LEO ACHILLI
Domingo

Con youtubers no alcanza

El Gobierno simula un combate frontal contra la casta mientras convive con ella sin inconvenientes. Hasta ahora ha tenido éxito.

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El primer año del gobierno de Javier Milei se cierra con un panorama incierto. Por un lado, marcha a todo vapor el trabajo de ex funcionarios de Juntos por el Cambio en áreas clave de economía, finanzas, desregulación, seguridad interior, defensa y en el indispensable apuntalamiento legislativo a un gobierno carente de capital humano, equipos y conocimiento (la anomalía y la excepcionalidad son más argentinas que el tango).

Neutralizadas las amenazas de una crisis catastrófica, el foco continúa en el equilibrio macroeconómico y el descenso de la inflación, a la par de desregulaciones que con mayor o menor éxito van desatando nudos que asfixian al país desde hace casi un siglo. Hay proyecciones optimistas para el año próximo, y quizás veamos un horizonte de inflación baja a la espera del anhelado repunte de actividad, porque todo muy lindo, pero hasta ahora sigue soplando un viento helado en los bolsillos.

Mientras tanto, ¿en qué anda el partido gobernante? Ante la ausencia de cierres y privatizaciones prometidas, como Télam o Aerolíneas Argentinas, y una preocupante continuidad del proteccionismo industrial vetusto, desde la segunda mitad del año La Libertad Avanza se dedica lo más campante a su armado político partidario en todo el país para las elecciones legislativas de 2025, presumiblemente con fondos públicos. Vemos la consolidación de su afinidad con aparatos varios del peronismo y fósiles de los años ’90 marketineados con gorrito MAGA, en paralelo con la absorción de figuras del PRO y la UCR. No es nada nuevo ni difícil consolidar poder con caja. El desafío del Gobierno es llegar habiendo resuelto la ecuación de los tiempos electorales, el desgaste natural de la gestión y la duración de la paciencia y el apoyo ciudadanos.

Desde la segunda mitad del año La Libertad Avanza se dedica lo más campante a su armado político partidario en todo el país para las elecciones legislativas de 2025.

Para ello, el sector LLA del Gobierno invierte todos sus esfuerzos en consolidar el relato que le permitió triunfar: motosierra, anticasta, sonlomismismo y el enésimo que se vayan todos. Un cóctel que funciona, porque crea un relato simple que esquiva la complicación de tener que enfrentar a los verdaderos responsables del desastre, y le permite a la gente fingir demencia respecto de la irresponsabilidad electoral de años pasados, especialmente del 2019. ¿Yo? Argentino. Para sumarle volumen al discurso exitoso en 2023, el Gobierno por un lado entroniza la figura de Milei como líder mundial con incesantes viajes de carácter partidario, al tiempo que ocupa la grilla de medios tradicionales y potencia la troupe de voceros paraestatales de youtubers e influencers, ahora en calidad de futuros candidatos, rodeados de fundaciones apoyadas por cretinos astronómicos como Daniel Vila y José Luis Manzano.

Ahora bien, ¿cómo potenciar el discurso? ¿Qué más pueden ofrecer? Los polinfluencers de Milei buscan afanosamente entretener a la gente mediante el injerto de temas de conflicto, importados del manual de acción política del MAGAverse norteamericano. Son tópicos más ajenos que propios, todos con una fuerte impronta puritana y protestante anglo: disputas raciales, wokismo, acceso libre a la portación de armas, restauración reaccionaria del pasado, la amenaza trans, los libros escolares, entre otros. Todavía no incursionaron en el creacionismo y el rezo en el aula, pero también aparecen, hasta donde la estrategia lo permite, una homofobia y misoginia apenas veladas, y un enorme desdén por las instituciones, el rule of law y la democracia liberal, consideradas rémoras del pasado.

Relato y conflicto

Todos estos tópicos resuenan pese a ser ajenos a nuestros problemas gracias a la comunicación global y a su potencial para generar reacciones emocionales: ansiedad, preocupación, paranoia. Y al ser conflictos ficticios, permiten sublimar problemas más cercanos que asustan de verdad: sueldo, ventas, la matrícula escolar, IOMA no me autoriza la cirugía de mamá. Para el oficialismo, todo ganancia: centralidad, entretenimiento y conflictos de papel picado que desplazan a la responsabilidad de enfrentar al statu quo corporativo. Nada que roce siquiera al peronismo, que explique la posición amigable del gobierno con el sindicalismo, nada de los regímenes especiales y privilegios del empresariado de siempre.

En resumen, sobre-ideologización, relato y búsqueda permanente de conflicto. Producción de contenidos para redes, zócalos, titulares, en un juego circular que regurgita los mismos videos, memes y frases para entretenimiento general, con el objetivo de mantener la imagen del Milei 2023: algo totalmente diferente, nuevo y disruptivo en favor de la gente.

Sucede sin embargo que lo último que necesitan la sociedad y la economía es esta cruzada ultramontana mileísta contra las instituciones de la democracia liberal. Desde la vereda republicana no se puede dejar de señalar el elefante en la habitación: no hay crecimiento sustentable ni paz social sin instituciones. Rule of law, división de poderes, seguridad jurídica son los pilares de las sociedades con economías sólidas e inversiones, una evidencia que la gente en Argentina pretende desconocer. No se pueden esquivar los elefantes blancos por siempre: ¿qué inversiones, qué puestos de trabajo vas a crear sin reforma laboral y sin democratización sindical?

La postulación de Ariel Lijo a la Corte Suprema, el sabotaje a la reforma sindical y a la ley de Ficha Limpia y la intención de prorrogar el presupuesto apuntan a un horizonte de connivencia con el peronismo.

La postulación de Ariel Lijo a la Corte Suprema, el sabotaje a la reforma sindical y a la ley de Ficha Limpia y la intención de prorrogar el presupuesto apuntan a un horizonte de connivencia con el peronismo y de poco afecto a las normas. El oficialismo puede desestimar estos reclamos y reducirlos a un capricho moral mabelístico, pero manosear las instituciones es perseguir un atajo que te lleva a una vía muerta, ya transitada mil veces. Es también subestimar a una sociedad exhausta y noqueada por la tiranía pandémica del albertismo y el desfonde de cajas del massismo. Aliarse al peronismo es traicionar las expectativas del que todavía banca, y también aleja la recuperación económica.

Mucho se ha mencionado el desfiladero angosto que transita el PRO entre apoyar o desaparecer, pero casi nada sobre el desafío equivalente que enfrenta el Gobierno: sortear el ajuste hacia el crecimiento antes de que se agote el apoyo social. Al final del día, nadie sabe realmente cuál es el mandato real: ¿es la motosierra o es duro con el ajuste pero que a mí no me toque? Al mismo tiempo, el mileísmo tiene que llegar al horizonte con el PRO trabajando para el Gobierno y logrando la recuperación, pero también defenestrado y culpable de todo (algo que hasta ahora le está saliendo fantásticamente bien). Y sobre todo, tiene el desafío de lograr que la sociedad saque la cabeza del agua sin convertirse en una pieza prescindible y reemplazable por el statu quo peronista, una vez hecho el trabajo sucio.

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Gabriela Saldaña

Arquitecta (FADU-UBA). Asesora legislativa del Bloque PRO desde 2018 y coordinadora del grupo PRO 25 de argentinos en el exterior.

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