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Como hicimos un año, volvimos a pedirles a tres de nuestros autores favoritos que se crucen mensajes durante dos días para parar un poco la pelota y analizar la situación política en la que estamos. Les armamos un grupo de Whatsapp que coordinó nuestro editor general, Hernán Iglesias Illa. A continuación, apenas emprolijado y editado, el intercambio que empezó el viernes y terminó ayer.
Hernanii
A pesar de que hay todo el tiempo noticias y quilombo, como siempre en Argentina, siento que ya entramos en la fase “vida cotidiana” de la gestión de Milei, que ya no es un recién llegado, que Milei se acostumbró a gobernar y el sistema y el país a ser gobernados por Milei. Eso es bueno, creo. No sé cómo lo ven.
Pedrosa
Coincido con vos en que ya se ha asentado en el sentido de que desde que apareció como candidato se auguraba que se bajaba y, como presidente, que no llegaba a marzo. Por eso, cualquier evaluación sobre el destino de este gobierno es inseparable de las dos décadas de “kirchnerismo state of mind”. Incluyendo sus aspectos más irritantes. Ése es el costo que paga “la casta” por seguir evidenciando su falta de voluntad de cambio. De cualquier cambio. Y sobre todo, por haber dejado pasar la oportunidad de reformarse en sus propios términos, lo que pudo ocurrir en el gobierno de Macri.
Gadano
Tengo una mirada similar pero en un punto diferente. Creo efectivamente que Milei superó el “momento helicóptero” en el que lo quería poner algún kirchnerismo (recuerdo el video cancherito de Albistur desde Pinamar: qué debe estar pensando ahora), un poco porque se “asentó” y otro poco porque el kirchnerismo (probablemente porque se siente derrotado y sin rumbo) se ha vuelto casi “herbívoro” si lo comparamos con 2016.
Eso por un lado. Por otro lado, creo que al Gobierno le está costando acostumbrarse a la idea políticamente liberal del “gobierno limitado” y la división de poderes, siendo paradójicamente el gobierno con la minoría parlamentaria más extrema desde 1983. Hay muchos indicadores de lo que le cuesta acostumbrarse a eso: en primer lugar, las dificultades que su propio bloque tiene para sostenerse más o menos homogéneo. Son poquitos y se putean; rajan miembros. Los senadores eran siete y ahora son seis. En segundo lugar, el trato con el Congreso. Quizás es una estrategia, pero lo que se ve a veces es un trato hacia el Congreso como si tuvieran mayorías extremas, y no les importara mucho juntar los votos. Quizás la excepción a eso haya sido el segundo debate sobre la Ley Bases.
Quizás es una estrategia, pero lo que se ve a veces es un trato hacia el Congreso como si tuvieran mayorías extremas.
Por último, la relación con el PRO. Me cuesta entenderla. Entiendo que quieran marcar distancia para mostrar que el gobierno es de ellos. Eso es comprensible. Pero a veces parece que algunos miembros del gobierno (quizás no el presidente) no quieren al PRO cerca. Y objetiva y matemáticamente necesitan tener alguna relación con el PRO, al menos en el Congreso. De hecho, sin el PRO no tendrían Ley Bases. Finalmente, sí hay que decir que el oficialismo, en lo que hace a la dinámica de partidos, juega solo. El peronismo no tiene liderazgos y está en riesgo serio de fragmentación, los radicales están en medio de una crisis de identidad (y también sin liderazgos) y el PRO tiene a su electorado hoy en manos de Milei. Estoy muy convencido de que esa situación no será eterna, pero hoy es así.
Gioffré
Concuerdo con Fernando en que no se entiende esto sin la perspectiva de los 20 años K y con Julián en que no aceptan la idea liberal de gobierno limitado. Me parece que el Gobierno está estabilizado (sin entrar a juzgar si bien o mal) solo en lo que fueron prótesis traídas de la vieja política: Bullrich, Francos, el equipo de financistas. En todo el resto, tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo, están en un tembladeral. Cambian no ya los funcionarios, no ya los proyectos y el perfil ideológico, sino incluso los nombres de las secretarías (como en Agricultura y Culto).
