El gobierno de Javier Milei mantuvo su apoyo social en abril, según la última medición del Indice de Irascibilidad (IDI), que elabora Casa Tres para Seúl. Entre un puntaje de mínimo de -1 y un puntaje máximo de +1, el estado de ánimo de la sociedad pasó de -0,06 en marzo a -0,05 en abril, una ligera mejora y una muestra de que el sentir social está algo más calmo y más sintonizado con la gestión gubernamental que el mes anterior.
El IDI combina y pondera nueve percepciones sociales para dimensionar el nivel de convulsión social de la opinión pública y puede alcanzar un valor mínimo de -1 (niveles de tolerancia bajos y actitudes u opiniones contrarias al gobierno nacional) y un valor máximo de +1, que supone un apoyo total a la actual gestión y niveles de optimismo y “paciencia” elevados.
Como en otras mediciones, los mejores indicadores se dan entre quienes votaron a Milei en el balotaje de 2023, cuyo estado de ánimo sigue alto, con +0,45 puntos (+0,03 que en marzo) y, los peores, entre los votantes de Sergio Massa, que tienen un humor social negativo de -0,66, casi idéntico al del mes anterior. En un contexto de estabilidad entre ambos meses, los cambios más relevantes son una mejora en el sentir de los mayores de 65 años (que pasan de -0,11 a -0,02) y un empeoramiento en el ánimo de los menores de 29 años (que sigue positivo pero baja de +0,16 a +0,04). Por género, mejoró un poco la actitud de las mujeres (de -0,15 a -0,09) y empeoró levemente la de los varones (de +0,04 a 0).
¿Qué explica los resultados de abril? Al observar los indicadores que componen el IDI, se destacan tres patrones. Primero, los indicadores relativos al estado de la economía personal muestran las mejoras más marcadas en el puntaje global. En primer lugar, se observa un crecimiento de las expectativas positivas de la situación económica a nivel personal para el próximo año. En segundo lugar, el ingreso familiar performa mejor respecto a marzo, en términos de la capacidad de cubrir gastos corrientes personales o familiares.
Un segundo grupo de indicadores muestra mejoras, pero de menor intensidad. Estos son: estado de ánimo, prospectiva nacional, responsabilidad del gobierno de Milei sobre la situación actual y la disposición a movilizarse en marchas a favor o en contra del gobierno. Por último, hay un tercer grupo de indicadores que exhiben un retroceso respecto a la medición de marzo. Entre ellos se ubican: la evaluación de la gestión, la capacidad del gobierno para resolver los problemas económicos del país y las restricciones al consumo.
Una primera lectura indicaría que lo que sostiene esta tendencia positiva es la esperanza, principalmente en la situación personal y secundariamente respecto al país. El 42% de los argentinos describen su estado de ánimo con respecto al futuro del país como de “esperanza”, frente a un 26% que elige las palabras “bronca”, “enojo” o “tristeza” y un 20% que prefiere describirlo como “miedo” o “incertidumbre”. Estos números están más o menos estables desde febrero.
Si bien la inflación sigue alta, viene bajando desde diciembre (cerca de la mitad de los entrevistados afirman que la inflación bajó en el último mes), las tarifas han quedado pisadas, al menos en parte, y los alquileres alcanzaron una meseta. En este contexto, los entrevistados revelan que el sueldo les alcanzó más en abril que en marzo, aunque al mismo tiempo declaran que se ha intensificado la restricción del consumo. Quizás estamos ante un nuevo paradigma de consumo, el inicio de modos de vida más austeros: reconocemos que hemos retrocedido o al menos no hemos recuperado nuestro estilo de vida de meses atrás, pero abrazamos esa idea y creemos, al menos algunos de los entrevistados, que a futuro tanto nosotros en términos económicos como el país en general vamos a estar mejor.
El rol de la oposición es otro elemento clave que, si bien no está incluido dentro del IDI, puede dar cuenta de los movimientos en relación al apoyo o indulgencia que se tiene hacia el gobierno. El posicionamiento estratégico por el que optó parte de la oposición es percibido como extremo y, en cierta medida, obstructivo, lo que refuerza para muchos la pertenencia al “oficialismo”.
Variables blandas
Por último, una lectura más de índole metodológica, menos atractiva para el público general pero que vale compartir porque suma al diagnóstico, es el valor de los índices, en especial para dimensionar el humor de la opinión pública en determinado momento. El IDI es un ejercicio que busca dar cuenta del estado y la evolución del sentir social. Los índices matizan la información que surge de un set de indicadores seleccionados deliberadamente bajo el supuesto que ese conjunto es más asertivo que las variables interpretadas individualmente. A modo de ejemplo, el diagnóstico sería diferente si el análisis se hubiese anclado en la evaluación de la gestión gubernamental, que ha sufrido un leve retroceso entre marzo y abril.
Para concluir, el IDI muestra que el gobierno sigue teniendo margen, sobre todo en su electorado, mientras mantenga el rumbo de “arreglar” la economía, mandato principal que recibió a la hora de ser elegido. No obstante, podemos señalar ciertas alertas irán cobrando fuerza a medida que la economía vaya encontrando su rumbo, especialmente para cuidar esos votos más blandos que no lo eligieron en la primera vuelta. Los estilos y las formas, algo que resulta especialmente sensible para este segmento, y aquellos temas simbólicos como el relato “ético” en contra de la casta (que puede teclear con los aumentos a funcionarios) o vinculados a la gestión (para citar solo algunos: liberación de precios de prepagas, sobreactuar cuestiones de género, el manejo del dengue o financiamiento de la universidad pública), que generan niveles altos de crítica aún entre aquellos que aprueban la gestión.
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