Domingo

Carolina Amoroso

La periodista de TN habla sobre su regreso a Caracas, donde vivió cuatro años, la revolución de los jóvenes y las chances de que se termine el régimen que destruyó a Venezuela.

Carolina Amoroso (Brandsen, 1985) es una de las conductoras más queridas de la televisión argentina. Como periodista se distingue por su estilo, que logra al mismo tiempo ser profesional (lo que implica cierta distancia) y sensible (el movimiento inverso). Sus reportajes encuentran el equilibrio donde se produce la conexión con el otro, como si pudiera convertirse en puente y unir los escenarios y las personas más diversas. Entrevistados o televidentes, si la quieren, es porque la ven; si le creen, es porque la sienten. Todo eso se vio reflejado en su cobertura de las elecciones del domingo pasado en Venezuela, donde había pasado parte de su adolescencia, de donde regresó hace unos días.

Conversamos el jueves por zoom. Amoroso está recién bañada, con el pelo mojado, en un cuarto de hotel en Santo Domingo, República Dominicana, el único lugar hacia donde pudo volar cuando expiró su visa. A continuación, una transcripción de nuestra charla.

¿Qué te llamó la atención de este regreso a Venezuela?

A mí me gustaría, en un acto reivindicatorio, hablarte del venezolano más allá del chavismo, porque creo que al chavismo lo primero que hay que quitarle es el copyright de Venezuela. El chavismo es el proyecto político que secuestró a Venezuela. Es muy distinto de lo que se creyó que era en algún momento, cuando Hugo Chávez tenía un apoyo popular significativo (obviamente a fuerza de promesas populistas que ya conocemos). Hoy es la organización criminal que tiene secuestrada a Venezuela; esto es lo que se terminó de consagrar el domingo pasado. 

Contame cómo es el pueblo venezolano.

El venezolano o la venezolana es la persona para la que siempre sos un amigo, para la que siempre sos bienvenido. El venezolano es el que siempre tiene un guayo (un cafecito) y una arepita para convidarte, no importa quién seas. El venezolano es el que te saca a bailar así tengas dos pies izquierdos. El venezolano es el que baila incluso sus penas. Esa paradoja está en el alma del venezolano, que puede bailar hasta su propio quebranto. El venezolano es el que recibió a los que huían de los años más oscuros de nuestra historia reciente. El venezolano es el que tomó y admiró con humildad lo mejor de las culturas que vinieron, como la nuestra. El venezolano es el que te saluda en la calle y te dice “mi amor” aunque seas una completa extraña o un completo extraño, porque es tanto a mujeres como a hombres. El venezolano es el que siempre te da la bendición antes de que te vayas.

¿Es un pueblo creyente? 

Va más allá de la religión: es un pueblo de fe. Ahí entendés; no hay otra explicación por la cual están saliendo a las calles contra una estructura militar que controla toda la fuerza estatal, y que tiene además fuerzas paramilitares dispuestas a matarles a sus hijos.

¿Cómo explicás a los venezolanos que votan convencidos al chavismo?

Son hijos de un sistema. Te voy a contar algo: el otro día entrevisté a una señora en la calle. Le digo: “Hola señora, ¿cuáles son sus expectativas para el domingo?”, y me dice “bueno, mi hija, yo voy a votar al presidente Maduro”. “Bueno –le digo– ¿y qué la impulsa?”. “Que voy a votar a mi presidente Maduro”, responde. Le digo: “Disculpe, ¿usted tiene su familia acá? ¿Sus hijos están acá o están afuera?”, y se me puso a llorar en ese instante. El tiempo que pasó entre que ella me afirmó con seguridad su voto y se quebró en llanto fueron segundos. 

Cuando ahondo en su historia, me cuenta que tiene varios hijos afuera, que vive con uno que cobra un sueldo que no le alcanza para nada, que ella cobra una jubilación de 4 dólares, pero que viven en una casa que les regaló Chávez. Ni siquiera es suya del todo, porque les hacen el juego perverso de entregarles las viviendas pero no las titularidades. El sistema de retención de ese voto fiel implica mantener a esa gente bajo el secuestro.

¿Ellos saben que están secuestrados o tienen síndrome de Estocolmo?

