JOSÉ GALLIANO
Domingo

No es obligatorio
comprar todo el combo

Es posible apoyar un programa de reformas económicas liberales sin adherir a los ataques de Javier Milei y sus ideólogos contra las minorías.

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Se puede estar a favor del rumbo económico del Gobierno y en contra de su “batalla cultural” contra la ideología de género? Claro que se puede, es lo que haría cualquier liberal. Explico por qué.

Hace unos meses, pasados apenas tres minutos de la entrevista del “Gordo Dan” a Agustín Laje, uno de los principales intelectuales mileístas, alguien en el panel acota: “Está lleno de sida España ahora”. Al comentario le siguen risas. La respuesta de Laje consiste en contar la anécdota de cuando vio en el subte de Madrid que una persona con la bandera LGBT estaba sangrando y entonces pensó: “Que no me salpique”. Más risas.

Un tiempo antes, en una charla con un pastor evangélico, Agustín Laje no pudo encontrar nada positivo frente a la pregunta del pastor acerca de qué haría si alguna vez tuviera un hijo homosexual. Sus respuestas incluyeron, entre otras cosas, referencias a la militancia LGBT como “un ambiente de mucha enfermedad” o aclaraciones acerca de que “no le retiraría el amor” a un hipotético hijo gay. Claro que, ante esa eventualidad y acaso si ese hijo gay no estuviere conforme con su orientación homosexual, entonces intentaría “ayudarlo”, agregando que él conocía “muchos casos de éxito” de unas “terapias” sobre las que no se explayó demasiado, pero todos sabemos a qué se refiere.

En otro video viralizado en TikTok, publicado por una cuenta autodenominada “Liberales libertarios”, consultado acerca de la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, Laje explica:

Cuando uno dice que los homosexuales tienen derecho a adoptar, o los transexuales tienen derecho a adoptar, nos estamos olvidando de que el derecho de la adopción no es del mundo adulto, es del mundo de los niños. Es el derecho a que se le restituya lo que ha perdido. En el caso de una pareja homosexual, al faltarle la otra figura, no le permite naturalmente devolverle al niño el contexto que el niño ha perdido. El niño ha perdido un contexto donde había una mamá y había un papá. Si una pareja homosexual no puede restituir ese contexto para el niño, entonces no está cumpliendo con el fin de la adopción.

Por si alguno sigue con dudas, recordemos además que Agustín Laje es coautor del Libro negro de la nueva izquierda, una crítica al feminismo, a la ideología de género y al “homosexualismo” (sic). Quien firma el libro con Laje es Nicolás Márquez, que en la obra usa 38 veces la palabra “sodomita” para referirse a los homosexuales. Esto, además de decir que el escritor español y activista LGTBQ Paco Vidarte fue un “jactancioso maricón” que “por sus hábitos licenciosos murió de SIDA en el año 2008”.

Al igual que Laje, Márquez se opone a la adopción homoparental y rechaza el principio liberal de igualdad ante la ley, puesto que, cito textualmente de la página 148: “La desigualdad ante la ley en este caso debe prevalecer tal como existe en el caso de los ciegos y la licencia de conducir, [ya que] adjudicarle discriminación al Estado por no avalar el ‘matrimonio homosexual’ equivale a considerar que el Estado es discriminatorio cuando se niega a otorgarle el carnet de conducir un automóvil a un ciego”. Es que, ustedes entenderán: “El matrimonio gay erosionará el matrimonio tradicional, puesto que si el vicio se sienta al lado de la virtud […] se sabe que es la virtud la que se degrada al ser equiparada con un subproducto irregular”.

Milei y la derecha conservadora

Al leer esto alguien podría objetarme que una cosa son Agustín Laje y Nicolás Márquez y otra cosa, distinta, es Javier Milei. Por supuesto. Lo que hace ruido en ese argumento es que en 2019 ambos escritores compartieron escenario con el ahora presidente en un evento organizado por la ONG Cruz del Sur, cosa que volvieron a hacer en 2022, cuando tanto Milei como Márquez fueron los presentadores de otro libro de Laje, titulado La batalla cultural. Reflexiones críticas para una nueva derecha (DyD, 2022).

A mediados de 2023, poco antes de las PASO, Milei compartió pantalla con Laje en una entrevista que les hizo Viviana Canosa. Al hablar del “pos-marxismo”, Milei sostuvo que es “trasladar la lucha de clases a distintos aspectos de la vida”, frase tras la cual miró a Laje y le dijo: “¿Aprendí bien, no?”, reflejando la admiración que sentía por las ideas de este politólogo que es furor en YouTube. La admiración es tanta que Laje ha sido designado director ejecutivo de la Fundación Faro, un think tank que, como mínimo, ha sido impulsado por el Gobierno, pero que sus administradores afirman que se financia con donaciones privadas.

