En su artículo del 12 de diciembre, Diego Papic carga contra los que él llama “liberales de denominación de origen protegida (D.O.P).”, sosteniendo que la prioridad política actual es ganar el poder. “Hay que ganar, además, porque lo que se pone en juego es mucho más importante que un puntito mas o un puntito menos de impuesto a las ganancias. La discusión no es entre liberalismo y socialdemocracia”.
El tema del resultadismo argentino nos arrastra a debates sin retorno y cancela toda discusión productiva. Nos une mucho más eficazmente el espanto que el amor, y nos hermana mucho más el deseo de poder que el proyecto de país.
Es la eterna dicotomía de nuestra historia: principios o responsabilidades, ideología o pragmatismo, Menotti o Bilardo.
Acuerdo con Papic con que ganar es un objetivo; de hecho, es el objetivo de la política. Pero no se trata de ganar para exclamar al segundo después del triunfo, como Robert Redford en El candidato: “¿Y ahora qué?”.
Como Liberal D.O.P. y como miembro efectivo del PRO desde hace mas de 15 años creo que me encuentro en una posición bastante buena como para aportar a esta discusión.
En primer lugar, no se trata de “un punto más o menos del impuesto a las ganancias”. Se trata del futuro de nuestro país. Ese futuro no se ilumina solamente ganando por amplio margen. Se construye también evitando fracasar en el gobierno. Y sepámoslo: si ganamos, no vamos a tener un cheque en blanco, así que más vale que no nos volvamos a equivocar.
La decadencia argentina tiene 80 años y los fracasos no fueron solamente de peronistas. La sociedad ya está cansada de las gestas épicas que terminan con el héroe imitando en los gestos y las acciones a los villanos. Los argentinos necesitamos que nos den paz y nos dejen construir nuestro futuro en libertad.
Es cierto que a algunos liberales nos encanta mostrar nuestro carnet de socios vitalicios. ¿Cómo culparnos? Si hemos pasado años escuchando a los gobernantes decir sandeces como que la inflación no tiene nada que ver con la emisión monetaria o que la libertad no puede ser la del zorro en el gallinero.
Al poder no le gusta el ciudadano libre que defiende sus derechos. Aman a los obedientes y sumisos capaces de las mayores lealtades a cambio de su protección. Ese siempre será el ciudadano ideal del poder.
Ser liberal es, de alguna forma, incomodar, por eso cuando el PRO fue gobierno se enojó con ellos y los llamó despectivamente “liberalotes”. No era agradable que les mostraran algunas inconsistencias. Hubiera sido más republicano explicar y no enojarse.
No todos somos liberales en Juntos por el Cambio. No todos entienden realmente que para volver a crecer es critico liberar las fuerzas creativas de la gente, bajar impuestos, rentabilizar al sector privado y limitar el poder de daño del Estado.
El debate sobre cómo salir adelante hay que darlos dentro de JxC, claro, pero hay que darlo. No sirve, en aras de una supuesta unidad para ganar la elección, comprometer el éxito real que es revertir la decadencia.
JxC tiene un gran músculo liberal en el PRO, en Republicanos Unidos y también en la Coalición Cívica y en la Unión Cívica Radical. Pero sabemos también que hay muchos sectores que creen que la solución siempre es más Estado.
Los liberales estamos dispuestos a dar esta discusión porque tenemos que ganarle al kirchnerismo, pero también porque sabemos que, si se impone la visión estatista, ganar no va a ser suficiente. Como pasó con Alfonsín, como pasó con De la Rúa.
Quien crea que el populismo va a morir, no conoce a la naturaleza humana. El populismo se florea por nuestra tierra desde nuestros inicios virreinales y combatirlo es una estrategia permanente. Populismo y socialismo son adversarios eternos. Se nutren del miedo a la libertad y pueden, en una generación, volver a poner en jaque a la república.
Si eso llegara a suceder, no vamos a poder confiar en los socialdemócratas amigos de negociar “transversalidad” a cambio de una Constitución que “amplíe derechos” o cree nuevos impuestos a los ricos. Entonces, como ahora, los Liberales D.O.P. vamos a seguir molestado todo lo que sea necesario.