Tienen una conciencia plena de la situación que están pasando. Por supuesto que es muy difícil salir de un régimen que controla toda la fuerza y que además está enquistado en el poder con estructuras criminales ligadas a lo peor el narcotráfico, el tráfico ilegal de recursos como oro, piedras preciosas. Porque además del petróleo, Venezuela es y fue históricamente la joya de la corona latinoamericana. Tiene lo que se conoce como el arco minero del Orinoco, que es una fuente de muchísima riqueza. Ahí también hay bandas criminales que aterrorizan a la población porque la operan con la minería ilegal, o sea, también se está cometiendo un ecocidio en Venezuela, una inmensa devastación natural. Estas estructuras criminales están sostenidas por una nueva clase burguesa, que en Venezuela le llaman “los enchufados”. Son los enriquecidos con los negocios ligados al régimen, por eso en Venezuela hay gente cobrando sueldos y jubilaciones de 4 o 5 dólares con una dolarización de hecho, mientras por una calle de Caracas ves una concesionaria Ferrari, ¿se entiende? 

¿Financian o producen cultura, medios, humor, libros? ¿Venden chavismo? 

El chavismo ha financiado, por ejemplo, el regreso de los artistas internacionales a Venezuela como parte de una estrategia de instalar que en los últimos años Venezuela estaba mejor. Traían artistas del exterior para construir esta fachada de que Venezuela es un país abierto en el cual la gente tiene dinero y tiempo y espíritu para para dispersarse e ir a un recital. Son maniobras recontra conocidas, de manual; alguna vez lo describí como cotillón de un régimen autoritario. Y en ciertos sectores caló esta idea súper falsa de que Venezuela se estaba arreglando. Ahora con todo esto que pasó esa fachada está totalmente caída. Lo que pasó el domingo es la confirmación cabal del secuestro.

¿Y quiénes son los que hoy, en el pueblo, te discuten a muerte que está todo bien?

En Venezuela ya no hay grieta. La amplia mayoría del país quiere la salida. El punto de inflexión esta vez se ve en un lugar como Petare, que es el equivalente de la Rocinha en Río de Janeiro, donde están los barrios. Estos cerros de fisonomía favelada, donde la gente tiene tanto arraigo que se transforma en una cultura en sí misma, solían ser bastiones chavistas, pero hoy estamos viendo que quienes encabezan en motos las caravanas en apoyo a María Corina Machado y Edmundo González Urrutia están bajando de Petare.

Es game over.

Sí. Políticamente, para ellos es game over. La única forma que les queda de resistir es la fuerza.

Vi un video donde policías venezolanos se sacaban el uniforme, ya sin estómago para seguir reprimiendo a la gente. 

En 2019, cuando fue el intento frustrado de pasar ayuda humanitaria, yo vi a militares desertar en la frontera con Colombia. Algunos decían “tengo miedo por lo que le puede pasar a mi familia”, porque si la represión es brutal con los disidentes políticos, los niveles de tortura que puede recibir un militar al que se considera traidor son inimaginables. ¿Querés conocer el infierno más estremecedor? Ahí lo tenés. Dentro de las fuerzas, ellos tienen un sistema de contrainteligencia brutal. Al régimen lo sostienen dos cosas: la fuerza y un sistema de delación muy fuerte, lo que le hizo un daño a la sociedad venezolana que va a ser muy difícil de reparar incluso después de que se vaya el chavismo, y tiene que ver con los lazos de confianza.

Unos contra otros. ¿Cuál puede ser el estímulo para denunciar a tu vecino? 

Que te den un mejor lugar donde vivir, que muerdas en el negocio, llámese narcotráfico, llámese tráfico ilegal de algo, llámese lo que sea. Las fuerzas son profundamente corruptas. 

Pero es una manera feroz de corromper a la gente, ¿quién puede resistir durante años sometido a la delación y al hambre?

Yo leía carteles en las manifestaciones que cubrí y uno decía: “Tú, soldado, también eres pueblo”, apelando a que ese soldado o a ese policía que vuelve a su casa y ve que su familia también tiene que subsistir con un sueldo de miseria, y que su hermano también está por dejar el país o ya lo dejó, y que su mamá tampoco puede comprar la medicina, entonces el discurso apela a esas bases porque los que están arriba, los jerarcas de las fuerzas, no pueden y no van a hacer otra cosa más que obedecer a las órdenes de la represión asesina porque ahí se juega su negocio y también su libertad. Maduro no es solo Maduro: es toda una estructura criminal. No hay muchas opciones: o participás, o mordés del narcotráfico, o mordés de acá o de allá, o te callás. 

¿Es un delirio pensar que un jerarca pueda arrepentirse? 