La improvisación está a la vista en lugares como Cultura, que además de seguir paralizada, aparentemente piensan sacarla de Capital Humano y llevarla a la Secretaría General de la Presidencia. En Ciencia, lo mismo, al revés del menemismo, que le dio impulso. Ni hablar de la porosidad de los bloques en el Congreso. Tampoco es clara la orientación, porque hay lugares donde funciona el liberalismo (Sturzenegger) y otros que son una continuidad maquillada del massismo. Hay muchos nacionalistas chupacirios adentro, que están lejísimos del liberalismo. En la misma cúpula, la divergencia entre Milei y Villarruel está en pleno desarrollo. Ni siquiera está estabilizada su política de acuerdos. Hay temas en que van a buscar al PRO y en otros a Cristina.
Tampoco es clara la orientación, porque hay lugares donde funciona el liberalismo (Sturzenegger) y otros que son una continuidad maquillada del massismo.
En cuanto a los servicios de inteligencia, parecería que están bien cerca de la vieja política. Entiendo que a las fuerzas nuevas les cuesta estabilizarse. Le pasó al macrismo en la Legislatura porteña en 2003-2007 con la ruptura en dos bloques (Festilindo y Nogaró), con dos diputados macristas que quién sabe por qué votaron a favor de Aníbal Ibarra en su juicio político, con el propio Borocotó. Pero no estaban gobernando el país. Lo del mileísmo es un entrenamiento con el partido empezado y jugando en primera muchos que nunca pasaron por las inferiores y tienen ínfulas de Pelé.
Gadano
Agrego algo a partir de lo que dijo Marcelo. Efectivamente, el gobierno es muy heterogéneo en cuanto a gestión. Hay áreas que muestran expertise y buen nivel de ejecución (Economía, Seguridad, el nuevo Ministerio a cargo de Fede Sturzenegger) y el resto mucha inestabilidad y confusión en cuanto a los resultados. Hay algo medio evidente: las áreas que mejor funcionan tienen gente que tuvo experiencia en el gobierno de Macri. Sé que hay gente a la que no le gusta escuchar esto, pero es muy evidente.
Pedrosa
El mileísmo es una reacción desesperada a los 40 años de dominación corporativa en que se ha transformado la democracia argentina, especialmente a los 20 años del kirchnerismo. En ese sentido, una parte importante de sus integrantes forma parte de una revuelta plebeya contra las formas antes consideradas virtuosas. Piensan –no sin razón– que eso nos ha traído hasta aquí. Por eso se ensañan con los principales íconos del régimen caído (los derechos humanos, el CONICET, las cuestiones de género, el INADI y el INCAA, lo intelectual, los periodistas, las formas políticas tradicionales), tal como los rusos derribaban las estatuas de Lenin cuando se derrumbó la Unión Soviética. Son los símbolos de un sojuzgamiento que se terminó.
En este sentido creo que es una etapa de transición de la que se derivará un orden que todavía no está claro cuál será, pero al que resulta poco sensato pedirle AHORA formas republicanas tradicionales.
Gioffré
Es verdad lo de la dominación corporativa histórica, por ejemplo la Corporación América de la que viene Milei. Sí, la Argentina está en pleno aquelarre glandular, pero difícil que se haga una revuelta plebeya cambiando a Scioli por Scioli, a Stiuso por Stiuso y pactando jueces de la Corte con los que hicieron todo el desquicio. Eso dejando de lado que, a juzgar por variados indicios como el RIGI, la idea no sería ir hacia una sociedad abierta sino poner otras corporaciones en lugar de las existentes (salvo Tierra del Fuego, que no se toca). El modelo parecería Nigeria, no Alemania. Las formas, guste o no, son la frontera entre democracia y autoritarismo. Acá no hay una revolución, que admitiría el olvido de las formas: solo ganaron una elección y con la mitad de los votos prestados. Es la diferencia entre poder constituyente y poder constituido.
Pedrosa
El Estado argentino se hizo con caudillos y terminó reprimiendo a Mitre. Los radicales se crearon con conservadores y los peronistas con radicales. Todos de alguna manera estuvieron detrás de los militares. Muchos de los jugadores son los mismos. Es algo común y no debería llamar la atención. Habrá que ver si el juego sigue siendo el mismo. Y es medio pronto para afirmarlo. Como decía Gramsci: “El viejo mundo se muere; el nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”.
