IGNACIO LEDESMA
Entrevistas

Ángel de Brito

El periodista de espectáculos habla sobre política: por qué tantos actores son kirchneristas, la visita a Macri en Olivos y cuando compartió un programa de radio con Sergio Massa.

Ángel de Brito (Buenos Aires, 1976) trascendió la categoría de “periodista de chimentos” para convertirse en uno de los comunicadores más influyentes del medio. Instalado como figura de la televisión, acaba de protagonizar uno de los pases del año. Su programa, LAM, dejó Canal 13 después de seis temporadas y debutó esta semana en América (lunes a viernes a las 20), en medio de varias polémicas. Frontal y sincero, De Brito habla de esto y de un tema que domina pero por el que casi nunca le preguntan: la política.

¿Es verdad que Canal 13 no te dejaba trabajar?

Sí, lo intentó. Ellos no querían que haga LAM en otro canal, en el mismo horario. Hubo carta documento, cuestiones judiciales… Hubo de las otras cuestiones también. Hubo de todo para que LAM no vuelva, pero volvió.

¿Cuestiones no legales?

No en carta documento. Digamos, habladas.

¿Cuál es el motivo por el que se van de Canal 13?

Son varios. Uno es presupuestario, obviamente, tiene que ver con el dinero. Y el otro es que hubo destratos en el último tiempo, sobre todo del producto. LAM era el único programa del canal, lo digo con orgullo, que le ganaba a Telefé, que es el líder indiscutido en todos los horarios. Y el único que lograba ganarle era LAM. Más allá de lo que pasaba en las redes, más allá del ruido, eran números de facturación concretos. Teníamos 21 PNTs por día, una locura. La verdad, nos iba muy bien y, bueno, un día vienen y dicen: “Tienen que ir a las 9:30 de la mañana”. Otro día nos mandan a un estudio más chiquito que al resto de los programas… Fueron pequeñas situaciones que se fueron sumando. Igual, yo estoy súper agradecido al canal, la pasé genial. Pero bueno, decidí terminar con ese tipo de condiciones, como hace cualquiera con un trabajo.

¿Ya estaba la propuesta de Telefé? ¿Ya tenían un lugar adonde ir?

Nada, el vacío. Con los números del programa era obvio que nos iban a llamar de otros lugares para trabajar, entonces yo contaba con eso. No es que me quería ir de la tele. No soy millonario, no soy Tinelli, no soy Repetto: tengo que vivir de mi trabajo. Yo sabía que nos iban a llamar de alguno de los otros canales para ir a trabajar y, si no, iba a esperar. Sinceramente. También tenía ofertas para ir a trabajar afuera, de jurado, puntualmente. Entonces dije: “Bueno, me la juego, si no lo hago a esta edad, ¿cuándo lo voy a hacer?” Y salió bárbaro, la verdad. Nos llamaron de Telefé, nos reunimos con Telefé, nos llamaron de Canal 9, nos reunimos con Canal 9, nos reunimos con América… Con los tres canales en simultáneo, hasta que en un momento hubo que decidir. Las ofertas estaban abiertas en los tres lugares, más allá de las presiones, más allá de los llamados, más allá de todo, y bueno, me dieron ganas de probar esto, de probar el prime time, un horario de mayor facturación.

En Instagram te preguntaron qué esperabas de 2022 y respondiste: “que no me usen”. ¿Qué quisiste decir?

Viste que la tele te usa para ciertos intereses, para ciertas situaciones. Mucha gente quiere tener a los periodistas de espectáculos de su lado porque les conviene. Son muy inocentes los canales y los gerentes: piensan que te tienen contratado y por eso te llevan a hacer un montón de cosas que quieren ocultar. No saben que los colegas hablamos todos entre todos, tenemos muchos vínculos y si no lo cuenta uno, lo cuenta el otro. ¿Viste cuando te presionan para que no cuentes algo? Siempre lo termina contando otro.

¿Qué tiene más costo en la tele? ¿Hablar de la intimidad de una persona o decir a quién votaste?

En política nunca tuve repercusiones negativas. Positivas tampoco, eh. Yo hablo desde la honestidad, no tengo sponsor, no tengo sobre, no tengo vínculo con los políticos más que el social, de conocerlos porque vinieron a algún programa. En El Diario de Mariana, por ejemplo, estuve con todos los que eran presidenciables en ese momento. También los que querían ser gobernadores, venían frecuentemente. Entonces tenés un cierto vínculo. Pero no es que los llamo o tengo sus teléfonos.

Pero no tenés miedo de decir lo que pensás.

Cuando trabajé en Intratables, hace diez años, decía puntualmente lo que pensaba de las cuestiones políticas también. Siempre fui bocón, siempre fui opinador, siempre me gustó.

¿Cuándo empezaste a darte cuenta de qué te parecía bien y qué te parecía mal?

