La marcha del martes fue multitudinaria y federal, por más que los simpatizantes del Gobierno quieran destacar a los asistentes más impresentables, desde políticos como Sergio Massa y Axel Kicillof, hasta personas comunes que gritaban enardecidas pidiendo colgar al ministro de Economía Luis Caputo o derrocar al presidente Javier Milei. Es un poco como cuando Página/12 buscaba algún nazi en las marchas opositoras al kirchnerismo.
A la noche, Milei posteó en Instagram una de esas imágenes hechas con inteligencia artificial que serán la marca estética de su gobierno: un león bebiendo de una taza que dice “LÁGRIMAS DE ZURDO”. Y en el epígrafe: “DÍA GLORIOSO PARA EL PRINCIPIO DE REVELACIÓN. Quien quiera oír (ver) que oiga (vea)… VIVA LA LIBERTAD CARAJO”.
Al día siguiente publicó un tuit extenso que empezaba diciendo “CAUSAS NOBLES. MOTIVOS OSCUROS” que, pese a lo que da a entender por el título, parece más bien una bajada de cambio, al menos para sus estándares, porque aclara: “En ningún momento el gobierno nacional insinuó la intención de cerrar las universidades nacionales”.
Está por verse si la movilización del martes es el comienzo de una oposición más organizada al Gobierno y, en ese caso, quién la podría capitalizar. Tampoco está tan claro si los que marcharon son todos parte del 44% que le votó en contra en el balotaje (en cuyo caso Milei puede seguir en la suya sin preocuparse demasiado) o si hay parte de su 56% (en cuyo caso se debería empezar a preocupar un poco más). El politólogo Andrés Malamud, basándose sobre todo en lo que pasó en el interior del país, dice que ocurrió lo segundo. ¿Expresión de deseos?
También es cierto que para las próximas elecciones falta una eternidad y que en general lo que más importa es la economía. Como dijo nuestro editor general Hernán Iglesias Illa en su newsletter de ayer, “hay chances no menores de que esto sea olvidado rápidamente y la situación se mantenga similar a como estaba hace dos semanas”. O como dijo a fin del año pasado luego de la primera marcha opositora, la calle no existe más.
Por el contrario, el periodista Jorge Lanata, en su guerra directa con Milei termina diciendo cosas como que “la calle vale más que el Congreso”. Es importante decir que no es así. Igual de cierto es que el Gobierno no logra tener al Congreso de su lado tampoco.
Bastante mejor le va con la inflacion. Al menos es lo que publicó Alphacast, una consultora fundada por Luciano Cohan dedicada al procesamiento de información económica y financiera. Entre otras muchas mediciones, Alphacast hace un estudio de la inflación núcleo y de la general desde abril de 2013, época oscura en la que el kirchnerismo mantenía intervenido el INDEC y las estadísticas privadas eran una de las pocas maneras de no navegar completamente a ciegas. Luego de la normalización del organismo estatal, este tipo de relevamientos privados complementan los datos oficiales y, en épocas que exigen la velocidad de la información en tiempo real, pueden anticipar tendencias que los relevamientos del INDEC tardan algunas semanas más en confirmar.
Pues bien, este posteo de Cohan en X del miércoles fue rápidamente reflejado y analizado en los principales sitios de noticias, porque Alphacast mostró en sus mediciones una variación del 0% en la inflación núcleo en las últimas cuatro semanas. Explicado como para que lo entienda tu tío que está ahí, al pie del tractor, tratando de levantar la cosecha de maíz en Chicharrita Renga, la núcleo es la inflación que no considera los precios con fuertes variaciones estacionales –por ejemplo, alimentos o turismo– ni los regulados –típicamente, los servicios públicos–.
Pero eso no es todo: si se considera la evolución de los precios únicamente en la última semana, Alphacast nos trae la buena nueva de que la inflación núcleo es negativa: -0,8%. O sea, digamos, que la inflación es en verdad deflación, o sea, que los precios no suben, sino que bajan. Proyectando estas cifras, la inflación general daría un 7,6% mensual y un 299,8% anual, con la inflación núcleo en -1,8% contra el mes anterior. Fua.
Quizás envalentonado por estos datos, quizás porque luego de la marcha universitaria necesitaba recuperar la iniciativa en su novedoso modelo discursivo-guerrero-comunicacional que hace rato emergió, en la misma noche del miércoles Javier Milei se presentó en la cena aniversario de la Fundación Libertad y montó la versión stand up comedy de su cadena nacional del lunes, aquella del superávit fiscal anunciado tan marcialmente, flanqueado por su guardia de honor económica. En el atril de la fundación liberal, en cambio, el presidente defendió su programa económico con una larga exposición técnica, condimentada por aquí y por allá con burlas y sarcasmos dedicados a ciertos comentarios críticos de economistas que hasta ayer nomás eran sus colegas. La peor parte se la llevó Carlos Melconian, a quien el destino trunco de ministro de Economía del prócer Carlos Menem en 2003 y de la actual ministra Patricia Bullrich en 2023 no le alcanzó para salvarse de la imitación presidencial. Haciendo de tripas corazón, Melco respondió que Tarico lo saca mejor.