Gadano
Me surgen varias cosas sobre lo que comentás, Fernando. En primer lugar, sobre lo de los 40 años de dominación corporativa. Algo de eso hay, pero me parece una exageración. Y no veo además que necesariamente ésa deba ser la causa de la crisis del sistema (si es que la hay). Hay países que tienen décadas de eso que llamás “dominación corporativa” y sin embargo funcionan muy bien. ¿Es mejor un sistema que controle a los poderes corporativos? Sí, claro. Pero que existan no te lleva necesariamente a malos resultados.
Creo, además, que el electorado argentino se viene tentando con elegir a “quienes vienen de los márgenes” desde hace mucho antes que estos 40 años. Así llegaron Menem y Kirchner, por ejemplo. El tema es que ellos eran parte del sistema (aunque electoralmente se mostraron como “venimos de los márgenes”) y Milei efectivamente viene relativamente de fuera.
Es interesante lo de la revuelta plebeya. Coincido en que algo de eso hay, pero por un lado, yo no llamaría a eso “mileísmo”. Milei viene después y es lo que hay. Habrá que ver si luego eso se transforma en mileísmo. Tengo también un conflicto con el uso que hacés del término “régimen”. Creo que lo que hay –en parte del electorado– es irritación con un sector que gobernó mucho tiempo, quizás más de lo que la propia sociedad quería, y que no mostró buenos resultados. Entonces buscó lo que menos se le parecía en ese momento. Para decirlo en corto: una gran parte de la sociedad estaba harta del kirchnerismo y sus formas (ojo con las formas) y no encontró en JxC una opción. Pero de ahí a decir que estaba harta de un régimen… creo que es mucho. Comparar a la democracia argentina con la Unión Soviética, qué sé yo. No lo veo tan así. Y también quiero quitarle –si me permitís– un poco de dramatismo. Creo que gran parte del electorado estaba harto del kirchnerismo y sobre todo muy irritada con el pésimo gobierno de AF, sus abusos en la cuarentena, etc. Y también (digamos todo) con la delirante interna absolutamente ombliguista de JxC. Creo que la cosa es menos estructural y más simple. A la sociedad no le gustó lo que gobernaba y miró a la oposición que existía y la vio pelotudeando en una interna destructiva. Entonces fue tras lo que venía de afuera. Creo que todo es un poco más simple.
Permítanme ponerme un poco schumpeteriano y afirmar que a los países los gobiernan élites. Siempre. El tema es cómo se forman y qué tan eficientes, predatorias, corruptas o republicanas son.
Finalmente, el tema de lo viejo y lo nuevo. Permítanme ponerme un poco schumpeteriano y afirmar que a los países los gobiernan élites. Siempre. El tema es cómo se forman y qué tan eficientes, predatorias, corruptas o republicanas son. Cuando un grupo dominante cae (y ha pasado cientos de veces en la historia) arranca un proceso que puede tener mil caminos. Algo totalmente nuevo (y no necesariamente bueno, sobran ejemplos) o algo que se remodela sobre lo que había. El peronismo de 1946 tiene bastante de eso. Pero siempre se recompone una élite. Vos das el ejemplo de la caída de la URSS y las estatuas de Lenin, y me sirve para argumentar lo siguiente: Rusia es gobernada hoy por un hijo de ese régimen. Que extraña algunos componentes de ese régimen más algunos otros del régimen anterior, depuesto por los bolcheviques. Yo no veo –ergo– tanto lo que vos ves, Fernando.
Creo que hubo un gobierno pésimo y una oposición que hizo una interna salvaje y fagocitante delante de todos y luego hizo una campaña horrible, hablándole literalmente a nadie. Bueno, la sociedad miró al que los criticaba a todos desde afuera. Eso hace el electorado en todos lados: miro al incumbente, no me gusta. Miro a la oposición que siempre miré. Está en cualquier cosa. Bueno, busco afuera a ver qué hay. Ahora arranca otra película. Ganó el de afuera y tiene que demostrar que puede. Tendrá un tiempo de tolerancia por parte de la sociedad, porque viene fresco. Pero deberá armar un equipo de gobierno solvente. Puede que lo haga, puede que no, pero me parece incluso que el presidente es consciente de eso.