Yo leo el diario desde que tengo uso de razón. Entonces, con las herramientas de cada edad, siempre vi cosas que me gustaban y cosas que no. Cuando vas creciendo y te vas haciendo cargo de tu vida, empezás a trabajar y tenés que pagar impuestos y hacerte cargo de la vida real, de la vida cotidiana… Eso creo que te marca la opinión sobre la política, sobre la salud, sobre si te conviene comprar una casa o un departamento. Te va marcando la vida misma. Y siempre dije lo que pensaba. Ahora llama más la atención porque soy más famoso, más popular, estoy más expuesto, las redes sociales reproducen todo mil veces. Antes opinaba y pasaba de largo.

En el rubro espectáculos, con la mayoría de los actores apoyando al kirchnerismo, ¿alguna vez se te complicó?

No, nunca me pasó que no venga alguien, qué se yo. Gerardo Romano ha venido mil veces a mi programa. Florencia Peña, mientras podía con su contrato también venía. Y mis amigos son todos kirchneristas.

¿Vos cómo te definís?

Yo me siento no kirchnerista, no peronista. Pero dialogo con toda esa gente, no es que estoy cerrado, no los veo como el enemigo. Pensamos muy distinto, no comparto nada y bueno, listo. Pero comemos asado, compartimos la misma vida que antes porque nos conocemos de antes de cada uno tener una posición muy tomada.

¿Pensás que se está terminando la grieta?

La grieta la sentí más atrás, no tanto ahora. Pero está como instalada en la sangre de la gente. De todas formas, me parece que la pandemia nos bajó un poco los decibeles y dejamos pasar muchas cuestiones. Yo estoy en ese grupo: dejo pasar muchas cuestiones.

¿Qué feedback tenés con el público?

Siempre tuve buena comunicación, me siguen mucho y me dicen de todo. Por trabajar en Canal 13 me dijeron “te paga Macri”, por ejemplo. Y a Macri lo vi cinco veces. Cuando fuimos con todos los periodistas de espectáculos a la Quinta de Olivos fue un escándalo. Y después todos los periodistas de actualidad iban todos los viernes a la Casa Rosada o se juntaban a rockear en una quinta. Lo hizo el presidente Macri, lo hizo el presidente Menem, lo hizo el presidente Kirchner y la señora también lo hizo. Es habitual en la política. Alberto habla con todo el mundo. Es muy comunicativo. Pero bueno, siempre me importó poco, la verdad, ese tipo de cuestiones. No le doy trascendencia, que piensen lo que quieran. Yo sé quién soy, mis colegas saben quién soy, con mis virtudes y con mis defectos. Y yo creo que el público te ve, te escucha, te sigue en las redes y se da cuenta quién es un mercenario, quién está ensobrado, quién es un loco, quién hace show o quién trata de ser lo más honesto posible. Me refiero a cuando uno está en un medio, que tiene ciertas restricciones. Porque no es lo mismo un vivo de Instagram que estar hablando en la tele.

¿Y por qué te diste cuenta que no te identificabas con el kirchnerismo? ¿Qué fue lo que no te gustó?

No comparto valores que tienen y que expresan. Me parecen que algunos son una puesta en escena. Me parece que han usado a muchos sectores y a muchas minorías para sumar adeptos y realmente no piensan lo que dicen. Me parece que es especulativo y no me gusta el autoritarismo que muestran y que, además, ejercen. Ahora que estoy afuera de Canal 13 lo puedo decir sin que parezca una chupada de medias ni nada similar. Iban al canal y había que poner rejas y llamar a la policía. Había que hacer barricadas porque venían a tirar piedras y bombas de estruendo. Día por medio estaban los sindicatos en la puerta del canal. Y adentro del canal había un montón de trabajadores que no tenían nada que ver con el editorial de Van Der Kooy, de Lanata o de quien fuera. Han lastimado a un montón de trabajadores. Hablo de gente que ni siquiera salía en pantalla, o sea que no se sabía cuál era su opinión. Eso lo viví en carne propia, no me lo contó nadie. Cuando vi en Plaza de Mayo que ponían carteles con los sombreros de los militares a Mirtha, que escupían periodistas y organizaban escraches… ¿Qué espíritu democrático tenía eso? Por eso son valores que yo nunca respeté. De Macri y su gobierno pueden decir lo que quieran, pero yo no sentí censura. Seguramente algún caso habrá porque el que tiene poder lo ejerce en general, pero los vi más tolerantes.

¿Por qué tantos actores apoyan estas cosas?

