La legislatura bonaerense, protagonista inesperada del año electoral, es un organismo opaco y sin control, donde los votos son anónimos y nadie paga costos políticos por sus decisiones.
Dominada por la Capital Federal, sin una élite o un sistema de medios propio y administrada sin músculo ni ambición, los problemas del principal distrito del país son más políticos que socioeconómicos.