Termino con lo de pedir formas republicanas. No veo por qué alguien se ganaría el derecho a que no se las pidamos. Con más razón ahora –que hay algo en formación, que no sabremos cómo terminará– que nunca. A mí me gusta la orientación que este gobierno le da a la macroeconomía (con todas las críticas a la sintonía fina que podamos hacerle). Creo que el problema es fiscal y monetario, y creo que dentro de todo están haciendo las cosas en el sentido correcto, y no podemos echarle la culpa al Gobierno de la recesión, sino a la fiesta irresponsable de 2023. Quiero decir con esto que la política macroeconómica de Milei, en sus grandes líneas, me convence y cuenta con mi apoyo. Eso no me debería frenar a pedirle límites y formas republicanas. Porque caso contrario, casi que sentiría que se las pido al que tiene una política que no me gusta y me relajo cuando no es así. Ahora más que nunca debemos sostener la necesidad de un gobierno limitado y de formas de respeto, por ejemplo al periodismo y la crítica.
Pedrosa
Respondo puntual.
1. Es cierto, en otros países el entramado corporativo funcionó, pero no en Argentina.
2. No hay que subestimar el sentimiento de sojuzgamiento de amplios sectores sociales, en lo simbólico, en lo económico y en lo práctico, con la cuarentena. Uno que lo subestimó fue Rodríguez Larreta.
3. Me refiero al régimen como un estado de cosas, como el vínculo entre lo público, lo privado, lo personal y lo político.
4. Posiblemente me pase de rosca, pero pienso que es un momento para pensar y analizar. Los años anteriores fui tomado por la grieta, combatiendo a los K o apoyando a Macri. Quiero vincularme con este momento de otra manera. Es un momento impresionante, donde todo lo que no quisimos ver en décadas sale a la luz incontenible para que no nos podamos hacer los boludos. Pensar que de esos 20 años de cloaca podía salirse de otra manera, con una Merkel, o reclamando gestualidad republicana es medio volver a hacerse los boludos. Este es el país que los argentinos hicimos.
Gadano
Con lo último que ponés estoy de acuerdo. Pero creo que hay un gap entre esto último y lo que decías antes. Qué quiero decir: que de esto saldrá una nueva élite que conduzca el país; no existe “el pueblo autogobernando”. Y sobre esto digo: sería bueno que sea más de un grupo, que compitan entre sí, así tenemos rotación, un componente básico de la democracia liberal (sé que estarás de acuerdo con esto, no es una discusión). Por otro lado, se abre un interrogante: cuánto de nuevo y cuánto de continuidad habrá. Lo que veo es que en este gobierno hay algo nuevo y mucho de continuidad, sobre todo capturando dirigencia y staffs políticos del peronismo. Eso es una ecuación. Puede haber otras.
Gioffré
No tengo el optimismo de Fernando. No me parece un momento extraordinario. Más bien me parece una noria; me recuerda el golpe de 1966, cuando mucha gente sentía que se nos escapaba Brasil y creyó ver en Onganía un De Gaulle. Pasamos de tener un 40% de la economía latinoamericana a no tener ni el 15%. Esto de hoy es, en efecto, una reacción impulsiva y adolescente de los argentinos frente a los reiterados fracasos, pero así como pasó en 1966 (también se hablaba de tres tiempos, el económico, el social y el político), podríamos ahora caer otro escalón, salir mucho peor: con una sociedad de analfabetos, sin cultura, sin organismos que costó mucho armar y sin infraestructura (porque no hay plata). Creo que todos los males argentinos derivaron, a partir de esos años ‘70, de uno solo: la ansiedad. Y hoy se repite. El problema de Macri no fue ser republicano.
Pedrosa
Siempre que predigo el futuro, pifio. Sin embargo, si todo sigue más o menos como hoy, veo una polarización que va a llevar al PRO a aliarse en desventaja con LLA en un bloque reformista, aunque todo muy mediado por tratarse de elecciones provinciales, donde cada una tiene su propia dinámica.
En cuanto a Macri, más allá de mi respeto y valoración, creo que su mesa de análisis es pobre en comparación con la que tuvo. Además, no es posible tener un liderazgo estando 15 días en Buenos Aires y luego en Wimbledon, jugando al bridge, en la estancia, en la FIFA, etc. Me parece que tiene que tomar una decisión personal al respecto. Y en la gestión de la Ciudad, bueno, ahí tiene un problemita.