La admiración es tanta que Laje ha sido designado director ejecutivo de la Fundación Faro, un think tank que, como mínimo, ha sido impulsado por el Gobierno.

Con Nicolás Márquez el presidente no se muestra más en público, pero se reunió con él nada menos que en la Casa Rosada para permitirle escribir la biografía presidencial, Milei, la Revolución que no vieron venir (Hojas del sur, 2024).

Es en este contexto en el que Milei pronuncia en Davos esta ya célebre frase: “En sus versiones más extremas, la ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil”, segundos después de haber citado el caso de una pareja de homosexuales condenada a 100 años de cárcel en Estados Unidos por haber violado a sus hijos adoptivos. A la luz de lo expuesto, ¿a quién le extraña que esta afirmación –entre varias otras– haya sido tomada como un ataque a las minorías sexuales y a la diversidad en todos sus ámbitos?

Si Milei comparte orgullosamente trinchera con dos de los más claros exponentes de la derecha latinoamericana, quienes están abiertamente en contra de la adopción homoparental, ¿cómo no pensar que lo de Milei podría llegar a poner en duda la igualdad de derechos para todos ¿Cómo no entender, al menos, una marcha en donde el colectivo que se sintió amenazado sale a protestar para defender sus libertades?

La ideología de género

“Pero… ¿cómo te vas a tomar esto a mal? Milei es clarito, habla de la ideología de género, no de los gays”, argumentan algunos. A lo que agregan, creyendo que son empáticos: “Si vos querés meterte no sé qué cosa por no sé dónde, a Milei no le molesta. Si querés disfrazarte de puma está todo más que bien, Milei sólo habla de la ideología de género, porque Milei sólo quiere terminar con los privilegios”.

En primer lugar, no a mucha gente le queda claro de qué se habla cuando se habla de “ideología de género”. Y en esa ambigüedad se termina mezclando todo, cayendo en estas confusas asociaciones entre colectivo LGBT, educación sexual integral, libros con imágenes eróticas y pedofilia. En segundo lugar, hablar de “ideología” de género tiene connotaciones despectivas. Porque tratar de entender el fenómeno de la existencia de personas trans y sugerir que puede haber un sexo biológico distinto al género no tiene por qué ser una ideología. Puede perfectamente ser una teoría, que puede ser discutida o no. Pero al catalogarla como ideología, ya estamos cancelando el debate racional, una cancelación no woke, en este caso, por supuesto.

Si le sumamos a lo anterior que todo se da en el marco de una “batalla cultural” contra la izquierda y sus preocupaciones, ¿cómo no acudir sistemáticamente al ridículo, la estigmatización o el bullying? En un artículo de 2023 mostré mi preocupación por esta campaña liderada por personas que hoy se muestran fanáticas de Milei. Entonces, cuando dicen que sus ataqno es contra la diversidad sexual sino contra la “ideología de género”, en el mejor de los casos (y haciendo malabarismos para justificar lo injustificable) nos salvamos del ataque los gays y las lesbianas, pero no las personas trans, a quienes directamente se les está negando la existencia.

Liberalismo no es fascismo

Tras el escándalo que generaron sus dichos en Davos, el presidente publicó un largo posteo en su cuenta de X. Ahí, en medio de un mar de justificaciones y enojos varios, sostuvo que “el respeto irrestricto al proyecto de vida del prójimo es parte de nuestro ADN”, pero que no va a tolerar los privilegios y las ideas que hacen crecer el gasto público.

Su mentor intelectual en esta batalla, Laje, publicó una nota en Infobae un día después, en la que explica el wokismo pero sin decir nada sobre la “ideología de género”. Tampoco hay acá menciones a los abusos infantiles o a los hombres que piden que los pasen cárceles de mujeres para cometer violaciones. Se puede decir que bajaron un cambio, pero no se puede borrar con el codo lo que se escribió con la mano.

Una curiosidad: hace al menos 20 años que estoy en contra de los privilegios y el crecimiento del gasto público, y nunca tuve la necesidad de, por eso, insultar a transexuales o menospreciar a gays y lesbianas. Algunos consideran que eso es de tibio. Otros, que el combo debe comprarse o rechazarse por completo, que la homofobia es un elemento troncal de un programa económico liberal.

Lamento decepcionarlos. Defender la libertad integral y la igualdad ante la ley no es de tibio, sino de liberal, algo que muchos de los que la cuestionan claramente no son. Y no, el combo no se compra completo, existe un importante grupo de personas que quiere libertad económica para progresar y tolerancia e inclusión para convivir en forma pacífica. Esperemos que Milei vaya acercándose cada vez más a este grupo y abandone a los que creen que para arreglar una economía hace falta restaurar valores que marginaron históricamente a las minorías, condenándolas a vivir sin libertad y sin respeto por su proyecto de vida.

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Iván Carrino

Investigador Asociado del centro FARO de la Universidad del Desarrollo (Chile), profesor universitario de Economía y consultor de empresas.

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