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La encuesta realizada a fines de octubre muestra una fuerte recuperación del humor social. El Índice de Irascibilidad Social (IDI) se ubicó en -5 puntos, un dato que rompe con la tendencia a la baja, correlato de una fuerte erosión del humor y una mayor crispación. En esta edición, el IDI pasa de -13 a -5, recuperando el nivel de abril.
El IDI se diseñó considerando las variables, tradicionalmente llamadas “blandas”, que sirven para anticipar el estado de la opinión pública y los niveles de tolerancia que después se materializarán en clave electoral. Es elaborado mensualmente por Casa3 y publicado en exclusiva por Seúl. Se construye a partir de nueve variables que miden posicionamientos actitudinales y de opinión de los argentinos respecto a su estado de ánimo, situación económica personal, del país y la performance gubernamental, entre otros aspectos. El índice varía entre -100, que supone el nivel máximo de descontento, y +100, que refleja el máximo nivel de conformidad posible. El relevamiento para la edición actual se realizó a fines de octubre, con 2.112 casos a nivel nacional, utilizando una metodología mixta y con un margen de error de +/- 2,17%.
Aunque el IDI continúa en números negativos, la mejora sustancial de este mes se refleja también en la mejora de la imagen del presidente y la valoración general del Gobierno nacional. Sin embargo, es importante aclarar que el índice refleja el sentimiento de la gente y no directamente el desempeño del Ejecutivo. Este mes, la recuperación del índice se correlaciona con la mejora de las expectativas sobre la situación económica del país y la personal. Además, el 37% de los argentinos considera que la inflación está bajando, 7 puntos porcentuales más que el mes pasado. Este conjunto de opiniones y percepciones complementa y refuerza la mejora del IDI.
Aunque el IDI continúa en números negativos, la mejora sustancial de este mes se refleja también en la mejora de la imagen del presidente y la valoración general del Gobierno nacional.
Existen otros indicadores que, aunque no forman parte del índice, ayudan a entender posibles causas de esta recuperación. En primer lugar, la gestión gubernamental se recupera luego de varios meses de caída precipitada. A diferencia del mes pasado, cuando la diferencia entre la aprobación y la desaprobación era de 11 puntos negativos, en octubre el Gobierno logró transformar ese margen en positivo: el 49% de los argentinos aprueba la gestión de Javier Milei y el 47% no lo hace. Si analizamos esta variable según el voto de 2023, encontramos una recuperación de la confianza de los votantes de Juntos por el Cambio. Este sector, que mostraba signos de descontento, ha renovado su voto de confianza, fundamental para mantener una base de apoyo que trascienda su núcleo duro. Entre este último grupo, por cierto, también mejora la percepción de la gestión nacional.
Es importante destacar que esta mejora se da luego de que el gobierno tomara decisiones difíciles y de alto voltaje. Durante septiembre se produjo el aumento de tarifas y el veto al aumento de las jubilaciones, afectando a un segmento histórico del PRO, cuyo apoyo pudo haberse resentido por esta decisión. Y aunque la recesión económica continúa, la esperanza se consolida como el sentimiento que mejor caracteriza el estado de ánimo respecto al futuro del país. A esto se suma que el INDEC publicó un índice de inflación que finalmente perforó el 4%, consolidando los logros económicos del gobierno y permitiéndole sostener el relato de la baja de la inflación por algún tiempo más.
Al analizar el IDI por segmentos, observamos que los jóvenes entre 16 y 29 años se consolidan como la base de apoyo del Gobierno Nacional, sosteniendo la gestión libertaria desde el principio. Sin embargo, este mes, en consonancia con la recuperación general, el resto de los segmentos etarios mejoran, a excepción de quienes tienen entre 50 y 65 años.
La medición de octubre reafirma otra tendencia: los hombres se sienten menos irascibles que las mujeres. Octubre marca una brecha entre ambos sexos de 22 puntos, muy superior a los 2 puntos de diferencia del mes pasado.
