Desde San Clemente, donde vive hace casi dos décadas con Flavia, su mujer, Eduardo Antín, mucho más conocido como Quintín (Buenos Aires, 1951), es uno de los grandes personajes de la conversación pública argentina. Primero matemático, después crítico de cine (cofundó y dirigió El Amante) y programador (dirigió el BAFICI), ahora columnista y crítico literario, tuvo muchas vidas en una y siempre tuvo algo para decir. Vino a nuestro estudio a hablar de sus pasiones (fútbol, cine, libros y política), que también son las nuestras.
Hernanii
Quintín, bienvenido a Seúl Radio. Gracias.
Quintín
Nunca imaginé estar acá.
Hernanii
¿Por qué?
Quintín
Qué sé yo, todos politólogos invitan.
Hernanii
Una vez escribiste que en 1965, cuando estabas en el Nacional de Buenos Aires, se festejó para el décimo aniversario de la caída de Perón. Festejaron todos, preceptores, profesores, alumnos… Eso me sorprendió. Ahora resulta imposible.
Quintín
Inimaginable. El 16 de septiembre de 1965, exactamente. ¿Qué cambió? Bueno, fue de a poco, pero fue cambiando. En los ’70 ya había cambiado mucho y después quedó. O sea, no había un peronista en el colegio ese y si lo había, estaba escondido. Y ese día fue lo que después se convertiría en mi propio peronismo con los años. Yo en el fondo de mi corazón estaba en contra de esto y por eso no me paré cuando todos se levantaron a hacer un homenaje a la Revolución Libertadora. Yo no entendía nada, yo nací en 1951, tenía 14 años.
Hernanii
¿Es cierto que empezaste el secundario con 11 años?
Quintín
Sí. Porque yo nací en enero, entonces tenía que esperar a terminar el año para hacer el primer grado del año siguiente. Entonces me anotaron un año antes. Y después se podía entrar en el Buenos Aires sin hacer sexto grado. Lo que era sexto grado antes, ahora creo que es séptimo, podías dar el examen de ingreso al Buenos Aires y no tener terminada la primaria.
Hernanii
¿Pero tus viejos te decían “hacelo lo más rápido posible, sos una persona con muchos talentos, sos un genio”?
Quintín
Eso nunca lo entendí del todo. Por un lado, no era un chico hiperestimulado, pero era bastante… En la escuela primaria me aburría mucho, era una escuela pública en Saavedra, y la verdad que no estaba muy cómodo ahí. No sé, cosas de mis viejos.
Hernanii
¿Cómo era Saavedra? ¿Barrio arrabalero?
Quintín
Saavedra más o menos, o sea, en realidad era Saavedra, Belgrano, Núñez. En una intersección ahí, si uno mira el mapa, era la calle Moldes y una calle que no existe más, que se llamaba Nahuel Huapi, que estaba aledaña y tenía otras dos lagunas que eran Guanacache y Bebedero. Esas tres calles no existen más. Les cambiaron el nombre. O sea, a tres cuadras de Cabildo y Congreso, ponele. No es Saavedra. En el mapa es Saavedra, pero uno podría decir que nació en Belgrano y podría decir que nació en Núñez.
Hernanii
¿Y pasaba algo en los barrios o había que ir al centro?
Quintín
¿Algo como qué?
Hernanii
Actividad nocturna, cines.
Quintín
Había muchos cines en todos lados. En Cabildo había cinco cines, o sea, sí, por supuesto, pero mis viejos que eran médicos tenían consultorio en el centro, donde habían nacido mi viejo, el había vivido siempre en el centro, mis abuelos vivían en el centro, entonces yo mayormente iba al cine con mi tía en el centro. Iba a comer a mis abuelos, sábado a la noche y cine con mi tía. O sea que yo en el fondo era del centro. Después me mudé al centro, efectivamente, y ahí tenía los cines a tres cuadras, e iba seguido.
Hernanii
¿Pero cuál es tu conexión con la porteñidad? No sos muy de hablar de Buenos Aires o de declarar, como otros, amor por la ciudad.
Quintín
No, a mí los colectivos no me gustan. O sea, yo trato de huir de las identificaciones colectivas. No es que trato a propósito, no es que me pongo en contra, sino que no me surge ser parte de un colectivo.
Hernanii
Incluso parece por esa anécdota que contaste que te hiciste peronista por contrera.
Quintín
Es muy probable, sí, por un sentimiento fugaz que pasó y después me aferré a él.
Hernanii
Después fuiste peronista y matemático al mismo tiempo. Una cosa muy emocional y otra más racional.
Quintín
Sí, más o menos. Primero peronista y después me recibí, ya estudiaba en la facultad.
Hernanii
Me gustó algo que dijiste de la matemática, que era la belleza o el placer de encontrarle la solución a un problema muy difícil.
Quintín
Sí, o no tan difícil.
Hernanii
¿Pero cómo lo describirías eso?
Quintín
Bueno, es algo muy particular de la matemática. Eso de estar pensando un problema y despertarse a la mañana con la solución es extraordinario. Una solución que uno no había imaginado. Pero yo creo que eso se aplica a otros campos.
Hernanii
¿Como cuáles?
Quintín
La escritura, por ejemplo. Uno tiene alguna idea que no termina de redondear hasta que, de golpe, le encuentra la vuelta.
Hernanii
Sí, algo que extraño de cuando escribía libros, que escribí cuatro muy seguidos, era estar en la ducha escribiendo el libro constantemente. Constantemente estar escribiendo en cualquier momento que no estuviera concentrado en otra cosa. Como que la cosa te toma en un nivel de concentración que ahora que encima no escribo libros y además uno tiene mil distracciones, es un placer que casi no tengo.
Quintín
Sí, conozco ese sentimiento. Escribiendo artículos te pasa un poco lo mismo, o sea, yo tengo dos, tres cierres por semana y estoy siempre pensando en una nota. No hay momento en que mi mente esté en paz.
Hernanii
Da la impresión de que ya no hay una gran conversación sobre el cine.
Quintín
Creo que no. No, creo que se acabó. No podría precisar las causas. Yo me alejé bastante del cine.
Hernanii
Quizás te alejaste por esto.
Quintín
Sí.
Hernanii
¿Es más culpa del cine o de que cambió la conversación pública?
Quintín
No, creo que es parte del cine. Es un problema del cine. Yo creo que cambió, explotó el cine. Hay demasiado cine, demasiado espectáculo audiovisual por así llamarlo y no hay dónde poner el centro. ¿Dónde está el centro de la discusión sobre el cine? Antes siempre hubo alguno o varios puntos de conflicto, pero ¿ahora cuál es? ¿El cine de Hollywood, el cine argentino? Todo es parte de lo mismo.