Ha habido arrepentidos. Está el caso de Manuel Cristopher Figuera, ex director del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional), que se levantó contra Maduro en 2019 y tuvo que tener protección internacional. Buscá también la historia de Ronald Ojeda Moreno, militar venezolano al que secuestraron de su casa en Chile, lo torturaron y lo mataron. 

Acá lo estoy viendo, qué joven.

Entre los muertos del lunes hay dos menores de edad. Mirá, el Helicoide es el centro de tortura más grande de América Latina. Está en Caracas. Yo hice un informe hace unos meses, y uno de los entrevistados, Dylan, era menor de edad. ¿Cómo llegó ahí? Se hicieron pasar por su mejor amiga en Facebook para citarlo, y cuando él llega la amiga le dice “lo siento mucho”. Tenía 16 años. 

La pregunta es qué les queda a esos chicos después de pasar por algo así. 

Les queda la evocación de lo que fueron, les queda la prueba cabal de que eso que fueron lo siguen siendo, porque aún así están saliendo a la calle, porque aún así fueron a votar con toda la ilusión llevándoles el desayuno a los fiscales que habían designado, porque aún así se ponen las pulseritas tricolor y exhiben con orgullo su condición de venezolanos, cuando la verdad es que han sufrido mucha discriminación en la diáspora. Gracias a Dios en la Argentina no, pero se han dado brotes de xenofobia muy fuertes en Perú, en Ecuador, hasta en Chile, y aún con todo eso siguen porque son venezolanos. ¿Sabés cómo termina mi libro? “Porque sos venezonalo y sabés que pa’ adelante es pa’allá”. La esperanza para el venezolano es un imperativo moral, por eso es que yo estoy enamorada de ellos.

¿Cuántas chances hay de que caigan? ¿Qué hay que hacer?

No dejarlos solos. No dejarlos solos. Que se ejerza toda la presión desde afuera que se pueda ejercer. Ahora es así. Como ser humano, deseo que esto termine ya, pero como profesional tendría que decirte que, con la información que tenemos en la mano y con los antecedentes que conocemos, esto va a ser un proceso extenso y costoso en términos de vidas humanas,  dolorosísimo.

Ellos no tienen ningún incentivo para dejar el poder, y te voy a explicar por qué: Maduro tiene una denuncia por crímenes de lesa humanidad ante la Corte Penal Internacional, y la tienen también obviamente las autoridades inmediatas en la cadena de mando. Las fuerzas represivas tienen causas por narco-terrorismo en la justicia norteamericana. Además, hay un país entero que con mucha razón les tiene un rechazo enorme, infinito, porque les hicieron mucho daño, los humillaron, los hambrearon. El hambre en Venezuela no fue solo un resultado de la mala la mala administración (porque además de viles son increíblemente ineptos para el manejo de la economía y los recursos), el hambre fue una estrategia, una herramienta de abuso. 

Es como las historias de abuso infantil pero aplicadas a un pueblo entero. 

Es terrible, terrible, pero sabes que a mí me alivia saber que hay un consenso respecto a cuestiones inobjetables sobre lo que sucede en Venezuela. Todavía hay quienes quieren rescatar un poco la figura de Chávez y hablar del madurismo como el comienzo de la debacle: yo quiero aclarar que personalmente considero que en la esencia del ideario de Hugo Chávez estaba el destruir por completo las instituciones de la democracia y reducir al pueblo venezolano  en sus derechos fundamentales a una situación de falta total de libertad. Y todavía falta mucho por develar. Cuando se conozca en detalle el aparato represivo de, por ejemplo, un centro de detención llamado “La tumba”, donde se somete a tratamientos especiales a los que consideran traidores. Ahí van los activistas de más alto perfil, a los que torturan de una manera todavía más brutal. Cuando se conozca qué pasa con las ejecuciones en las calles y cómo usaron sus milicias paramilitares, o los colectivos, para reprimir, cuando se conozcan los pormenores de todo eso que sucedió va a ser muy difícil que esa cúpula militar zafe de crímenes tan graves que son además imprescriptibles. Ahora al menos salta a la vista del mundo que el chavismo es probablemente el fracaso más rotundo que haya existido. 

Como Cuba. 

