Gracias a Dios es viernes

GADEV #28 | Resucitó el hornero

Abracemos la doble vara. Ahora es por las malas. UTDT: no aclares que oscurece.

Por primera vez en el año el dólar bajó “la barrera psicológica” de los $1.000. El querido hornero vuelve a valer un poquito más que un George Washington y eso nos envalentona, nos hace vislumbrar el bull market, prenderle una vela a San Caputo y flashear poner una cueva en Wall Street.

Claro que en la economía, sobre todo la argentina, todo tiene su lado oscuro.

Para Claudio Zuchovicki la baja se debe al superávit comercial y a que la gente dejó de dolarizarse porque el presidente Javier Milei dio señales de que no va a hacer crecer el déficit. Todo bien. Christian Buteler es un poco menos optimista: ve que la malaria hace que todos estemos quemando el canuto, vendiendo los dólares del colchón, y que esto no es sostenible a largo plazo y el dólar volverá a subir.

Sea como sea, todos sabemos que en Argentina el dólar no baja, se agacha para tomar envión. Sí podemos estar tranquilos (al menos por ahora) porque no se descontroló y divertirnos mientras tanto con los memes del hornero con IA disfrazado de Napoleón conquistando Europa. Total, quién nos quita lo memeado.

Y si de memes se trata, la incursión del presidente en el colegio Cardenal Copello el miércoles dio infinidad. El discurso ante una multitud de alumnos en el establecimiento en el que estudiaron él y su hermana Karina mezcló la historia económica argentina con la suya personal, las figuritas con la tablita de Martínez de Hoz, intentando ser tierno y gracioso por momentos, pero freak como siempre.

El momento Kodak fue cuando uno de los abanderados se desplomó (antes ya se había desmayado otra alumna, pero fuera de cuadro) y Milei atinó a decir “uy, ¿otro más?” y enseguida bromeó con que fue porque nombró a los zurdos, ante las risas del auditorio. Enseguida en las redes se comparó su actitud con las monerías de Cristina. “¿Qué dirían si eso lo hubiera dicho Cristina?” se repitió, y nos lo preguntamos nosotros. Descontamos que el chico se encuentra bien, por lo que nos pareció un chiste inofensivo. Pero sí, si lo hubiera hecho Cristina, nos habría molestado. Porque nos molesta Cristina.

Sin embargo, no hay un caso de doble vara en otra de las acusaciones lanzadas por el supuesto “adoctrinamiento”. Es cierto que Milei les habló a unos chicos de 4to y 5to año en contra de los “zurdos”, pero quien haya escuchado el discurso con atención tendrá que reconocer que lo hizo siempre en joda. “Me tocó un profesor que me resultaba bastante zurdo aun en esa época, así que imagínense lo que puedo llegar a pensar hoy –dijo en un momento–. Creo que casi me podría llegar a dar un ataque gritándole «comunista». Como verán, vivo haciendo chistes sobre mí mismo, porque sino es un bodrio la vida”. Y antes, cuando mencionó el golpe (curiosidad: habló de golpe “cívico-militar”), dijo: “Interpretado y reinterpretado. Los invito a que lo hagan por ustedes mismos. Siempre tengan espíritu crítico. Lean un lado de la biblioteca y el otro lado. Porque quizás ustedes conocen mi faceta más nueva, que es la del liberal-libertario, del anarco-capitalista, el minarquista en la vida real, pero cuando arranqué, arranqué bastante más a la izquierda. Así que la única forma de tener una posición sólida en algo es mirando toda la biblioteca”.

Es cierto que Milei tiene algunas cosas de Cristina, pero también muchas diferencias.

