Hoy charlamos con Alejo Schapire, periodista argentino que vive en Francia hace casi treinta años, donde trabaja en la radio pública. Y también, autor de Seúl.
Nos cuenta qué significa la victoria de Agrupación Nacional, el partido de Marine Le Pen, la disolución de la Asamblea Nacional, qué puede pasar en las elecciones que son en apenas tres semanas y cómo se reconfigura el mapa político francés, cada vez más polarizado en torno a la cuestión inmigratoria.
¿Era esperable la victoria de Agrupación Nacional, el partido de Marine Le Pen?
No sólo la victoria de Marine Le Pen era esperable, los sondeos acertaron con una gran precisión todos los resultados. La única sorpresa del domingo fue en realidad la disolución de la Asamblea Nacional, anunciada por Emmanuel Macron esa misma noche. Las elecciones serán el 30 de junio y el 7 de julio para la segunda vuelta, con apenas tres semanas de campaña electoral y justo antes de los Juegos Olímpicos de París 2024.
Para Francia se trata de un terremoto político. Nunca antes Agrupación Nacional (ex-Frente Nacional) había estado tan cerca del poder. Desde 2002, cuando Jean-Marie Le Pen llegó inesperadamente a la segunda vuelta de las presidenciales, toda la política francesa ha sido estructurada por la amenaza de su llegada al poder. Ahora, si se le suman los votos de Reconquista, el partido creado por el polemista Éric Zemmour, se acerca al 40% de los votos. La posibilidad de tener a Jordan Bardella, el jovencísimo presidente de Agrupación Nacional (28 años) como primer ministro y a Macron de presidente (se ocuparía sólo de la agenda internacional y protocolar) es muy verosímil.
Macron ha hecho una apuesta arriesgada: o logra polarizar a su favor el voto anti-Le Pen y consigue un respaldo legislativo, o deja que AN se enfrente por primera vez al ejercicio real del poder, más allá de las alcaldías en las que no ha brillado demasiado.
La otra incógnita es si el principio de acuerdo del “nuevo Frente Popular” prospera. El resucitado Partido Socialista y la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon tienen fuertes diferencias, sobre todo con la postura sobre la guerra en Ucrania, en Gaza y los escándalos antisemitas que salpican a La Francia Insumisa, que hizo campaña en las elecciones europeas casi exclusivamente con la “causa palestina”.
Al mismo tiempo, Los Republicanos, el partido conservador creado por Nicolas Sarkozy, está al borde de la implosión. Su presidente Éric Ciotti pidió el martes un acuerdo con AN, rompiendo el histórico “cordón sanitario republicano” y los barones del partido piden su renuncia y lo tratan de traidor.
¿Qué perfil tiene Marine Le Pen? ¿Es el cuco ultraderechista que dicen o le creemos su diferenciación de su padre Jean-Marie?
Marine Le Pen ha heredado un partido, el Frente Nacional, bautizado luego Agrupación Nacional, del que recibió activos y pasivos. El activo era una pyme al servicio de un clan que supo reunir todas las corrientes de la extrema derecha (católicos tradicionalistas, monárquicos, poujadistas, neonazis) y logró convertirse en el partido más votado por los obreros.
El pasivo es que si quería conservar la herencia, debía ponerse al hombro la historia de nazis y negacionistas ligada al partido y defendida por Jean-Marie Le Pen. A Marine Le Pen no se le conocen declaraciones antisemitas, tampoco frases claramente racistas, a diferencia de su padre, con quien rompió justamente por el antisemitismo del patriarca. De hecho, dice que su partido, que era tradicionalmente pro palestino con su padre, es hoy sionista, según la propia Marine Le Pen.
Marine Le Pen, divorciada, no pide volver atrás con la legalización del aborto ni con el matrimonio homosexual. En cambio, sí ha estado vinculada en los últimos años al Kremlin, que ha funcionado como banquero del partido a quien nadie quería prestarle dinero en Francia. Como gran parte de la extrema derecha europea, se ha mostrado por lo menos ambigua sobre la necesidad de seguir ayudando a Ucrania en la guerra con Rusia. Esto, al margen de que el partido sigue siendo el lugar preferido de quienes tienen convicciones racistas, por supuesto.
Para los que no conocemos el sistema semipresidencial, ¿qué significa que Macron haya disuelto la Asamblea Nacional y por qué lo hizo?
En el sistema francés, el presidente es elegido por sufragio universal en un contrato entre el pueblo y un hombre con una visión de país que da los grandes lineamientos de la política nacional e internacional. Esta política la ejecuta el primer ministro y su gabinete, que son del signo político del mandatario, siempre y cuando tenga una mayoría en la Asamblea Nacional.
