No subestimemos a Milei ni a sus votantes

Es lo que nos piden nuestros lectores.

Estimado Diego:

Si bien la letra y, fundamentalmente, el espíritu de tu nota están claros, creo que, paradójicamente, contradicen al título. Reflejan un antiwokismo (que comparto) sin caer en los absurdos de negar la homofobia o el racismo.

En cualquier caso, también son muestra de cuánto nos condicionaron los progres en las últimas décadas, al punto de tener que revisar con lupa cada palabra que expresamos. No me preocuparía tanto por esos extremos, aunque puedan, en determinados momentos históricos, parecer más masivos y/o influyentes de lo que en realidad son. Y centraría mis fuerzas en resaltar la horrible mutación que adquirió el progresismo (todo, pero me preocupa más el nac&pop por razones obvias) cuando se rindió ante las infinitas variantes del “roban pero hacen” físico, espiritual y sobre todo cultural, que propone el peronismo y, claro, en las últimas décadas, muy en particular su variante kirchnerista.

Eso los llevó a arriar banderas (hasta cierto momento el “republicanismo” estuvo en su caja de herramientas) políticas, sociales, culturales y, mucho peor, morales. Estas últimas son las, para mí, más alarmantes: cuando empezaron a contagiarse de esa repugnante visión nazi que lleva a las personas a creerse mejores por su religión, su raza o, como en este caso, sus ideas.

El wokismo es un extremo que, imagino, más pronto que tarde desaparecerá, y con él, el antiwokismo, si existiera. El progresismo, o la centroizquierda, no. A la centroderecha también le pasó.

Eso sí puede explicar, no justificar.

Saludos, Diego.

–Enzo Prestileo

Para Pablo Avelluto:

Escuché el reportaje de hoy en FM Millenium y coincido con muchos conceptos que expresaste, pero tengo una pregunta (y no sólo a vos): ¿por qué nadie menciona la jugada política de Macri en contra de Larreta, que postpandemia era apreciado por muchos como el futuro presidente argentino, encumbrando en el PRO a Patricia Bullrich y propiciando el enfrentamiento que desgastó al PRO y a Juntos por el Cambio? ¿Acaso no fue esta jugada de Macri la que, en definitiva, nos trajo a Milei como presidente?

Me interesaría tu lectura sobre este punto.

Gracias,

–Víctor D. Levi

Bien Crettaz, sólido y veraz.

Un abrazo,

–Alfredo Chies

Estimados Hernán y Seúl,

Semanas atrás, ante lo valioso de las notas que mostraba el portal, y, además, el intercambio que se generaba, donde el feedback generado era tan valioso e interesante como la nota en sí, me atreví a “pedir flan”, citando aquella acertadísima frase de Alfredo Casero, que describía un momento político muy especial.

Hoy, con la nota de Gabriela Saldaña “Buscan su destino” (sí, los Macri-Cambiemitas buscamos nuestro destino), el deseo fue satisfecho con creces. Lo escrito es, sin dudas, el pensamiento de muchísimos.

¡Excelente Gabriela! ¡Deberíamos “mandar siete copias…” del artículo, como en las cadenas de otrora, para que el contenido se expanda, y, en devolución, el “destino” nos premie con un PRO soñado y deseado!

¡¡Abrazo afectuoso!!

–Daniel Stoessel

Queridos amigos de Seúl,

Previo elogio a vuestro medio, así como al Director (sí, con mayúsculas) y a su staff siempre renovado e igualmente calificado de colaboradores, no puedo evitar decirles dos cosas respecto del tema (temón) UBA: la primera, que la conocí antes del “síndrome k”; la segunda, que, aun habiendo optado, a cierta altura de mi vida profesional como docente, continuar fuera de ella, nunca dejó de “interpelarme”, por así decirlo, desde diversos ámbitos.

Respecto del primer punto: corría el año ’92 cuando pisé por primera vez la sede de Puan. Yo ya era una graduada en Letras que la frecuentaba realizando cursos, jornadas y seminarios de altísima calificación dictados por profesores y profesoras locales y extranjeros. Quienes asistíamos éramos, en su mayoría, jóvenes de 30 para arriba, portadores de una concepción política compatible con el alfonsinismo y, de hecho, con los progresismos democráticos urbi et orbi, más una franja de la izquierda clásica y otra de la derecha del mismo tenor.

