BERNARDO ERLICH
Domingo

Por qué Patricia (III)

Porque representa mejor mi idea de cambio, pero también podría votar a Rodríguez Larreta. Lo más importante es seguir consolidando a JxC como una opción transformadora y de poder.

En su mejor versión, las dos alternativas que tenemos por delante los cambiemitas se distinguen, me parece, más por una cuestión metodológica que de contenido. En lo importante estamos de acuerdo: somos el espacio de la normalidad, de un país donde se respete la ley, que tenga una economía con más competencia y eficiencia y en el que cada uno pueda hacer más o menos lo que quiera sin molestar a los demás. Donde nadie, como dice el hermoso Artículo 19 de la Constitución Nacional, sea “obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe”. Somos el partido republicano, democrático, capitalista y liberal que Argentina nunca tuvo.

En lo personal, fue lo que me hizo unirme a este espacio, a través de Fundación Pensar, en 2010. Porque creo que puede ser el partido que nunca tuvimos. Ni en la República Verdadera (1914-1930) ni en los años del péndulo cívico-militar (1930-1983), ni en la Segunda República inaugurada en 1983. El mayor mérito de Mauricio Macri es haber logrado que este vehículo siga vivo en 2023. No sólo fue uno de los grandes constructores de esta coalición, no sólo ganó la presidencia y fue el primer presidente no peronista en terminar su mandato desde 1928, sino que gracias (en parte, por supuesto) a su gestión y su campaña de reelección y su liderazgo posterior a 2019 este espacio sigue representando la mejor alternativa para implementar las políticas que hicieron progresar a prácticamente todo el mundo. Pueden criticarle mucho, claro, pero esto es enorme.

No imagino a muchos del sector de Rodríguez Larreta o del de Bullrich diciendo que la descripción anterior no los representa. Hay matices, pero básicamente estamos de acuerdo, sobre todo cuando recordamos (y, ay, lo olvidamos demasiado a menudo) que los otros representan cosas muy diferentes. Los otros son los que mintieron con el Indec, los que le sacan a los más eficientes para apoyar a los más ineficientes, los que identifican a su partido con la Nación o el Pueblo. No son capitalistas (o bancan un capitalismo de sus amigos); no son republicanos, porque se ponen por encima de la ley; no son liberales, porque tratan de imponer sus valores a la fuerza; muchas veces no son democráticos, porque cada vez que pierden una elección no dicen que ellos no pudieron representar mejor a esa cosa multiforme, diversa y cambiante que es el pueblo, sino que el pueblo se equivocó o fue engañado. Son también los de los bolsos que vuelan sobre los muros de un convento, los de los cuadernos, los que contaban dinero pesando billetes.

La gran diferencia que se pone en juego en las dos candidaturas presidenciales de Juntos por el Cambio es metodológica: no sobre qué queremos hacer, sino sobre cómo lograrlo.

Más allá de una agresividad de la interna que encuentro excesiva y hasta incomprensible, creo que la gran diferencia que se pone en juego en las dos candidaturas presidenciales de Juntos por el Cambio es metodológica: no sobre qué queremos hacer, sino sobre cómo lograrlo. ¿Cómo hacemos para llegar desde acá (escasa legalidad, economía cerrada, nulo liberalismo, oportunidades para pocos) hasta allá (imperio de la ley, economía competitiva e integrada al mundo, oportunidades para muchos más)?

Desde el campo de Rodríguez Larreta se dice: si queremos avanzar realmente, necesitamos una gran coalición política y social para tener el sustento político necesario. Del lado de Bullrich se dice algo así como: tenemos que ser mucho más ambiciosos con los cambios que proponemos, ir a fondo. Lógicamente, cuanto más se extienda la coalición más habrá que moderar nuestras políticas (ése sería el límite del sector de Rodríguez Larreta); y cuanto más a fondo vayamos, más probable es que falte el apoyo para imponer nuestras políticas (el límite del sector de Bullrich). En otras palabras: a mayor sustento, menor cambio; a mayor cambio, menor sustento. Hay una tensión entre el Juntos y el Cambio: cuanto más seamos los que estamos juntos, menor será el cambio que logremos.