Esto se complica cuando no la tiene, lo que ha ocurrido en cinco oportunidades. En ese caso, los diputados imponen un gobierno que “cohabita” con el presidente de distinto partido. El presidente conservador Jacques Chirac y el primer ministro socialista Lionel Jospin es un caso que algunos recordarán.
Macron tenía hasta ahora una mayoría simple en la Asamblea Nacional y aprobar cada ley era un parto, tenía que apelar a cláusulas especiales de la Constitución y exponerse a mociones de censura para conseguirlo. Con la estrepitosa derrota en las elecciones europeas, el oficialismo se veía aún más debilitado, y por otros dos años. Con esta perspectiva, Macron buscó dramatizar y clarificar la postura de los franceses en una apuesta muy arriesgada: elecciones anticipadas ya.
Vos decís que se van a aliar Le-Pen y Zemmour. ¿En qué se diferencian?
Existía un principio de acuerdo entre AN y Reconquista, pero que voló por los aires ayer. La razón, al menos pública, es que AN no soporta las críticas constantes de Zemmour, que dice que el partido de Le Pen se volvió parte del sistema.
La diferencia fundamental entre AN y Reconquista es que el FN fue siempre un partido testimonial, de crítica, con base popular. Reconquista es más ideológico en el sentido de que va por la “batalla cultural”, por una cuestión “de civilización”. No busca ser “respetado” por la clase política (o “desdiabolizado”, como AN). Quiere el poder, pero no lo busca a través de lo popular, sino de una alianza con la derecha tradicional.
¿Cuánto influyó en los resultados lo que pasó el 7 de octubre en Israel?
Influyó mucho, sobre todo en la izquierda. La Francia Insumisa hizo campaña básicamente sobre “la causa palestina”. La imagen más visible del partido fue Rima Hassan, ahora eurodiputada electa, que se presentaba como palestina aunque no lo fuese (es francesa de origen sirio) que dijo que Hamás llevó a cabo una acción legítima y que Israel no tenía derecho a defenderse. Esta obsesión con el “antisionismo” explica quizás por qué LFI perdió la hegemonía en la izquierda, permitiendo que resucitara el Partido Socialista, que fue la fuerza de izquierda más votada.
Además del problema islámico, ¿cuáles son las otras prioridades en Francia?
En las encuestas, el poder adquisitivo en el contexto inflacionario y la inmigración aparecen como los dos temas que más importaron y de lejos a la hora de votar.
¿La alianza entre los socialistas y La Francia Insumisa es un hecho o está por verse? Si sucede, ¿tiene chance de victoria?
Hay un acuerdo de principio, pero hay una gran resistencia por parte de muchos que votaron por los socialistas y jamás lo hubiesen hecho por La Francia Insumisa. Las expresiones de antisemitismo disfrazadas de antisionismo, el abandono del laicismo, las identity politics adoptadas por el partido de Mélenchon son difíciles de digerir para una socialdemocracia universalista dirigida por un judío europeísta (Raphaël Glucksmann), favorable a la ayuda a Ucrania y muy crítico con China. Hay que ver si el acuerdo resiste y, de aguantar, si atrae a los votantes que no soportan a Mélenchon.
¿En qué lugar queda la opción liberal de centro de Macron en este panorama? ¿Tiene algún futuro?
Macron llega a la presidencia porque resulta la opción moderna y moderada de un liberalismo progre en lo social que aprovecha una gran polarización entre dos movimientos radicales, Agrupación Nacional y La Francia Insumisa. Pero AN dejó de asustar, no sólo por la exitosa campaña de normalización de Marine Le Pen. El propio Mélenchon contribuyó a desdramatizar una eventual victoria de Marine Le Pen al no decir claramente que había que votar por Macron en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
La crisis de los chalecos amarillos, la inflación, la pandemia, fueron horadando su popularidad mientras el poder adquisitivo de los que menos tienen retrocedía. La brutalización de la vida política y la ultranza de la oposición hacia un presidente visto como cortado de la realidad y arrogante fueron creando el clima para que una opción radical pareciese cada vez más aceptable.
Macron no puede volver a presentarse a un tercer mandato consecutivo y avisó que sea cual sea el resultado de las legislativas, no renunciará. Muchos piensan que quiere recrear las condiciones que le dieron la victoria presidencial en 2017 como única opción no extremista o bien dejar que el partido de Marine Le Pen gobierne durante dos años, se queme probando su impericia a la hora de tener el poder, y las presidenciales de 2027 allanen el camino a otro candidato liberal.
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