Gracias a Dios es viernes

#65 | El nazi es el otro

El llanto de Longobardi. China ataca a Colapinto.

El emperador Augusto creó oficialmente la Guardia Pretoriana alrededor del año 27 a.C. como una fuerza de élite para protegerlo a él y a su familia, además de sofocar revueltas internas y amenazas al poder imperial. Unos dos mil años después, el Gordo Dan, de pie frente a dos banners verticales con tipografías inspiradas en las de la Columna de Trajano, asegura ser “la Guardia Pretoriana del presidente Javier Milei”. Ya sabemos lo que dijo Marx sobre la Historia, la tragedia y la comedia.

El sábado, en un acto en San Miguel, se presentó la agrupación Las Fuerzas del Cielo. Además del mencionado Daniel «Gordo Dan» Parisini, participaron Agustín Laje, Agustín Romo, Nahuel Sotelo y Santiago Santurio, entre otros referentes libertarios. Parisini, además de definirse como “la Guardia Pretoriana del presidente”, afirmó que son “el brazo armado de La Libertad Avanza”.

Pero eso no fue todo. Laje, con su tono habitual y cargado de desprecio, lanzó: “De un lado estamos los que defendemos la vida y la dignidad humana; y del otro lado están los zurdos hijos de puta”. La muchedumbre, exaltada, lo celebraba.

La puesta en escena parecía diseñada para alimentar las acusaciones de quienes los tildan de nazis.No por casualidad, fueron denunciados por los diputados socialistas Mónica Fein y Esteban Paulón por “incitación al odio, intimidación pública e incitación a la violencia colectiva”. Más tarde, Laje reculó en chancletas, diciendo que todo era un “baiteo”, y aclaró que las armas a las que se referían eran los celulares.

El miércoles, en A dos voces, pasó algo muy gracioso. En el programa debatían el youtuber libertario Mariano Pérez y Victoria Donda (¡¿viva?!). Mariano Pérez defendió el acto con un discurso encendido:

Hace un año ganó Milei. Hace un año tenemos el mismo discurso. No vi ninguna turba de libertarios saliendo a cazar gente, saliendo a matar personas. ¿Saben lo que vi? Vi que en un montón de marchas, como a mi compañero Fran Fijap, como a mí, nos han pegado por representar nuestras ideas; vi como a Lilia Lemoine le tiraban en la cara nafta; vi como a un montón de diputados libertarios los corren, les quieren pegar; vi como hacen pintadas con la cabeza de Milei puesta en una pica… yo no la veía ahí a Donda preocupada por la violencia política, por la escalada. Cuando es de ellos está todo bien, y cuando nosotros ni siquiera hacemos algo, arman todo un relato de que somos nazis, de que somos fascistas, de que vamos a perseguir a la gente. Y la verdad que no perseguimos a nadie…

En ese momento, Donda levantó un cartel que comparaba una foto del acto libertario con otra de un acto nazi, mientras ponía cara de 33 de mano.

La respuesta de Pérez no se hizo esperar:

Mariano Pérez: —¿Qué tienen que ver los estandartes con eso? Me parece mucho más nazi la cuarentena que hizo tu gobierno, que encerraba a la gente, que no la dejaba hablar, que mató personas, que tenía gente en campos de concentración en Formosa… eso me parece mucho más nazi que poner un estandarte pedorro Donda, ¿qué querés que te diga?

Victoria Donda: —¿Vos sabés lo que es un campo de concentración?

Mariano Pérez: —Sí.

Victoria Donda: —Me parece que banalizar lo que son los campos de concentración… la verdad que tendrías que tener un poco más de respeto.

Es decir, para Donda, comparar un banner rojo con el nazismo no es banalizar, pero llamar campos de concentración a lo que pasó en Formosa, algo que ya señaló Human Rights Watch, sí lo es. Como siempre, pegan patadas y después se tiran al suelo y piden penal.

Hay periodistas de renombre y trayectoria que se llevan muy mal con esta época que les tocó vivir. Quizás leyeron a Martin Gurri, quizás no, quizás les importe tres cuernos. Porque una cosa es que las redes sociales los hayan obligado a descubrir que porciones generosas de la sociedad les conocían todos los trucos y estaban hartos de ellos. Todo bien, optaron por refugiarse en las mediciones del rating y en las del share que les seguían diciendo que eran líderes en su horario, o que venían en franco ascenso, o que estaban ahí nomás del podio. Haters gonnna hate.

Lo que quizás no vieron venir las mariaslauras y los marcelos fue que el tiempo convirtió a la cómoda fantasía del troll center de Marquitos en un muy real y coordinado grupo militante que los tomó de punto y que se divierte mucho sacándolos de quicio. Y ni que hablar cuando el mismísimo comandante en jefe los trata de “esbirros” y “ensobrados” desde algún atril físico o digital.