Hernanii
Hay una hipótesis que dice que Hollywood hace como estos super tanques de superhéroes y secuelas, y después están las películas de festivales, que muchas veces no llegan a los cines y que el cine del medio, las películas de adultos, las películas medianas no existen más.
Quintín
Algo de eso hay, están las series ahora.
Hernanii
Pero nunca te interesaron mucho las series.
Quintín
Nunca. Cada tanto me pasa como a cualquiera, me pongo a ver el primer capítulo de una y la termino viendo toda, pero trato de evitarlo. Después no me queda nada. O sea, me parece que las series no tienen profundidad, no profundidad en el sentido de que no son importantes, sino que no tienen densidad.
Hernanii
Además son muchas horas.
Quintín
Y son muchas horas. Sí, eso es lo de menos. Se te pasa. Pero no dejan nada.
Hernanii
Dijiste que nunca lograste convertirte en un cinéfilo. Me sorprendió eso. O sea, ¿cuál es la diferencia entre un crítico y un cinéfilo?
Quintín
Ah, qué sé yo. Primero, yo quiero hacer una diferencia entre un cinéfilo y un aficionado al cine. Yo, como te decía, tenía los cines de Lavalle a tres cuadras. Entonces, estamos hablando de la década del 60, 70, iba al cine todos los días y a veces tres, cuatro veces en la semana.
Hernanii
Era barato, además.
Quintín
Era barato, sí. Era barato y Lavalle era una cosa parecida a la cancha de River el día de una final. No podías caminar, de verdad.
Hernanii
Pero, ¿es cierto que la gente iba a ver a Bergman o veía cualquier cosa?
Quintín
Sí, veía todo, pero el cine italiano, por ejemplo, era más popular que el cine americano en algún momento de los 60. Y sí, no es que había multitudes viendo Bergman, pero había un cine lleno con Bergman en Lavalle y Corrientes. Como te decía, yo iba al cine muy seguido, pero jamás, jamás de los jamás fui a un cine club. O sea, esa cosa oscura de gente de secta de “nosotros somos los que lo que vemos el cine profundo”, eso nunca nunca me gustó. Yo era más un aficionado al cine americano y después como las críticas eran muy malas trataba de escribirlo mejor, y ahí me hice crítico de cine. Ahí empezamos con una revista de la nada; antes no era crítico de cine, no había escrito una letra ni de cine ni de ninguna otra cosa.
Hernanii
¿Y cuál decís vos que era la diferencia entre El Amante y lo que se publicaba en los diarios?
Quintín
El Amante tenía gracia, no era una gacetilla, no era una crítica comprada, no era una crítica supuestamente académica, era algo que la gente pensaba y lo escribía; era un medio de expresión si uno quiere. Y eso me fue haciendo más cinéfilo, empecé a conocer la historia del cine. El VHS me ayudó mucho cuando salió el vídeo, cuando empezaron los videoclips, ahí yo recuperé lo que no sabía de la historia del cine. Pero la historia del cine tiene una cosa muy extraordinaria que uno no se da cuenta al principio, que es que se puede aprender en dos años. O sea, no es como la historia de la literatura.
Hernanii
Con la diferencia que ahora pasaron 30 o 40 años de cuando vos lo hiciste.
Quintín
Exactamente, pero en los años 50 habían pasado veinte años del cine sonoro. O sea, era nada la historia del cine.
Hernanii
A veces cuando alguno se queja de que los pibes de ahora no conocen la historia del rock o la historia del cine, digo, son muchos años, no tan fácil. Cuando yo empecé a estudiar rock y me hice un semi erudito, había 15 años de rock para aprenderme.
Quintín
Sí, claro.
Hernanii
Ahora son 40 años más.
Quintín
Claro, con la literatura no se puede hacer eso.
Hernanii
Mariano Llinás dijo acá que los cinéfilos, en promedio, son mejores personas.
Quintín
Es una de las tantas boutades de Llinás, o sea… Quiero decir, cualquiera que tiene una pasión intelectual que no usa para comerciar de una manera aviesa, en general, es una persona más noble que alguien que se preocupa solo en molestar a los demás. Pero no le veo algo especial a los cinéfilos. Él no es un cinéfilo, además.
Hernanii
¿No?
Quintín
No, Llinás se habrá hecho cinéfilo ahora que hizo películas. Pero, de joven, yo creo que le interesaba la literatura, la música; de cine, no sé, tocaba de oído, empezó de abajo.
Hernanii
Hay más películas que nunca y sin embargo, como decíamos, la relevancia social del cine es menor que nunca. ¿Es una forma artística en decadencia por esto o no necesariamente?
Quintín
Yo no sé, es muy corta la historia del cine como decíamos antes. Hay una famosa frase de Rhomer que dice que el cine fue muy raro porque tuvo primero la vanguardia y después el clasicismo, cosa que no pasó con ningún arte, ninguna de las otras artes. Pero después de la vanguardia, después del clasicismo –o sea después de la vanguardia, los rusos, los experimentales, etcétera, después del cine de Hollywood y el clasicismo y también europeo–, después vino la época de los autores.
Hernanii
Los 70, digamos.
Quintín
Los 70 y los 80 y todavía los 90 cuando yo conocí los festivales, etcétera. Y después entramos en esta meseta, en este barullo que todo se mezcla, todo el mundo es un autor, todo el mundo es un cineasta comercial, porque Llinás mismo, que pasa por ser el gran independiente, hace guiones para Mitre en películas supercomerciales, como aquella cosa que se llama Argentina en 1985.
Hernanii
Creo que es un tema que nunca te interesó mucho, pero te quiero preguntar, si pudieras decidir, ¿para qué está el INCAA? ¿Qué tendría que hacer?
