Sobre “Que vuelvan los globos”, de Julio Montero
Acaso porque también recorrí los claustros universitarios y caminé en ese cursus honorum que significó culminar estudios superiores, me abstengo de identificar como “filósofo” a quien, con disciplina y esfuerzo, culminó un estudio de grado en Filosofía.
Para filósofos, Platón, Aristóteles, Espinoza, Kant… o hasta el mismo Krause, cuya obra debió haber recordado el Lic. Montero a la hora de hablar de radicalismo. Porque sin Christian Krause no se puede comentar a Alem, pensar en Yrigoyen o catalogar a Marcelo T. de Alvear. Primer yerro del licenciado en Filosofía.
El segundo yerro está en confundir a un partido político (agrupación organizada, con ideario, doctrina, bases programáticas, identificación con el medio social, político, histórico y cultural), con un grupo vecinalista, sin programas ni metas y dirigentes auto-elegidos en función de su poder adquisitivo.
El tercer yerro del comentarista está en escribir nadería tras nadería hasta llegar al verdadero (único) leit motiv de su discurso: caer en el vano lugar común de denostar al único partido político de eficiencia empíricamente comprobada tras 130 años de existencia, con razonamientos falaces y precariamente parado en una pavorosa ignorancia de la historia moderna y contemporánea argentina e internacional. Prueba eficiente (y suficiente), de ello es el despropósito de identificar en el golpista Ongania, a un “neoliberal”… a más de doce años de distancia de la emergencia del neoliberalismo que ocurriría hacia los ’80.
La nota del egresado de Filosofia no se puede sostener por si misma. No posee ni forma ni sentido. No alcanza el nivel que debió tener. Pudo haber sido escrita por cualquier chitrulo diletante de los que abundan extramuros de las facultades, en ese sutil deslinde entre la ignorancia y la anarquía lectora de un autodidacta desordenado.
Todo esto, claro está, con total respeto por la persona que suscribe un comentario que no resiste la menor objeción.
—Mario G. Linares
Sobre “Cómo salvar a la democracia liberal”, de Hernán Iglesias Illa
Es la segunda reseña que leo del libro de Fukuyama. Me parece que trata de hacer una adecuación de su libro El fin de la historia sin entrar en profundidad en ciertos temas que en mi visión son la causa del descontento con los gobiernos, como puede ser la creciente desigualdad con la pérdida de bienestar para una amplia franja de la población occidental.
Tengo la impresión de que es momento de volver a analizar los comportamientos de las élites de todo tipo en la nueva etapa de globalización, desde el ya histórico estudio de Charles Wright Mills.
—Guillermo Romero