Gracias a Dios es viernes

#25 | Milei, menottista encubierto

Problemas de polleras

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Bibliotecas enteras se escribieron en estos meses sobre las influencias intelectuales de Milei: que toma esto de Rothbard, aquello de Friedman, que es anarco-capitalista de corazón pero minarquista en los hechos. Menos se habla de otra de sus influencias, la del famoso ginecólogo porteño Carlos Salvador Bilardo, de quien el presidente se ha declarado varias veces admirador. “Soy bilardista, así que primero el resultado”, dijo Milei en agosto del año pasado. Dos meses más tarde dijo que era bilardista “hasta la médula”.

Sin embargo, nos rascamos la cabeza y nos hacemos preguntas. Un buen bilardista pone el resultado por delante de todo lo demás: no importan los medios si se logra la victoria. No sirven para nada el lirismo o la belleza, decía Bilardo, si no te llevan a ganar. Pero Milei viene gobernando al revés: manteniendo sus ideas a pesar de derrotas como la de la semana pasada en el Congreso. Está fuera de su sistema hacer cualquier cosa para ganar. Quiere, como sus archienemigos menottistas, ganar a su manera, con su estilo, con sus valores: “sin traicionarse”, como diría un Menotti.

El bilardista es pragmático, pero Milei es principista. El bilardista se adapta al entorno, Milei prefiere mantenerse fiel a sí mismo. ¿No será un menottista encubierto? Quizás el sistema le esté pidiendo, como le dijo el otro día Rodrigo De Loredo, que sea en efecto un poco más bilardista, que afloje un poco, que le agarre el gustito a ganar.

Esta semana Milei anduvo entre dimes y diretes con dos mujeres que despiertan obsesiones. Por un lado, Cristina Fernández de Kirchner se refirió por primera vez a su gobierno en un documento de 33 páginas. En su carta titulada “Argentina en su tercera crisis de deuda”, la ex-mandataria intenta dotar a sus fieles de una hoja de ruta o guion para tener a mano a la hora de discutir sobre economía con libertarios. Comienza criticando la política económica del ministro Luis Caputo, e intenta dictar algo de cátedra para sus bases, haciendo una revisión histórica, calificando este gobierno como la cuarta experiencia neoliberal y destacando frases en negrita, como esta:

”El nuevo gobierno sólo ha desplegado un feroz programa de ajuste que actúa como un verdadero plan de desestabilización y que no solo retroalimenta el espiral inflacionario colocando a la sociedad al borde del shock, sino que además provocará irremediablemente el aumento de la desocupación y la desesperación social en una suerte de caos planificado. Es más que evidente que en la cabeza del presidente el único plan de estabilización es el de la dolarización. No se explican las medidas adoptadas en otro marco teórico”.

Cristina también se refiere al presidente como “un showman” y se despega de la gestión de la que fue vicepresidenta. En el texto se menciona 25 veces a Mauricio Macri y una sola vez a Alberto Fernández. No nos olvidamos que ese también fue tugo, Cris.

Javier se expidió al respecto de manera (por suerte) más breve en una entrevista con La Nación +, acusándola de ignorar preceptos económicos básicos: “Leí el documento que Cristina Kirchner envió. Desde mi punto de vista es incorrecto y la base de la decadencia argentina. Para ella y el kirchnerismo lo que genera la inflación es la falta de dólares, pero eso es de una precariedad grosera”. Bien, cortita y al pie, se emociona Bilardo.

Pero luego Javier aprovechó su primera entrevista tras su gira internacional para hacer foco en otra batalla, y criticó duramente a una de las artistas más carismáticas y entrañables de la cultura pop argentina, Lali Espósito. Apodándola “Lali Depósito”, la acusó de haber cobrado de varios gobiernos a través de shows que reciben subsidios provinciales, como el Cosquín Rock. Algo que José Palazzo, organizador del mítico festival de Punilla, había desmentido previamente en su cuenta de X: “Querido señor presidente, hace 24 años que empresarios privados, con entradas y marcas privadas y esfuerzos personales lo realizamos. Además se realiza en Paraguay, Uruguay, Chile, México, Estados Unidos y España. Acá los artistas están en libertad, quédese tranquilo”.

Lali le respondió al presidente en un extenso posteo de X: “Comencé a trabajar a los 10 años en televisión. No conozco otra cosa que no sea trabajar y así me gano lo mío siempre. Participé de varios shows municipales con TODOS los gobiernos, como la mayoría de artistas convocantes maravillosos que tiene nuestro país. Respeto, aunque no comparto, que su plan no priorice a la cultura, pero creo que la demonización de una industria y de las personas que la conforman no es el camino, siento que la asimetría de poder entre usted y los que ataca por pensar distinto y la información falsa vuelve a su discurso injusto y violento”. Y remató la misiva invitando al presidente a uno de sus shows para que no dude de su calidad artística.

Queda claro que la estatura de la petisa para discutir supera por varios metros la del peluca.

 

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