Quintín
Sabés que tenés razón. Es una cosa que en muchos años de hacer El Amante, por ejemplo, alguna vez escribí algo sobre el INCAA, pero yo creo que… Y me parece que habría que encontrar un término medio y dejarse de joder y que eso atravesara la grieta y todo, que hubiera algunas películas subsidiadas pero no 300 por año y que bueno, que eso fuera un funcionamiento normal como ocurre en otros países. No sé, los franceses subsidian demasiado, por ahí los norteamericanos subsidian muy poco, qué sé yo. Se puede encontrar un mix que más o menos no deje que se produzcan bodrios en serie, y también estimule la creación de alguna manera. Algunas películas van a ser exitosas y otras no. Eso siempre va a ser así. Es imposible crear una cinematografía que tenga un éxito colosal. Bueno, a veces sale, a los coreanos les salió, era una cinematografía inexistente y de pronto rompieron todos los récords de taquilla un año detrás de otro, cada vez había más gente. Pero ese era un país donde había un entusiasmo por el cine en los años 2000 que era completamente inédito, que no existía en ninguna otra parte del mundo pero bueno, también de nuevo es muy chica la historia del cine, o sea no hay recetas. Pero no es un tema interesante tampoco. Es un tema que le interesa a la gente que vive de eso, a los productores, a ver si les va a tocar el subsidio. Y eso sí que es desesperante del cine. Que los cineastas, los productores, la gente que está en el medio, pasa la mayor parte de sus días tratando de conseguir dinero. Y eso es al revés de tener la cabeza pensando cómo va a terminar el guión de la película, cómo va a resolver una escena. Eso es vivir condenado a la manga permanente. Eso no puede dar un buen cine. Puede dar un buen cine muy excepcionalmente. En ese sentido, Llinás es un buen ejemplo porque, digamos, por lo menos las películas que hace con su grupo no dependen tanto de salir a conseguir plata.
Hernanii
Fue tema central del cine siempre, ¿no? Que era caro, que necesitaba financiación…
Quintín
Claro, pero digo, en Hollywood o en el cine argentino de esa época, de los 50, de los 40, 50, 60, no había ese problema, porque había grandes productoras y contrataban a un director y le pagaban un sueldo y chau. Ese problema no existía, los directores estaban pensando en plata. Digo, arreglaban su sueldo como cualquier profesional en cualquier parte, pero no estaban pensando ni siquiera tampoco tanto en la taquilla, de eso que se ocupan los productores.
Hernanii
Decime algo bueno y algo malo de Milei.
Quintín
Yo pensé que no íbamos a hablar de política. Bueno es que rompió la cancha, o sea, apareció de la nada y se transformó en una opción. Yo no me imaginé nunca que… Yo no sabía ni quién era. O sea, cuando fueron las elecciones, no lo seguí, no vi una entrevista. El día de la PASO, yo tenía fiebre y de golpe hablo con alguien y me dice está ganando Milei, pensé que me estaba jodiendo. Entonces empecé a prestar atención a un personaje que para mí era, no sé, un poco un payaso, eso que piensa toda la gente bien pensante y más o menos ilustrada. Y después me di cuenta que el tipo, desde un lugar muy limitado, muy concentrado solamente en un par de ideas económicas y un cierto histrionismo, que con eso podía romper el esquema de la política tradicional que eran gobiernos peronistas que se sucedían con intervalos de gobiernos más centristas que eran derrotados, aplastados, y este tipo realmente le dio cabida a un sentimiento contrario. Es la rebelión del público, le dio la oportunidad a la gente que dijera: Esto es distinto. Que es limitado, es limitado. Yo no sé si un gobierno puede tener éxito acá, cualquier gobierno, porque me parece que es muy difícil tener éxito con tantas limitaciones. Pero qué sé yo, yo quiero que gane Milei, no tengo dudas de eso. Por eso te hacía el chiste de los politólogos. Los politólogos son Miranda la lechuza y Mirón el lechuzón, gente que mira pasar la política y dice una cosa que es supuestamente inteligente, que en general ni siquiera lo es. Todo lo que dicen podría suprimirse. Y empecemos por decir qué es lo que uno quiere y por dónde imagina el mundo. Milei sí se imagina el mundo. Los kirchneristas también se imaginan el mundo, pero el centro (centro izquierda, centro no sé qué, o como quiera uno llamarlo) no se imagina el mundo. Comenta los sucesos argentinos. Nada, es irrelevante, la nada misma.
Hernanii
Fuiste redactor de Tres Puntos, una revista en el auge del progresismo como ideología dominante en la Argentina. ¿Cuántos de tus compañeros de redacción se hicieron kirchneristas?
Quintín
Casi todos. Creo que debe ser el único que no se hizo kirchnerista.
Hernanii
¿Jorge Sigal?
Quintín
Bueno, Jorge Sigal vino después, eso es lo que pasa. Sigal siguió el camino contrario –un hombre muy agradable, por otra parte– pero él no estaba con los primeros.
Hernanii
¿Y cuál era ese vago progresismo que decís que tenían todos ahí? ¿Antimenemista?
Quintín
Sí, antimenemista, pero la verdad es que todavía no había grieta en esa época. El otro día me preguntaron –una sobrina que está haciendo un documental sobre El amante– si teníamos discusiones políticas en la redacción, gente que después terminó siendo muy de un lado o de otro, y dije que a nadie se le ocurrió nunca discutir política. Y en el Tres Puntos todavía no había estallado la grieta, era una revista donde uno no se preocupaba de qué pensaba el otro.
Hernanii
¿Por qué defendieron tanto el nuevo cine argentino en El Amante?
Quintín
Porque era muy malo el viejo cine argentino. Habría que usar la frase de Perón: “No es que nosotros hayamos sido muy buenos, pero los que vieron después fueron muy malos.” Esto es “los que había antes eran muy malos”, ¿no? Además el cine de los 90 era muy pobre, casi no se estrenaban películas, casi no había salas de cine, o sea, el nuevo cine argentino entró en un páramo, por eso convenía prestarle atención.
Hernanii
¿Y qué surgió? O sea, tampoco puede ser que fuera la época, porque el cine anterior tampoco existía. Quizás las universidades del cine, las escuelas.
Quintín
No, la FUC empezó al mismo tiempo que El Amante. Y a los 4 o 5 años se hizo la ley de cine, había subsidios, apareció el Festival de Mar de Plata, fue una serie de cosas, y sobre todo la tecnología. Las películas argentinas se escuchaban muy mal. De golpe la importación de tecnología en la época de Menem permitió trabajar con equipos más baratos, más flexibles. Salvando las distancias, fue un poco lo que pasó con el neorrealismo y con la Nouvelle Vague, en el sentido de que se empezó a hacer un cine más barato, más fácil de hacer, un cine que no requería todo el aparato industrial, porque lo que había es un aparato industrial muy degradado, que era lo que quedaba del cine de los estudios. Y esto fue un cine que se podía hacer en la calle, y eso le daba una vida, una frescura que no tenía el cine anterior.
Hernanii
Te tocó después lidiar mucho con la bronca de kirchneristas, algunos en el mundo del cine, otros no. ¿Por qué crees que ocurrió? ¿De qué manera se debe a tu personalidad o la de otros? ¿Cómo viviste eso?
Quintín
¿A qué te referís exactamente?