El dudoso honor de la reacción más notable de la semana le correspondió a Marcelo Longobardi, que parece haber dejado atrás décadas de imperturbables murmullos y gruñidos de asentimiento para pasar a una verba inflamada de indignación. En medio de un sonoro berrinche, no tuvo mejor idea que rezongarle al aire a Guillermo Francos, que vendría a ser el que hace de bueno en este juego cotidiano del “policía bueno – policía malo – policía muy malo – policía psycho” que tanto le gusta al Gobierno. Francos, a quien se lo ve muy recuperado de la gastritis, úlcera o lo que sea que le haya producido la interna con Santi Snake, hizo la fácil: “No pasa nada, papito, no te persigás”. Tomá un caramelo de madera, bien espolvoreado con azúcar impalpable.

Así y todo, Longo tenía reproches, incluso, para sus compañeros de grilla: “¿Vos vas dejar que me hablen así, Jony?”. Y Viale dijo que bueno, que hay que aflojar un poco con el llanto, que para eso ya está Vinicius Jr.

En fin, esperemos que Marcelo deje de enojarse tanto. Podemos reconocerle que nuestro doctor Jekyll interior nos dice que algo de razón tiene, por más que nuestro Mr. Hyde se ría a carcajadas. Y de paso, que afloje un poco con la solemnidad, que es un plomazo. Después de todo, si hasta el Negro Oro fue capaz de confesar cómo le daban para que tuviera al bueno de Chupete de la Rúa en la potente Radio 10 del cambio de siglo. Arrancaba temprano el propio Longo, seguía después el Negro y la sacudida duraba hasta Después de hora, cuando la plana mayor remataba la faena en la tele. Hay que aflojar con la solemnidad, porque en Argentina podés admitir públicamente que te esforzaste más que Alfonsín por tumbar a un gobierno y no pasa absolutamente nada.

China ataca Colapinto. Así podría llamarse la historia que hilamos entre todos (medios, redes y gente) para comentar, a falta de problemas reales o por abundancia de los mismos, las pistas de un posible romance entre la actriz argentina Eugenia Suárez –conocida por su don para conseguir que hombres casados dejen sus casas y le den hijos– y Franco Colapinto, la nueva promesa nacional del automovilismo.

La fama de Franco es flamante; la de la China –si tenemos en cuenta que la vida en redes vale siete veces más que la analógica–, milenaria. Que ella tenga 32 y el 21, por otro lado, agudiza su potencial de loba versus tierno corderito, y excita la pacatería de la sociedad.

Un follow en Instagram y una salida en Madrid lograron glosar solos un relato que explotó en boca de los demás, y en particular en la de Martín Cirio, originalmente conocido como La Faraona, ex cancelado y declarado inocente en el juicio contra él por pedofilia, que, todavía polémico, hoy sigue ganándose la vida como streamer con bastante éxito.

El humor gay siempre ha gozado de excelente salud. Cuando el respeto y la susceptibilidad empezaron a confundirse, los homosexuales fueron los guardianes de la incorrección. A pesar de las denuncias, Cirio nunca dejó de expresarse sin filtros, de manera brutal, creativa, cediendo incluso a la particular pasión por ignorar lo que no le interesa, que en una mujer cheta se traduce inmediatamente en estupidez, pero en un hombre gay logra lucirse en toda su suficiencia. Si no quiere pensar demasiado, dice “tehuelche” en lugar de “guaraní”; y si quiere llegar al borde de la risa, puede exclamar con la indignación de una gran señora argentina: “Ya no se puede discriminar a un negro, pero ¡por favor! ¿Qué sigue?”

El estilo de Cirio es filosófico: habla de patrones, de pulsiones, es el Jung de la vida clasemediera, que identifica con precisión los diferentes arquetipos de la vecindad. Para esto, despliega un vocabulario propio: un elfo, una Nerea, una Samantha, y el que hoy resuena a propósito de la China Suárez, una Tatiana.

“La Tati”: mujer que no busca un hombre al que amar, sino una forma de ganarle, en su interacción con el hombre, a ambos sexos; al propio (ser la más linda, la más deseada) y al opuesto (ser la vampira en cuyo altar se ofrecen en sacrificio los más aptos exponentes de la especie).

“Se hizo conocido de repente, ¿y quién lo empezó a seguir? ¡La Tati, obvio!” –fue un comentario del streamer argentino en septiembre–. ¿Es necesario ser tan puta? La amo igual, me representa totalmente. Es la pick me, necesita mear: Esto es mío, y cuando digo esto me refiero a todo, todos los machos son míos”.

Radiante en Ezeiza mientras su filito veloz firma autógrafos despojado de su característica verbigracia, como si fuera un autómata, la China decidió atacar a Cirio con una denuncia que lo obligue a retractarse o a sufrir. Si fagocito o no fagocito, si les robo o no la juventud a los mayores de edad que frecuento, no es asunto de un chismoso de Internet, pensará Eugenia Suárez, que era su amiga y le soltó la mano cuando la noche de la cancelación oscureció la vida de Cirio.

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