ELOÍSA BALLIVIAN

¿Es sostenible esto?

Un lector teme por el futuro económico y nuestro columnista Andrés Borenstein lo tranquiliza.

(Sobre «Pequeñas anécdotas sobre las instituciones», de Diego Papic)

Es una buena nota la de Diego. Al final escribe: “Dije al principio que el argumento de Juror #2 va a contrapelo del clima de época. En realidad, no hay película más actual en cuanto a los temas que toca. Sólo que la opinión que tiene sobre ellos es distinta a la de la media”.

Justamente, creo que una de las valentías que deberíamos valorar más son las opiniones que se atreven a ser distintas de la media.

Un saludo a todos,

—Enrico Udenio

(Sobre «Diez razones por las que este gobierno me hace feliz», de Alejandro Rozitchner)

Excelente la nota de las diez cosas que le hacen feliz a Rozitchner. Sólo le cuestiono cuando dice: “Quienes critican las formas lo hacen para ocultar un fondo”.

Sin duda, muchos actúan de esa manera con esa finalidad, pero olvida que las formas también pueden revelar ciertas realidades ocultas del fondo. Recordemos el sabio concepto de Aldous Huxley: una forma violenta para alcanzar un buen fin implicará que, para mantener ese fin, habrá que sostener esas formas.

Y yo, para mi país, no quiero un buen gobierno que utilice formas violentas en sus relaciones con los otros diferentes.

Saludos,

—Enrico Udenio

(Sobre «Abraham la veía», de Sabrina Ajmechet)

Excelente texto de Sabrina Ajmechet.

Los Evangelios también tienen su enseñanza capitalista. Basta recordar la parábola de los talentos en Mateo 25:14-30, que concluye con el aforismo “porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”.

—Azucena Matarazzo

(Sobre «Diez razones por las que este gobierno me hace feliz», de Alejandro Rozitchner)

¡¡¡Yo también estoy feliz con este gobierno!!! ¡¡¡Coincido en TODO con usted!!! ¡¡¡VIVA LA PATRIA!!!

Saludos cordiales,

—Lidia Manavella

(Sobre «El mito de la polarización», de Hernán Iglesias Illa)

Buenas tardes.

Creo que este antiguo tema lo introdujo en este siglo Ernesto Laclau —“hay que elegir un enemigo”—, pero pensar que eso puede hacerse a voluntad me parece un delirio. Los que realmente polarizan son los electores en las presidenciales, aunque no en las de medio término, donde tienden a dispersarse. Si esto fuera cierto, en las elecciones de 2025 podrían emerger tres minorías destacables (no necesariamente del mismo tamaño).

Cordialmente,

—Adolfo Ruiz

(Sobre «Diez razones por las que este gobierno me hace feliz», de Alejandro Rozitchner)

Hola,

Soy ingeniero y tengo 85 años. Desde 2015 presto atención a las intervenciones públicas de Alejandro.

Primero en PRO, luego en Cambiemos, con disgusto hacia algunos propios y otros partidos que lo conformaban, y ahora llego, por necesidad —no habia otro—, a Milei.

Como menciono en la referencia, luego de leer este artículo con detenimiento, comparto lo bien resumido que está.

A partir de junio próximo podrán contar con mi colaboración, ya que otros temas me tienen ocupado hasta entonces.

¡FUERZA Y APOYO! Este gobierno merece nuestra adhesión irrestricta.

Abrazo y felicidades a todo el grupo de Seúl.

Saludos,

—Enrique Mascardi

(Sobre «Diez razones por las que este gobierno me hace feliz», de Alejandro Rozitchner)

Señor Director:

Coincido con Alejandro en términos generales. También me alegra el accionar del Gobierno en muchos aspectos, a pesar de haberlo votado únicamente en el ballotage. Sin embargo, agregaría un tema que considero fundamental: la política internacional. El decidido alineamiento con las potencias de Occidente y la defensa del derecho del Estado de Israel a defenderse me parecen muy importantes.

Por otro lado, la enorme cercanía con Trump no me resulta convincente, dado su carácter autoritario. Sin embargo, abandonar el grupo conformado por Irán, Cuba, Nicaragua, entre otros, representa un acierto significativo.

Saludos cordiales y abrazo al gran Alejo,

—Lic. Javier Martín Espeja

(Sobre «El mito de la polarización», de Hernán Iglesias Illa)

Estimado Hernán:

Muy interesante tu autopsia de la estrategia político-electoral de Juntos por el Cambio en la parte final de su gobierno, apuntada a desmentir lo que el periodismo —creo que no te referís a él en tu columna, pero casi siempre en estas cuestiones políticas es el periodismo el que instala versiones que les resultan verosímiles o, simplemente, cómodas— dictaminó como un intento de polarización con Cristina. Y, por supuesto, en función a los resultados posteriores, lo juzgó como una pésima estrategia.