Como Cuba, como Nicaragua, que está también en una situación análoga, pero en el caso de Venezuela lo que impacta y duele es el contraste entre el pasado (no tan lejano) y el presente: cómo esta democracia vibrante y este país tan rico se convirtió en esto. Yo siento que estoy recién recuperando la respiración, ¿viste? No me daba cuenta y me vino a la mente una frase de un chico muy chiquito de 14 años al que mataron en las protestas de 2018 en Nicaragua, un chico que era estudiante y había decidido ir a protestar contra el régimen de Daniel Ortega, otro dictador brutal que gobierna junto a su mujer Rosario Murillo en un binomio presidencial. Este chico se llamaba Alvarito. Le estaba llevando agua a sus compañeros y le pegaron un tiro. Se lo recuerda con un verso que dice: “Me duele respirar”, y a mí se me vino esa frase apenas estábamos saliendo de Venezuela, dije: “Claro, es que acá duele respirar”. Y te diría eso: en Venezuela duele respirar hoy. Por eso no se aguanta más, por eso no se puede más, por eso la gente está dispuesta y estuvo dispuesta a salir incluso a un riesgo altísimo. 

Hablemos de María Corina Machado. 

Para mí, es de las líderes políticas más consistentes que ha tenido Venezuela. Cuando Chávez estaba en su pico de popularidad –y mirá que Chávez fue popular– lo enfrentó en público y le dijo: “Expropiar es robar”. “Dígale la verdad a las madres venezolanas”, le exigió cuando hablaba de la situación penosa que vivían algunos sectores humildes en Venezuela. María Corina Machado se bancó todas las formas del asedio posibles; se bancó ser también muy cuestionada por ser considerada una dura intransigente, y hoy llegó su hora de la centralidad porque fue respaldada con más del 90% de los votos en las primearias de la oposición e inhabilitada después para ejercer cargos públicos. Por eso el candidato es Edmundo González Urrutia, de quien poco se puede decir porque realmente es un tipo de un perfil bajísimo que creo que ni en su sueño más loco se imaginó haber llegado a este lugar de protagonismo y centralidad, pero él mismo lo asume con mucha humildad y con una sobriedad que da cuenta de cuál es la dinámica: él es el candidato que pudieron inscribir, pero el capital político y el liderazgo político es de María Corina.

¿Cuál es el mejor escenario de esperanza? 

Que se inicie un proceso de transición democrática, que se ejerza suficiente presión sobre el régimen, que se le exija relevar la documentación que presenta la oposición con respecto al resultado de la elección, y se fuerce una transición hacia el 10 de enero, que es cuando constitucionalmente se debe asumir el nuevo mandato presidencial. Por supuesto que esa negociación debería contemplar vías de salida para el régimen: Rusia o China, y no creo que les divierta tanto, pero Irán también ha sido un aliado estratégico. 

¿Hay alguna reconciliación posible?

A mí me parece que hay que tener mucho cuidado cuando se habla de reconciliación. Creo que el pueblo venezolano está bastante claro y te diría que está reconciliado consigo mismo, incluso con quienes en algún momento han votado con mucha convicción al chavismo. La realidad ahora es tan abrumadora que la mayoría quiere que se vayan. Si lo que se está sugiriendo es buscar un framing retórico para no decir que en realidad lo que les estás dando es un salvoconducto para que se vayan, eso tiene sus problemas o sus tensiones desde el punto de vista de la justicia, ¿no? Porque uno dice “tendrían que pagar”, pero hoy es tan urgente liberar al pueblo…

En Colombia, cuando fue el desarme de las FARC, la disyuntiva era justicia o paz. En este caso sería justicia o libertad. Las dos cosas ahora mismo no las podés tener.  

Uno puede pensar que si la dicotomía es Justicia o Paz, que no hay paz sin justicia. 

Después de 50 años de guerra, muchos colombianos estaban para la paz.

Son casos muy complejos, pero si hay una, ¿sabés cuál es la lección? A la democracia se la defiende todos los días. Si te están cerrando un canal de televisión porque al tiranuelo de turno no le gusta lo que el canal dice, eso es game over. Ahí te está diciendo jaque mate el tirano. No es que se está pasando de rosca, te está diciendo: “Voy por todo”. Así lo hizo Chávez con el cierre de RCTV en 2007. Mirá las imágenes. Y no es que dé este ejemplo por sobredimensionar el rol de los medios ni por corporativismo, es que realmente con ese acto el tipo les dijo a los venezolanos: “Así le va a pasar a cualquiera de ustedes que ose poner en riesgo este proyecto político”. Si me preguntás a mí en qué año empezó todo esto, yo te digo: en el cierre de RCTV.

Lo fantástico de este proceso revolucionario que está pasando Venezuela es que buena parte de las y los protagonistas son chicos jóvenes que solo vivieron chavismo.

