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Es más fácil consumir basura por ignorancia que hacerlo conscientemente. Esta máxima aplica a todos los mercados, incluido Internet, donde intercambiamos nuestra información y atención por contenidos externos. Al igual que en un supermercado, en Internet los productos más visibles suelen tener un mayor margen de ganancia, y, para tentar al público, están ubicados estratégicamente en las cabeceras del espacio digital.
Tanto en las búsquedas de Google como en las redes sociales, los primeros resultados suelen atribuirse a una “mayor reputación”, entendida como “lo más elegido por el público”. Ningún influencer es inocente y ninguna pieza de contenido es dejada al azar. Todo está cuidadosamente diseñado para ser disruptivo o aesthetic, para llamar la atención, incluso esta nota que arranca con una clara posta al mejor estilo bait.
Para reducir tu exposición a la mala Internet, preparé una lista de 10 reglas sencillas para que ganes soberanía cognitiva y mejores tu experiencia Web. Internet cambió, y vos también deberías hacerlo.
Todos somos susceptibles a la propaganda. Por eso, es fundamental diferenciar la buena Internet de la mala, o mejor dicho, una que podríamos llamar la Internet estúpida y otra atenta. La experiencia puede ser la misma, lo que cambia es el nivel de comprensión y la lucidez con la que miramos lo que consumimos. A diferencia del supermercado, acá no hay etiquetas nutricionales, así que toca aprender a leer entre líneas.
Pay To Win
Muchos juegos en línea ofrecen versiones gratuitas para atraer a potenciales clientes. Una vez que el usuario recorre parte de la curva de aprendizaje, el juego comienza a presentar pequeñas ventajas que, por un precio accesible, facilitan tareas repetitivas o brindan una ventaja competitiva frente a otros jugadores. Estas apps suelen recibir el nombre de pay to win (pagar para ganar). Esa sensación, la de ganar, al igual que la atención, son siempre juegos de suma cero.
En Internet, la lógica pay to win trasciende los videojuegos: obtener atención tiene un precio. Un influencer puede prestarnos legitimidad con una colaboración, o podemos comprar interacciones para aparentar relevancia. En Google, la reputación también tiene tarifa. La relevancia de un sitio web puede construirse artificialmente a través de backlinking, es decir, pagarle a sitios ya instalados que citen o incluyan vínculos hacia el sitio web objetivo.
En otros casos, la reputación es un estatus arbitrario asignado por Google debido a que se trata de una entidad gubernamental o una gran corporación marcada como “confiable”. Todo esto no sería un problema si estuviéramos hablando de un simple juego. Pero no lo es.
Los influencers representan un caso evidente de alta extracción de valor: captan enormes volúmenes de atención diaria a cambio de contenidos que, en muchos casos, responden a una línea editorial predefinida por corporaciones, figuras políticas o diversos intereses. No es casual que tengan tanto para decir cada día; detrás hay una planificación rigurosa y un trabajo en conjunto con distintos actores. La serie americana South Park retrata jocosamente este fenómeno en su última temporada, donde uno de los personajes principales accede a una agencia que une influencers con actores interesados mediante subastas.
Volviendo a nuestra analogía del consumo masivo, la gran diferencia con el supermercado es que, en los sitios web y redes sociales, rara vez sabemos con claridad quién está detrás de cada “producto”. La adopción masiva de asistentes virtuales relacionados con modelos de inteligencia artificial añade una capa más de complejidad a esta discusión.
Los asistentes virtuales basados en IA intentan corregir algunos de los vicios del modelo pay to win, pero siguen siendo manipulables.
En los últimos años, una cantidad cada vez mayor de personas adoptaron herramientas como ChatGPT, Copilot y otros asistentes virtuales para realizar tareas de investigación y producción de información en su vida cotidiana. Esta tendencia sólo va a acelerarse, por lo que vale la pena preguntarse cómo estos modelos moldean nuestra percepción de lo que consideramos verdadero.
Los asistentes virtuales basados en IA intentan corregir algunos de los vicios del modelo pay to win, pero siguen siendo manipulables de otras maneras. Por ejemplo, si alguien pregunta quién fue el mejor presidente de Argentina desde la vuelta de la democracia, es probable que el asistente afirme que fue “Néstor Kirchner”, una respuesta que incomodará a parte del público de Seúl. Los modelos privilegian afirmaciones simples y políticamente correctas, no debates históricos.
Si todo algoritmo es manipulable, ¿cómo podemos estar seguros de que lo que vemos o leemos es genuino, y no simplemente una forma de agenda? La respuesta es que, a primera vista, no podemos. En este supermercado de información, estamos a merced de múltiples actores e intereses, y sujetos al poder de los imperios algorítmicos. Sin embargo, todavía hay bastante margen de acción. Está en cada uno de nosotros masterizar el uso de la Web. Todo esto nos lleva al punto en cuestión. ¿Cómo consumir buen Internet?