Los más grandes encontraron una mística setentista. Y a los más jóvenes les da una razón de ser para su discurso, el famoso “relato”. Les gustó, les sirvió, lo apoyan. Y obviamente estoy de acuerdo con muchísimas cosas que hizo y que propulsó este gobierno como la ley de aborto y un montón de cosas que tienen que ver con las minorías, como la ley de matrimonio igualitario. Eran cuestiones que iban a llegar de alguna manera, pero que este gobierno impulsó y también ayudó a que se den. Pero después no me representan en absolutamente nada. Gente que grita, que roba vacunas, que hace fiestas en pandemia… Eso no me representa.

¿Eso no lo ve Gerardo Romano, por ejemplo?

Me parece que pueden sortear esas cuestiones y defender lo que consideran más central y eso dejarlo pasar.

“Roban pero hacen”.

El argentino piensa mucho así. Está instalada esa cultura. “Bueno, hicieron algo, arreglaron la calle”. Creo que piensa de esa manera gran parte de la población, pero me parece que tiene que ver con la falta de cultura de trabajo, con la falta de educación. Todos se acordaron de los médicos con la pandemia, todos se acuerdan de los maestros eventualmente. Los que sabemos lo que cuesta trabajar y lo que cuesta estudiar, tenemos otro tipo de valores. Yo me tuve que romper el alma para llegar hasta acá, nadie me regaló nada, no me acosté con nadie, no soy pariente de nadie, no soy novio de nadie y no hubo forma distinta de avanzar que estudiando y trabajando, haciendo mi camino.

A mí nunca me ofrecieron sobres. ¿A vos?

¡A mí tampoco! No nos quieren sobornar, ¡nos ven peligrosos! Yo creo que identifican a los sobornables. Todos los vemos y sabemos quiénes son. Hay distintos rubros: está el corrupto, el chivero, el que ves que no va a aceptar nada…

Vos estás en esa última categoría.

Y… A mí no me pasó. Nunca vino un productor teatral y me dijo: “Tomá, te doy tanto por mes”. Sé que hay colegas que lo hacen para que hable de tal obra o para que no hable mal de tal obra. Nunca me pasó. Yo sabía de colegas que eran mucho menos populares que yo, que no tenían programa y tenían una mensualidad de productores teatrales.

Pasa lo mismo con los políticos.

Obvio, pasa en todos los rubros: en el deportivo, en el político, en todos lados. Hay mucha guita dando vueltas. No es que me quiero hacer el abanderado de los honestos, pero no me pasó. Tampoco nadie me acosó.

¿Alguna “propuesta indecente”?

Propuestas sí, indecentes no. Pero nunca por la fuerza, ni para conseguir trabajo. No me pasó eso. Le pasa a un montón de gente, eh. Lo veo y lo he visto. A mí no me ven ni acosable, ni sobornable, no sé.

¿Amenazas?

La última amenaza fuerte que recuerdo fue de [Luciano* Garbellano, en la época de Moria y Nazarena. Él estaba con todo el multimedio Rial y yo estaba en el multimedio Canosa. En ese momento le dábamos con un hacha a Moria, sobre todo Viviana. Y Garbellano aparecía con lentes negros, tipo mafioso, en los móviles. Un día, no sé qué estupidez habremos dicho, nada del otro mundo, y llamó al productor y le dijo “esos tres que están sentados ahí van a aparecer en una zanja”. Y después con el tiempo me escribió Garbellano y me habló como si nada.

Ustedes no lo tomaron en serio.

No, yo me mataba de la risa. El que te quiere hacer algo no te avisa. Después, tuve amenazas por las redes: de muerte, de lo que quieras; pero de gente desconocida, anónimos.

No de poderosos.

No, la gente de poder me ignora. Tengo ese problema.

Bueno, Macri te convocó a esa reunión con periodistas de espectáculos.

¡Ni sabía Macri a quiénes llamó! Dijo “Tráiganme un par, a alguien del medio”.

¿No te conocía?

Yo a Mauricio y a su mujer los conocía de cuando venían a El Diario de Mariana, como venía Massa con Malena y Scioli con Rabolini. Hicimos toda la cobertura de la campaña del 2015.

Ahí te conocieron todos.

El que más me ubicaba era Massa porque ya me conocía de América: él había venido mucho. Trabajé en Radio Del Plata con Sergio Massa, fuimos compañeros en un programa donde él hacía la columna de ANSES. Era el titular del ANSES y venía una vez por semana a hacer la columna para ayudar a los jubilados, mirá vos.

¿Y cómo estuvo la reunión con Macri?

Se sentó Mauricio y empezó a hablar de lo que él quería y después hicimos un par de preguntas. La verdad, estuvo muy amable, nos contestó todo, era un grupo muy ecléctico, tampoco nos llevábamos tan bien entre nosotros. Estaban Monti, Roccasalvo, Ventura, Pallares, Mariana Brey…

¿Te pasó de que te den informaciones que después identificaste como una operación?