No fue la primera vez que el periodismo se encerró en su propia versión de la vida. Ni la última.

Me resultó muy llamativo, sin embargo, que no hubiera ningún análisis posterior a las elecciones de 2019 que considerara que el peronismo ganó, simplemente, porque reunió los votos que había dividido cuatro años antes, sin que esto implicara necesariamente una evaluación negativa sobre la gestión de Macri. O, en todo caso, un balance negativo por parte de sus votantes originales.

En la primera vuelta de 2015, Scioli obtuvo el 37,1% de los votos; Macri, el 34,1%; y Massa, el 21,4%. Cuatro años después, en la búsqueda de su reelección, Macri consiguió, en la misma instancia, un 40,3% de los votos; mientras que Fernández, que representaba claramente la unión de los votos de Scioli y Massa, alcanzó el 48,2%.

Es decir, Macri creció más de 6 puntos, mientras que el peronismo, ahora unido, perdió más de 10.

El peronismo no ganó debido a una “polarización” con Cristina. Ganó gracias a la habilidad de Cristina para juntar lo que después demostró ser “injuntable” para ganar la elección.

Está claro que este análisis no fue el motivo de tu columna, pero creo que, además de tu aporte al conocimiento de esa parte de la historia, no está de más agregar esta perspectiva. A veces, también en política, se necesita un poco de suerte.

Saludos,

—Enzo Prestileo

(Sobre «Abraham la veía», de Sabrina Ajmechet; y «Diez razones por las que este gobierno me hace feliz», de Alejandro Rozitchner)

Con todo el respeto que tengo por la diputada Sabrina Ajmechet, no me parece pertinente recurrir a las Escrituras para interpretar la política. Eso nos acerca peligrosamente a asimilar a los dirigentes políticos, en este caso al presidente, a un elegido, un mesías predestinado por el Supremo para realizar su obra. Ya es bastante preocupante el realismo mágico que envuelve a gran parte de los ciudadanos al votar y esperar un milagro, como para además darle sustento a la idea de que ha llegado un salvador para cambiar la realidad. Dejemos las cosas en su lugar: la religión para los creyentes y la política para los dirigentes, que deben anteponer el interés general por sobre cualquier creencia o ideología.

Con Rozitchner no concuerdo en nada. Lo suyo se parece al fanatismo, pero celebro que lo escriba así, sin vergüenza y con total convicción.

¡¡¡Gracias Seúl por promover el debate!!!

—Patricia Noemí Gómez

Estimado Andrés, ¿cómo estas?

Desde hace tiempo seguía tus atractivas notas y entrevistas sobre economía, y valoro tu estilo llano y ameno para comunicar conocimientos de esta materia tan compleja, escurridiza y, sin embargo, clave para el bienestar de las personas, siempre que se aplique “correctamente”. Ahora, tenerte en Seúl es un gran placer y un logro de Hernán y su equipo.

Como votante de Milei, luego de pasar por el PRO y Cambiemos, me mantengo alerta y, cada día, “oteo” el horizonte, subido a una atalaya, como las que hay en las grandes extensiones de bosques en Estados Unidos, donde el vigía trata de detectar la más pequeña columna de humo en la lejanía para avisar y actuar rápidamente.

En ese ejercicio, que me entretiene aunque de poco sirva, detecté en las notas sobre economía de La Política Online a un lector que insiste en que el “modelo Caputo” es, sin duda, un esquema Ponzi, destinado a terminar explotando. (Hoy, lunes, lo menciona nuevamente en una nota de Maxi Montenegro y Amilcar Collante)

Este lector basa su idea en cifras en miles de millones de dólares y describe, por ejemplo, el uso de créditos en dólares para colocarlos a tasa en distintas opciones (bicicleta), lo que, según él, terminaría como lo anticipó Roberto Cachanosky: con un “te doy dólares, dame tasa” que, al momento de pedir los dólares de golpe, el Gobierno no los tiene, y se desata una corrida imparable que ni el cepo puede frenar.

¿Qué tan factible es que esto esté ocurriendo? ¿Es así, pero Caputo tiene herramientas para controlarlo y, esta vez, lograr que la economía se encarrile sin que este esquema explote? ¿“Muchos” economistas “ortodoxos” piensan lo mismo, pero se cuidan de expresarlo públicamente para evitar la profecía autocumplida? ¿Surgirá algún “Santiago Cúneo” de la economía que, un día, anuncie la debacle?