Hernanii
Cuando apareció la grieta, quedaste de un lado y después tuviste discusiones muy fuertes con mucha gente, mucha gente te tomó como que si fueras una persona de ultra derecha.
Quintín
Es parte de una de mis, llamémosle, excentricidades. El otro día estaba en la FED hablando con un stand, y veía que en el stand de al lado estaba el libro de John Reed, 10 días que conmovieron al mundo. Tenían ganas de decirle: “Ese libro 10 días que engañaron en el mundo, ¿cuánto está?” O sea, yo en algún momento me empecé a dar cuenta o a convencer, llamalo como quieras, de que la historia del comunismo había sido muy mal contada y que valía la pena ser anticomunista. Sin por eso ser de derecha en prácticamente ninguna otra cosa de lo que tradicionalmente es la cultura de derecha: el aborto, las libertades, el colonialismo, ponele todo lo que quieras. Pero el comunismo como sistema político, un sistema carcelario, policial, cruel… No hay ningún ningún país comunista que haya traído más hambre en la historia y que eso fue así desde el 1917, o sea que desde la Revolución Rusa todo iba encaminado hacia la dictadura del partido y no pudieron hacer otra cosa con el comunismo que eso, y sin embargo el comunismo siempre tuvo buena prensa. Por eso yo hacía el chiste del libro de John Reed, pero John Reed era un agente. Este es el tema que nadie quiere decir. ¿Cuál es la vulgata de John Reed? Que era un americano… Me hace acordar al cantante aquel, ¿vos te acordás? En la época de los 60, un rubio, que era como el Elvis de izquierda, ahora no me sale el nombre, Estaba en sábados circulares y que terminó viviendo en Alemania Oriental. Bueno, no importa. Un caso muy gracioso. No me puedo acordar el nombre. Bin… No sé qué. Entonces, John Reed, la vulgata decía que era un americano inocente, vagamente progresista, que había ido ahí, se había fascinado y hablado con Lenin y era bueno, y lo enterraron en el Kremlin como entierran a los espías que estaban en Occidente para matar a los agentes aliados después de la Segunda guerra. Y John Reed ya estaba programado para hacer eso que fue: un propagandista del sistema que simulaba no serlo, que simulaba ser independiente.
Hernanii
Hay una larga historia después de intelectuales en Francia sobre todo y también en Estados Unidos que se alejan del comunismo y son como desterrados del mundo intelectual, tipo Simone Leis.
Quintín
La censura que pesó sobre esa gente fue terrible. A Leis no lo mataron, pero a todos los disidentes soviéticos tempranos, todos esos tipos tuvieron un final terrible. Kilby, el espía que estaba en el corazón del espionaje británico y después terminó salvándose, escapándose a Rusia, lo enterraron en el Kremlin, es un héroe nacional. Y John Reed es un héroe nacional, está al lado de Kilby. En el fondo, yo creo que eso es un sistema de las buenas conciencias que se sentían obligadas a apoyar el comunismo, o por lo menos a no contradecirlo, y pasaron por alto los horrores del siglo XX.
Hernanii
En el siglo XXI por ahí no tanto comunismo pero sí el chavismo, por ejemplo.
Quintín
Hay una diferencia, que es que no está organizado desde Moscú, desde Pekín o desde La Habana, digamos. Esto es un tema muy interesante para estudiar, lo que deberían estudiar los politólogos: cómo se pasó de un comunismo centralizado a un comunismo descentralizado. Porque en una época toda la propaganda comunista estaba orquestada en Moscú, pero ya no hay eso en Moscú. Sin embargo, sigue funcionando de la misma manera: la intimidación de los neutrales, el favor de los bienpensantes, los Sartre de este mundo, los camaradas de ruta, todo ese mecanismo que ahora lo ves. El kircherismo lo ha utilizado muy bien: ahora lo ves, me dicen “¿cómo vas a estar en contra del Garrahan?”. Esas cosas.
Hernanii
¿El kirchnerismo está en decadencia o está hibernando?
Quintín
Una eterna decadencia, pero por ahora no decayó del todo, vamos a ver.
Hernanii
Sigue siendo dominante en el peronismo.
Quintín
Sigue siendo dominante y sigue teniendo una base electoral muy importante. Es cierto que ni ellos saben lo que quieren hacer, pero sí quieren estar en el poder, eso está claro. Y, además, hay otra cosa que no se suele tomar en cuenta: cuando Alberto Fernández asume la presidencia –seguramente de los peores presidentes argentinos, dicho por cualquiera de cualquier orientación–, no creo que quisiera hacer el mal, pero no sabe hacer otra cosa y termina haciendo el mal, y eso es lo que le pasó al kirchnerismo todo el tiempo. Néstor inventó los superávits, y cuando empezaron a no funcionarle las cuentas, terminó haciendo cualquier cosa y favoreciendo el populismo indiscriminado y una corrupción increíble. Pero le pasó a Perón también. O sea, Perón quería hacer una cosa, después terminó haciendo lo que podía y después se terminó yendo en medio de una gran impopularidad, porque el famoso episodio –esto que yo cuento de el Nacional Buenos Aires y que vos leíste–, dándolo vuelta, quiere decir que toda una clase de gente estaba harta del peronismo en el 55. O sea, a mi viejo se tuvo que afilar al partido para poder trabajar de médico. Él trabajaba en el sanatorio municipal y un día le dijeron “bueno vaya y afiliése o si no, lo echamos”. Te imaginás que el 16 de septiembre mis viejos salieron a festejar a la calle y tenían sus razones.
Hernanii
Un éxito del peronismo es haber instalado que todos los opositores al peronismo eran “gorilas”. Y algo que la academia todavía respeta bastante eso.
Quintín
Pero vos sabés que lo curioso es que eso se instaló en los ’70. Cuando yo era chico nadie hablaba en esos términos, nadie usaba la palabra gorila. La palabra la gorila, que se usó en un momento en el camarote, en el ’55, etc. No se hablaba de los gorilas, se hablaba de los antiperonistas, se hablaba de los peronistas, pero eso de que de los gorilas, no. Perón hablaba de los oligarcas, ni siquiera él hablaba de los gorilas, Perón nunca habló de los gorilas, como tampoco habló del revisionismo histórico, como tampoco habló de un montón de cosas que después se instalaron muy fuertemente. Y eso es un trabajo de los 70, es un trabajo relacionado con la Revolución Cubana, para mí. Todavía persiste en la academia, la tomó totalmente y la sigue teniendo ahorcada en ese sistema conceptual de gorilismo y qué se yo.
Hernanii
El fútbol de 1985, ¿era mejor que el de 2025?
