BERNARDO ERLICH
Domingo

¡Estatismo nunca más!

La muestra sobre neoliberalismo en el Archivo de la Memoria es un papelón, pero refleja más la derrota cultural del kirchnerismo que su supuesta hegemonía.

No soy setentólogo pero recuerdo perfectamente que después de Malvinas se fue llegando al consenso de que el terrorismo de Estado había sido mucho peor que el terrorismo perpetrado por los guerrilleros. Las políticas públicas en Derechos Humanos apuntaban a evitar que nuevamente el Estado hiciera terrorismo. Es recién a partir del acceso de Néstor Kirchner a la Presidencia cuando se empieza a santificar (o heroificar, diría Graciela Fernández Meijide) a los terroristas de los ‘70. Hasta ese momento era frecuente escuchar a los familiares de desaparecidos decir que la víctima del terrorismo de Estado era inocente, que se lo habían llevado por figurar en la libreta telefónica de un guerrillero o que tenía ideas pero jamás había puesto una bomba. A partir del kirchnerismo eso cambió y empezaron a dejar traslucir que sus familiares víctimas habían participado del terrorismo. Es como que el camino a la santificación ya no se lograba por haber sido inocente si no por haber ejercido la violencia política.

El jueves fui a la muestra “Neoliberalismo, nunca más” organizada por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación en el Archivo Nacional de la Memoria (ex ESMA), porque vi que había generado revuelo en las redes sociales por igualar la gestión de Macri con la de Videla y me dio curiosidad. Toda la renombrada muestra se resume en unos carteles puestos sobre las tres paredes de la sala. La sala se llama Silvio Frondizi, asesinado por la Triple A, que dependía del Parrilli de Perón durante el tercer gobierno peronista, y tiene no más de seis metros por 12 metros. Sobre una de las paredes cortas están los resultados y las políticas económicas del Proceso de Reorganización Nacional; sobre la pared de 12 metros las de los períodos de Menem y De la Rúa y sobre la otra pared corta las del gobierno de Macri. Esas pancartas repiten la letanía que se puede escuchar a diario en cualquier programa de FM La Patriada. No hay nada novedoso ni imaginativo ni atractivo. Es la demostración más cabal de la incapacidad del Estado para hacer algo. Si es cierto que el medio es el mensaje todo alumno de secundario que sea llevado hasta ahí saldrá pensando, en contra del objetivo de los organizadores, “¡Estatismo nunca más!” y en la próxima elección le mete el voto a Milei.

Todo alumno de secundario llevado hasta ahí saldrá pensando “¡estatismo nunca más!” y en la próxima elección le mete el voto a Milei.

Creo que no tiene sentido explicar que la tablita de Martínez de Hoz, durante la dictadura, se parece mucho más a la devaluación a ritmo constante del ministro Guzmán que a la libre flotación del Gobierno de Macri. Tampoco creo que valga la pena recordar que la dictadura de Videla no privatizó nada y estatizó la Compañía Ítalo-Argentina de Electricidad (comunmente llamada “la Ítalo”), pagando mucho más de lo que correspondía, como hizo Kicillof al estatizar YPF. No hay que olvidar que Videla era un nacionalista ultracatólico, que de liberal no tenía nada y que entre tantas muchas cosas creía que Arturo Frondizi era un vendepatria por haber hecho los contratos petroleros. Tampoco merece que contemos que la Formación de Activos Externos (comúnmente llamada “fuga de capitales”) fue de 88.000 millones de dólares durante el gobierno de Macri pero había sido de 99.900 millones de dólares durante el kirchnerismo. Digo que no tiene sentido discutir con gente que cree que CFK es víctima de lawfare y que su nivel de vida y sus declaraciones patrimoniales son producto de sus sueldos como funcionarios públicos.

Tristes vidas grises

Lo que me interesa decir, o sobre lo que me interesa hipotetizar es: ¿por qué pueden llegar al paroxismo de procurar igualar a Macri con Videla? Creo que ellos aspiraron a ser Rodolfo Walsh, pero en lugar de morir baleados en una esquina de San Cristóbal luego de denunciar a las Juntas Militares les tocó que se les corte el contrato en Télam y tuvieron que salir a cubrir el fútbol de ascenso para una radio partidaria. Soñaron con ser como sus modelos, que tomaban un cuartel para robarse las armas, pero la anécdota más estridente que les quedó para contarles a sus nietos es que el macrismo les freezó el ascenso a coordinador en un ministerio. Se extasiaron con las vivencias de los jóvenes de La noche de los lápices, pero lo único que les tocó fue estar unos meses en una oficina que quedaba en el subsuelo. La necesidad de transformar a Macri en un dictador es por la necesidad que tienen de darle algo de épica a sus tristes vidas grises.

La segunda cosa que me gustaría decir es que la batalla cultural del kirchnerismo, que tanto preocupa a nuestros intelectuales, ha sido un fracaso. El kirchnerismo ganó elecciones no por su discurso sino pese a su discurso, gracias a los ingentes recursos volcados por su gobierno en hacer demagogia. Esta semana Ángel De Brito tuiteó que el programa Desiguales, que se emite de lunes a viernes por ATC en el prime time, hace 0,0 de rating (cero coma cero). Al público no le interesa en lo más mínimo escuchar la liturgia kirchnerista que predican sus conductores Pablo Caruso y Luli Trujillo (integrante de La Pedro Cahn junto con Diego Iglesias). La gente también vota con el control remoto.

Desiguales, que se emite de lunes a viernes por ATC en el prime time, hace 0,0 de rating (cero coma cero). Al público no le interesa en lo más mínimo escuchar la liturgia kirchnerista.

Pero la que más convencida está de esto es Cristina, que en diciembre del 2020 les advirtió al Presidente, a Massa y a todo el Gabinete que si ellos habían vuelto al poder era gracias a regalar tarifas de los servicios públicos durante su gestión y que ni se les ocurriera subir las tarifas porque volverían a perder las elecciones y en consecuencia todos volverían al llano. Es por todos conocida la resistencia que han presentado los funcionarios cristinistas del área de energía para bloquear todo los intentos de Guzmán para actualizar las tarifas. El macrismo debe haber tenido un buen comportamiento en la batalla cultural, porque si no no se explica cómo achicando gastos estatales, aumentando tarifas y con el dólar altísimo haya sacado 41% de los votos en 2019 y vuelto a ganar en 2021.

A veces creo que la excesiva susceptibilidad de nuestros intelectuales cuando aparecen cosas como esta muestra es porque también nuestros intelectuales reclaman recursos para sí con la excusa de que, si eso no ocurre, seremos derrotados electoralmente por ir a la batalla cultural sin los pertrechos suficientes. Me hacen acordar a cuando Alberdi, para mofarse de Sarmiento, contaba que éste, que era boletinero del Ejército Grande, le escribía a Urquiza diciéndole que sus boletines mermaban la moral del ejército rosista y que Urquiza le contestaba que hacía más de 20 años que escribían en contra de Rosas y este no había retrocedido ni en una hectárea su área de poder.

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Ergasto Riva

Licenciado en Administración. Doctorando en Cs. Económicas. Autor de 'La Moneda Virtual' (2012). En Twitter es @ergasto.

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