ELOÍSA BALLIVIAN

Historias sobre Guillermo Moreno

Un lector nos cuenta cómo se tuvo que ir del país por culpa de las DJAI del ex secretario de Comercio.

Estimados:

Les comento con conocimiento de causa (fui director de la Comisión Nacional de Valores casi nueve años) que la gestión de don Guillermo ha sido lamentable para el país. Es así. Pero el nivel de inteligencia de Guillermo (sea para crear o para destruir) es n veces superior al de Don Axel.

Axel Kicillof es un descerebrado. Su pensamiento es el de un muchacho limitado que ha costado miles de millones de dólares al país. Debería estar preso, sin duda. Y la población empobrecida económica y mentalmente de la mayor provincia del país lo sigue votando. Lamentable e increíble, pero real.

Conclusión: si votan a un imbécil como Kicillof y a un retrógrado como Guillermo, que no pretendan luego tener agua, comida, luz, gas, cloacas, educación y salud. ¡Que aguanten a los narcos!

Cordialmente,

–Héctor Helman

Interesante la nota, pero no responde a la pregunta que plantea el título casi en formato de tesis. Es sólo una descripción parcial, no por eso inválida, de datos del pasado. Pero no aporta nada.

Es sólo una opinión. Quizás exageré en las expectativas que genera el título.

Saludos,

–Diego Zalazar

Buenas.

Me llamo César y ya no vivo en la Argentina. Estoy donde estoy porque cerré la empresa que dirigía en la Argentina. Y Guillermo Moreno tuvo mucho que ver con eso.

Recurro a Youtube para ver qué pasa en mi país y me aparece Moreno participando en carácter de columnista que sabe, o panelista cuya opinión cuenta, o político invitado que tiene algo que decir, o la última esperanza del peronismo verdadero. Y yo tampoco puedo entender por qué sigue ahí.

Mi empresa era una sociedad importadora de material que no se fabricaba en Argentina. O sí. Había un par de fabricantes de lo que comercializábamos, pero tan berretas que el mercado de usuarios o instaladores de ese material no quería saber nada de ellos. Ni el Estado argentino, que en sus licitaciones citaba como referencia de calidad a un producto del rubro que se fabricaba en el exterior.

No nos iba mal.

Pero un día salió el insulto a la inteligencia llamado DJAI, las estrambóticas Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación.

Al principio había que hacer algunos malabares, pero la cosa funcionaba: declarabas que ibas a importar por $10.000 y la declaración era observada. Entonces presentabas dos de $5.000 y eran aprobadas. Estaba claro que era algo cachivachesco.

Luego, a mediados de 2013, la cosa se enredó. Durante seis meses no pudimos importar ni un conector. Presentaba las DJAI, que eran observadas. ¿Por qué? Difícil saberlo, pero había un truco que manejaba Moreno: había que esperar que se expidieran respecto a la declaración presentada todos los organismos intervinientes. ¿Cuáles? ¿Cuántos? ¿Hay una lista taxativa de éstos? ¿Era este listado un listado ad hoc o preexistente a nuestra solicitud? Preguntas sin respuesta. Por más profundo que uno indagara en la página web de la AFIP, no había forma de saber nada. El derecho administrativo no existía.

Entonces, después de decenas y decenas de mails a una dirección absolutamente genérica del tipo “info@” que me pasó el despachante para “ver qué pasa”, recibí la llamada. Era una voz joven femenina, que se presentó como Operadora XX (siendo XX un número, creo recordar que era 38). Cuando le pregunté su nombre, la voz joven insistió en que la llamara Operadora XX. Muy KGB. La agente, ejem, la operadora me pidió que generara en Excel una planilla de precios de ventas de todos nuestros productos para los años 2012 (el anterior), 2013 (en curso) y 2014 (el venidero) clasificados en tres grupos: “premium”, “estándar” y “populares”.

–Nuestros cables de fibra óptica no son ni premium ni populares –dije.
–Premium, estándar y populares –dijo la Operadora. No estaba allí para escuchar ni evaluar observaciones. Estaba entrenada para no transmitir nada. Un speech acotado e inamovible.

Teníamos que hacerlo en Excel, imprimirlo, grabarlo en un CD, y presentarlo en la Secretaría de Comercio de la avenida Julio Argentino Roca.

–¿A nombre de quién? –pregunté para encausar administrativamente el tema.
–A nombre del licenciado Guillermo Moreno.

Llevé mis planillas y mis CDs a la Secretaría. Usé el plural porque hice dos versiones: una para Moreno y otra para traerme de vuelta con el sello de la mesa de entradas. Yo era muy ingenuo y siempre pensé que había ciertas buenas prácticas administrativas establecidas.

–Buenas, ¿la Operadora XX? –pregunté, con la esperanza de verle la cara a la agente que me había llamado.
–¿Qué necesita? –me preguntó un agente con cara de agente.
–A la Operadora XX. Ella me instruyó para que presentara aquí unas planillas de Excel –estaba empezando a perder la esperanza.
–Es lo mismo, yo te la recibo –me tuteó el agente.
–Bien, aquí está, ¿me firmás el duplicado? –este pedido generó una sonrisa en el agente.
–No es necesario, está bien –me dijo, tiró el sobre sobre una pila de otros sobres y se fue hacia adentro de la KGB vernácula sin despedirse.