Quintín
Mirá, en el ’85 uno no veía fútbol extranjero, yo por lo menos, o sea, solo puedo hablar del fútbol argentino en el ’85 y ahora no veo fútbol argentino, así que tampoco puedo comparar mucho, pero tiendo a pensar que el fútbol argentino era mejor, que uno iba a la cancha y veía algo más interesante que estos partidos 0 a 0, que se cagan a patadas, digo esto, y que el tiempo de juego es tres minutos en 90. Pero, y también que me parece que el fútbol inglés, que yo sigo hace 20, tengo 30 años, mejoró mucho y se transformó en el espectáculo más divertido para ver como hincha de fútbol.
Hernanii
Justo estuve haciendo unos números el otro día y por primera vez el fútbol argentino tiene menos de dos goles de promedio por partido, que es bajísimo. O sea, la Premier League tiene un gol más por partido que el fútbol argentino. No todo se mide en goles, obviamente, pero hay algo ahí que me parece que dice algo,
Quintín
Se mide también en deportividad, en ganas de jugar y de especular menos. Igual hay equipos ingleses que especulan mucho, pero hay una tendencia a ganar y a hacer goles.
Hernanii
Aparte en un torneo donde son 30 y descienden dos, ¿cómo puede ser tan defensivo tantos?
Quintín
Es un misterio. Pero está claro, alguien nos dijo en una entrevista el otro día, un artículo, que evidentemente los jugadores se han convencido de que lo que no quieren es perder, porque la presión es muy grande, los técnicos viven para conservar su trabajo y eso lo hacen no perdiendo y entonces se juega a no perder, ese famoso asunto de… Digo, yo creí que el fútbol iba a cambiar en un momento cuando se pasó a los tres puntos por partido ganado.
Hernanii
Por eso te preguntaba, porque a principios de los ’90 hubo en la FIFA y en el fútbol general una sensación de que el fútbol estaba empeorando, se pasó a los tres puntos, se prohibió el pase al arquero con la mano y algunas otras tres cositas como la misma línea del offside. Y eso mejoró, tuvieron un efecto positivo.
Quintín
Hay una cuenta muy sencilla, que vos jugás dos partidos, ganar uno y perder uno es mejor que empatar los dos. Entonces, digo, ya a partir de ahí, algunos equipos me dijeron, me parece que nos conviene salir a ganar porque por ahí perdemos, pero si tenemos un buen equipo vamos a ganar más de lo que perdamos y vamos a salir campeones. Y después todas estas cositas ayudaron, pero se ve que cuando hay una presión sobre la cabeza de la gente, del mundo del fútbol, uno ve los programas, a veces los veo, es para llorar. Además sólo hablan del seleccionó el 4 de boca y el técnico, no sé qué. Me parece que hay un secreto en todo esto, creo que nadie ve los partidos, o sea la gente ve a su equipo y nada más y hay muchos que ni siquiera ven a su equipo.
Hernanii
¿Te reconciliaste un poco con el VAR?
Quintín
Esa es una vieja discusión que tenemos. Me ganó un poco, pero me ganó en el sentido que me parece muy difícil de sacar. Creo que nunca se va a arreglar el tema de tener que esperar a convalidar un gol. Es un problema del VAR que le saca espontaneidad. Uno ya se acostumbró a que hacen un gol, el gol que te parece más legítimo del mundo y estás pensando, a ver si encontraron un foul. No, ahí el referí está mirando, viste, para empezar esa escena es muy fea. Eso es muy feo y eso le quita no solo emoción sino continuidad al fútbol, le quita un montón de cosas. Después, creo que como está el negocio, digamos, el negocio del mundo del fútbol exige el VAR, todos exigen el VAR, o sea, No sé por qué bien, creo que les da cierta tranquilidad la preparación de los árbitros. Es una cosa disparatada. O sea, se entrenan como si fueran corredores de los Juegos Olímpicos. Y la otra cosa que uno puede decir a favor del VAR es que en Inglaterra lo usan con un poco de cabeza, no como se usa en otras ligas. O sea, ves la liga española y te querés morir, cobran un penal a cada rato por nada, por jugar. En Inglaterra se cuidan antes de cobrar un penal, antes de hacer una estupidez, esas manos… Y eso le da todavía cierto espíritu al juego, porque si no es como si cada diez minutos tiramos una moneda y damos un penal para uno o para otro, porque en algunos lugares se juega un poco así con el VAR. Pero creo que va a ser inevitable, no lo vamos a poder sacar. Yo votaría, es como esos que son peronistas, yo voy a votar siempre a peronismo, dicen los peronistas. Bueno, yo voy a votar ahora siempre a los antiperonistas, pero hay algunos tipos que van a votar siempre por el VAR y yo voy a votar siempre en contra, pero bueno, uno se acostumbra.
Hernanii
Vos eras más antes de admirar a jugadores, pero te vi últimamente primero con el Manchester City de Guardiola y también con el PSG de Luis Enrique diciendo “esto me gusta”.
Quintín
Cuando ocurre, que ocurre muy raras veces en el fútbol, que hay un equipo que realmente juega, uno ve que el colectivo es más importante que lo individual. O sea, en las excepciones el colectivo es lo más importante, porque cuando uno ve a Holanda del ’74, Brasil en 1970, o ves al City de Guardiola, o ves al PSG este último, fueron pocos partidos en general, ninguno de esos equipos fue un equipo, bueno, pero el Santos de Pelé o la Máquina de River, o qué sé yo, esos equipos tenían un funcionamiento colectivo extraordinario, más allá de que tenían grandes jugadores. Ahora, cuando no hay eso y los equipos son más bien un conjunto organizado para defenderse y para controlar el partido, digo, como el Arsenal, que es el equipo más aburrido del mundo. Cuando vos ves eso, que encima limita la calidad de los jugadores.
Hernanii
El Arsenal es aburrido pero no es defensivo.
Quintín
No, eso es lo peor. Es lo peor porque ni siquiera, o sea, es una cosa de puro sistema.
Hernanii
Está mecanizado pero en el campo rival.
Quintín
Sí, tal cual, pero eso es muy aburrido. Entonces, ¿qué te queda? Mirar a los jugadores, porque colectivamente no ofrecen nada. El fútbol tiene todavía la idea de tener un gran equipo, cosa que no sé si la gente… Yo soy hincha de River y vos también. No sé cuándo empezaste a ver fútbol, pero ser hincha de River quería decir no aceptar ganar de cualquier manera, había que ganar con galera y bastón.
Hernanii
Mi primer recuerdo es el River del Bambino Veira, que jugaba bien, o sea jugó muy bien el torneo 85-86, que lo ganó con Francescoli. Después la Copa Libertadores se ganó medio los ponchazos.