Carlos Pirovano
Me gustaría tensionar la idea de Diego Papic. Liberales NO somos todos. Amparándome y partiendo de la nota de Juan José Sebreli publicada en esta revista –el verdadero león, o el Liberal Proscripto–, creo que un verdadero liberal tiene máximas inquebrantables. Se es liberal cuando se respeta la igualdad, y la posibilidad de conseguirla, las instituciones, la democracia, los derechos de las minorías, la defensa y la acción contra el cambio climático. Si no se defienden estos valores, no se es liberal. Por eso Javier Milei y los miembros de La Libertad Avanza no son liberales, son CONSERVADORES, como también lo es el resurrecto Domingo Cavallo. En el panorama político argentino actual, el único espacio político liberal es Republicanos Unidos (aunque siempre hay ovejas negras).
Con respecto a la idea que sostiene Papic, de la necesaria unión de los mal llamados “liberales” en Juntos por el Cambio, no la veo factible. Para Milei, es la destrucción de su aspiración personalista, populista, conservadora y rockera. Él quiere el sillón de Rivadavia. Y si es necesario, va a pasar sobre Macri y Patricia Bullrich. Algo que también va a intentar Pichetto. No me sorprendería verlos juntos o compartiendo fórmula en algún momento. Ambos reivindican al peronismo de derecha, una versión tan funesta como el kirchnerismo, un peronismo disfrazado de izquierdista (no creo que sea necesario recordar cuánto se resistió la señora Vicepresidente a votar por el aborto).
A Espert lo veo más proclive a unirse. Se debería meditar seriamente si permitirle entrar por sus problemas “narcos” y ciertas actitudes con el kirchnerismo que algunos periodistas, como Etchecopar, han revelado.
Personalmente, veo en la conformación actual de JxC un armado ideológico bueno, con la centroizquierda y la centroderecha, la socialdemocracia y el liberalismo bien abarcados y contenidos armónicamente (más allá de que veo preocupante las actitudes de cierto armador político de Republicanos Unidos de cara al futuro). No es necesario ampliar con alguien que sólo va a traer conflicto a la coalición. JxC es una coalición, no una colectora. Actuar de esa manera sería repetir el desastre de armado del Frente de Todos. Tenemos que ser Juntos por el Cambio, no Juntos por el Cargo.
Arturo García Fernández
Sobre la nota de Gustavo Noriega. quiero aclarar que coincido en general con su posicionamiento frente a la realidad nacional, o sea que éste comentario es con muchísimo respeto y en tono constructivo. No me parece que el pase sanitario sea un “castigo”; si una persona decide no vacunarse (y está en su derecho), la sociedad legítimamente puede (y yo creo que debe) tomar recaudos cuando esas personas quisieran ingresar a ámbitos eminentemente colectivos, sin distanciamiento por definición.
Ya se dijo y escribió muchísimo, y perdón la redundancia: la libertad de alguien no debería incluir la libertad para contagiar a otros en un evento masivo, a sabiendas (“a sabiendas de que no estoy vacunado”). Una persona no vacunada (y no hago una valoración, sólo constatación), en tal caso, es un “supercontagiador en un evento o ámbito ideal para el supercontagio”.
También sé que con el Gobierno nacional terrible que tenemos, cualquier medida nace con escasa legitimidad; pero también hay que ver la cantidad de países del mundo que (con porcentajes de vacunados similares) están implementando algún tipo de pase sanitario.
Por último, no me parece apropiado referirse a los expertos como “expertos” (con la carga irónica de las comillas). No todo lo que reluce es oro, no todos los que se presentan como expertos lo son, pero hay muchos que sí lo son. Hablar generalizadamente de los “expertos” con ese entrecomillado, termina objetivamente siendo no una legítima crítica a la tecnocracia, sino una cierta descalificación a la experticia. Sé que el autor no tiene esa postura, es biólogo, pero la nota lo termina trasuntando.
Claudio Chehébar
Licenciado en Ciencias Biológicas (UBA)
Si te gustó esta nota, hacete socio de Seúl.
Si querés hacer un comentario, mandanos un mail.