Por nivel socioeconómico, todos los estratos experimentan una fuerte mejoría. La clase alta, que más apoya al gobierno, abandona los números negativos y se recupera tras la caída entre agosto y septiembre. Al mismo tiempo, la clase media alcanza -4 puntos luego de una tendencia negativa que alcanzó su punto máximo en la medición anterior, con -13 puntos. Se observa también una fuerte mejora entre quienes pertenecen al estrato social más bajo, alcanzando niveles que no se veían desde el comienzo de la gestión.
Por último, la percepción del humor social mejora entre los votantes de Patricia Bullrich. Según el IDI, el descontento disminuye entre el electorado del PRO, pasando de 9 puntos en septiembre a 22 puntos en octubre, aunque todavía está lejos del valor máximo de abril de este año, cuando este indicador alcanzó los 43 puntos. Lógicamente, el humor social también mejora entre los libertarios luego de haber experimentado cinco meses de caída constante.
Color esperanza
La fuerte recuperación del IDI este mes se inserta en un contexto de buenas noticias para el Gobierno, cuyo impacto en la sociedad argentina comienza a notarse. La esperanza sigue siendo el sentimiento que define el estado de ánimo de la mayoría de los argentinos. La base de sustentación que ha conseguido Javier Milei es importante; su ancla política principal es una sociedad que hoy percibe que puede haber luz al final del túnel.
La baja sostenida de la inflación, la reducción del déficit, la caída del riesgo país, que se recuperó a niveles anteriores a las PASO de 2019, y la mejora en las proyecciones de crecimiento de la actividad económica publicadas por el FMI consolidan la suba del IDI. El Gobierno está cumpliendo con su principal promesa de campaña: está controlando la inflación, lo que le permite retener una base considerable de apoyo. Como señalamos el mes pasado, el ajuste es impopular, y con un gobierno en minoría, mantener niveles aceptables de aprobación se vuelve especialmente importante y destacable.
Aún hoy, la sociedad y el sistema político se acomodan a las réplicas del terremoto que significó la victoria de Javier Milei. Su gobierno es diferente, se distingue por hacer lo que prometió durante la campaña y por el mandato social que tiene para llevarlo a cabo. Hace pocos días, se publicó el Índice de Confianza en el Gobierno, elaborado por Poliarquía para la Universidad Torcuato Di Tella, cuya recuperación va en línea con lo que muestra el IDI respecto al humor social. Argentina cuenta con un presidente cuya imagen es más bien estable para el tiempo transcurrido desde el comienzo de su gobierno y con decisiones “antipáticas” en el medio, como el veto al aumento para los jubilados y el rechazo a la ampliación del presupuesto universitario. La popularidad no es un juego de suma cero: si el gobierno hace las cosas mal, es castigado, sobre todo por la porción de su base de apoyo “prestada”, que se permite ser crítica frente a medidas poco convincentes, como sucedió en la medición del mes pasado.
Con la inflación en baja y el déficit fiscal contenido, la falta de trabajo y la recuperación económica pasarán a estar en el centro de la escena.
Con la inflación en baja y el déficit fiscal contenido, la falta de trabajo y la recuperación económica pasarán a estar en el centro de la escena. El presidente ha mostrado resultados, sobre todo en la lucha contra la inflación, el saneamiento de las cuentas públicas y la reducción del Estado. ¿Es suficiente? Tal vez no, pero era necesario para evitar una crisis. La forma en que maneje los próximos desafíos económicos y políticos —como la reactivación de la economía, las negociaciones en el Congreso y los acuerdos electorales, sin descuidar la promesa de transformación y el discurso anti-casta— será clave para mantener el apoyo de la opinión pública.
La sociedad le pregunta al Gobierno qué viene después de esta primera etapa de estabilización, algo que el Ejecutivo debería responder para aclarar las dudas del 46% de los argentinos que considera que no será capaz de sacar al país de la recesión en 2025. Aún tiene tiempo; el repunte del IDI y la esperanza así lo demuestran. Veremos qué sucede cuando la inflación desaparezca. Por ahora, el Gobierno continúa moviéndose dentro de los límites y las expectativas que la sociedad le impuso.
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