Quintín
La Copa Libertadores es el cáncer del fútbol sudamericano. Año tras año el fútbol en la región se va deteriorando, gracias a que todos los equipos cada vez se concentran más en la Copa Libertadores descuidando el campeonato local, que es lo que le da al fútbol vida y encima un torneo de 30 equipos y dos ruedas y playoff y qué se yo, bueno pero desde siempre fue así.
Hernanii
Escuchame, entiendo poco de vino.
Quintín
Sí, yo también.
Hernanii
Pero siento que hay un poco de zaraza en el sentido de… ¿Realmente se puede distinguir un vino de 50 dólares de uno de 500 dólares? Sí,
Quintín
sí. A ver, no.
Hernanii
No, explícame, convenceme.
Quintín
Digo, yo una vez, no, nada, no te puedo convencer porque no tengo los fundamentos, pero una vez, hace muchos años, Agarré a mi suegro y a mi concuñado en ese momento y sin que ellos supieran distinguir compré de la misma bodega un Malbec de precio bajo, uno de precio medio y uno de precio alto. Les dije, acá tienen. Los distinguieron perfectamente, se dieron cuenta enseguida. Ahora, que el vino de 500 dólares valga 500 dólares, ese es otro tema. O sea, podría valer 100. Ahí ya entra el marketing. Lo que se llama el vino de alta gama es una especie de género de vino, es como el cine de qualité, que vos reconocés la fotografía, qué se yo, estos tipos reconocen el gusto de la madera, la variedad pura, la uva, no sé qué, pero tampoco, hay muchas veces es un vino bastante aburrido y sin sorpresas, y me gusta tomar vinos más jóvenes, más frescos, con que no sé cómo voy a encontrar, variedades que nunca probé, regiones de las que nunca probé y eso es divertido del vino, la variedad y no el… Claro, estaban los tipos que sólo toman el burdeos del año que corresponde. Yo una vez fui un tipo, un holandés, me llevó a un club de vino que tenía, iban unos holandeses, cada uno le traía su botella de Chateau no sé qué, y sólo tomaban esos vinos. Decían, no, este año el gusto a cereza, eso está fuera del alcance de la mayoría de la gente, pero tomar un rico vino no. Eso lo puede hacer casi cualquiera.
Hernanii
Una de tus encarnaciones recientes es el de comentarista de libros o crítico de libros.
Quintín
Sí, ya llevo años en esto.
Hernanii
Bueno, yo creo que empezó con una crítica histórica que hiciste en los trabajos prácticos.
Quintín
La joven guardia.
Hernanii
¿Qué pasó con esos autores? ¿Te acordás quiénes eran? Pasaron 20 años.
Quintín
Hay algunos que tuvieron éxito, Mariana Enríquez creo que estaba ahí. No, no. No me acuerdo. ¿Cómo no?
Hernanii
Federico Falco.
Quintín
Sí, Falco estaba.
Hernanii
También la literatura es algo que está entrando, se está convirtiendo en una cosa de nicho, o sea es algo que por ahí en tu juventud era una cosa masiva y ahora es una cuestión de unos pocos, unos pocos miles.
Quintín
Es difícil de… Bueno, te voy a contar una anécdota. Yo en San Clemente voy siempre a leer al café, entonces me voy al café y leo. Ahí me paso dos o tres horas leyendo, muy cómodo, muy tranquilo, me gusta.
Hernanii
¿Llevas el teléfono?
Quintín
Sí, pero cada tanto. Aparte yo no tengo muchas actividades, no tengo mucha necesidad de usar el teléfono. Llamo a veces a mi mujer a ver qué está haciendo. Claro, si me quiere que vaya a comer… Pero bueno, pero me han parado tipos a decirme si… Gente que tiene un título profesional, no… Si sigue eso de leer libros, todavía… ¿Cómo era que yo leía libros? ¿Qué sentido tenía eso? La mayoría de la gente piensa que leer libros es una cosa que ya pasó y que un libro es un libro de texto, a lo sumo, pero que no hay ninguna…
Hernanii
Pero tiene buena prensa leer libros, ¿no? Sigue yendo un millón de personas a la Feria del Libro.
Quintín
Pero es un sector. El otro no se entera absolutamente de nada de todo eso. Por un lado, el fervor en la FED, por ejemplo, va creciendo año tras año.
Hernanii
El otro día un editor me decía, hay un montón de gente, sí, sí, están todos los lectores de la Argentina.
Quintín
Claro, claro, la gente que tiene fe en la literatura, pero además hay otro fenómeno que es más raro todavía, que es que hay más gente que escribe que lectores, o sea todo el mundo quiere ser escritor, no quieren leer libros, quieren ser escritores, participar, ser actores de ese mundo de la literatura.
Hernanii
Bueno, si uno lo plantea como se plantea todo ahora, que la literatura también es una gran conversación, tiene sentido. Yo creo que la literatura por ahí, de los grandes autores de los ’60 y los ’70, eran unos obispos, los Vargas Llosa o los García Márquez.
Quintín
Pero no eran buenos, ese es el problema.
Hernanii
Bueno, pero eran vistos como semidioses por un público que sentía que estaba muy lejos de sus autores. Ahora vos te sentís que estás cerca de tu autor. Yo conocía a Cercas y sentí que estaba cerca de él. O a Carrere, tampoco me pareció.
Quintín
Pero no son grandes escritores.
Hernanii
¿Y quiénes son?
Quintín
Grandes escritores, Aaira. Grandes escritores, Borges.
Hernanii
Ahí sí decís, el tiempo pasado fue mejor. Con el fútbol no estabas seguro.
Quintín
No, hay un momento de la literatura que es entre… Hasta la posguerra, Hasta la segunda posguerra, que la literatura, y pocos años después, que la literatura tiene algo de una fuerza que después fue haciendo muy adocenada. Los norteamericanos, digamos, inventaron la escritura creativa, los cursos de escritura creativa, enseñaron a todos los escritores cómo escribir y ya después cuando te enseñan cómo escribir ya no sabés escribir.
Hernanii
Siento que el cine estadounidense te interesa mucho, la literatura estadounidense no tanto.
Quintín
No, no, no, digo sí me interesa, no sé, Kerouac, me interesa algunos escritores, no sé, Thoreau, qué sé yo. Me interesan escritores como marginales.
Hernanii
Philip Roth, por ejemplo, de alguien de tu generación.
Quintín
Me gusta más el otro.
Hernanii
Joseph Roth.
Quintín
Bueno, Joseph Roth seguro. No, pero el otro escritor judío-americano de la generación de Philip Roth, que eran amigos.
