ZIPERARTE
Domingo

Espejito, espejito

El oficialismo insiste con lo de 'tierra arrasada' para referirse a la herencia de Cambiemos, pero los datos lo desmienten en todas las áreas. Acá, un ejemplo: la energía nuclear.

El miércoles pasado apareció un posteo de prensa de la Secretaría de Energía que anunciaba una reunión del secretario del área con las autoridades del sector nuclear. “El sector nuclear argentino trabaja en conjunto por la recuperación” era el título de la comunicación, acompañado de la foto típica de todos reunidos en una mesa. Al llegar al segundo párrafo me ganó la confusión: arrancaba con el objetivo de la reunión que, aparentemente, era “evaluar la situación del sector nuclear en Argentina, luego de que la política sectorial fuera desarticulada durante la gestión de gobierno 2015-2019, y coordinar entre los actores un plan de acción global…”. Pucha che, qué bolú, pensé. Estoy leyendo una nota de diciembre de 2019.

Pero no. 29 de junio de 2021. No me confundí: 18 meses y 19 días después de iniciado el gobierno se juntaron a evaluar cómo les dejó el tema la administración anterior y coordinar con los actores del sector un plan de acción. Tomate tu tiempo, campeón. Entendible, como todavía no habían hecho la evaluación quizás no tenían demasiado claro qué título ponerle a la reunión. Y algún asesor de esos que nunca faltan les debe haber dicho “y, ponele algo de la herencia, que siempre garpa, como con el avión de FAdeA en Córdoba”.

En todo caso, quiero creer que en la reunión, además de hablar de la “pesada herencia macrista” se le dedicó algún tiempo a lo realizado (o no) en el sector nuclear argentino en los casi 19 meses que lleva la actual administración. Han sido meses difíciles y seguro encontrarán a una opinión pública comprensiva. Pero deberían, a esta altura, comenzar a rendir cuentas de su trabajo, más que hablar del de los demás. Aunque sea para explicar por qué no hicieron mucho: quizás si lo explican bien, la gente los entiende. Pero a esta altura, seguir hablando del “ay, lo que nos dejó el macrismo” comienza a sonar un poco vacío. Hace rato, en realidad, que suena así.

Es frecuente leer y escuchar hasta el cansancio en entrevistas a funcionarios y discursos oficiales referencias recurrentes a “lo que nos dejó el macrismo”.

Más allá de la reunión de referencia, es frecuente leer y escuchar hasta el cansancio en entrevistas a funcionarios y discursos oficiales en el campo nuclear (y en muchos otros) referencias recurrentes a “lo que nos dejó el macrismo”. Como dije, lo que suele esperar la ciudadanía luego de casi dos años de administración, y a las puertas de una elección legislativa, no es “qué te dejó el que se fue hace casi dos años” sino “qué hiciste vos”. ¡Ah, no! Pero Macri…

En los últimos años el sector nuclear argentino creció porque hubo coherencia intertemporal, lo que significa, ni más ni menos, que los proyectos y las políticas no sufrieron los vaivenes de los cambios de gobierno. Cada gobierno le puso su impronta, pero hubo continuidad: lo que se dice “políticas de Estado”. No tiene sentido arrancar diciendo “el otro fue un desastre y vengo yo a arrancar todo de cero”. Básicamente porque eso nunca es cierto.

Pero bueno, ya que tanto va el cántaro a la fuente… vamos a hablar del tema. Así que, veamos: ¿qué les dejó Cambiemos en el sector nuclear? ¿Qué “herencia” les dejamos?

El reactor Carem

Argentina es el país de la región con mayores capacidades en lo que hace a diseño y construcción de reactores. Es líder mundial en el campo de reactores de investigación y producción de radioisótopos (lo que se conoce como “multipropósito”) y, aunque no tiene esa posición en cuanto a los reactores de potencia, las viene construyendo en base a un proyecto: el reactor modular pequeño CAREM. Un proyecto que venía en marcha y que decidimos continuar.

Cuando asumimos el gobierno, el proyecto mostraba un avance físico de 12%. Era, literalmente, un pozo. Sin embargo, justo es decirlo, había mucho trabajo detrás. Ingeniería, contratos, planificación. Pero muy poca obra. Hoy el proyecto no es un pozo. Entregamos la obra con el 56% de avance físico. De 12% a 56%.

