Gracias a Dios es viernes

#4 | Se están dando cuenta

Basta de "niñeces". La tormenta de Santa Rosa trajo las mentiras de siempre. Dupláa y Echarri escrachados: no pateemos al caído.

La cantidad de votos que sacó Javier Milei, pero sobre todo la sorpresa que generaron, lo pusieron inevitablemente en el centro de la discusión política. A él y a sus propuestas. El lunes, en un paso de comedia con el periodista Jonathan Viale, se lo vio tachando ministerios en un organigrama. “¿Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación? En manos del sector privado” (y lo tachó con un fibrón). Viale parecía todavía más entusiasmado que él. “¿Y el CONICET?”, preguntó. “Que se ganen la plata sirviendo al prójimo con bienes de mejor calidad y mejor precio, como hace la gente de bien”.

La directora del CONICET, Ana Franchi, lo criticó con un argumento inesperadamente sensato: “¿Qué vamos a hacer? ¿Como otras veces? ¿Darles un pasaje desde Ezeiza y exportamos sin recibir un peso gente altamente calificada?”. Dijo, en otras palabras, que cerrar el CONICET es mal negocio.

Pero Milei sabe que la metáfora de la motosierra es eficaz, porque es sencilla, gráfica y porque gran parte del electorado está harto de la hipertrofia de un Estado que cada vez lo ayuda menos. Y el CONICET no sólo es un símbolo de la partidización de la academia sino también de esa hipertrofia boba. Cuando el gobierno de Cambiemos quiso reducir los ingresos para hacerlo sustentable, los científicos hablaron de “cientificidio”.

Ahora, en el gobierno del Frente de Todos, no sólo hubo un ajuste de hecho (pero desordenado), como bien observó en Seúl el biólogo Rolando Rivera, sino que las amenazas de cerrarlo del candidato más votado difícilmente encuentren resistencia en la sociedad, más bien todo lo contrario.

En su editorial del miércoles, Ernesto Tenembaum dijo: “En el CONICET hubo politización, también hubo partidización, también hubo marginación del que pensaba distinto, también había un clima endogámico en donde el que no pensaba igual… actos de campaña en el CONICET, todo eso genera una reacción, no es que es gratis”. Hasta Ernesto Resnik, el tristemente célebre biólogo infectócrata, militante irracional de la cuarentena, kirchnerista dantesco, empezó a mirar con cariño a Patricia Bullrich. Lástima que hayamos tenido que llegar hasta acá para que se estén dando cuenta.

El domingo es el Día del Niño, y acá en Seúl así lo llamamos, no el Día de la Niñez y mucho menos el Día de las Niñeces. No tanto por un fanatismo irracional por la Real Academia Española, sino porque nos negamos a sucumbir al habla que quiere imponer el progresismo. Lo mismo ocurre con el lenguaje inclusivo, como bien dijo hace casi dos años acá Andrea Calamari.

Nuestro editor Diego Papic preguntó el otro día en Twitter: “¿Las mujeres cuando eran chicas y era el Día del Niño y no «de la niñez» se sentían excluídas?” Por supuesto que la respuesta general fue que no. Y aunque las marcas todavía no se animan a abandonar la costumbre (el eslogan “go woke, go broke” parece más una expresión de deseos de la alt-right norteamericana que una descripción de la realidad), el zeigeist parece estar cambiando.

Lo había notado Esteban Schmidt hace unos meses en su newsletter y ayer nos pareció casi una confirmación el tuit de la periodista Hinde Pomeraniec, conspicua feminista de redes sociales, que dijo, casi como pidiendo disculpas: “Lo siento, no debe ser correcto decirlo, pero no me gusta hablar de infancias, niñeces o vejeces. Sé lo que se busca con esas expresiones pero para mí, al contrario de su propósito, esa forma de hablar justamente le resta humanidad al concepto. Lo vuelve todo más abstracto”.

Más o menos como Ernesto diciendo que tal vez, quizás, de pronto, a lo mejor el CONICET se partidizó un poquito, que tal vez, quizás, de pronto, a lo mejor se persiguió a los disidentes un poquito, el golpazo en las urnas y el empobrecimiento de la población a manos de un gobierno “nacional y popular” esté haciendo entrar en razones a quienes hasta hace diez minutos estaban con las antenas en otra sintonía.

