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Cómo leer los resultados de hoy

Las elecciones bonaerenses no predicen el futuro presidencial, pero el mercado las mira como un test clave. El verdadero desafío de Milei será octubre.

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Siempre dije que la relevancia de la provincia de Buenos Aires en las elecciones de mitad de mandato es exagerada. Es un lugar común escuchar a analistas repetir como loros el mismo libreto elección tras elección: se trata de la madre de todas las batallas en la que hay que ganar por un solo voto. Es inútil recordarles que la provincia de Buenos Aires, más allá del obvio peso específico que tiene por representar un 38% del electorado nacional, cuando se trata de elecciones intermedias no ha tenido un gran poder predictivo respecto de la elección presidencial siguiente. Tampoco parece importarles, ni a los analistas que repiten el consabido libreto ni a un usualmente mal asesorado círculo rojo, que la elección legislativa provincial ha sido un verdadero cementerio de proyectos presidenciales o que de 2009 a la fecha quienes ganaron ahí no tuvieron un buen desempeño en la elección siguiente. De hecho, no se trata sólo de la elección legislativa de mitad de período presidencial. Tanto Macri como Milei ganaron la presidencia sin haber sido los candidatos más votados en las PASO ni en la primera vuelta.

Pero no hay con qué darle: la percepción de la realidad suele ser más relevante que la realidad misma. La razón de eso es muy sencilla: tomamos nuestras decisiones en base a nuestras creencias y percepciones, incluso si no tienen fundamento empírico. Si para muestra sobra un botón, pensemos en la Primera Guerra Mundial, un conflicto que todos los estrategas de las principales potencias europeas creían que sería breve y que tendría la forma de una guerra de movimientos. Eso a pesar de que la tecnología militar daba claros indicios de que ocurriría lo contrario.

Un termómetro

Esta vez, la madre de todas las batallas viene desdoblada en dos episodios, el primero de los cuales tendrá lugar hoy y que a la luz de la volatilidad cambiaria y financiera de las últimas semanas se ha convertido en un test clave para el Gobierno. Una elección provincial en la que se renueva la mitad del Senado y la Cámara de Diputados de la legislatura bonaerense, y en la que se eligen concejales y consejeros escolares, ha pasado a ser un evento relevante para el mercado financiero y para el círculo rojo. De algún modo, esta elección, que por primera vez desde la vuelta de la democracia tendrá lugar en una fecha diferente a la elección nacional, parece ser a la vez un plebiscito sobre la gestión de Milei y un termómetro que mide las chances de un regreso del kirchnerismo al poder en 2027.

Esta elección parece ser un plebiscito sobre la gestión de Milei y un termómetro que mide las chances de un regreso del kirchnerismo.

Una particularidad de esta elección es que no se vota en un único distrito, sino en ocho secciones electorales, cada una con listas de legisladores provinciales diferentes. Eso ha llevado a que algunos analistas sugieran que habrá dificultades a la hora de interpretar el resultado, dado que uno bien podría mirar la distribución de bancas, la cantidad de secciones ganadas por cada fuerza o el voto agregado a nivel provincial, algo que para ser honestos es una construcción artificial dado que quien vota en la Primera Sección elige candidatos diferentes a los que eligen quienes votan en las demás secciones. ¿Cómo interpretar, pues, el resultado? ¿Cuál de estas varas nos dará la justa medida para saber quién es el ganador y quién es el perdedor? ¿O asistiremos a una de esas jornadas en las que todos se proclaman ganadores?

Lógicamente, dependiendo del resultado, tanto el Gobierno como el kirchnerismo buscarán imponer su relato, apelando a la suma de bancas, el conteo de secciones o el voto agregado a nivel provincial. Sin embargo, dada la atención que esta elección ha concitado entre los inversores, cualquier relato que esté flojo de papeles tendrá corta vida. En el mejor de los casos sobrevivirá hasta mañana a las 10 de la mañana cuando abra el mercado cambiario.