Uno de los anuncios de la apertura de sesiones del viernes pasado fue el cierre de Télam, la agencia de noticias estatal que fundó Juan Domingo Perón en 1945 y se transformó durante el kirchnerismo en un órgano de propaganda (como todos los medios públicos, pero quizás más que ningún otro). Lo más sorprendente fue que el lunes el edificio apareció vallado y custodiado por la policía, el sitio de la agencia caído y todos los trabajadores recibieron un mail diciéndoles que no vayan a trabajar. Parece que la cosa iba en serio.

Como no podía ser de otra manera, la maquinaria de la culpabilización y manipulación se puso en marcha: dejan familias en la calle, ataque a la libertad de expresión, a Villa Culo sólo llega Télam, la foto de Nahuelito la sacó un fotógrafo de Télam, periodistas con cartelitos que dicen “Todos somos Télam”, abrazo a Télam, vigilia por Télam, festival por Télam, León Gieco le compone una canción a Télam, el que se alegra por el cierre de Télam será anotado en una lista negra, etc.

Ahora muchos dicen que Télam podía mejorar, que no todos sus trabajadores eran militantes, pero lo cierto es que durante el periodo 2016-2019 el intento por profesionalizarla se chocó con los palos en la rueda de los sindicatos y la militancia kirchnerista enquistada de años y años que cuando ganó Alberto Fernández echó a los gritos orgullosamente y a la luz del día a los funcionarios del gobierno saliente.

Ayer el portal El Disenso denunció que la agencia le dio en los últimos años varios millones de pesos de publicidad a una empresa del camporista Tomás Aguerre, que había sido funcionario de Télam en el período kirchnerista previo al gobierno de Cambiemos, cuyo Director Creativo es Santiago “Patucho” Álvarez, a la sazón director de Télam por la misma época. Como dato de color, en su pelea con La Cámpora C5N se hizo eco de la denuncia. Pochoclo.

En definitiva, el arco narrativo de Télam es un poco como el del país: con Macri era por las buenas, con Milei será por las malas.

De la UBA no podemos esperar mucho, pero uno imaginaba que la Di Tella tendría un piso debajo del cual ningún profesor caería expresando opiniones abominables. Pues nos equivocamos. El sábado salió publicada en el diario Perfil una columna de Andrés H. Reggiani, nada menos que director del Departamento de Historia de esa universidad, en la que compara la que según él es “la noción de ciudadanía (fundada en) el mérito de la utilidad y la racionalidad económicas” de los libertarios con el programa Aktion T4 desarrollado por los nazis con el que asesinaron a alrededor de 275.000 personas discapacitadas o con problemas psiquiátricos usando cámaras de gas. Para eso se valió del título del libro del historiador alemán Götz Aly, Los que sobraban, de una frase de la historiadora inglesa Margaret MacMillan y de mucha mala leche.

Un detalle que agrega repugnancia es la ilustración, suponemos que no culpa de Reggiani sino del editor, que no sólo aceptó la nota sino que tomó la decisión de acompañarla con un dibujo titulado “Matanza en Gaza”. ¿Qué tiene que ver Gaza con el contenido de la nota? Absolutamente nada, por supuesto. Ni siquiera el programa Aktion T4 tenía como objetivo la aniquilación de judíos. Pero sabemos cuál fue el camino mental del anónimo editor de Perfil: los judíos son los nuevos nazis. Es así aunque él o ella no lo sepa.

La nota de Reggiani no pasó desapercibida, por supuesto. El Museo del Holocausto llamó a “evitar comparaciones banalizadas y a actuar con responsabilidad a la ahora de abordar temáticas tan sensibles” (un comunicado que replicó en sus redes Milei) y el Centro de Estudiantes de la UTDT también repudió no sólo el artículo sino que haya sido difundido por las redes de la universidad: “Rechazamos firmemente la grotesca comparación realizada por un alto directivo de nuestra institución entre la política del Gobierno nacional argentino y las políticas de exterminio del régimen nazi en Alemania”.

El diario Perfil publicó ayer estas respuestas, pero volvió a ilustrar con “Matanza en Gaza”. ¡Oy vey!

 

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