Invertimos 400 millones de dólares en cuatro años en el reactor, lo cual puede certificarse buscando la información en el Banco de Proyectos de Inversión, que es el sistema de información dependiente de la Jefatura de Gabinete que registra los proyectos de inversión pública financiados por el Estado nacional. Está todo ahí.

La información que distribuye la CNEA dice que el avance físico del CAREM es de 59%. Es decir, 3% de avance en 19 meses. Ah, pero Macri.

¿Y ahora cómo andamos? La información que distribuye la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de manera oficial dice que, a junio 2021, el avance físico del CAREM es de 59%. Es decir, 3% de avance en 19 meses. Ah, pero Macri.

Varias veces escuché en estos meses sobre “el compromiso de arrancar de nuevo esta obra parada”. Y es cierto, estuvo parada durante mucho tiempo. Desde el 9 de enero de 2020, momento en el que los funcionarios del actual gobierno decidieron cancelar los contratos vigentes, pagarles a los contratistas y parar la obra. No la paró la pandemia, se paró antes. Tenían todo el derecho de hacerlo, si así lo consideraban. Pero no manden fruta, muchachos.

Nos sentimos orgullosos de haber continuado y haberle dado el mayor impulso que tuvo en su historia al proyecto que las propias autoridades actuales de la CNEA han definido como “el proyecto bandera” del sector. La pregunta no es “cuánta plata gastaste” sino “qué hiciste con el presupuesto que te tocó administrar”.

Dicho sea de paso, antes de irnos del gobierno hicimos una evaluación y presentamos un reporte sobre cómo continuar, luego de terminado el prototipo. Porque el prototipo es eso, un prototipo. No es un modelo comercial. Y Argentina tendrá una oportunidad enorme y quizás irrepetible –cuando termine el prototipo CAREM25– de mostrar un modelo comercial viable y sostenible. Nosotros propusimos crear un consorcio público-privado, con formato empresa, para avanzar con la ingeniería conceptual de un modelo comercial que pueda competir en costos y en flexibilidad. Hay que involucrar al sector privado y hay que buscar al socio internacional correcto, que tenga la espalda financiera y el músculo comercial, y al mismo tiempo no sea competitivo con nuestros intereses. Están anunciando que terminarán el CAREM en 2023. Bueno, tienen tiempo. No vaya a ser que el que viene después se ponga a quejarse de la pesada herencia.

La extensión de vida de la Central Nuclear Embalse

En enero de 2016 tuvimos días de 37 grados de temperatura en la ciudad de Córdoba. Y con cortes de energía en todo el país, producto del estado crítico en el que habíamos recibido el sistema eléctrico. En ese contexto, desde el último día de 2019 teníamos la Central Nuclear Embalse parada. Había llegado al final de su vida útil. Unos cuantos años antes se había tomado la decisión de extenderle la vida. Es importante tener en cuenta que –salvo la obra civil– la extensión de vida de Embalse equivalía prácticamente a una central nuclear nueva. Casi todo debía ser reemplazado o modernizado.

Heredamos un proceso muy avanzado y muy bien organizado. Pero faltaba –completa– la última etapa: la construcción. Es decir, la obra en sí misma. En ese caso, el avance era cero. De hecho, la empresa no tenía aprobado el estudio de impacto ambiental, que ni siquiera estaba presentado ante las autoridades ambientales de la provincia de Córdoba. Sin eso, no se podía colocar ni un tornillo. Y para eso, había que realizar la audiencia pública ambiental, requisito imprescindible.

Realizamos la audiencia en abril de 2016, presentamos los documentos en julio y obtuvimos la licencia por parte de la provincia de Córdoba en agosto. Ese mismo mes comenzó la obra. Dos años y medio después, en enero de 2019, Embalse comenzó a generar energía nuevamente. En dos años y cinco meses se realizó, completa, la obra de extensión de vida de la Central Nuclear Embalse. Un logro del equipo del Programa de Extensión de Vida, que habla de la calidad del personal nuclear argentino.

El “gobierno que desarticuló el sector nuclear” hizo el 100% de una de las obras nucleares más destacadas del mundo en estos cuatro años.

