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Próspero. Favorable y abundante, y venturoso y rico, latine prosper. Suele ser epíteto del viento, como viento próspero. Venir próspero de las Indias, venir rico.
–Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana (1611)
Zafar. 1. Desligarse de las obligaciones;
2. Superar un obstáculo sin demasiado esfuerzo.
–Diccionario del habla de los argentinos de la Academia Argentina de Letras (2008)
Un sueño made in Argentina. Auge y caída de Pumper Nic.
Solange Levinton
Libros del Asteroide, 2025.
216 páginas, $24.900.
Dos verbos definen los avatares de la historia económica de la clase media argentina: prosperar y zafar. El famoso ser alguien –invertir, poner un negocio, ponerse el consultorio o el estudio jurídico con un título universitario– hoy parece algo del jurásico. Un viento, como dice Covarrubias, que sopló y se extinguió con el cambio climático de época, o bien, por un destino nacional. El segundo término, por otro lado, es el que mantiene con vida a la población entera. Los ejemplos los conocemos todos. Si no podemos prosperar, zafar con un trabajo, una ocupación o una changa, asegura la supervivencia.
En 2023, Sol Levinton ganó el III Premio de No Ficción de la editorial catalana Libros del Asteroide. Su proyecto fue narrar, desde el periodismo, el nacimiento, el auge y el desguace de la empresa argentina Pumper Nic: 25 años de historia que el lector devora como un chick nic de pollo, y se queda con ganas de más. (Deseo emitido a las estrellas: que haya pronto más libros de Sol Levinton.)
La fortuna favorece a los valientes
Varias anotaciones, entrevistas y lecturas que la autora hizo durante la pandemia la llevaron a pensar no sólo en cómo se levantó el primer fast food argentino, sino también en cuál era el pulso de la historia local mientras esto sucedía. Que Pumper Nic haya abierto sus puertas en el álgido 1974 y las haya cerrado en el no menos álgido comienzo de milenio, tras una quiebra, habla tanto de la empresa como del país. Es como esa pareja indecisa, que duda en concebir, a la que sus parientes le palmean el hombro y le dicen: “Nunca es un buen momento para tener un hijo”. Nunca es buen momento para poner un negocio en la Argentina y sólo los audaces o los incautos se atreven. Ya conocen el proverbio latino: “La fortuna favorece a los valientes”.
Que Pumper Nic haya sido una empresa familiar, que su fundador descendiera de un inmigrante corrido por la pobreza, el genocidio o la guerra, es una constante en los negocios y marcas argentinas. Alfredo Lowenstein, su creador y fundador, fue uno de aquellos visionarios comerciantes que creían en valores que hoy parecen de otro mundo: el trabajo arduo, el estudio, la inversión, el progreso, el interés por lo novedoso, la primacía del cliente y la familia. La familia era para ellos el pegamento para levantar un gigante sobre pies de hierro y no de barro; podemos citar más de media docena de empresas que nacieron así: Georgalos, por Miguel Georgalos; Terrabusi por los hermanos Terrabusi; la cerveza Schneider por Otto Schneider en Santa Fe; La Serenísima por el matrimonio Mastellone en General Rodríguez; el calzado Grimoldi por Alberto Grimoldi; la Editorial Losada por el exiliado español Gonzalo Losada. El arco dramático de algunas de estas empresas fue parecido: creación, empuje, auge y venta a un grupo inversor. Luego, quizás, la extinción o la absorción por grupos mayores.
En Empresas familiares. Por qué no suelen llegar a la tercera generación (2018), el consultor español Sergio Rodríguez Clariana arroja una hipótesis para explicar esta tendencia. Según él, el 87% de las empresas a nivel mundial están manejadas por familias que tienen claro que la empresa está por sobre la familia, que el negocio es sagrado. La mortandad de estas empresas se debe a que no todos sus miembros pueden soportar la exigencia. Hay que evitar la siguiente máxima: “Cuando el dinero sale por la puerta, el amor se va por la ventana”. De aquí que Rodríguez Clariana propone, para continuar con una empresa saludable, saltarse la segunda generación. No fue el caso de los Lowenstein, donde la segunda generación superó en solidez financiera y creatividad a la primera generación. Fue el último de los Lowenstein, Diego, el hijo mayor de Alfredo, quien incapaz de sostener la empresa y sus múltiples franquicias, la vendió a un tercero, cuyas actividades tenían un halo siniestro.