Reconozco que, al mismo tiempo que pido una explicación, sé que no es fácil de dar, ya que el futuro económico está en construcción y Caputo no revelará abiertamente sus planes. Como opinó hace poco Gustavo López en La Red: “En fútbol, si te anticipás demasiado, te roban las ideas”, justificando que Diego Milito no explicitara su plan en detalle para modernizar Racing antes de la elección.

Debía escribir estas líneas para vos, no para el Feedback de Seúl. Pedirte que las contestes sería demasiado, pero quizás, en una próxima nota, puedas dar alguna señal al respecto. Escribí, como Cristo, con “parábolas”, para que podamos comprender algo sin pronosticar abiertamente la “hecatombe”, si es que esa posibilidad existe.

¡¡Abrazo grande, Andrés, te seguimos leyendo!!

¡¡¡Feliz y positivo 2025!!!

—Daniel Stoessel

*

Respuesta:

No lo veo de la misma manera que como dice toda esta gente. Justamente, una de las medidas que implementó el Gobierno es que hay muy poco de eso que llamamos carry trade, principalmente porque la tasa no está alta. El modelo de Macri, que Milei aprendió, era blando en lo fiscal y duro en lo monetario. Milei está haciendo todo lo contrario: está siendo blando, o prudente, en lo monetario, pero no tan estricto, mientras que en lo fiscal es donde está siendo más duro.

Esto hace que, aunque siempre haya quienes decidan correr el riesgo, traer dólares e invertirlos en tasa, no creo que eso represente un volumen que ponga en riesgo la macroeconomía ni mucho menos. Por ende, me parece que muchas de esas notas están super ideologizadas, en algunos casos escritas con mucha bronca. Así que no creo en esa idea de una “bola de pesos” que, si cambia el viento, genere un problema inmanejable.

Esa “bola de pesos” en realidad son los dividendos de empresas que no pudieron sacar durante estos años, que se acumularon, y eso es lo que el Gobierno teme. Por eso mantiene las condiciones del cepo y lo va a levantar cuando pueda darle dólares a esas empresas sin alterar bruscamente el mercado cambiario.

Esa es la situación. Yo no tengo esa preocupación. No digo que no pueda pasar algo en una dimensión pequeña, pero hoy no me parece que la cuestión económica esté en riesgo por ese lado.

—Andrés Borenstein

(Sobre «Diez razones por las que este gobierno me hace feliz», de Alejandro Rozitchner)

¡¡La nota me parece horrible!! Un chupamedias total. No puedo entender cómo un filósofo como Alejandro no tiene una mínima dosis de equilibrio al criticar numerosos aspectos que son tan evidentes.

—José Néstor Ureta

(Sobre «Diez razones por las que este gobierno me hace feliz», de Alejandro Rozitchner)

Buenos días,

Creo que la excesiva alegría no le permite a Alejandro R. evaluar algunos puntos con objetividad.

La comparación con el gobierno anterior nos lleva a exagerar logros cuando —en realidad— la vara estaba tan baja que cualquiera queda bien parado junto a esos tristes personajes.

No es lógico hablar de combate a la corrupción tras el episodio de Kueider (tan bestia que ni siquiera permite especular sobre la conveniencia de su expulsión) y las sociedades holding de Andrés Vázquez.

Se están desarmando algunos kioscos, pero muchos siguen intactos, son visibles, y su paulatino desarme depende de la propia gente del Gobierno.

¿Por qué no obligar a los diputados y senadores de La Libertad Avanza a prescindir de un séquito de asesores?

¿Por qué no reducir los 20.000 empleados del Consejo de la Magistratura?

¿Por qué no desistir de la absurda candidatura de Lijo?

¿Por qué no admitir matices?

Me gusta el rumbo, hubo logros impresionantes, pero también hay aspectos que corregir. No está mal decirlo. Caso contrario, seríamos un séquito de aplaudidores, pero sentados a la derecha.

Saludos,

—Juan Cruz Malbrán

(Sobre «Abraham la veía», de Sabrina Ajmechet)

Señores de Seúl,

He leído con atención el artículo de Sabrina, a quien conozco desde hace muchos años y con quien comparto una visión similar sobre la política y la historia argentina. Podría decirse, además, que somos amigos.

Es evidente que «Abraham la veía» es un “artículo de intervención política”, cuyas reglas le son específicas. Por ello, debe ser juzgado por la efectividad de su planteo, no por su dimensión académica. Sería exagerado, aunque no siempre, incluir su “performatividad” en este análisis.