Lo que importa es octubre

¿Está obligado el Gobierno a ser la fuerza más votada a nivel provincial, aunque más no sea por un solo voto? La realidad es que no. En mi opinión, cualquier resultado que ponga a La Libertad Avanza-PRO en niveles cercanos a las elecciones de Cambiemos-Juntos por el Cambio de las PASO y generales de 2017 y 2021 (37-41%) y en el que Fuerza Patria, en caso de ser el partido con mayor apoyo electoral, no obtenga una ventaja superior a los 5 puntos, debería ser razonable para el Gobierno y no debería desatar una reacción fuertemente negativa en el mercado. Especialmente si consideramos: 1) que para el grueso de las encuestas de opinión pública el Gobierno viene corriendo de atrás; 2) la acumulación de errores no forzados tanto en materia de armado político (como dejó bien en claro la elección correntina del domingo pasado) como de política económica; 3) el escándalo de los audios de Spagnuolo en las semanas previas a la elección y 4) el desplome de expectativas registrado por la última edición del Índice de Confianza del Consumidor que publica la Universidad Di Tella.

Si hoy Fuerza Patria obtiene una ventaja más cercana a los 10 que a los 5 puntos, mañana (y no sólo mañana) va a ser una pesadilla para el Gobierno.

Si hoy, en cambio, Fuerza Patria obtiene una ventaja más cercana a los 10 que a los 5 puntos, mañana (y no sólo mañana) va a ser una pesadilla para el Gobierno independientemente de cualquier intento por resaltar que se obtuvo un triunfo resonante en tal o cual sección (salvo que haya un batacazo en la tercera, algo incompatible con una derrota categórica del Gobierno a nivel provincial) o que se sumaron tantas bancas de legislador provincial. Lo único que conseguirán si apelan a este tipo de maquillaje es que quienes peinamos canas recordemos con una sonrisa a Carlos Menem destacando el triunfo del PJ en Perico en 1997 o a Alberto Rodríguez Saá enumerando las cifras de la mesa 86 de Necochea en 2003.

Ante un escenario de derrota contundente habrá una mala y una buena noticia para el Gobierno. La mala es que deberá transitar las semanas que quedan hasta el 26 de octubre en un contexto de alta volatilidad financiera, en el que es muy probable que veamos al tipo de cambio llegar hasta el tope de la banda y al Banco Central interviniendo para evitar una mayor depreciación de la moneda. La buena noticia es que a) octubre no necesariamente será una réplica de septiembre (probablemente veamos una mayor participación) y b) un triunfo peronista hoy posiblemente reactive el miedo a un retorno kirchnerista entre los votantes “blandos” de la LLA, aquellos que en 2023 votaron a Milei en segunda vuelta, pero que por distintos motivos hoy optaron por quedarse en sus casas o votar a terceras fuerzas.

La madre de todas las batallas no es la provincia de Buenos Aires, es la elección de octubre. Y es ahí donde el Gobierno necesita un triunfo contundente, similar a los obtenidos por los oficialismos exitosos en elecciones de medio término. Esto es, sacar como mínimo un 40% de los votos y llevarse unas 60 de las 127 bancas en juego. Es decir, poder mostrar que tiene un mandato fuerte y que tiene un escudo legislativo sólido.

Para el Gobierno, una mala elección hoy puede ser un verdadero dolor de cabeza por las razones que dije, pero el verdadero problema sería sufrir una derrota en octubre o incluso tener un triunfo módico que no le permita ni contar con 86 diputados capaces de sostener un veto presidencial ni despejar las dudas sobre un eventual retorno kirchnerista en 2027. De darse este escenario, todas esas preocupaciones acerca de la gobernabilidad que muchos observadores desdeñaron resurgirán y complicarán mucho más la segunda mitad del mandato de Javier Milei.

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Ignacio Labaqui

Analista político y docente universitario.

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