Hernanii
Saul Bellow.
Quintín
Ese me parece mejor que Philip Roth. Pero bueno, Philip Roth tiene un libro muy perfectamente legible, pero tampoco nunca me pareció que Salinger fuera una cosa extraordinaria.
Hernanii
Es para una etapa de la vida, me parece. ¿Qué cosas no entiende la gente de Aira que vos decís esto yo lo vi?
Quintín
No, yo no vi nada. Hay algo que es muy evidente, que es un escritor que se comunica uno con él. Digo, como te comunicas con Proust, o con escritores que no tienen mucho que ver, pero que teóricamente no tienen que ver. Pero hay escritores con los que uno dialoga imaginariamente, no es que estén en tu mundo, sino que le seguís el tren.
Hernanii
Al mismo tiempo es difícil decir que Aira tiene grandes libros.
Quintín
Eso es lo bueno, eso es lo bueno. Y ahí está, te das cuenta cuando un tipo no entendió a Aira, que la mayoría, obviamente, incluso los críticos, pero de Aira hay que leer esta y esta y esta. No, de Aira hay que leer a agarrar cualquiera y después entras en el mundo de Aira y después te das cuenta. Obviamente que tiene las veras más logradas que le salieron más redondas o que estaba más inspirado, pero todo es parte de lo mismo. Digo, es lo mismo que vos decís Proust. Hay gente que te dice, no, en la búsqueda del tiempo perdido sólo vale la pena el tomo… Claro que hay párrafos que son más inspirados que otros.
Hernanii
¿Cuándo leíste En busca del tiempo perdido?
Quintín
Dos veces, la última hace relativamente poco, hace como dos años y después hay varios intentos fallidos además, que llegué hasta el primer tomo, después lo leí, después bueno ahora hace poco lo leí entero en castellano.
Hernanii
¿Qué tan pesimista o optimista sos sobre el futuro de la palabra escrita dado el auge de las redes sociales, el video por todos lados?
Quintín
No soy capaz de darme cuenta de para dónde va el mundo, por lo menos en ese aspecto. Yo creo que me voy a morir y todavía los libros van a seguir existiendo. Después no sé, hagan lo que quieran.
Hernanii
De tus cuatro grandes ocupaciones o preocupaciones, el cine y los libros ya no son parte de la gran conversación, no hay debate sobre ellos, antes había debate, pero el fútbol y la política sí.
Quintín
Sí.
Hernanii
¿Sensaciones?
Quintín
Malas, todas malas. Así como no sé qué va a pasar con el cine o con la literatura, con la política lo veo mal. Lo veo mal. Veo que estamos en la… Había una canción que se llamaba Eve of Destruction, era el tipo de derecha en la guerra de Vietnam. Y yo creo que sí, que estamos en vísperas de algo muy malo, sí, muy malo. Pero no tengo elementos como para justificarlo, pero me parece que sí.
Hernanii
¿Hace cuánto que vivís en San Clemente?
Quintín
Irregularmente veinte años más o menos. Sí, más o menos. Y ahora hace dos años que no venía a Buenos Aires.
Hernanii
¿En cuánto decís que te influyó ese aislamiento, podríamos decir, para las cosas que escribís o tu manera de intervenir en las redes?
Quintín
Lo que pasa es que soy un tipo muy sociable, pero nadie se da cuenta.
Hernanii
Parezco un ermitaño, pero soy sociable.
Quintín
Mi mujer es mucho más ermitaña que yo, y yo soy más sociable. Pero bueno, es lindo vivir en San Clemente. Buenos Aires también es lindo.
Hernanii
Te cito, comillas, nunca quise pertenecer a ningún mundo. Creo que lo dijiste hoy también. Eso ayuda, en San Clemente ayuda.
Quintín
Sí, no hay ningún mundo, no hay nada.
Hernanii
Pero, ¿no extrañas tu vida vieja de ir todos los años a Cannes, a Locarno, a Venecia?
Quintín
No, eso no. Eso es muy lindo y te deja grandes recuerdos, pero vivir 40 años yendo a Cannes te lo regalo. Porque vivís para eso. Te crea una dependencia, es como una adicción. O sea, vos estás pensando si te van a acreditar el año que viene, cómo vas a conseguir el viaje, cómo vas a ir a Cannes, sos como un director que busca plata y después vas a Cannes y ves a la misma gente y las películas más o menos y una te gusta más y otra la otra y después volvés y la verdad que es muy agobiante esa vida y no es muy interesante. Es muy deslumbrante, cuando nosotros empezamos a ir a Cannes en el año 95, 96, por ahí, casi los críticos no iban, alguno de un gran diario iba, pero fue Pino Solanas, nos dijo no, pero usted nos encontró en un festival, no sé, en París nos encontramos un día en una esquina. Y dice, pero ustedes no van acá, tienen que ir acá, todo el mundo tiene que ir a Cannes. Capaz que tiene razón. Y bueno, fuimos a Cannes y efectivamente nos abrió los ojos de cómo funcionaba el mundo, digamos. El cine en ese momento.
Hernanii
Entonces fue un poco una decisión, porque vos después, digo, después de El Amante, después del Bafici, podrías haber tenido una carrera como jurado o curador de festivales internacionales.
Quintín
Nadie me propuso un trabajo interesante, los que me propusieron no podían vivir, y tampoco es algo que yo haya… El Bafici fue muy agotador, muy agotador. Era 24 sobre 24. ¿Cuánto tiempo se puede hacer eso? No, no, no. Despertarte a las 4 de la mañana a ver si llegó la copia de no sé qué, si va a venir tal invitado, no, no.
Hernanii
A veces te quejas en entrevistas de que no hiciste la suficientemente guita, pero tampoco me parece que hayas hecho un gran esfuerzo.
Quintín
Eso lo debo reconocer. Lo que pasa es que no era algo que estuviera en mi horizonte hasta grande. Yo pensaba, es decir, mis viejos como te decía eran médicos, no sé si te lo dije, pero creo que sí. Una vez que uno era médico, ponía el consultorio, aunque sea en el barrio, qué sé yo. Vivía una vida de clase media sin sobresaltos. O sea que yo pensaba que siendo un profesional de lo que fuera me iba a ganar la vida. Ganarme la vida no fue una preocupación, yo pensaba, no es porque dilapidara la fortuna, sino porque pensaba que cualquier profesional, como matemático, como crítico de cine, como cualquier cosa, en la que uno tuviera una cierta formación, se permitía… Pero en esa época era así el mundo. O sea, la idea de competir por unos pocos lugares en el mundo, se empezó a ser dominante en los últimos años.
