LEO ACHILLI
Domingo

Estrategia mata golpe de efecto

No se puede enfrentar un problema como el del narcotráfico sin una estrategia integral de seguridad nacional.

Las imágenes de la violencia en Rosario nos han conmovido estos últimos días. Se levantan voces reclamando soluciones, otras proponen medidas concretas y generan debates que ocupan las pantallas de los medios, visibilizando de este modo una agenda que, lamentablemente, se ha convertido en recurrente. El problema de la seguridad aparece como una de las principales preocupaciones de los argentinos, y lo que sucede en Rosario es la muestra más clara de un gobierno nacional que no ha implementado políticas efectivas. Los esfuerzos han sido dispersos, y los resultados, pocos.

El país cuenta con alrededor de 400.000 policías, una cifra superior a la recomendada por la ONU por cantidad de habitantes, lo que nos demuestra que la complejidad de la seguridad va más allá de la acción policial. Frente al desmadre de la situación, el presidente Fernández decidió enviar a los ingenieros del Ejército, no para cumplir funciones militares, sino para construir viviendas. Una muestra más de la incoherencia reinante. En lugar de abordar la seguridad de manera integral, el gobierno se ha enfocado en los síntomas y ha tomado decisiones sin analizar la naturaleza del problema. Es crucial una visión integral de la seguridad nacional, decisión política y una dirección centralizada que coordine todos los esfuerzos para revertir esta situación.

Los problemas de la seguridad nacional surgen de múltiples fenómenos combinados como la corrupción, la falta de institucionalidad y la dispersión de esfuerzos, lo que se traduce en organizaciones desactualizadas, ineficientes y descoordinadas en las que se gasta una gran cantidad de recursos. Como consecuencia, tenemos fronteras permeables, pobre aplicación de las leyes y creciente número de eventos como la presencia del crimen organizado y baja seguridad ciudadana con altos índices de criminalidad, sumado a problemáticas menos visibles pero con gran impacto para los intereses nacionales, como la pesca ilegal en el Atlántico Sur. Por su parte, los movimientos anarco-terroristas con epicentro en el sur de nuestro país constituyen una fuente de inestabilidad creciente, en una región con un gran potencial de recursos estratégicos vitales para el desarrollo de nuestro país. Frágiles condiciones de seguridad y aumento del riesgo político que desalienta las inversiones, van de la mano.

Gestionar exitosamente la seguridad nacional requiere de la acción integrada de sus diferentes componentes, principalmente de la inteligencia, la defensa, la Justicia y las relaciones exteriores.

Para resolver estas cuestiones es necesario identificar su naturaleza y tomar medidas concretas empleando todos los recursos disponibles. Gestionar exitosamente la seguridad nacional requiere de la acción integrada de sus diferentes componentes, principalmente de la inteligencia, la defensa, la Justicia y las relaciones exteriores. Estos constituyen el corazón de un sistema que tiene como principal responsabilidad reunir la información sobre los riesgos a la seguridad nacional de los diferentes niveles del Estado y fortalecer el proceso de toma de decisiones, para poder dirigir así las acciones de manera cooperativa y coordinada.

El crimen es dinámico y las prácticas que afectan a la seguridad aprovechan cada brecha de gobernanza para concretar acciones que nos impiden crecer seguros, ser más felices y que nuestros hijos tengan más opciones de cara al futuro. Durante la gestión del presidente Mauricio Macri, iniciamos el camino para resolver estos problemas promulgando la primera Estrategia de Seguridad Nacional y una Directiva de Política de Defensa que nos permitió, entre otras cuestiones, desplegar a las fuerzas militares en la frontera norte, lo cual sirvió para disuadir la presencia del crimen organizado mientras éste se adiestraba. Si los objetivos y los mecanismos de coordinación no se hubieran discontinuado, hoy estaríamos en una situación menos desfavorable.

¿Qué es la seguridad nacional?