Los años de ocaso de Pumper coinciden con la publicación del libro Padre rico, padre pobre de Kiyosaki y Lechter. En 1997, este best seller subrayaba la importancia de la educación financiera, la proactividad laboral. Sostenía que para crecer económicamente lo más importante era la libertad financiera, que a su vez podía realizarse a través de la inversión, los inmuebles, ser dueño de negocios o usar tácticas de protección financiera. Kiyosaki y Lechter afirmaban que convertirse en dueño de un sistema o forma de producción era mejor que ser un empleado asalariado. Hoy por hoy, gracias a una política recurrente de desprotección y expoliación de la pequeña y mediana empresa, muchos argentinos prieren ser empleados a la odisea de abrir un negocio.
Un éxito millonario
Los Lowenstein lo tenían muy claro: el abuelo había sido carnicero en Europa. Había logrado escapar apenas ascendió Hitler al poder y había venido a este país, el futuro granero del mundo. En Basavilbaso, Entre Ríos, armó un frigorífico. Tuvo tres hijos: el mayor inventó las hamburguesas Paty, el del medio tuvo un criadero avícola con máquinas importadas, una financiera y otros negocios más, y el menor, Alfredo, creó Pumper Nic. Para hacerlo se inspiró en los restaurantes de comida rápida de Estados Unidos, a saber, McDonald’s (fundado en 1948) y Burger King (creado en 1954). Ideó un copycat de ellos para la cultura argentina.
Acá no existía nada conceptualmente parecido al fast food, y Alfredo Lowenstein iba por una nueva manera de comer: con las manos, con autoservicio y haciéndose cargo de los propios desperdicios. El menú era al estilo norteamericano: hamburguesas Paty (cuya receta era secreta), papas fritas, pollo frito, helado batido, Coca-Cola. El primer local funcionó en el microcentro y se convirtió en un éxito redituable, millonario. Los clientes entraban a Pumper Nic como quien entra al universo de Los Supersónicos.
Semejante triunfo implicaba idear nuevas cosas: para Levinton, lo único que inventaron de verdad sin copiar a otras cadenas fue la organización de cumpleaños infantiles. Pronto vinieron las franquicias, que pagaban buenos royalties aunque no fuera posible controlar que los locales franquiciados cumplieran con los requisitos de calidad de la marca. Esta falta de alineación con la casa matriz fue uno de los factores que llevó la empresa al desastre (en un Pumper Nic rebelde, por ejemplo, descubrieron que, además del consabido menú, se ofrecían empanadas). Otro factor consistió en una disputa legal con Burger King por su logo, juicio que terminó a favor de Burger. El golpe fatal fueron la llegada al país de McDonald’s y una idea presuntamente brillante de Diego Lowenstein para asociarse con la cadena de fast food norteamericana Wendy’s: que Wendy’s y Pumper Nic unidas podían darle batalla a McDonald’s y alimentar a la clase obrera, ya no la clase media original. Sólo que cuando Wendy’s desembarcó con la idea genial –y ni siquiera asociada a Pumper–, los obreros estaban desempleados por la crisis del 2001 y había nacido el movimiento piquetero. Entonces el genio de la familia vendió la empresa.
Como todo gran libro, Un sueño made in Argentina abre preguntas y debates. La lectura deja en el paladar el gusto amargo de la nostalgia y del siempre incierto futuro económico en la Argentina. Pumper Nic fue el sueño de un empresario creativo que apostó toda su energía y asumió los riesgos. Hoy la palabra “riesgo” nos hace temblar a todos, aunque ya no sepamos qué es lo seguro. ¿Se puede emprender en Argentina? ¿Podemos tener empresas sólidas, propias y prósperas, con un Estado que proteja nuestras inversiones? ¿O no habrá más destino que zafar? El libro de Levinton despierta todas estas inquietudes, y la más vertiginosa: ¿están los sueños al alcance de nuestra mano todavía?
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