Lo fantástico de este proceso revolucionario que está pasando Venezuela es que buena parte de las y los protagonistas son chicos jóvenes que solo vivieron chavismo. Porque el chavismo, como la dictadura cubana, tiene una criptonita que es la ventana al mundo. Primero, la diáspora, el relato del que logró salir y puede contarte cómo es la vida cuando no te duele respirar. Y después, nosotros, que a pesar del servicio deficitario y de mierda que tienen de señal de celular y de telefonía, logramos exponerle al mundo lo que está pasando en Venezuela. Esto los pone nerviosísimos. Vos hacías zapping ayer en Venezuela, yo hice el ejercicio, y eran todos programas de entretenimiento o novelas o la cadena nacional. Nada más. Venezuela arde y eso era todo lo que podías ver en la tele. Por supuesto que hay colegas locales haciendo un periodismo infinitamente valiente en Venezuela con los cierres de decenas y decenas de canales y de radios y de medios que hubo, con todas las limitaciones que tienen, porque se enfrentan a peligros muy serios de caer en prisión por delitos propios del catálogo de leyes falopa que se inventaron para meter presa a gente inocente. Y con todo eso todavía hay periodistas haciendo un trabajo muy heroico, pero cada vez los están asfixiando más. 

¿A los periodistas internacionales también podía pasarles algo?

Por eso me fui, aunque los vuelos estaban todos cancelados y tuve que venirme para Santo Domingo. Para cubrir las elecciones, me tuve que acreditar y pedir una visa que duraba poquitos días, o sea cubrías la elección y ellos querían que rapidito te fueras a tu casa.

Te cuento algo: mientras yo trabajaba, creo que en todos los lugares donde íbamos siempre aparecía alguien de civil, pero en algunos casos hasta uniformados. Me ha pasado incluso que me siguieran los mismos policías y grabaran íntegramente lo que yo hacía y decía al aire. Me seguían y me grababan en prácticamente todos los lugares donde estuve, salvo lugares cerrados.

Me ha pasado que me siguieran los mismos policías y grabaran íntegramente lo que yo hacía y decía al aire.

Yo fui a Venezuela perfectamente consciente de la situación, y dispuesta a hacer todo lo que estuviera a mi alcance para que no me pasara nada, pero creo que hoy cualquier periodista que quiera contar la verdad sobre Venezuela y quiera hacerlo sin tapujos tiene que entender que eso implica un riesgo, incluso cuando para ellos es un costo bastante alto meterse con un extranjero, lo que no quiere decir que no te lo vayan a hacer. No hay garantías de nada, sobre todo porque están muy nerviosos. Nuestra cobertura tuvo mucha repercusión por las enormes limitaciones que existen en los medios venezolanos para transmitir, y eso tiene su lado hermoso que es que la gente te saluda y hasta me alcanzaba cositas, me regalaban dulces, pero lo que sí no quería hacer era quedarme sin tiempo otorgado por la visa dentro del país, porque eso sí me hubiera complicado las cosas.

También puede pasar como en Cuba, ¿no? Que siga así eternamente. 

Nosotros. Quizá tendríamos que hacer un rol un poquito más digno del que hemos hecho con Cuba, y no permitir que un pueblo esté secuestrado. En el caso cubano, la lógica insular hizo que el secuestro sea hasta más simple para ellos. Pero el mundo se quedó callado. 

Me obsesiona que existan pueblos privados de su libertad. Me obsesiona Venezuela particularmente, porque viví cuatro años ahí, pero también me obsesiona el caso cubano y el nicaragüense, muchísimo más olvidado y por consiguiente muchísimo más triste. No hay ninguna razón por la cual no podría Venezuela ir hacia eso; de hecho, está en esa instancia. La escuela de la cultura de la delación y de la contrainteligencia dentro de las fuerzas es adoctrinamiento cubano propiamente dicho que han recibido algunos de los integrantes y militares del régimen. Hay una relación existencial entre el régimen cubano y el régimen venezolano que tiene que ver con la transferencia del know how represivo.

Hay una relación existencial entre el régimen cubano y el régimen venezolano que tiene que ver con la transferencia del know how represivo.