No hay lugar en el mundo en el que no haya escuchado elogios a ese proceso y es bueno que lo tengamos en cuenta para entender cómo se puede hacer una obra compleja en tiempo y forma. Se requiere designar a las personas apropiadas y dejarlas trabajar en un marco de transparencia, y sin que la política meta mano donde no debe meterla.

El “gobierno que desarticuló el sector nuclear” hizo el 100% de una de las obras nucleares más destacadas del mundo en estos cuatro años. Embalse entrega energía a la red eléctrica argentina sin ningún problema desde hace dos años y medio, y lo hará seguramente por 27 años más. Extenderle la vida a Embalse costó 2.140 millones de dólares, lo que significa 3.050 dólares por KWe. Un costo que le permite a la empresa entregar energía limpia y de base a la Región Centro sin haber endeudado ni a la empresa ni al Estado para ello.

Pesada herencia.

El reactor multipropósito RA-10

Siendo Argentina un país exportador de reactores multipropósito, es lógico que la CNEA esté construyendo un nuevo reactor moderno y en línea con lo que le vendemos al mundo. Este proyecto también contó con nuestro apoyo. Reemplazará al viejo y robusto RA-3, que ya tiene muchas décadas. Recibimos la obra con un 10% de avance y la entregamos con más del 50%. De nuevo: el proyecto no lo iniciamos nosotros. Nos pareció que tenía la importancia necesaria para continuarlo, viniera de quien viniera. Pero nadie puede decir que el proyecto fue abandonado por nuestra administración. Basta ver las fotos de lo que era en 2016 y lo que se entregó en 2019.

Esta es una obra que lidera y debe liderar la CNEA. Con todas las dificultades que implicó trabajar con una macro que se complicó mucho desde 2018 (muchos componentes del reactor son importados o cotizan en divisas), se hicieron los esfuerzos necesarios para avanzar con la construcción. No puedo negar que fue por momentos muy difícil, pero el resultado está ahí. Entregamos la obra a las nuevas autoridades con más de un 50% de avance físico, luego de haberla recibido con solo un 10% de avance, aproximadamente.

Un reactor multipropósito construido por la CNEA y financiado por el tesoro nacional. Insensibilidad derechista en estado puro.

Tres reactores

Durante dos años y medio, entre 2016 y 2019, por primera vez en la historia en Argentina hubo tres reactores en construcción. Resalto por primera vez. No creo que haya habido en ese momento muchos países con tres reactores en construcción al mismo tiempo. Y, seguro, ninguno del tamaño de los nuestros. Ese período es calificado por algunos voceros de la actual administración como “el abandono del sector”. Incluso se lo han hecho decir al Presidente de la Nación. No sé realmente qué película están viendo.

No tiene sentido ni nos lleva a ninguna parte organizar la conversación pública sobre la base de difamaciones y discursos amigo-enemigo. Los relatos falaces no performan la realidad que, como dijo alguien, es la única verdad. Si alguien habla mucho de los demás, quizás sea porque mucho no puede decir de sí mismo.

La inserción argentina a nivel internacional

Argentina es heredera de una tradición de prestigio nuclear a nivel internacional casi desde su fundación. Es una ventaja comparativa que tenemos, que lleva muchos años, que ha atravesado todos los gobiernos y que no nació en 2016 (pero sin dudas no murió ahí).

Teniendo esto en cuenta, al arrancar nuestra gestión decidimos comenzar a trabajar en una estrategia a la altura del lugar que tiene Argentina, que nos colocara como un actor solvente y a la vez confiable en materia de seguridad física nuclear, un campo en el que –para un país como el nuestro, exportador de tecnología– no había lugar para indefiniciones. Quienes trabajamos en este campo sabemos que, en materia de seguridad, ningún objetivo se cumple en soledad: es necesaria la cooperación interagencias dentro de nuestro país y con otros países. Ese fue un eje de nuestra política.

Entre 2017 y 2019, lideramos el Grupo de Respuesta y Mitigación de la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear (GICNT). También lideramos el Grupo de information sharing de la Red de Centros de Apoyo y Entrenamiento Seguridad Física del Organismo Internacional de Energía Atómica. Fuimos co-chair, junto con Australia, de las reuniones técnicas del proceso de revisión de la enmienda de la Convención sobre Protección Física de los Materiales Nucleares. Lideramos el International Framework for Nuclear Energy Cooperation (IFNEC), una plataforma internacional de más de 60 países con desarrollo nuclear.