Cuando yo estudié matemática, me recibí en el 75, por ahí, hice una carrera larga. La idea de doctorarse ni siquiera era una cosa que estaba… Empezó en ese momento la idea de que era necesario doctorarse y ahí empezó a ser necesario ir a doctorarse afuera, etcétera, etcétera, todo eso. Yo me acuerdo que en matemática había un profesor que se llamaba Gentile, que todos los que cursaron alguna materia, que usaron Álgebra 1, que era común a casi todas las carreras. El tipo había hecho una carrera, había estudiado en Estados Unidos, el tipo tenía una habilidad extraordinaria para plantear problemas. Pero el tipo como matemático no llegó a ningún lado, porque no le interesaba publicar, el tipo estaba bien con eso, digamos. Y era bien visto, era un tipo respetado por sus colegas. Después un tipo así no sirve para nada, pero yo no sé si hay alguien que hace esos problemas. Quiero decir: enseñar bien, transmitir un saber acumulado, era más importante, y eso lo sostenían algunos profesores de la época de los ’60, el transmitir a la gente bien la matemática de fondo, era más importante que publicar un paper de algo nuevo e irrelevante.
Hernanii
¿Sentiste alguna vez alguna curiosidad por la religión?
Quintín
Yo me eduqué en un ateísmo absoluto. Tenía dos abuelos judíos que habían venido de Rusia en el principio del siglo XX, huyendo de la guerra mi abuelo, huyendo de la familia mi abuela. Mi abuela muy comunista, mi abuelo menos, pero había una sinagoga a la vuelta y mi abuela no pasaba por la puerta, decía que era el el opio de los pueblos y mi abuelo tampoco iba ni le interesaba y teníamos algunos parientes que algunos eran sionistas, pero otros no. Y bueno, la religión no entraba. Y por el otro lado, por el lado español, vasco, mi abuelo era socialista, mi abuela sí tenía una cosa, pero mi abuelo le decía “¡ah, vas a ir a la iglesia, dejate de joder!” Entonces, educación, y yo vivía con mis abuelos judíos, educación religiosa cero, ateísmo absoluto, tampoco una gran militancia atea, o sea que después siempre me pregunté cosas pero nunca nunca di un paso hacia eso.
Hernanii
Tenemos una sección en el programa que se llama Sobrevalorado o Subvalorado. Argentina, 1985.
Quintín
Mala película, tramposa. Pero sobrevalorada, entonces. Sí, sí, sí, sobrevalorada, absolutamente. Digo, es una de esas películas que uno no debería llamar sobrevalorada porque nadie se la tomó demasiado en serio, o sea, es como El Eternauta.
Hernanii
Fue un gran furor.
Quintín
Sí, pero yo creo que a nadie le gustó de verdad. Cuando reconocieron cosas ahí, momentos, qué sé yo, les gustó, pero nadie se va a acordar de esa película. O sea, diríamos que sobrevalorada, pero tampoco valorada.
Hernanii
El Cholo Simeone.
Quintín
Tremenda sobrevaloración y muy inexplicable. Muy inexplicable porque el tipo predica una cosa en la que ha fracasado, que es la de ganar a cualquier precio y ha ganado muy poco. Es un personaje desagradable, yo quiero que pierda todos los partidos. Yo no sé si eso es sobrevalorado o qué, pero me parece… Es un enemigo.
Hernanii
Chacho Álvarez.
Quintín
Uno de los políticos que seguí en mi vida fue el Chacho. Yo votaba al Chacho, me parecía un político de la época de la revista, que se llamaba Unidos. Una vez fui con Flavia viajando hacia Europa y antes me encontré con un famoso militante del Chacho que era el Croqueta, un tipo muy encantador, un tipo muy gracioso y murió muy joven, Norberto Iváncich. Y Croqueta me encajó unos Unidos para repartir en España al PSOE y a UGC y fui yo a España a repartir revistas, porque creía, me parecía, el Chacho era un político interesante, la renovación del peronismo y qué sé yo. Después se fue a la mierda, o sea, terminó siendo un kirchnerista de tercera clase, no sé qué le pasó. O sea que uno no podría decir que estuvo, tal vez estuvo sobrevalorado en su momento por mí y hoy este bueno nadie considera nada ni valorado ni desapareció.
Hernanii
Juan Forn.
Quintín
Es un caso difícil, yo no lo quería nada Forn, algunas intersecciones que tuvimos en la época, en los 90, cuando él estaba en Planeta y yo estaba en El Amante, y bueno, tuvimos algunos encontronazos, pero no personales. Yo creo que nadie lo subvaloró nunca, pero yo creo que es un tipo valorado adecuadamente, pero también al mismo tiempo limitado. O sea, fue valorado más allá de su verdadera capacidad.
Hernanii
¿Su proyecto de Los Viernes te gusta?
Quintín
Es lindo, es un proyecto que se lee con gran placer. Me gustaría hacer eso, pero mejor.
Hernanii
También tuviste un encontronazo con Fogwill en su momento, ¿no?
Quintín
Sí, pero a Fogwill lo terminé queriendo, o sea, porque pareció, terminó siendo conmigo, era un tipo muy generoso, además dijo que yo tenía razón en esa discusión, lo dijo en un libro, está en un libro eso, pero es una discusión irrelevante digamos, yo ocupaba en esa polémica que empezó con el aborto, yo estaba del lado de la centro-izquierda y él estaba del lado de la derecha, hablaba bien del Papa.
Hernanii
Qué malentendido entonces, que Quintín es de derecha.
Quintín
Sí, yo no creo, yo creo ser un anticomunista que no es de derecha. Los hubo, digamos, hubo anticomunistas muy de izquierda, como la revista Socialismo o Barbarie, que fue de los pocos que en Francia aceptó el libro de Solzhenitsyn, cuando pareció que toda la izquierda francesa se le tiró encima. Y no haber leído a Solzhenitsyn es un pecado mortal.
Hernanii
Hace poco dijiste que tendrías que escribir un libro llamado El arte del fracaso.
Quintín
Lo tengo ahí, lo tengo ahí. O sea, no lo tengo, no es que lo estoy escribiendo, pero tengo la propuesta. No voy a hacer un libro muy serio, pero sí me encanta la idea de hacer un libro que se llame 50 fracasos, que se suena a cosas así, muchos, y un libro cortito.
Hernanii
Pero lo tenés que hacer, si no sería otro fracaso.
Quintín
O no lo tengo que hacer, porque si no sería un éxito. La única manera de ser coherente sería no hacerlo.
Hernanii
Quintín, muchas gracias por venir.
Quintín
Gracias por la invitación.
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