Getting your Trinity Audio player ready...
|
¿Es muy de idiota sentirse feliz por un gobierno? Eso opinaron algunos que leyeron un tuit que publiqué hace un par de semanas y que decía: “La verdad es que resulta muy raro vivir teniendo un gobierno que te hace feliz”.
Nunca dije que era la variable única ni fundamental de mi felicidad, he sido feliz incluso cuando la Argentina estaba gobernada por la delincuencia kirchnerista, pero no encontraba en el gobierno causas para mi contento. Hoy sí. ¿Cuáles? Éstas (dicho todo como me sale y sin pretender una enumeración esmeradamente lógica, la felicidad es más borbotón que control conceptual quirúrgico):
1.
Veo un gobierno que sigue el rumbo correcto: o sea, déficit cero, combate a la delincuencia (en vez de fundamentación ideológica para la misma), pro-capitalismo decidido, ordenamiento de la cuestión económica, desregulaciones diarias. El gobierno entrega una increíble sucesión de buenas noticias permanentemente. Como plus: marca una línea divisoria entre quienes pueden reconocer estos logros (porque los avalan y comprenden) y quienes, por mezquindad o intereses, no son capaces de hacerlo. Hubo revelaciones al respecto, inquietantes pero ordenadoras.
2.
No cede ante el amague, no acepta los delirios de la progresía. No tiene empacho en chocar en contra de la promoción del diálogo (coartada de los delincuentes para aparecer decentes, esto también se ha vuelto hoy más claro que nunca). Como diría mi analista y se aplica en un sentido más amplio: no aloja el delirio. No alojan el delirio patológico del mundo K ni de los falsos decentes. El otro gobierno que viví, que sirvió, que fue un buen gobierno, no llegó a esta operación liberadora: su debilidad venía establecida de origen por ser fruto de una alianza demasiado amplia. ¿Era otra época? Creo inútil adentrarse mucho en esa discusión. Para mí la política es trazo grueso y no obsesivo detallismo inconformista (no hay inteligencia ahí). O sea, también fui feliz con el buen gobierno de Mauricio, aunque éste está llevando las cosas mucho más lejos, en el buen sentido.
3.
Hay un ministerio soñado, el de desregulación, y un hombre especial a cargo. Federico Sturzenegger parece un tipo común, simple, hasta ingenuo con su mirada clara, pero el hecho de que la inteligencia y la decisión broten de él fácilmente puede inducir a engaño. Es genial. Puso el ojo donde había que ponerlo y además ejecuta como si bailara, con liviandad, ligereza, autoridad y gracia. Un plus extraño para la felicidad: colocó la franquicia en USA y hasta su admirado (y admirable) Elon Musk aplicará su truco. Pellizcame a ver si estoy despierto.
4.
Me gusta también la posición que descarta la especulación política, eso que dice Milei de “la próxima si no me votan no me votan, voy a hacer todo lo que creo que haya que hacer y la verdad saldrá a la luz, el votante dirá para qué lado quiere ir”. En esa vía de trabajo hay también un alivio, un “di tu palabra y rómpete” como diría Nietzsche (decí lo tuyo y bancatelá), gran libertad comparado con el “antes de dar un paso voy a ver qué piensan los demás”. Sano principio de vida y –en este caso, ojo– también de gestión. Gente capaz haciendo lo que hay que hacer, ¿se puede pedir más?
5.
No paran. Es un gobierno dinámico, que sorprende avanzando diariamente con cuestiones en las que es necesario avanzar. Aceleran, van por más, incansable avance que sigue y sigue. Sacan de la galera hecho tras hecho: delincuentes capturados, regulaciones eliminadas, saneamiento económico, desarmado de grandes cajas de curro, de otro curro más, de otro más, mirá quién hubiera dicho que esto existía, exposición de secuaces mediáticos y de intermediarios de la asistencia. Etcétera, etcétera, mil valiosos y sensacionales etcéteras.
6.
No ceden, al menos no de manera relevante en las cuestiones que importan. Si retroceden es para tomar envión. Por el momento no se entibian ni relajan, y cuando la sospechosa opinión pública, periodística o tuitera, teme un desvío rápidamente se confirma el rumbo. Lo cual equivale a decir que trabajan la restricción correctamente, o sea, claro que no se puede todo de manera inmediata, que hay pasos, momentos para cada cosa, pero parecen saber tratar con la dificultad de manera de no caer en el idealismo (el libertaradismo al que alude el presidente), en el que por amor a los principios puros se destrozaría la realidad.
