Alberto Capeletti está muy frustrado con su vida, se siente un fracasado en una época de mucha inflación y va boyando de trabajo en trabajo sin encontrar algo que lo salve con lo que pueda tener los lujos que desea y pagar sus deudas. Finalmente, Alberto logra cambiar su vida cuando ve a mucha gente pagándole fortunas a un pai estafador y grita: “¡Es un curro! Éste gana fortunas y yo me pasé la vida arreglando cerraduras. A partir de mañana llega de Brasil un nuevo manosanta y se instala en esta casa. Seremos millonarios”.
Alberto no vive en el presente sino en 1987 y es un personaje interpretado por Alberto Olmedo en la película El manosanta está cargado que, tal vez por lo bizarra y fuera de época, se puede encontrar libre en YouTube para ver completa. Ahora volvamos a 2024: seguimos en alta inflación y sigue habiendo mucha gente frustrada con su vida, buscando cómo salvarse y que llega a la misma epifanía que Alberto.
La diferencia es que en lugar de vestirse de pai y alquilarse una casa para hacer de templo, los nuevos manosantas se compran una cámara profesional, un micrófono y una chomba Lacoste, se sacan un pasaje a Dubai con otros amigos, alquilan un Airbnb y un auto caro y se disfrazan de millonarios para vender una estafa piramidal por Instagram y YouTube.
Estas personas se hacen pasar por millonarios o millonarias con “habilidades digitales”, que lograron hacer millones de dólares gracias a una herramienta secreta que se puede aprender en dos o tres meses y que están dispuestos a enseñártela a vos. Sí, a vos, que estás ahí viendo esas stories en Instagram y no creés en estas cosas. Convengamos que también tendrás algún sueño que te falta cumplir y un ingreso extra de 10.000 dólares por mes no te vendría nada mal. Y el Capeletti de 2024, con su chomba desde Dubai, te dice: “Dale, seguime que te voy a dar todos los tips”. Y vos lo seguís, porque quizás pensas “bueno, debe estar exagerando, 10.000 no, pero con 1.000 me conformo y un like no se le niega a nadie”.
Así entraste en el primer paso de su túnel de marketing agresivo que sale de un manual escrito por estafadores profesionales que usa técnicas coercitivas, como las de algunas sectas.
Así entraste en el primer paso de su túnel de marketing agresivo, que sale de un manual escrito por estafadores profesionales que usa técnicas coercitivas, como las de algunas sectas, para llegar a vos si hay lugar por donde entrarte, o si no, expulsarte inmediatamente si sos de los que se da cuenta. Si creés que estas estafas no te apuntan a vos, te cuento que las hay para todo público, muchas son para jóvenes pero también están las que apuntan a mujeres en sus 20 años, a mujeres amas de casa con hijos entre 30 y 50, a hombres de 40 a 50 años, y otros perfiles.
Si usás Instagram, TikTok, Facebook o incluso LinkedIn seguro ya sabés de qué hablo, porque hay una invasión de estas propuestas desde hace unos meses. Tiene una explicación: es un esquema piramidal que tiene ya varias pisos y al ser exponencial estamos llegando al momento donde lo vemos hasta en la sopa. Una verdadera ponzidemia.
Como en toda estafa piramidal, siempre hay adultos que caen, en este caso pensando que es algo nuevo que ellos no entienden. Pero el problema mayor es que hoy hay muchos jóvenes comprando estos cursos de miles de dólares, ya sea robándoles la tarjeta a los padres, pidiendo préstamos a la familia con otro propósito o simplemente usando sus primeros ahorros.
Algunos estafadores tienen 19 años y buscan venderles a jóvenes de 16 diciéndoles que pueden tener un Lamborghini y vivir en Dubai si compran su curso. Incluso ya hay chicos de 12 años, coacheados por mayores de edad, hablándoles a pares de 11 a 16 años de marca personal, negocios y millones de dólares.
Lo peor no es la pérdida del dinero sino que impulsan a los jóvenes a ir contra el sistema, a dejar la facultad, a ir por la plata fácil, lo que termina convirtiéndolos en la siguiente camada de estafadores y en dejar, tal vez para siempre, una imagen difícil de borrar para su futuro laboral.
Ponzidemia de cursos
Toda crisis económica es terreno fértil para que florezcan vendedores de buzones. No es nuevo. Han existido estafadores y vendedores de ilusiones desde los espejitos de colores. Lo nuevo es el acceso fácil a estos esquemas por parte de menores de edad y la facilidad con la que se pueden replicar.
En las estafas Ponzi tradicionales se recauda dinero con promesa de un interés muy alto que sale del capital que ingresan al sistema otros incautos participantes. No es el caso acá. ¿Cuál es el engaño en estos esquemas? Más allá de que en el camino puedas aprender alguna nueva habilidad de marketing, el fondo de la cuestión es piramidal. En estos casos parece un derivado, como un spin off de una estafa Ponzi piramidal, para así evitar la clara y simple estafa identificable penalmente.