Milei se sostiene en que el peronismo quiere volver al poder para hacer exactamente las mismas cosas. No hay ni un kirchnerista que plantee alguna revisión, aunque sea superficial. Y no hay un dirigente no kirchnerista que se posicione como alternativa. Todos los que hicieron eso se fueron del PJ. Así que los veo con un futuro complejo (y más para nosotros, si vuelven al poder de ese modo).
Milei se sostiene en que el peronismo quiere volver al poder para hacer exactamente las mismas cosas. No hay ni un kirchnerista que plantee alguna revisión, aunque sea superficial.
En escenarios provinciales a la UCR le va a ir bien, sobre todo donde gobierna, pero cuando haya que definirse a nivel nacional va a estar en problemas, especialmente porque Lousteau quiere ser la renovación de la herencia K. Los veo más como un PMDB argentino.
Creo que Milei seguirá sostenido en una percepción social, cierta, de que el sistema público y la política no quieren cambiar nada, pero nada, nada, nada. Todos siguen gritando lo importantes que son para el país y dicen “dame plata y la gasto como quiero porque soy la UBA, SADAIC, el INCAA o Aerolíneas”. No hay una corporación que haya hecho alguna autocrítica sobre la forma en que se vincularon con los fondos públicos y las consecuencias que eso trajo para la mayoría del país. Milei seguirá fortalecido en el espanto más que en el amor.
Gadano
Un poco me pasa lo mismo que a Fernando; suelo pifiarla últimamente. Mis alumnos me preguntaron el año pasado cómo veía las elecciones, y les dije: “Milei no pasa del 12% en las PASO”. Pero como voy a opinar diferente que vos, Fernando, ¡lo bueno es que uno de los dos la pegará!
Me parece que en términos políticos falta mucho para 2025. Tienen que pasar muchas cosas y el escenario puede cambiar mucho. Dicho esto, no veo tan automática la polarización, aunque reconozco que estoy en minoría: amigos de “ambos lados” ven eso. En todo caso, lo que veo hoy es, más que una polarización, una fragmentación del escenario, que hoy le juega a favor del oficialismo, pero que en un contexto electoral no necesariamente será así. Dependerá mucho de qué tan robusto lo encuentre como gobierno, lo cual hoy es mostrar resultados en la macro.
Coincido con Fernando en que la UCR va a consolidar lo que le viene pasando: va a tener territorio, provincias y municipios, pero con muchas dificultades para consolidar una oferta nacional. Va a seguir siendo un actor, como dice Fernando; un PMDB local. El peronismo es un gran enigma: LLA le va a sacar votos, pero sobre todo mucha dirigencia media; de hecho, ya lo está haciendo, y a su vez habrá una competencia por el liderazgo de lo que quede. Y en ese sentido, el kirchnerismo es un problema, porque definitivamente no pueden ganar con Cristina y su entorno, pero tampoco están muertos. Kicillof no puede ganar, pero tampoco es el jefe de una fracción trotskista inexistente. Sinceramente me cuesta pensar dónde va a estar parado el peronismo en 2025, pero no le veo –al menos en el corto plazo– un buen pronóstico. Los dirigentes peronistas, laburo van a tener, sobre todo los que se conviertan en fanáticos oficialistas, pero el peronismo como comunidad política está en un problema quizás mayor al de 1983.
Por último, el PRO. Hoy tiene un problemón, pero yo le veo una oportunidad para el futuro. Tiene un liderazgo interno (Macri) que no es competitivo electoralmente, pero ordena. Deberá ampliarlo lo más que pueda; se verá si lo logra. Lo más importante es entender a quién representa y a quién quiere representar. Hoy sigue sin tener electorado, porque su electorado apoya a Milei. Por eso Macri se enfrenta a un desafío difícil: no perder identidad sin alejarse demasiado. Creo que eso es lo que le pasa a Macri, más que sus estadías afuera o en el país. No creo que eso sea un problema, honestamente.
Hay una franja de la sociedad que hoy apoya al Gobierno más por la agenda macro y por el deseo fuerte de que no vuelva el kirchnerismo, que por un vínculo de representación primario.
Ahora bien: eso puede cambiar en el futuro. Hay una franja de la sociedad que hoy apoya al Gobierno más por la agenda macro y por el deseo fuerte de que no vuelva el kirchnerismo, que por un vínculo de representación primario. Y ese electorado puede demandar una representación diferente en el futuro. A mí me gusta el fútbol americano, donde un entrenador decía: “El quarter-back tira el balón donde no hay nadie, porque espera que cuando el balón llegue estará el receptor”. La política es un poco eso, tener una hipótesis de lo que ocurrirá en el futuro cercano, y prepararse para eso. No digo 10 o 20 años, me refiero al año que viene.
