El ataque de Hamás contra Israel reveló el sentimiento contra el Estado judío y los judíos en general de buena parte de las élites, la academia y las institucionales occidentales más prestigiosas.
En el primer aniversario de los ataques de Hamás, la sociedad israelí se mantiene unida en su apoyo a la guerra, pero también asfixiada por una situación cada vez más compleja.
Al revés de lo que se dice, el esfuerzo del Estado hebreo por reducir las víctimas colaterales en Gaza no tiene precedentes. Si el mundo no le ata las manos, el triunfo será definitivo.
La respuesta de Israel tras el ataque de Irán fue apenas un mensaje para el ayatolá, pero también una demostración al mundo de que está dispuesto a hacer lo necesario para defenderse.
La decisión provisoria de La Haya sobre Israel fue salomónica y redundante. El voto disidente de la jueza ugandesa, que desestimó la acusación, fue ejemplar.
La sociedad israelí suspendió la grieta por un objetivo común: aniquilar a Hamás. Pero cuando la guerra termine, Netanyahu tendrá que hacerse cargo por las fallas en la seguridad.