Otro que está en esa es el sociólogo Daniel Feierstein, a quien no podremos olvidar nunca como militante feroz de la cuarentena estricta (“¡el problema es que no se cumple!”), que en sus hilos comparaba a los que no estábamos de acuerdo con ella con los negacionistas del Holocausto y demás delirios, todos sobre fino colchón de citas a Weber y críticas a Trump. El martes, en una entrevista con Reynaldo Sietecase, reconoció que tal vez, quizás, de pronto, a lo mejor eso de la “meritocracia” no estaba tan mal después de todo. “¿Es realmente un concepto tan feo el de que quien hace las cosas mejor le vaya mejor?”, se preguntó, mientras Sietecase lo observaba entrecerrando los ojos. ¿Para esto estudiaron tanto ustedes?

Ayer por fin llegó la tormenta de Santa Rosa (¿mito o realidad?) con agua récord: 155 milímetros en el AMBA, un récord de los últimos 60 años para el mes de agosto. Lógicamente, hubo inundaciones. Una de las zonas más afectadas fue (otra vez: lógicamente) la ciudad de La Plata y, como siempre, nos acordamos de la inundación de 2013, en la que hubo 89 víctimas fatales confirmadas. Esta vez, por suerte, no hubo muertos (al menos no se conoce de ninguno al momento de escribir esto), pero más de 1.300 familias resultaron afectadas.

En la ciudad de Buenos Aires el temporal dejó algunos árboles caídos sobre algunos autos estacionados y no mucho más, pero en las redes, como siempre, no faltaron los pícaros que grabaron un charco y recordaron aquel “¡no se inunda más!” de Mauricio Macri. Otros fueron un poco más allá, como el secretario de Derechos Humanos de SiPreBa (Sindicato de Prensa de Buenos Aires), Diego Pietrafesa, que publicó el video de un colectivo inundándose, con el texto: “La ciudad más rica de la Argentina castiga a sus vecinos más pobres. Barrio Mugica, Retiro, frente al viejo Correo”. Pero el video era de un colectivo de la línea 371 de Virreyes, partido de San Fernando, en el norte del Gran Buenos Aires. Pietrafesa borró el tuit y pidió disculpas, pero insistió con otro video, que sí es del Barrio Mugica pero que está lejos de la espectacularidad del otro y apenas muestra un poco de agua.

Resumiendo: la ciudad de Buenos Aires no se inunda más, el Gran Buenos Aires se sigue inundando y los periodistas kirchneristas en lugar de preguntarse por qué se inunda donde se inunda y se dejó de inundar donde antes se inundaba, tratan de forzar los hechos para no reconocer que la “derecha” hizo obras públicas que les sirvieron a los ciudadanos y el gobierno “nacional y popular” no hizo nada.

A todo esto, Milei propone cerrar el Ministerio de Obras Públicas para implementar “un sistema de iniciativa privada a la chilena, con way outs a la peruana e incentivos a la suiza”, que suponemos que no son incentivos gratinados con salsa blanca y esperamos, si gana, que no sean una reforma de quincuagesimosexta generación porque, literalmente, nos tapa el agua.

Ayer se viralizó un video en el que unas personas increpaban en un aeropuerto a Nancy Dupláa y Pablo Echarri, actores orgullosamente kirchneristas. Los anónimos les gritaban “se robaron el país” y “por qué no hacen videítos de a cuánto está el dólar” y los actores trataban de defenderse diciendo que ellos tienen derecho a irse de vacaciones. Vamos a tirar una unpopular opinion: nos pareció mal (“qué suerte que seas tan buena, reina“). Dupláa y Echarri no son políticos y todos sabemos de qué trabajan y cómo hicieron la plata que usan para pagar el pasaje y tomarse ese avión. Por más antipáticos que nos parezcan.

Pero sí vamos a decir (como venimos diciendo desde hace tanto) que ese clima fue construido, bien a propósito, por el kirchnerismo desde 2008 en adelante. La famosa “grieta” que enfrentó a la sociedad y que alimentaron los propios Echarri y Dupláa desde el lugar que les tocó. La palabra la usó por primera vez Jorge Lanata cuando recibió un Martín Fierro en 2013 y se lo puede ver al propio Echarri con cara de pocos amigos (Mex Urtizberea directamente bosteza a cámara). Claro que en ese momento (todavía no habían sido las elecciones en las que el kirchnerismo sería derrotado por Sergio Tomás Massa en la provincia de Buenos Aires) Echarri y Dupláa llevaban las de ganar y quizás se sintieran cómodos en ese estado de beligerancia. Ahora, diez años después, llevan las de perder.

Puede ser que el video nos haya parecido mal y violento por eso mismo. Han sido derrotados en las urnas (bueno, por el momento), la bronca ha sido canalizada mediante el sufragio. Quizás la mejor manera de terminar con la grieta sea esta: ganarles, empujarlos a la irrelevancia política. Y que sigan actuando.

 

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