El 1 de septiembre (de 2017), Argentina se convirtió en el miembro pleno número 32 de la Nuclear Energy Agency de la OCDE.

Durante 2016, y frente a la iniciativa del Gobierno argentino de solicitar ingreso a la OCDE (por cierto, ¿cómo viene eso?), llegamos a la conclusión de que Argentina podía ser miembro de la Agencia Nuclear de esa organización mucho tiempo antes que el ingreso “pleno”. Tomamos entonces la decisión de solicitar el ingreso a la Nuclear Energy Agency de la OCDE para 2017. Y de afrontar el proceso para hacerlo. Durante el último trimestre de 2016, mantuvimos varias reuniones con los equipos técnicos de la OCDE-NEA. Presentamos a principios de 2017 un informe sobre las capacidades y compromisos argentinos en lo referente a los usos pacíficos de la tecnología nuclear y recibimos la visita de un equipo evaluador en marzo 2017. El 17 de mayo la NEA decidió invitarnos formalmente a convertirnos en miembros plenos y concedernos el acceso a su Banco de Datos, situación que finalmente se concertó mediante un intercambio oficial de cartas entre el Secretario General de la OCDE, Angel Gurría, y el entonces Ministro de Energía, Juan José Aranguren. El 1ro de septiembre, Argentina se convirtió en el miembro pleno número 32 de la Nuclear Energy Agency de la OCDE.

Pero bueno, tal vez el ingreso a la NEA-OCDE está mal “porque es de derecha”.

No es mi intención hacer un resumen de nuestra gestión. Hubo otros éxitos y también fracasos. No pudimos cerrar el contrato para una cuarta central nuclear, por ejemplo. Pero la intención de esta nota no es esa. Surge como una reacción a un relato que está a años luz de la realidad. Un mexicano diría “ya, guey, ya estuvo”.

Un equipo plural y pluralista

Tuve la responsabilidad de armar de cero el equipo de 30 personas de la Subsecretaría de Energía Nuclear, y de elegir a gente que luego propuse para designar a cargo de la conducción de CNEA y las empresas públicas del sector. En la Subsecretaría armé un equipo integrado por gente nueva y gente que ya trabajaba en la Secretaría de Energía, pero en absolutamente ningún caso le requerí a nadie lealtad política o partidaria. Sí compromiso con la tarea y solvencia profesional. Y es lo que recibí. Conozco a la gente que trabajó conmigo, de diversas posiciones políticas, pero todos con conocimientos específicos en su tarea. Varios de los directores y directoras que me acompañaron podrían haber ganado mucho más dinero en el sector privado, de haberlo querido. Estoy muy agradecido por su compromiso.

No hicimos de las empresas un coto de caza de la política ni un botín a repartir entre los diversos sectores políticos de la coalición oficial.

En cuanto a la gente a cargo de conducir CNEA y las empresas, todas fueron designadas por su capacidad profesional, y a nadie se le pidió lealtad política. De hecho, en el caso de CNEA y NASA nombramos gente con más de 30 años de carrera en esas mismas instituciones. No hicimos de las empresas un coto de caza de la política ni un botín a repartir entre los diversos sectores políticos de la coalición oficial. Si esto alguna vez pasa, hoy o en el futuro, será algo que deberá ser evaluado por quienes corresponda. Tengo mis prevenciones en varios casos, pero habiendo escuchado el jueves pasado a la nueva presidenta de la CNEA en su presentación en el Senado, me satisface ver a una persona con un discurso solvente, sobria, enfocada en las actividades y proyectos, y sin invocar enfrentamientos estériles. Con varias de sus reflexiones incluso coincido y con algunas otras no, lo cual es lógico porque pertenecemos a comunidades políticas diferentes. Pero por lo menos en esa ocasión mostró que se puede disentir sin tirar piedras. Ojalá contagie a otros colegas de su propio sector. Y evite que ellos la contagien a ella.

Y a los que se tientan con los relatos tribuneros, les digo que hay que tener cuidado con abusar del “espejito espejito quién es el más bonito” porque de golpe el cristal te tira una cara que no era la que esperabas. Ah, pero Macri.

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Julián Gadano

Sociólogo. Profesor de la UBA y la Universidad de San Andrés. Ex subsecretario de Energía Nuclear.

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