Pero a Venezuela la está salvando algo. Los cubanos sufrieron además de la connivencia, la complicidad activa de los constructores de la narrativa tanto en América Latina como en Europa: pensadores, escritores, periodistas explicándoles a los cubanos que se escapaban a punta de tiburón que en realidad estaban confundidos. Toda esa gente que construyó la mentira atroz del régimen cubano hoy ya no tendría lugar con un régimen como el venezolano, y esa ha sido una victoria de varias generaciones de venezolanos organizados y de los que andan lastimosamente desperdigados por el mundo contando su historia. También hay otro flujo de la información y de la capacidad de acceder a información en tiempo real: nosotros ayer veíamos cómo lo chupaban a Freddy Superlano, dirigente opositor, a plena luz del día.

Los nervios que habrá pasado tu familia. 

Hice sufrir un poco a mi marido en este viaje. Aprovecho esta instancia pública para pedirle perdón [risas].  

¿Vos te acordás la última vez que Fidel Castro visitó Buenos Aires, que dio una conferencia vestido de Armani en la facultad de derecho y estaba lleno de gente embelesada? Yo vi a toda mi generación defender esa dictadura.

Sobre el chavismo, yo no sé cómo no les da vergüenza a quienes fueron sus cultores y defensores, cómo no les da vergüenza este horror show en el que se convirtió Venezuela. Después están los relativizadores de la vida, que no son más que cómplices arrepentidos, sin ninguna honestidad intelectual, incapaces de pedir perdón por sus errores de juicio. 

¿De dónde te viene este fervor? 

De mis viejos. Mi mamá estuvo siempre muy involucrada, muy alfonsinista, más bien illista, te diría, profesora de literatura y amante de la libertad, que ha ejercido su oficio con tanta pasión. Y mi viejo es un tipo muy noble, muy racional, que siempre me dice “hacé tu tarea lo mejor posible”, me acompaña y nunca cuestiona mis decisiones, me deja hacer. Son gente con un enorme sentido de justicia y yo no concibo la vida sin la libertad, eso me ha ayudado a ganarme problemas, pero ¿sabes qué? Tengo el alivio de que no me duele respirar. No quiero que me duela respirar. 

Te voy a mandar el informe de la selva del Darién, yo quiero que veas en qué infierno se meten los venezolanos –entre otros migrantes– para huir de esa tragedia en la que están. El Darién es lo que era el mar para los cubanos. De hecho hay cubanos también cruzando el Darién. Yo tengo una obsesión con las crisis migratorias y con las crisis humanitarias, porque yo soy una convencida de que los exilios no mienten nunca. ¿Vos queres tener un termómetro de un proyecto de fracaso, de hambre, de represión? Mirá ese indicador. Ahora, por ejemplo, lo más probable es que veamos un éxodo todavía más importante, ya lo advirtió María Corina Machado, y coincido con ese diagnóstico.

Lo que está por venir va a ser largo pero es importante entender que tenemos un rol también nosotros, un rol fundamental, muy importante. No es momento de decir, como dijo en su momento Alberto Fernández, un relativizador confeso de la situación venezolana, que son los venezolanos quienes deben encontrar la solución. Hacer eso es soltarles la mano a los venezolanos. Yo lo único que quiero es que estos caigan.

Estás haciendo todo lo que está en tu poder. 

A mí me sabe a poco lo que hago.

¿Querés ser mártir? 

Yo sirvo más funcionando, por eso no quise excederme ni 5 minutos de mi visa. Tengo que ponerle racionalidad y seguir. Constancia, racionalidad, y una profunda ética profesional, porque no quiero que sigan pagando un precio tan alto para sobrevivir. Es demasiado. Yo tuve un ángel en Venezuela, que fue un colega –su nombre es Cristian– que me prestó su material de protección, me dijo: “Te veo muy expuesta”, porque no se podía viajar con el equipo de casco y chaleco y tampoco se podía conseguir en Venezuela, entonces yo fui y me metí igual en las marchas, y me metí en situaciones complejas sin chaleco, y él pidió mi teléfono, me llamó y me dijo: “Te quiero ayudar”, y me alcanzó un chaleco. Cuando nos encontramos, le dije, “pero qué hago por vos”, me dijo: “Para mí ayudar es un orgullo”, y fue por cierto la persona que nos consiguió el vuelo charter comercial cuando se canceló nuestro vuelo porque Maduro había roto relaciones con Perú. 

Un saludo para Cristian desde Argentina.

Sí. No tenemos que dejarlos solos. Hay que seguir mirando Venezuela para que estos monstruos se vayan a la remismísima mierda. O a Moscú, o a Teherán. 

En Irán van a estar bien.

Sí, sí, les va a encantar.

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Victoria Liendo

Editora de Seúl. Doctora en Letras (Universidad de Paris 8 Vincennes-Saint-Denis). Repatriada.

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