Gracias a Dios es viernes

#97 | Cold case Coghlan

Homo polemicum cinematensis. A ver esa aspiradora de pesos.

El caso Coghlan sigue siendo el plato principal de la televisión, aunque las novedades escasean. Pero claro, ¿quién podría soltar semejante historia? Javier, el hermano de la víctima, se transformó en ese personaje entrañable que todos queremos ver triunfar al final. Se emociona cuando habla de Diego y es muy cuidadoso para no señalar a Cristian Graf, el sospechoso. Cuenta que quiere abrazar al albañil que encontró los restos, y lo vemos enterándose en vivo de detalles sobre su hermano a través de excompañeros del colegio repartidos por el mundo.

El fiscal Martín López Perrando demostró inteligencia al pedir la indagatoria de Graf por “encubrimiento agravado en concurso ideal con supresión de evidencia”. Una jugada brillante: así evita la prescripción que hubiera complicado todo si lo acusaba directamente de homicidio. El encubrimiento, claro está, es un delito reciente, cometido cuando aparecieron los restos.

Según los obreros de la obra, Graf apareció primero pidiendo que no tocaran el árbol de su jardín, ubicado –curiosamente– muy cerca de donde estaban los restos. Después, ante el hallazgo, ofreció explicaciones creativas: que los huesos pertenecían a una monja de un convento antiguo o que habían llegado con la tierra comprada para nivelar el terreno. Teorías fascinantes.

Mientras el juez Alejandro Litvack analiza el dictamen del fiscal (seguramente aceptará la indagatoria), nosotros y los medios seguimos exprimiendo cada detalle. Mercedes Ninci intentó hablar con Graf en la puerta de su casa, pero el hombre prefirió el silencio. Los excompañeros del colegio aportan anécdotas coloridas, aunque Rolando Graña cruzó todos los límites presentando un compañero falso que acusó a Diego de intento de violación en el baño del colegio. NOLSALP.

 Se estrenó ayer Homo argentum, la película nueva de Mariano Cohn y Gastón Duprat, y las redes intensas ya están debatiendo sobre si wokeantiwoke, kirchnerista o antikirchnerista. Nosotros la vimos y tenemos un veredicto: es muy divertida. ¿Tiene mensajes políticos ocultos o explícitos? Menos de lo que uno podría esperar, pero el debate era inevitable. Cohn y Duprat, entrevistados en su momento por Seúl, renunciaron hace mucho a repetir el evangelio del mundo de la cultura y sus producciones recientes (sobre todo, El encargado y Bellas Artes ) tienden a reírse de los prejuicios progresistas. Además, la película nueva está construida alrededor de Guillermo Francella, señalado desde hace tiempo por el kirchnerismo tras sus críticas a los últimos gobiernos peronistas.

Esto ya los ponía en el centro de la mira de mucha gente. La película es más ambigua que eso. Es, sobre todo, una crítica a la hipocresía, y no sólo de las personas de izquierda. Pero no importa. Las reacciones de estos días están perfectamente alineadas políticamente. Roberto Gargarella, sin haberla visto, ya expresó su oposición. Los críticos kirchneristas ya la demolieron acá y también acá. Algunos mileístas ya la están celebrando porque es popular y no recibió subsidios del INCAA. No hacía falta que la miraran. La polémica, por supuesto, durará unos días y después se apagará, mientras esperamos el próximo lugar donde proyectar nuestras obsesiones.

“En el piso de la banda me duermo”. “El mercado te pide”. “Tranqui, 1.330”. “1.350”. “Si no, te llevan puesto”. “¿El techo de la banda? ¡Me arruga la ropa”. “¡1.380!”. “¡Futuros de noviembre en 1.470!”. “LO QUE DÉ”.

Es probable que el Toto todavía se despierte gritando y con pesadillas por aquellas férreas restricciones del Fondo que no le permitieron intervenir para bajar el precio del dólar cuando gobernaba Miaw. El final ya lo sabemos: el billetín se escapó, se canceló la reelección y las elecciones —hablando de cine argentino popular— las ganó él . ¿Qué aprendimos, entonces? Que el billetín, muy especialmente en año electoral, no sólo no se tiene que escapar, sino que tiene que quedar petrificado.

Claro que aquello de que “se va al piso de la banda” que dijo el Javo y el “comprá, campeón” del propio Toto ya son historia antigua. ¿Y qué hay que hacer entonces para congelar la lechuga? Lo mismo que dijo alguna vez Mario Draghi, al que le salió bien y pasó a la historia como el “salvador del euro”. Así que meta tasa, palo y palo, a ver esa aspiradora, cinco por uno no va a quedar ninguno. Nos referimos a los pesos en la plaza.

Muchos economistas y entendidos en finanzas dicen que no entienden nada. Los bancos hablaron con gente del BCRA y parece que están enojados porque les habría llegado la hora de ganar menos. Y si no les gusta, hay tabla.

Así que ahí estamos, con el billetín rondando los 1.300, la Bolsa que ayer se pegó un palito y todos aguantando los trapos. Si nos matamos, nos matamos.

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