Mientras que en el mundo los países diseñan sus políticas usando “luces largas” para iluminar los asuntos estratégicos, nosotros seguimos con debates estériles del pasado que no resuelven los problemas de la gente. Nuestra Estrategia de Seguridad Nacional justamente nos permitió dejar atrás ese pasado y tener un lenguaje común sobre los problemas que ponen en juego la seguridad nacional. Siguiendo esa visión, podemos definir a la seguridad nacional como una responsabilidad primaria del Estado que tiene como objetivo proteger la vida, la libertad y los bienes de las personas, la democracia, la soberanía e independencia de la nación, su integridad territorial y capacidad de autodeterminación, así como contribuir a la seguridad internacional y al desarrollo sostenible.

Un elemento fundamental de la seguridad nacional es el sistema de defensa. Desarrollar capacidades militares requiere tiempo y dinero, pero es una inversión efectiva para el Estado si se maximiza su empleo en procura de los objetivos de la seguridad nacional. Las Fuerzas Armadas cuentan con una capacidad distintiva de controlar áreas estratégicas. Están preparadas para hacerlo durante una guerra, pero también lo pueden llevar adelante en tiempos de paz. Esta capacidad es un elemento importante si lo pensamos en forma coordinada con otras organizaciones del Estado nacional. ¿Qué significa esto? Que las fuerzas armadas están preparadas para cumplir funciones de vigilancia y modificación de una situación.

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Vigilancia consiste en conocer lo que sucede en el área de interés y construir un cuadro de situación actualizado, partiendo del perfil de riesgos a la seguridad nacional. La presencia disuade. La función de modificación de la situación comprende acciones efectivas en tiempos de paz, crisis y guerra y presenta la posibilidad de ser adaptada a cada caso y puede ir desde el despliegue al combate. La capacidad de controlar áreas es móvil, brinda la posibilidad de proyectar el poder e integrar misiones de paz y coaliciones internacionales para contribuir también a la seguridad internacional. Esto resulta clave ya que no se construyen condiciones de seguridad y crecimiento si no lo hacemos con más integración al mundo.

Pensar la defensa en la seguridad nacional ordena sus prioridades y le aporta valor a su misión. Controlar áreas estratégicas de interés a través de la combinación de vigilancia y modificación de la situación, materializar el compromiso con la seguridad internacional, apoyar a la política exterior y a la comunidad, conectan sin lugar a dudas a la defensa con el desarrollo de los argentinos.

La acción coordinada

Con un sistema de seguridad nacional integrado y protocolos institucionalizados, la defensa puede componer una suerte de anillo exterior que controle áreas de interés estratégico. Pueden actuar vigilando o modificando las situaciones que se planteen, tal como lo hicieron durante largos años en Haití y en otras misiones de paz en el exterior. Como también lo hacen en el aire, en el mar y en la Antártida. Esta función debe ser articulada con las otras instancias que forman parte del sistema. Un anillo intermedio de fuerzas federales que tienen la responsabilidad de controles focales y locales, a requerimiento de las provincias. Y un anillo de proximidad permanente, integrado por el conjunto de organizaciones municipales, provinciales y nacionales que coordinadamente convergen a la prevención del delito y la seguridad ciudadana, creando los entornos sociales y legales de contención.

Un sistema de esta naturaleza permitiría hacer uso de las capacidades diferenciadas, respetando las identidades de las organizaciones y sin desnaturalizar sus funciones.

Un sistema de esta naturaleza permitiría hacer uso de las capacidades diferenciadas, respetando las identidades de las organizaciones y sin desnaturalizar sus funciones. Militares controlando áreas, no construyendo casas. Con un marco normativo renovado que proteja y le de integridad al sistema. Necesitamos desarrollar una estrategia persistente y adaptable para responder efectivamente a la demanda de la población. A través de la dirección en el más alto nivel de la gestión de gobierno que permita emplear coordinadamente todos los elementos del poder nacional, provincial y de la sociedad civil, para que los argentinos podamos crecer seguros y con plena vigencia de los derechos consagrados en la Constitución Nacional.

Los desafíos que le tocará enfrentar al próximo gobierno serán muchos y complejos. Pero es difícil pensar en el ansiado camino del crecimiento sin que existan condiciones de seguridad necesarias para el desarrollo. No hay más tiempo para las improvisaciones.

 

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Paola Di Chiaro

Politóloga (UBA). Ex Secretaria de Estrategia y Asuntos Militares. Coordinadora de los equipos de Defensa de Fundación Pensar. Cofundadora de la Fundación Argentina Global.

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