[ Si te gusta lo que hacemos y querés ser parte del cambio intelectual y político de la Argentina, hacete socio de Seúl. ] 

Creo que no se ha dicho tanto, pero estas dos posturas que he esquematizado surgen, en gran medida, de visiones distintas de la experiencia 2015-2019. En términos muy amplios, el sector de Rodríguez Larreta representa a quienes creen que el problema de 2015-2019 fue que se avanzó demasiado rápido en ciertas reformas, sobre todo económicas. Como le dijo Jaime Durán Barba a Seúl, perdimos “centralmente por el tema económico. A Mauricio se le puso en la cabeza poner orden en la economía, cosa que nos hizo tener mucha polémica interna (…) A Mauricio se le ocurrió que eso era lo más importante. Yo tuve unas discusiones muy fuertes. Lo único que importa es llegar al déficit cero, me decía él. Lo único que importa es terminar el gobierno siendo populares y avanzar en lo que se pueda en la economía, le decía yo”. Del otro lado, se cree más bien que fuimos demasiado lentos en las reformas, que hacía falta ir más a fondo y más rápido. De un lado, que tardamos demasiado en buscar acuerdos con el “peronismo racional”; del otro, que los negociadores en el Congreso fueron demasiado generosos con el peronismo. Recuerdo un almuerzo entre amigos de la gestión poco después de las PASO de 2019 en el que, buscando una explicación para la dura derrota, la mitad decía que hubo demasiado gradualismo y la otra que hubo demasiado shock.

¿Y entonces, Fer, a quién vas a votar? Hace unos meses, en un asado en el que participamos unos ocho a diez amigos, todos cambiemitas desde distintos lugares y varios ex funcionarios, hicimos una ronda y creo que todos dijimos que en la interna votaríamos a Horacio. Mi argumento, en ese momento, era algo así como: “Horacio es el cambio posible”. Está más formado, tiene gran experiencia en las negociaciones de la política, tiene más equipos en todos los campos, es el que va a poder armar y gestionar una gran coalición que logre el cambio posible.

Rodríguez Larreta se pasó de rosca en su búsqueda de la gran coalición: por ejemplo, con el famoso affaire Schiaretti, o en determinadas elecciones de candidatos locales.

Desde entonces, sin embargo, fui cambiando de opinión. Tuve la sensación de que Rodríguez Larreta se pasaba de rosca en su búsqueda de la gran coalición: por ejemplo, con el famoso affaire Schiaretti, o en determinadas elecciones de candidatos locales. Un caso muy claro: ir con la hija de Gustavo Posse y nieta de Melchor Posse como candidata a intendente de San Isidro. Admito que no conozco a la candidata, que puede ser una persona de mucho valor, pero otro Posse en San Isidro no es algo que yo pueda asociar fácilmente con la idea de cambio. Mi sensación es que Rodríguez Larreta se pasó en el juntos hasta ya casi no representar cambio. Por eso hoy digo que en las PASO voy a votar a Patricia Bullrich, aunque ambas posturas me parecen perfectamente válidas.

¿Y mañana? En octubre votaré a quien gane dentro de Juntos por el Cambio y desde el día después de las PASO voy a militar al candidato de Juntos por el Cambio exactamente con el mismo ímpetu si gana uno u otra. Porque lo que nos une es mucho mayor que lo que nos divide. Y de hecho creo que eso se va a ver desde el día después de las PASO, donde lo más probable es que el candidato que gane termine yendo un poco para el lugar del que perdió; me imagino a Rodríguez Larreta endureciendo un poco el cambio versus el juntos y a Bullrich bajando un poco el tono para extender hacia el centro el campo de sus votantes.

En todo caso, y más allá de mis capacidades predictivas, lo más importante empieza ahí, el día después de las PASO, para llegar a octubre con el sueño intacto de un país mejor y a diciembre con la coalición más amplia y más decidida posible para intentar hacerlo realidad. Mientras tanto, sería bueno un poco de calma en candidatos y votantes, de calma y de comprensión hacia quienes tienen una mirada algo diferente dentro del mismo campo, recordando lo que está en juego desde el 14 de agosto.

 

Si te gustó esta nota, hacete socio de Seúl.
Si querés hacer un comentario, mandanos un mail.

Compartir:
Fernando Santillan

Escritor, traductor y editor. Politólogo (UBA). Autor de Flanders (novela). Escribe, principalmente sobre libros, en 750aretiro.blogspot.com.

Seguir leyendo

Ver todas →︎

La gallina de los huevos sin oro

La arremetida de Milei contra la universidad pública es posible porque muchos de sus defensores la abandonaron en los hechos y la convirtieron en un slogan políticamente correcto.

Por

Nadie compra libros

¿Y si la era Gutenberg no fue más que un paréntesis?

Por

Con fe, con esperanza,
con turismo

La Argentina tiene un buen sistema de parques nacionales pero no está bien adecuado al turismo, porque existe el prejuicio de que eso va en contra de su conservación. Es exactamente al revés.

Por