Sin embargo, resulta sorprendente “conversar” sobre este tema sin aludir, aunque sea de manera lateral o marginal, al gran debate entre Max Weber y Werner Sombart sobre el impacto del protestantismo y el cristianismo en el origen del capitalismo. Una de las grandes capacidades de los historiadores es estar atentos a la dimensión pedagógica y cívica de su oficio, lo que incluye iluminar la complejidad de los grandes problemas (como la religión y el capitalismo) aportando una mirada lúcida que supere el intercambio informal “de café”, donde cualquiera puede expresar su opinión, por más exótica que sea o que parezca, y también por la interpretación abusiva de anécdotas.

He presentado el reciente libro de Sabrina sobre el peronismo y tengo un gran respeto por su calidad de historiadora. Precisamente por eso, mi sorpresa al leer este texto es aún mayor.

Cordiales saludos,

—Darío Roldán

(Sobre «Amigos por correspondencia», de Andrea Calamari)

¡¡Hola Andrea!!

Fue un placer leer tus newsletters.

No todos, pero sí una gran parte. Aunque soy un buen lector, especialmente de ficciones policiales (estoy asociado a dos bibliotecas en Olavarría), la realidad político-económica suele absorberme, como buena constancia queda en el Feedback de Seúl.

No obstante, no dejé de prestar atención a tus envíos, y muchas cosas curiosas y valiosas hemos descubierto ahí.

Te despedís con una preciosa historia, de esas que emocionan.

¡¡Abrazo agradecido y lo mejor para vos en tu actividad literaria!!

—Daniel Stoessel

(Sobre «Diez razones por las que este gobierno me hace feliz», de Alejandro Rozitchner)

En general, no es difícil compartir el sentimiento de contenteza de Alejandro. Lo que hay hoy sirve, y por ahora no se cambia. Pero algunos disfrutamos del juego complejo de la política y siempre queremos más, sobre todo pensando en nuestros nietos, como dice Mauricio. Y, sobre todo, sin olvidar nuestra experiencia como viejos meados, nacidos hace siete u ocho décadas.

En Japón, alguien nos preguntaría algo. NOS DARÍAN PELOTA, como pedía Peralta Ramos. Entonces, ¿qué podríamos aportar?

Vimos que los grandes versos o el fanatismo ideológico deben ser acotados.

Vimos que es bueno mantener el pluralismo y el desarrollo humano.

Vimos que lo pequeño es hermoso.

Vimos que, donde se concentra el poder, PROLIFERAN LOS GARCAS.

Vimos que la partidocracia nos llevó al CAMBALACHE EMPOBRECEDOR.

Vimos que es bueno que el poder se deje controlar y haya participación, transparencia y solidaridad.

Vimos que es mejor que el Estado intervenga lo mínimo y se retire lo antes posible.

Vimos tanto como para pedir: ARGENTINOS, A LAS COSAS, y HOMO SAPIENS FABER Y LUDENS PARA TODOS.

—Edmundo Lingo

(Sobre «Mirá lo que descubrí», de Hernán Iglesias Illa)

Hernán, para que tu diciembre sea más suave, quiero contarte que soy una de las tantas asociadas que leen y comparten tus newsletters. A mí me informan sobre cuestiones que no suelen estar en mi radar, otras me divierten y, en muy pocas ocasiones, disiento con el planteo. Como decían las antiguas docentes: “¡Siga así!”.

Un buen año para todos,

—Malena López Dorigoni

(Sobre «Hartos de los ’70»)

Con respecto al Poder Judicial, que el texto menciona no saber por dónde empezar para recomponerlo, sugiero comenzar por simplificar las normas procesales. Esto reduciría el espacio para que los abogados inventen chicanas operativas que sólo dilatan los procesos hasta la eternidad.

¡¡Saludos!!

—Alejandro Sala

(Sobre «Hartos de los ’70»)

Gracias, Seúl, por tantas reflexiones interesantes a lo largo del año y sobre temas tan variados.

Ahora bien, complicado eso de que estés harto de los ’70 justo ahora que se están juzgando los atentados guerrilleros. Respeto tu visión, pero no hay tantos que la compartan. Todo lo contrario.

Abrazo y éxitos para el 2025.

—Fernando Petrella

(Sobre «Hartos de los ’70»)

Ahí es donde creo que se confunden. El no querer discutir y repasar la historia. Por eso está el Ministro de Desregulación por tercera vez al mando de una tarea que ya hizo, y mal, dos veces.

Saludos y buen año,

—Juan Cruz Enriquez

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