Quizás ese electorado es pequeño, quizás no. El PRO corre el riesgo de ser el MID (mucho cuadro y poco voto), pero también puede representar a un grupo de la sociedad con imaginarios asociados a valores más republicanos y políticamente liberales. Si no los encuentra en el PRO, los buscará en otro lado. Los partidos entran en crisis y a veces mueren, pero también pasa que vuelven a crecer cuando cambian las variables que activan los debates políticos. Creo (y, confieso, también quiero) que el PRO va a estar más cerca de ese escenario que del de la desaparición en el futuro. ¿Podrá volver a ser gobierno o integrar una coalición de gobierno? Difícil saberlo. Pero tiendo a pensar que si sostiene determinadas posiciones –que hoy, reconozco, son más parecidas a caminar en el desierto– va a ser un actor relevante.
Gioffré
Es muy difícil escindir el escenario electoral del año que viene del resultado de la política económica del Gobierno. Si le va muy bien será una cosa, si le va muy mal será otra y, si le va más o menos, otra. Me gusta la posición de Julián sobre el papel del PRO y Macri. Sobre ese eje y sobre la idea de que el Gobierno tenga una performance mediocre voy a jugar. Esa performance mediocre sería que flote, que no caiga en default y que, aun teniendo que devaluar, no tenga un nuevo fogonazo inflacionario (o sea, que se mantenga en 4 ó 5 mensual) y que la economía frene la caída.
En ese contexto, no veo polarización, pero tampoco peruanización (atomización extrema), más bien veo cuatro espacios: 1) El kirchnerismo, junto con radicales K, incluyendo a Lousteau como mascarón, sería un populismo con mímica de izquierda, 2) un peronismo conservador católico, con sindicalistas, pichettistas, massistas, donde podrían o no empalmar Villarruel y los libertarios nacionalistas descorazonados, 3) el mileísmo, un trumpismo de choripán, populismo de derecha, mezcla de liberales con hartos de la vida, que disfrutan orgiásticamente las groserías del Gordo Dan y las ironías de escuela primaria de Adorni, y 4) una coalición del PRO (la pelota al claro de Julián), donde confluirían los tradicionales votantes de JxC y el radicalismo galerita institucionalista no K. Este sería el único espacio liberal y democrático (no me animo a decir “y progresista” para que no me tilden de zurdo). Este espacio Macri debe construirlo, con cautela porque hoy sus votantes apoyan a Milei, pero debe estar listo para cuando cunda la desilusión.
El mileísmo, un trumpismo de choripán, populismo de derecha, mezcla de liberales con hartos de la vida, que disfrutan orgiásticamente las groserías del Gordo Dan y las ironías de escuela primaria de Adorni.
En un escenario de debacle económica creo que el peronismo huele sangre y se une. Pero ahí también el PRO tendría un papel crucial. Esa crisis generaría su propio emergente, pero seguramente rebuscando entre lo viejo, ya no en la antipolítica. Si hay debacle, la contrapartida será la búsqueda, en la clientela macrista, de un liberal atildado.
Pedrosa
Este gobierno tiene un desafío en estos cuatro años: la economía. Es necesario volver a formas racionales de organización económica, aunque un sector mayoritario de la política, los empresarios, el periodismo y la cultura siga pensando el país en formas disparatadas, en parte porque sus privilegios les permitieron sobrevivir en otra realidad que la mayoría. Salvo Venezuela y Argentina, todos los países de la región están mejor hoy que en 1983. Todos tienen problemas y fracasos, pero en los indicadores centrales, todos han mejorado, y algunos muchísimo. No es nuestro caso.
Mirándolo a mediano y largo plazo, Argentina tiene un desafío recurrente, y no soy muy optimista al respecto. Si las élites de este país, el círculo rojo, la casta, o como queramos llamarlas, no abandonan el sueño de ser una burguesía bolivariana, no hay política virtuosa que pueda durar e institucionalizarse.