Si la información está buena no me importa el fin del otro, yo prefiero la primicia. Y si estoy favoreciendo o perjudicando el interés de otra empresa, buá. Me han llamado para putearme el de enfrente y el de adentro, de todos lados por primicias. Mi Twitter o mi Instagram son medios en sí mismos. Yo doy mucha información y varias veces me putearon, me acusaron de defender los intereses de tal o cual. Pero para mí, la info es info y punto. La gente me lee por eso también, porque quiere información y porque quiere opinión, nada más.

¿Sentís que en algún momento te quedará chico el espectáculo? ¿Querrías evolucionar hacia otros temas?

Para mí no es chico nunca el espectáculo. Para ponerte un ejemplo de otra época, Lucho Avilés fue más importante que muchos periodistas de actualidad de esa época. ¿A quién recordás como periodista de actualidad fuerte? Dos o tres, con toda la furia. Neustadt, Grondona, ¿quién más?

¿Te da más poder hacer periodismo político?

Sí, te da más dinero, te da más poder, te da otra cosa… Como que sos más inteligente. Pero yo no tengo ese prejuicio. Yo me siento hoy más popular que un montón de periodistas de actualidad o de deportes. Lo noto en las redes, en la calle. Cuándo vuelve LAM era una pregunta permanente y a otros les preguntan cómo se llaman.

¿Alguna vez te hicieron algún testeo para ver si podías ser candidato a algo?

Si me hicieron no me avisaron.

¿Tampoco te hicieron propuestas?

No, nunca, la verdad que no, no se les ocurrió todavía. Yo no descarto nada, me entretengo mucho más con la tele, pero qué sé yo.

¿Te interesaría?

Esa cosa patriota, heroica, mega solidaria no la siento, pero si sirvo en algún momento para colaborar y yo ya no estoy necesitando trabajar todo el día y lo puedo hacer ¿por qué no? Algo chiquito, no quiero ser gobernador, ni presidente, ni nada por el estilo. Desde el rol de la comunicación quizás. Viste que los jefes de prensa son todos malísimos, no saben hacer su trabajo porque son periodistas frustrados, entonces no saben comunicarse con los medios, son pésimos. Esto fue algo que le dijimos a Macri en su momento, que comunicaba mal las cosas, que no se entendía lo que hablaba, se lo dijimos en la Quinta de Olivos.

¿Cómo lo tomó?

Se lo tomó muy bien, eso me sorprendió. Yo esperaba un tipo más soberbio, más frío y la verdad nos escuchó. Quizás se fue de ahí y le salió por la otra oreja lo que le dijimos, pero en el momento estaba atentísimo como ante la verdad revelada. Hablamos de la ley de adopción, Roccasalvo le preguntó por ese tema. Ventura le habló de los clubes y del fútbol… Cada uno fue con un interés en particular.

¿Vos qué le preguntaste?

Yo le pregunté por actualidad, me parecía más entretenido para usar en los programas. De hecho di la primicia de que iba por la reelección. ¡Un primición! Conté dos cosas de esa reunión. Lo de la reelección y que le decía “Ventajita” a Massa.

¿Votaste a Macri en 2015?

Si, yo lo voté a Macri.

¿Y lo votaste de vuelta después?

Sí, lo voté de vuelta. Era eso o lo otro.

¿Qué sentiste cuando perdió?

Nada, a mí no se me va la vida por quien gobierna, obviamente prefiero que gobierne el que me gusta, pero no me pasó nunca.

Pero Macri ganó la primera vez.

Sí, pero no es que me encantó su gobierno tampoco, no fue la panacea.

¿En tu familia nadie es peronista?

No. Hay de todo, socialistas, mezclas… Pero yo me crié con mucha libertad así que tampoco me influyó tanto eso. Yo fui a la universidad, vi otras realidades que quizás mi familia no, entonces vi otras opciones de la vida y la opinión pública. Siempre tuve mucha libertad para todo, no sólo para la opinión política.

Fuiste armando tu ideología por vos mismo.

Fue pintando, qué sé yo.

¿Siempre te quisiste dedicar al periodismo de espectáculos o en algún momento tuviste la ilusión de cambiar el mundo?

No, no tenía esa cosa idealista de querer cambiar todo. O la perdí a los 20. En la facultad y en la secundaria estuve en el centro de estudiantes, todas esas cosas las hice. Creo que ahí descargué todo. Con eso me alcanzó. Era un quilombo y a mí no me gusta perder el tiempo, soy muy práctico. Toda esta cosa del debate, peleas por estupideces que no tenían sentido… Me fui rápido de esa parte. Yo soy expeditivo. No puedo estar doscientas horas charlando de un tema. Me aburre. Me pasó toda la vida. Yo quiero resolver los problemas y seguir adelante.

 

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Fernanda Iglesias

Periodista. Trabajó en Clarín, La Nación, Radio Mitre con Jorge Lanata y en diversos programas de televisión.

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