El principio es guía de acción pero no plan de estrellarse, hay un paso a paso que rige la temporalidad de los hechos, en la vida o en el gobierno, y en este caso el equipo parece tener en claras ambas cosas: que hay un rumbo irrenunciable y que la cosa es por etapas.
7.
No tienen culpa, al contrario, están convencidos. Resulta contagiosa tal seguridad, la legitimidad indudable de su meta. ¿Cómo llegamos a considerar como una realidad dada e inapelable el que los docentes sean mayormente progres, que difundan las miserias de la ignorante doctrina anti capitalismo y la psicotizante perspectiva de género? ¿Por qué aceptar de manera natural que el periodismo puede operar, optar por sesgos idiotas y falsos, en vez de denunciar tales miserias cada vez que aparecen? El gobierno, con su pasión de choque, corrió el velo y ahora todos estamos más animados, respondiendo a la convocatoria a no dejar pasar boludeces todo el tiempo.
8.
Honestos. Ni una sombra de sospecha vuela sobre el equipo a cargo. Contrasta esto de manera notable con la constante evidencia de que para el mundo de la política tradicional, y en especial del peronismo, y en doble especial del kirchnerismo, se tiene el poder para usarlo en beneficio propio. En ese universo corrupto habitual las obras se anuncian pero no se hacen, los presupuestos son cajas para meter mano y toda esa gran operación delictiva aparece siempre camuflada detrás de una “causa noble”. De tanto ayudar al pueblo lo destruyeron.
Es lógico, si se lo mira dos veces: la operación del delincuente no es decir “hola, te vengo a robar”, el cuento del tío en la política es más bien decir “la patria es el otro” y todo tipo de afirmaciones de alta hipocresía. Nadie va contra la educación pública excepto los sindicatos que dicen defenderla, por poner un ejemplo. “Aerolínea de bandera” es el cazabobos para justificar un agujero negro por el que el dinero de nuestros impuestos es disfrutado por una burocracia que solo trabaja para sí misma. O sea: el gobierno con su intransigencia está realizando un gran acto educativo masivo, poniendo el punto sobre la i más relevante, primer paso de un país que se decide a crecer, basta de estupideces.
9.
Adoro las formas de Milei. Sostengo que quienes critican las formas lo hacen para ocultar un fondo. Mientras la corrección política se queja de la violencia verbal el gobierno actúa en contra de la violencia real o sea el narcotráfico, la delincuencia, la corrupción y la utilización política del Estado demencial que hizo siempre el populismo.
Si vamos a hablar de violencia es necesario ajustar un poquito los términos, a no ser que uno sea un espíritu impostadamente delicado que se esté usando una vulnerabilidad actuada para ver si logra detener el impulso saludable del cambio. Me hace feliz que el gobierno choque contra esa naturalización de la hipocresía que se esconde detrás de la filosofía del diálogo.
¿Dialogás con quien no dice la verdad, con quien oculta sus delitos, con quien solo calma su autoritarismo cuando no puede ejercerlo porque no tiene el poder? No. Una cosa es la libertad de prensa, que rige hoy sin duda alguna, otra cosa es pretender callar a quienes exponen las operaciones y el delito. El tono de choque, fuerte, exaltado, que reacciona contra lo que es necesario reaccionar representa perfectamente el enojo que sentimos muchos frente a la tendencia a aceptar lo inaceptable. Estamos dentro del imperio de la ley, es más, estamos más dentro del imperio de la ley que nunca antes. Quienes fingen ataques indebidos no están dentro de la realidad. Hay ley, hay mucha ley, habrá incluso cada vez más.
10.
Me encantan los ministros. No puedo abundar pero hago una lista rápida: genial Petovello eliminando los gerentes de la pobreza, fabulosa Bullrich en su acción decidida que además ejerce con un contento visible, impecable Toto Caputo con su hablar calmo y su gestión sorprendente, de Sturzenegger ya hablamos, muy bien Cúneo Libarona en muchas cuestiones, por ejemplo (no sé si escuchan sus conferencias de prensa), trabajando entre muchas cosas para limitar los falsos testimonios, esos que tanto daño hicieron a partir de la estúpida idea de que “una mujer dice siempre la verdad”, ¿en qué mundo vive quién sostiene tal imbecilidad? ¿No la vieron a Cristina? Para muestra, un botón.
Les deseo que compartan mi felicidad. Por ustedes y por el bien del país.
Si te gustó esta nota, hacete socio de Seúl.
Si querés hacer un comentario, mandanos un mail.