Sin embargo, a partir del 2002, aquel mundo en el que convivían, no digo del todo pacíficamente, pero sí al menos coexistían las expresiones ideológicas mencionadas, colapsó. Fue así que, a medida que se sucedían las nuevas camadas de estudiantes y de docentes, el variopinto paisaje de las tendencias político-ideológicas se fue alineando en dos bandos: muchos de los que provenían del postalfonsinismo, más muchos de la izquierda (si bien algo culposa), por un lado, en un franco apoyo al kirchnerismo, y el resto. Dicho así suena a mero reduccionismo, sin embargo, no sólo instaló la tan remanida “grieta”, sino que vulneró y sigue vulnerando, sobre todo en las carreras humanísticas, el nivel académico de muchos egresados.

No es novedoso, quizás, lo que digo, pero creo que amerita un serio debate si lo extrapolamos al rol que cada uno de esos actores está asumiendo en sus cátedras, sea dentro de los claustros académicos o fuera de ellos, en la enseñanza media, por ejemplo, e incluso en las escuelas primarias, frente a miles de niños y adolescentes que están siendo fuertemente marcados por contenidos permeados de un ideologismo a ultranza, que impugna, sin dar lugar a disenso ni debates, la mayor parte de los contenidos, sea en la enseñanza de la lengua y la escritura, así como de la historia y la geopolítica, bajadas al aula como meros panfletos. Este fenómeno se divulga de modo casi subterráneo entre padres y docentes, pero no trasciende en los ámbitos donde debiera ser seriamente debatido.

Creo que Argentina debiera darse a sí misma un nuevo Congreso Pedagógico que, al igual que el del ’85, volviera a poner en valor y discusión todos y cada uno de los principios consagrados en nuestra Constitución, incluido el derecho a la educación de niños y jóvenes, erradicando para siempre la deserción escolar, tanto en primaria como en secundaria, ya que está establecido por ley, y por la consecución de una formación docente integral, de excelencia y actualizada acorde a los avances de las nuevas tecnologías. Esa es la prioridad y no otra en las aulas, aunque a muchos les suene un reclamo reaccionario.

–Cecilia Celina Visciglio

Me encantó la nota. Siempre su posición es fundada y criteriosa, y en este momento en que todos controlamos nuestros gastos, me persuadió de seguir apoyando a este medio del que soy suscriptora. ¡Necesitamos la revolución de la verdad!

Gracias por su aporte. ¡Bendecida semana de mayo!

–Noemí Román

Desde la emoción, esto que nos pasa es una tragedia. Pero somos seres emocionales que razonan. Entonces mejor vivirlo como comedia y así facilitar la acción: argentinos, a las cosas, y para caminar hacia ahí, la creatividad ayudaría.

1) No queda otra que generar riqueza y valor. Cúpulas tramposas, currocracias y pseudoeficientismo fueron alimentados y engordados por ideologías e instituciones al servicio de pequeños grupos que no apuntaron al bienestar general y el desarrollo humano. Debe haber arrepentidos de sostener este fracaso, y hay millones de sufrientes y postergados entre el pluralismo laburante y los jubilados de cuarta dispuestos a pensar y jugar para las próximas generaciones, y no sólo para próximas elecciones, que difícilmente sirvan para avanzar rápido, conocida ya la variopinta partidocracia que ahora ampliará Karina y que seguirá en bolas y a los gritos con el rey desnudo mirando.

2) Aquí en Santa Fe nos deben la Constitución prometida en 1994 con municipios autónomos y se podría intentar ahí algo a favor de la gilada.

3) Otra sería pedir leyes vía change.org o tal vez una confluencia de partidos vecinalistas que sirva para rascar la olla desde abajo. O, más ambicioso, una ley nacional de promoción del desarrollo humano para evitar fraudes de piqueteros y afines.

4) Podríamos también aportar y apostar a la posible configuración de una fuerza donde prime la cordura (¿¿algo de eso fue el voto a Bullrich??).