El kirchnerismo le quemó la cabeza a las personas que deberían estar más proclives a apostar por el futuro, la libertad, la innovación y el mundo. Tenemos científicos brillantes en áreas tan complejas que ni puedo describir, que piensan la política como sindicalistas de los años ‘50. Los artistas e intelectuales que en todos lados enfrentan el poder desde la utopía piden públicamente un Estado estalinista que los favorezca. Empresarios que quieren mercados más chicos mientras sean solo de ellos, y periodistas que en off saben todo y al aire no dicen nada. Y un sector mayoritario de la política que quiere volver al Primer Plan Quinquenal y la Junta de Granos.
Tenemos científicos brillantes en áreas tan complejas que ni puedo describir, que piensan la política como sindicalistas de los años ‘50.
La gente común, finalmente, es el sector más pragmático de esta sociedad y ha mandado un mensaje inapelable y desesperado. Si la política cree que sacando a Milei va a volver a lo que había antes, con forma de Axel, Quintela, Lousteau o Manes, está muy equivocada. Si Milei fracasa porque la política no lo deja avanzar, lo que venga va a ser mucho más radical.
Gadano
Yo creo que el gobierno va a ordenar la macro, en eso soy optimista. No sé qué tan sustentable será, eso es otro tema. Pero creo que la va a ordenar. Mi preocupación es institucional. Creo que un país no tiene una economía próspera sostenible sin un marco institucional robusto. Eso por un lado. Y, por otro, necesitamos que la sociedad se reconcilie con las élites y con las instituciones de la democracia. Obviamente, las élites políticas tienen mucha responsabilidad en lo que pasó, ya que se terminó construyendo un Estado casi predatorio. Pero no ayuda tampoco denostar a la política y sus instituciones de manera generalizada. No toda la dirigencia política es responsable de este Estado. Necesitamos mejores instituciones, mejores líderes. Pero un país sin instituciones democráticas solventes, y sin dirigentes preocupados por brindar bienes públicos de manera eficiente, sin asfixiar tributariamente a los que producen, y de manera socialmente equitativa, suele terminar mal.
Gioffré
¿Cómo se llegó hasta acá? Con Menem de modo tímido y Kirchner de modo decidido, se ingresó en la etapa decisionista del autoritarismo: el Estado se saqueaba armando negocios en connivencia con privados. Se armó así el Estado prebendario. La mafia se convirtió en el statu quo. A su vez, esos dos largos gobiernos operaron sobre todos los mecanismos institucionales que pudieron e intentaron perpetuarse (Menem con la re-re y Néstor con la reforma que frenó el cura Piña en Misiones y con la sucesión matrimonial que frenó su muerte). En términos de poder fueron exitosos y por eso generan ejemplaridad. Se convierten en modelos a imitar para los nuevos políticos que aspiran a quedarse todo lo que puedan. Por eso Milei lo primero que hace es querer dominar la Corte, desacreditar al periodismo, intentar anclar la conversación pública en redes que domina y desactivar todos los controles republicanos. Imita los dos modelos “exitosos”. A su vez, quedó instalado en el imaginario colectivo que Macri “fracasó” por ser tolerante y republicano, por lo cual hay que hacer lo contrario: ser intolerante y tiránico. Por eso insulta a todo el que se le cruza, empezando por el Congreso.
¿Lleva al progreso ese modelo que desprecia las instituciones? No, puede llevar al crecimiento, pero nunca al progreso.
¿Lleva al progreso ese modelo que desprecia las instituciones? No, puede llevar al crecimiento, pero nunca al progreso. La prueba está en los tigres asiáticos en los ‘80, en Franco o en Pinochet. Solo progresan los países que respetan las instituciones, países en los que dos modestos periodistas son capaces de poner en jaque al presidente más poderoso de la tierra.
¿Qué modelo lleva al progreso de una sociedad? El liberalismo clásico, que incluye la posibilidad de que cada uno tenga su propio proyecto de vida, que personas muy distintas puedan vivir en un mismo lugar, que se respete la libertad de comercio y que exista igualdad de oportunidades en el inicio, lo que básicamente significa una educación de gestión pública de calidad.
¿Es posible pensar que se sienten las bases de ese modelo liberal democrático mediante una primera etapa de autoritarismo y violación de las instituciones? No, rotundamente no. Lo que nace torcido, crece torcido. Por eso no podemos, en nombre de la ansiedad o del miedo al pasado reciente, renunciar a la utopía de un liberalismo institucionalista y con igualdad de oportunidades.
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