los países de mayoría musulmana esas leyes se utilizan para criminalizar y perseguir a minorías realmente vulnerables: musulmanes que no respetan suficientemente la ortodoxia religiosa, o que son laicos o heterodoxos o minorías religiosas si son cristianos o bahaíes [seguidores de la fe bahá’í], o lo que sea.
La otra cosa que vemos muy claramente en este momento en Europa es que el poder geopolítico europeo ha disminuido drásticamente. Hubo un tiempo en el que era más fácil decirles a los países de mayoría musulmana que no íbamos a hacerles caso, pero ahora tenemos que tener mucho más cuidado de a quién irritamos porque este mundo es un lugar mucho más incierto y tenemos menos influencia y poder que antes, y por lo tanto es posible que no quieras indisponer a los poderosos países de mayoría musulmana porque necesitás alianzas para contrarrestar a China, a Rusia, etcétera. Y por lo tanto es más probable que comprometas tus propios valores cuando no tenés el mismo grado de poder geopolítico que solías tener.
Después de haber sido el arma del poder político, económico y religioso, la exigencia de restringir la libertad de expresión comienza a cambiar. Se empieza a exigir la censura en nombre de los oprimidos y desde la izquierda. Usted habla de “recesión de la libertad de expresión”.
Parte de ello es lo que hemos hablado antes: la idea de que en las sociedades multiculturales, para que las minorías consigan igualdad real y tolerancia, es necesario restringir el discurso de la mayoría, que puede ser visto como un puñetazo hacia abajo en las minorías. Esa es una de las tendencias. Otra podría ser que hemos llegado a dar por sentada la libertad de expresión en muchos sentidos, por lo que la gente de izquierda ya no ve el poder emancipador de la libertad de expresión, a pesar de que la libertad de expresión, o al menos la expresión, ha sido absolutamente esencial para todos los progresos realizados por los movimientos de izquierda: igualdad de sexos, matrimonio gay, movimientos antirracistas, antiapartheid. Si sos un socialdemócrata, tu partido político habría estado probablemente prohibido 120 años atrás. Para los primeros socialistas y socialdemócratas, la libertad de expresión era absolutamente primordial. Y ahora que están en el poder, la libertad de expresión puede ser menos conveniente (risas). Eso también es un patrón histórico.
En Estados Unidos, más que en Europa, la dirección de la administración Trump podría significar que la gente de izquierda redescubra la libertad de expresión.
Creo que hay varias razones para eso. Mi pensamiento ahora es que en Estados Unidos, más que en Europa, la dirección de la administración Trump podría significar que la gente de izquierda redescubra la libertad de expresión. Al ver que Trump va a por ellos, ya sean estudiantes propalestinos en universidades o periódicos, quizás la izquierda se realinee en torno a la libertad de expresión. No es una mala suposición, creo. En Europa probablemente la dinámica sea diferente, aquí no estoy tan seguro. Será muy interesante ver qué pasa. Quiero decir que ya existe este sentimiento, creo que en muchos lugares de Europa la libertad de expresión estadounidense es una especie de extremismo. Y ahora, después del discurso de JD Vance, creo que aún más. Así que habrá esta tentación de ver las restricciones a la libertad de expresión en Europa como una alternativa prodemocrática a los Estados Unidos y algo que es necesario para defender la democracia contra los movimientos populistas. Creo que a corto plazo es más probable que veamos más restricciones a la libertad de expresión en Europa que al revés.
Última pregunta. Después de pasar por la lucha milenaria de la libertad de expresión a lo largo de la historia, ¿cuál cree que debería ser el límite de la libertad de expresión, si es que tiene que haber alguno?
Sí, creo que hay muchos razonables. No creo que sea posible enumerar una lista exhaustiva de límites. Lo que me preocupa especialmente proteger es lo que podríamos llamar absolutismo del punto de vista. Yo diría que no soy un absolutista de la libertad de expresión. Puede que sea absolutista en el sentido de que se te debe permitir, ya seas estalinista, islamista o nazi, propagar esas ideas, pero no incitar a la violencia, por ejemplo. Un ejemplo podría ser que si eres nazi se te permita tener tu blog donde puedes escribir cosas antisemitas y difundir teorías conspirativas sobre el Holocausto. Pero no se te debería permitir reunirte con tus amigos y plantarte frente a una sinagoga e ir a gritar “¡vamos a por los judíos!” y llamar a la violencia.
Pero también hay otro tipo de restricciones; el fraude es un buen ejemplo. Si te envío un enlace y te digo, Alejo, esta es una gran oportunidad de inversión, por favor transfiere todo lo que tengas, entonces sabés que no puedo ampararme en la libertad de expresión. Y las amenazas son otro ejemplo en el que no creo que ninguna persona seria piense que esa amenaza deba ser un discurso protegido. Siempre se entra en la cuestión de cuándo es la incitación a la violencia lo suficientemente inminente. ¿Cuándo una amenaza es suficientemente grave? Pero esas son algunas de las categorías que creo que son perfectamente razonables e importantes de restringir.
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