Guía para un Buen Consumo de Internet y Redes
La buena noticia es que no tenés que cambiar todos tus hábitos. Si bien está bueno revisar algunos patrones, consumir Internet atentamente no significa seguir a intelectuales ni abandonar Instagram. Se trata de entender qué estás viendo, por qué te aparece y quién te lo está mostrando.
Regla N°1: No seas inocente
Si en el pasado estudiábamos que el principal objetivo de la televisión era entretener para que bajemos la guardia en momentos clave, tenemos que saber que nada cambió. Fijate qué emociones suscitan los posteos de tus influencers y páginas web más vistas. La indignación, el enojo, el miedo y la ternura son algunos de los sentimientos más explotados para mantenerte enganchado.
Regla N°2: Detectá al emisor y su negocio
Preguntate quién está detrás de la página o cuenta que estás viendo. ¿Es una persona real, una empresa o solo un nombre de fantasía? Si es una persona, ¿a qué se dedica? Si es un negocio, ¿cómo gana plata? Los perfiles con nombres inventados o avatares ficticios suelen ser los más proclives a difundir contenido tóxico o propagandístico.
Regla N°3: Descubrí los satélites
Las redes sociales tienen esa denominación porque hacen referencia a las redes de contactos que creamos, conocer qué cuentas “orbitan” cerca de tus influencers favoritos puede indicar mucho sobre el nicho en el que están. ¿Cuáles son las cuentas que más relación tienen con tus usuarios favoritos? En Instagram, las colaboraciones son una herramienta fundamental para detectar propaganda.
Regla N°4: Rompé la burbuja
Los algoritmos segmentan de manera precisa el tipo de contenido que muestran a cada persona, por lo que las configuraciones “por defecto” nos mantienen dentro de caminos preestablecidos que llamamos burbujas o nichos. Para salir de esta limitación, hacé búsquedas inesperadas. Seguí cuentas que piensan radicalmente diferente o explorá nuevos intereses. Ampliá tu universo observable digital.
Regla N°5: Educá a tu algoritmo
Cada interacción cuenta. Un like, comentario, o amplificación de contenido sesga tu algoritmo para adoptar una dirección. Si no lo educás, tu experiencia digital va a ser moldeada por inercia. En cambio, cuando elegís conscientemente qué contenido consumir o ignorar, recuperás el control sobre lo que ves. Dominá tu algoritmo. No dejes que te domine a vos.
Regla N°6: Cambiá la configuración de tu IA favorita
Los modelos de inteligencia artificial priorizan brindar respuestas sencillas y simplificadas. También usan lenguaje plano con el objetivo de ser accesibles a un público general. Esta infantilización puede sortearse usndo comandos específicos dentro de los mismos modelos. Solicitá que las respuestas sean directas o crudas. También podés pedir un lenguaje específico o mayor complejidad.
Regla N°7: Priorizá cuentas no-anónimas
Buscá informarte a través de cuentas con agencia. Es decir, que generen contenido propio y tengan algo que perder si desinforman. Las cuentas con nombre y apellido ponen en juego su reputación y su futuro, lo que las hace más responsables con lo que comunican. Si bien las cuentas de nombre ficticio contienen una dosis de misterio, justamente por eso son utilizadas para amplificar mensajes malintencionados.
Regla N°8: Identificá activaciones
Las activaciones son acciones coordinadas para influenciar qué es lo que se está discutiendo en un determinado momento. Si ves que varias cuentas salen al unísono con una misma “línea” de mensaje, es posible que estén coordinadas por una agencia de control de redes. Incluso si discuten desde perspectivas diferentes, vale la pena verificar si el patrón es contínuo. El posicionamiento de temas es bien remunerado en redes sociales.
Regla N°9: No pierdas tiempo
Discutir con cuentas anónimas o pelear en redes en general es una tarea inútil. Lo mismo puede decirse de intentar estar siempre en la última. El tema del momento rara vez aporta más que ruido y puede generar más estrés que el necesario. El exceso de información está directamente relacionado con el aumento de la ansiedad, la depresión y otras emociones negativas.
Regla N°10: Bloqueá sin preguntar
Aplica a todo tipo de contenido, cuentas, o interacciones. Cuando navegas, intentá utilizar un bloqueador de anuncios. No sólo vas a evitar la propaganda, sino también el phishing u otros riesgos. En redes sociales, silenciá o bloqueá a discreción, nuevamente, no pierdas tiempo.
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