LEO ACHILLI
Domingo

Entusiasmados vs. relegadas

El humor social consolida su propia grieta entre los hombres jóvenes felices con "exactamente lo que votaron" y las mujeres mayores que no ven mejoría alguna.

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La “madre de todas las batallas” electorales será una vez más, sin dudas, la provincia de Buenos Aires. Pero la Ciudad fue, apenas dos semanas atrás, su antesala. El pasado 18 de mayo, la elección de legisladores porteños funcionó como un laboratorio de prueba para que el Gobierno nacional midiera fuerzas frente al resto de los espacios políticos. Tras una campaña descarnada —aunque claramente nacionalizada—, La Libertad Avanza se impuso. Para la dirigencia política, este resultado implicó un replanteo de estrategias: barajar y dar de nuevo.

Para la opinión pública, sin embargo, nada parece haber cambiado significativamente tras la elección porteña. El relevamiento que mensualmente hace Casa3 muestra que el Índice de Irascibilidad Social (IDI) se mantiene tendencialmente estable por tercer mes consecutivo, pasando de -9 en el mes de abril a -10 en mayo.

Diseñado para captar el humor social y anticipar el nivel de respaldo al Gobierno, así como su posible desempeño en el plano electoral, el IDI se construye a partir de un conjunto de variables que miden actitudes y percepciones sobre el estado de ánimo colectivo, la situación económica —tanto personal como nacional— y la evaluación de la gestión gubernamental. Su escala va de -100 a +100: el extremo negativo refleja el mayor nivel de crispación, y el positivo, el máximo grado de conformidad.

El desempeño del IDI tanto en abril como en mayo muestra que el humor social de los argentinos presenta contrastes cada vez más marcados según el segmento sociodemográfico que se analice. La brecha entre los más jóvenes (16 a 29 años), que alcanzan un IDI de 15 puntos, y los mayores de 66 años, con un IDI de -33, revela por segundo mes consecutivo una diferencia notable, que este mes se ubica en 48 puntos.

En cuanto al nivel socioeconómico, se consolida una tendencia clara que se observa en las últimas tres mediciones: el humor mejora mejora cuando el nivel socioeconómico es alto y empeora cuando es bajo. Este mes, la brecha entre ambos extremos alcanza su punto más alto en toda la serie. Asimismo, la diferencia del IDI según sexo también alcanza su máximo histórico: mientras los hombres registran un IDI de 5 puntos, las mujeres caen a -24, su peor marca desde que se elabora el índice. Las mujeres se muestran cada vez más irascibles con el Gobierno.

El estado anímico de los argentinos da cuenta, entonces, de dos mundos bien diferenciados: por un lado, el de los hombres jóvenes de nivel socioeconómico alto; por el otro, el de las mujeres de nivel socioeconómico bajo, preferentemente mayores de 50 años, y más aún de 66 en adelante.

El primer grupo —los entusiasmados— se caracteriza por un optimismo generalizado. Sus expectativas a futuro, tanto a nivel país como personal, son altas. El ingreso familiar les alcanza, perciben que la inflación está bajando, confían en que 2025 será un año de crecimiento y recuperación económica, creen en la capacidad del Gobierno en materia de gestión económica, y sienten que la administración está cumpliendo con sus expectativas: “Es exactamente lo que voté”.

El otro grupo —las relegadas— está atravesado por una mirada pesimista del presente y, sobre todo, del futuro, que no ofrece perspectivas alentadoras ni en términos personales ni colectivos. El ingreso familiar no les alcanza, no perciben una baja en la inflación —y así y todo les preocupa más la perdida del empleo que la suba de precios— y ven en 2025 un año marcado por el empeoramiento y crisis económica. Creen que lo peor del gobierno de Milei no ha quedado atrás, sino que aún está por venir.

La arista más dramática se observa en mayores de 66 años: casi tres de cada diez expresan que la bronca es la emoción que más define su sentir respecto al futuro del país (frente a una media general del 18%), dos de cada tres evalúan negativamente la gestión del presidente Milei, y un 55% la califica directamente como “muy mala”. Además, más del 60% considera que el Gobierno está resultando peor de lo que esperaba. Aunque esta respuesta podría leerse como una reacción “catártica”, es decir, que en tren de manifestar el enojo el entrevistado opta por responder siempre por la negativa, hay razones para creer que hay un sentimiento de desilusión genuino en parte de este segmento.

¿Qué pasará entonces con la elección en la provincia de Buenos Aires? Aún es pronto para saberlo. En exactamente tres meses y una semana se celebrarán —también de manera desdoblada, como ocurrió en la Ciudad— los comicios legislativos locales. Y en octubre tendrán lugar las elecciones nacionales, donde el número global terminará definiendo el color político de las 35 bancas a diputados por la Provincia que se renovarán. Desde la perspectiva del arco político, todavía resta definir con precisión el formato de la oferta electoral. Desde la perspectiva del clima social, hoy el IDI del bonaerense promedio es igual al del porteño, pero en el conurbano el Índice de Irascibilidad muestra registros marcadamente peores. Con el inicio del segundo semestre, será clave observar cómo evolucionan los entusiastas y las relegadas y cuántos de cada “equipo” deciden ir a votar.

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Mora Jozami

Licenciada en Relaciones Internacionales. Analista de opinión pública. Directora de Casa3.

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