Así las cosas, en la tierra del anulo mufa, las ilusiones, los desencantos y la inflación del tipo ave fénix, cualquiera pensaría que deberíamos moderar el entusiasmo. Sabemos también que ordenar la macro, aun reconociendo lo crítica que es la situación y la locura de la herencia kirchnerista, es una condición necesaria pero no suficiente para ilusionarnos en serio. Pero, una vez más, no es el caso del presidente, que parece estar muy convencido de que juega con las cartas ganadoras. El partido es largo, pero fe no es algo que parezca faltarle.
En las últimas semanas, los campus de algunas universidades emblemáticas de Estados Unidos se convirtieron en epicentros de un boomerang cultural y político. Todo empezó cuando varios grupos estudiantiles de Columbia publicaron una serie de declaraciones condenando las acciones de Israel en Gaza, describiéndolas como actos de agresión y llamando al apoyo a Palestina. Esta postura fue acompañada por una ola de manifestaciones dentro y fuera de los campus, en las que los lemas y los discursos se tornaron cada vez más polarizados.
Los eventos alcanzaron un punto crítico cuando algunos estudiantes comenzaron a organizar sentadas y boicots a clases, exigiendo que la universidad corte sus lazos con las empresas que, según ellos, apoyan la “ocupación israelí”. Se instalaron carpas multicolores en los jardines declarando lealtad a Hamás y la protesta se extendió a otras instituciones como la Universidad de Nueva York y Yale.
La situación escaló al punto tal que hubo arrestos masivos, las autoridades de Columbia decidieron trasladar las clases a un formato virtual y el gobierno de Joe Biden manifestó su alerta.
Lo más preocupante de este escenario es la aparición de un antisemitismo cada vez más explícito. Se reportan incidentes en los que símbolos y discursos antisemitas encuentran cada vez más espacio. También en Columbia se han llegado a crear “zonas libres de judíos” en el campus y a un profesor se le prohibió el acceso por criticar la incapacidad de la institución para garantizar la seguridad de los estudiantes judíos.
A medida que se intensifican las protestas, la situación académica refleja una ironía amarga: estas instituciones, que por años fueron bastiones del relativismo cultural y del identitarismo, ahora enfrentan la fragmentación y polarización extremas que estos principios engendran.
Uno de los grandes personajes que nos dejó la pandemia junto con la Payasa Filomena, el Pibi Grimson, el surfer y Sarita fue Juan Emilio Ameri, cuyo nombre quizás no te suene, pero a quién seguramente recuerdes como “el diputeta”. Ameri protagonizó un pequeño escándalo en septiembre de 2020 cuando le dio cariño a su novia durante una sesión virtual del Congreso sin darse cuenta de que la cámarita de su computadora estaba encendida.
Luego de ese bochornoso faux pas, Ameri fue linchado por los medios. “URGENTE: Un legislador manosea a una mujer en cámara. Llamó a una mujer, la sentó en sus rodillas y la acariciaba en cámara”, dijeron en TN. En Intratables, mientras lloraba agitado en comunicación telefónica, Fabián Domán le decía: “Yo creo que usted debe renunciar, y renunciar hoy mismo”. Ernestina Pais: “Expuso a una persona ante las cámaras, porque el que sabía que estaba expuesto ante una cámara era usted, y expuso a una mujer a eso”. (¡Decía esto mientras el programa pasaba las imágenes!) Silvia Fernández Barrio: “Me niego a llamarlo diputado. Me llamó la atención que ustedes estaban mirando el monitor. Era como que se estaban deleitando con lo que estaban haciendo”. Ceferino Reato: “Usted dice que es tuerto. ¿Puede ser que esa incapacidad física no le haya hecho ver bien el Zoom?” Débora Plager: “Este señor va a tener que ir a la-bu-rar. Porque antes de ser diputado hacía changas”.
Finalmente, Ameri fue expulsado del Congreso en aquel momento y este lunes fue condenado a un mes de prisión en suspenso. El delito: “perturbación al ejercicio de funciones públicas”. El juez: Ariel Lijo. Otra razón para que nos caiga mal.
Si raspamos un poquito en el pasado de Ameri vamos a ver que no es precisamente una persona modelo, pero la hipocresía con la que se lo castigó por una simple distracción que debería haber quedado como una nota de color o un chiste para Bendita TV nos parece nauseabunda. Por otra parte, no se nos ocurre mejor cosa para hacer mientras habla Carlos Heller que la que hizo el pobre Ameri con su novia.
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