Saludos, y perdón por la lata,

–Edmundo Lingo

Hola, ¿cómo están?

Les envío un texto que escribí reflexionando sobre Milei y España sin más intenciones que compartirlo y, si gusta, que lo usen.

Milei y La Internacional

No pretendo justificar a Milei. Si los funcionarios españoles lo agraviaron antes y Sánchez apoyó a Massa. Sí, lo que mencionó Milei es de conocimiento público, salvo que calificó a Begoña Gómez de corrupta cuando no tiene condena, al menos aún.

La escalada del conflicto con España es innecesaria. Digo esto pensando que en realidad la escalación fue de Sánchez, porque no me parece razonable retirar a la embajadora por un comentario sobre su esposa, sin nombrarla, que a lo sumo puede caracterizarse de inapropiado. Recién escuchaba a un periodista español de apellido Apaolaza que comentaba que otros mandatarios como Petro y López Obrador han insultado a España y no pasó nada.

En ese contexto, el discurso de “no la nombré” suena infantil. De todas formas, el pedido de disculpas que Sánchez le pide a Milei no suena de lo más apetecible para Milei con el pasado reciente de sus declaraciones y las de sus funcionarios. Además, no es su forma, su esencia. Con todo, el comentario “fuera del libreto” de Milei fue innecesario.

Voy un poco más al fondo, porque Milei fue a España a participar de un acto de Vox, partido “de ultraderecha”, probablemente lo más afín a La Libertad Avanza en el espectro español. Y antes fue a Estados Unidos a la Conservative Political Action Conference (CPAC). Y anda por el mundo en “mitines” de partidos políticos y agrupaciones afines a su pensamiento. ¿Por qué hace eso?
Bueno, la primera respuesta posible es “porque quiere y puede”. Puede, por su cargo, con el interrogante de quién lo paga. Y, en caso de que sea el Estado argentino, si está justificado o se trata de un abuso de recursos públicos (a los que lamentablemente estamos acostumbrados). Quiere porque… ¿Por qué? ¿Por ego? ¿Qué busca?

Me voy para atrás. Milei apareció hace algunos años como un panelista exótico que planteaba una teoría económica a contramano, furioso de lo que ocurría en Argentina, aun siendo que gobernaba Cambiemos. Por sus pelos locos, su forma de hablar y gritar, su histrionismo… y sus ideas. Que resonaron por el contraste con la realidad argentina, y porque planteaban un pasado glorioso a retomar.

Fue creciendo en ese rol, apalancado en el “gradualismo” de Cambiemos, sus problemas, las corridas cambiarias. Ya con el nuevo gobierno del kirchnerismo, en 2021 logró ser elegido diputado nacional por CABA. No cambió y le puso hechos concretos a su discurso anticasta con el sorteo de su dieta. Construyó un personaje en los medios y en las redes con un discurso homogéneo, repetitivo, a contracorriente, antisistema. Ya contaba con un público estable que lo seguía, y mirábamos con extrañeza las clases públicas de economía. Ya era un “fenómeno”, aunque en ese momento “barrial”.

De cara a las elecciones de 2023, subestimado por todos, decía que si se metía en el balotaje ganaba. Y tuvo razón. Con un Juntos por el Cambio desdibujado, ayuditas del peronismo y una construcción que nadie vio venir. Arrancó de la nada misma y a escasos siete años de su primera aparición televisiva, rige los destinos del país. De película.

Entonces, lo primero es: no lo subestimemos. Algo hizo bien.

Y acá es donde me pongo a contestar la pregunta de párrafos atrás. ¿Por qué dedica tanto tiempo y esfuerzo a su participación en foros del exterior afines a su forma de pensar? Ego, sí, puede ser que haya algo de eso. Pero hay una frase que le escuché recientemente que dice que “el poder es un juego de suma cero, y ellos (por «los zurdos») saben eso”. Y este tipo no se cansa de decir que aborrece al socialismo y plantear la batalla cultural.