Un par de semanas después, me llamó otra Operadora. Me dijo que la diferencia entre los precios de 2012 (el pasado) y 2013 (el presente) no podía superar un porcentaje determinado, y que la diferencia entre el 2013 (el presente) y el 2014 (el futuro) no podía superar un porcentaje; otro, algo menor.

–Pero yo no puedo modificar los precios del año pasado –dije.
–No puede superar el tanto por ciento –porfió la Operadora.
–Pero yo no puedo modificar los precios del año pasado –volví a decir.
–No puede superar el tanto por ciento –volvió a porfiar la Operadora.

Entonces entendí. “Estos hijos de puta quieren que les mienta”, me dije.

Entonces les mentí. Necesitaba trabajar.

Me aprobaron las DJAI. Pero no por mucho tiempo. La insensatez fue en aumento y el final de su recorrido, en mi caso, está en Praga, donde vivo.

Vuelvo a poner YouTube. Y Moreno está ahí. Rosemblat lo presenta como el compañero Guillermo Moreno. No como el ex Secretario de Comercio e interventor del INDEC, Guillermo Moreno. ¡Ojo! A Ruckauf lo presentan como ex canciller. Nadie dice que fue el gobernador de la provincia de Buenos Aires en el 2001, cuando cayó –o hicieron caer– a De la Rúa.

Gracias por la catarsis. Voy a poner YouTube, pero voy a evitar los videos que incluyan al Bambino Veira contando anecdotitas repetidas y medio inventadas. Hay demasiada gente con sobrevida en la Argentina.

Saludos,

–César Mangiaterra

¡¡¡Excelente!!! Hay que recordar estas cosas. Este personaje lamentable no tiene que llevarla de arriba tan fácilmente. Memoria. Recordar siempre el daño que ha hecho. En este país pasan tantas cosas tremendas que ni los que seguimos la política con bastante interés nos acordamos a veces.

Y es bueno seguir preguntando por qué tiene tanto aire. Insistamos con la pregunta. Tal vez encontremos la respuesta o pongamos en evidencia a los malos periodistas que no saben o no quieren saber el prontuario del susodicho.

Gracias como siempre por las notas. Un poco de aire limpio.

–Diana Lacal

Pésimo todo el artículo. El peronismo ordenó siempre. Nunca más leeré algo de Seúl. Poco creíble.

–Alicia S.

Descubrí el diario digital gracias a un reportaje en Radio Mitre. Está muy bueno.

–Ricardo Vera

Acabo de leer la nota sobre el inefable Moreno y te diría que es lógica su presencia en los medios. Moreno “rinde”. Lo mirás para aplaudirlo o para insultarlo, nunca te merece indiferencia. La pantalla exige show, más en estos momentos de bajísimos ratings.

Por otra parte, veamos los siguientes ejemplos de showmans y sus meteóricos sprints.

1. Javier Milei, el número uno bajo todo concepto, las 24 horas conectado.
2. Mauro Viale, ya fallecido, fue un correcto periodista deportivo hasta que entró al mundo del espectáculo y llegaron Natalia, Samantha y todo el show, el rating creció, los escándalos también y Mauro se transformó en un número uno.
3. Su partner en las transmisiones de fútbol, Marcelo Araujo, un buen relator que inventó un personaje, y que con el “dame la mano”, “estoy cagado”, “si lo hace me voy” pasó a tener una extraordinaria popularidad.
4. El Gato Sylvestre. Está seguro que este periodista casi aburrido, número dos de Bonelli en el difícil de mirar A dos voces, es el que se muestra hoy como ultra K en todos los medios o sencillamente vio el negocio y creó un showman que hoy rinde.

Abrazo,

–Daniel Zalcman

Los sindicatos son los peores parásitos de un país. Viven del chantaje al gobierno de turno para lograr la ampliación de sus subvenciones permanentes para darse una vida de lujo y fines de semana en Miami. Utilizan a los trabajadores como papel de fumar: usar y quemar. Sus objetivos son evidentes: ruido en la calle para amedrentar al Gobierno, a los empresarios y a la gente en general. Aportan mecha y fuego para reventar empresas y generar más ciudadanos desamparados que luego son más dóciles a las consignas sindicales.

Por lo tanto, el Gobierno tiene que dar señales de autoridad y defender los intereses generales de la nación y de “todos” los ciudadanos, no sólo de chantajistas delincuentes y vividores. Argentina no puede perder ahora esta nueva oportunidad para recuperar su honor y grandeza en el mundo.

–jmarsanz@xxxxx.es

Soy parte de la generación boomer. Tengo 67. Y me gustó la reflexión que hacés. Siempre me preocupó no convertirme en esos “jóvenes de ayer”. Y ahora me queda más claro qué me molestaba. Era ese aferrarse al pasado y un cierto resentimiento por no tener la centralidad. Por eso, como docente, me retiré hace unos años. Que otros tomen la posta como quieran y puedan, probablemente en sentido diferente al nuestro. Nuestra generación tiene otra etapa a vivir, sin mandatos ajados. 💪🏻💪🏻💪🏻

–Patricia Rossi

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