El “saben eso” destila algo: los zurdos saben jugar al juego del poder y la batalla cultural. Lo vienen haciendo hace años, con teoría, práctica, asociaciones orgánicas e inorgánicas. En su momento el liberalismo jugó ese juego magistralmente contra las monarquías. Más adelante, el capitalismo y el comunismo se trenzaron con todo, y los dos tuvieron éxito en sus esferas de influencia. Entrando a los ’90, el capitalismo ganó (y/o el comunismo implosionó) y se declaró “el fin de la historia”. Sí, estoy simplificando a lo bestia (y voy a seguir).

Pero obviamente no fue el fin de la historia. Las expresiones de izquierda se reinventaron. Las ideas de base en algún punto ganaron terreno, y la izquierda se apalancó en el feminismo y movimientos LGBTQI+ primero y en el apoyo al mundo musulmán después. Aquí es donde quiero detenerme un ratito. La agenda del feminismo irrumpió fuerte. Claro, por su propio peso, ya que tiene sus propios méritos. Pero también por una agenda coordinada a nivel internacional, principalmente por la izquierda, que se apropió de esas banderas. Ok, sí, en tiempo de redes sociales no puede sorprender la internacionalización de la agenda de temas transversales. Pero no es menos cierto que los partidos de izquierda fueron quienes levantaron las banderas, movilizaciones, marchas, agenda mediática.

Más adelante hicieron lo mismo con la causa del mundo musulmán, que hoy se materializa en Palestina. Tímidamente también, o con menor intensidad, con el tema de la invasión de Ucrania por Rusia.

Hay una disonancia fuerte que me indica la organicidad de la agenda. ¿Cómo desde el feminismo y el mundo LGBTQI+ podés apoyar al mundo musulmán radical? ¿Cuántas horas durás en Irán reivindicando los derechos de las mujeres o travestis? Conciliar esas posturas requiere algo más que un pensante “es más complejo”. Necesitás organización, organicidad, un propósito más allá de esas causas en sí mismas.

Ese es el juego que la izquierda sabe jugar, y muy bien. Y que “la derecha”, o más bien para mí el liberalismo/capitalismo, renunció a jugar desde hace un tiempo, desde “el fin de la historia”.

Y creo que ahí es donde Milei se siente llamado a jugar un papel. A dar la batalla cultural con un nivel de organización y organicidad internacional. Buscando dar una cohesión a las expresiones afines allí donde pueda, poniendo por delante las ideas fundamentales más allá de los matices. Algunas ideas de los “espacios afines” me resultan muy desagradables, y generalmente son las ideas de los conservadores. Ir contra el divorcio para mí es un anacronismo, un error, y, sobre todo, está mal (no lo digo por Milei sino por el secretario de Culto). Y de esas “disidencias internas” hay muchas en todos lados. Igual que dentro de la izquierda.

Pero volviendo, creo que siente que tiene un rol para jugar en la creación de “La Internacional Liberalista / Libertaria / Conservadora / de Derecha”. Qué ensalada. Pero creo que se entiende el punto que quiero hacer. Y qué te puedo decir: mal, mal, no me parece.

Pergaminos para hacerlo, tiene. Él se autodenominó “el mayor líder mundial de las ideas de la libertad”. Hoy me parece una exageración bastante exagerada. Pero hace siete años y un día nadie sabía quién era, hoy preside el país y proyecta su figura internacionalmente, más a pesar de Argentina que gracias a ella.

Subestimarlo no parece lo más apropiado,

–Jorge Madoz

Hola.

Noto que ustedes también subestiman a los votantes de Milei. Se nota que no fueron a ninguna de las clases de economía que Milei daba gratuitamente en diferentes plazas, donde iban cientos de jóvenes y también personas como yo, jubilada, escuchando y comprendiendo perfectamente sus clases.

Como entendimos, Milei ganó las elecciones. Aprendimos y por eso lo apoyamos tanto. No subestimen. Deberían escribir más sobre el Senado, que es el responsable de que el presidente aún no tenga las leyes necesarias. Los senadores que se autoaumentan dietas desvergonzadamente y ya no disimulan sus intereses mezquinos. Cada día está más claro que no les preocupan las personas comiendo de los tachos de basura. El Senado es el responsable.

Saludos,

–Botánicos

 

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