Así como Alberto se disfrazaba de manosanta, todos estos nuevos “emprendimientos” se disfrazan de exitosos empresarios millonarios para venderte una ilusión y hacerte sentir el FOMO (fear of missing out, miedo a quedarte afuera). ¿Y qué venden? Nunca queda muy claro: sabemos que es un curso y que a veces incluye una consultoría o mentoría pero nunca entendemos de qué. Pero sería algo nuevo que pocos conocen y cuyos secretos te van a contar si sos parte de su exclusivo club.
Así como Alberto se disfrazaba de manosanta, todos estos nuevos “emprendimientos” se disfrazan de exitosos empresarios millonarios para venderte una ilusión.
Siempre es algo relacionado a una nueva habilidad digital que aparentemente es la más buscada en el mercado y que tiene un nombre en inglés que no escuchaste antes, aunque en general se trata de viejos y conocidos oficios que a pocos han hecho millonarios como shipper (envío de cosas), setter (telemarketer), closer (vendedor), car flipper (venta de autos usados), content specialist (community manager y derivados), grower (marketing de negocios), trafficker (compra de ads en Google) y todo el tiempo agregan más nombres en inglés: que el funnel, que el high ticket, que la personal brand, que el market growth.
Muchas de esas tareas existen, pero en este caso se les da un golpe de tuerca que es igual para todos: te enseñan a crear tu marca personal como profesional y a vender online consiguiendo clientes con técnicas agresivas de marketing. ¿Qué vas a vender? En general todo termina en vender el propio curso que compraste o, en su defecto, vender tu propio curso. ¿De qué será el curso? De lo mismo o un derivado que inventes con tu marca.
Por eso al final suelen ser cursos que te enseñan a vender el mismo curso, siempre con el mismo material, dictado por alguien que tiene carisma ante la cámara pero cero didáctica y menos experiencia en ese rubro.
Curso para millonarios marca Acme
Cada uno le pone alguna impronta personal, pero en el fondo es siempre parecido. De hecho, el contenido del curso es el mismo o muy parecido. Eso se deba a una licencia que tienen muchos de estos cursos llamada MRR (Master Resell Rights, derechos de reventa principal), que significa que además de ser un alumno del curso vas a poder revender su contenido bajo tu propia marca.
Este sistema no es un invento argentino, viene de hace varios años desde Estados Unidos, luego migró a Europa y a otros países y hace unos meses desembarcó en nuestro país. Algunos de los de más arriba incluso están ya presos por estafa en sus respectivos países.
Entonces arriba de la pirámide están los que crearon el sistema y el curso y te lo venden con la licencia para que vos puedas adaptar ese contenido y venderlo como si fuera tuyo bajo tu marca y quedarte con las ganancias, y el curso es justamente sobre cómo hacer eso. Por eso todos son profesores de algo que nunca ejercieron: ya les dan el curso listo para que ellos te expliquen a vos lo que recién aprendieron, pero inventando historias alrededor.
Por eso una vez que viste uno parece que viste a todos: son todos iguales. Es un círculo vicioso de venta de cursos para venderse a sí mismos.
Por eso una vez que viste uno parece que viste a todos: son todos iguales. Es un círculo vicioso de venta de cursos para venderse a sí mismos.
El curso suele arrancar explicando cómo armar tu propia marca personal para vender en Internet, te dan la plantilla para la pagina web (por eso son todas iguales) donde vos ponés tu video de presentación y hasta te ofrecen la plataforma para cobrar el curso, subir el material y ofrecérselo a tus usuarios. A eso le sumás una cuenta de Zoom y de redes sociales. Listo. Si necesitás personal que te ayude a venderlo te ofrecen los ex alumnos que también aprendieron lo mismo que vos y están viendo si pueden sacar alguna comisión de alguna venta de algo.
Dentro del armado de marca personal, las clases incluyen técnicas para falsear tu éxito, te explican que así la gente compra y es por eso que los vas a ver alquilando autos de lujo para parecer que son suyos, inventando facturaciones inexistentes que hasta en la forma de alardear te das cuenta que nunca hicieron una factura en su vida.
Esta semana se viralizó la clase de uno de estos jóvenes en la que decía que “la percepción es la realidad” y “es muy loco, pero la realidad es lo que el cliente percibe que es la realidad”, para después contar que los argumentos de venta que usó para vender el curso al que estás asistiendo eran todas mentiras. Pero, como vos te lo creíste, te explica que vas a poder hacerle creer lo mismo a otros.
Incluso muchos agregan la sección “antes y después” con amigos que actúan ser también ahora felices y empresarios, emulando a las viejas publicidades de Llame ya y Sprayette tan comunes en la década del ’90 y del 2000, cuando veíamos el antes y el después de una persona que compró esos productos y ya sabíamos que era todo falso.
Incluso vas a encontrar que muchos cursos, luego de becas, descuentos y trucos varios, valen 495 o 497 dólares. Y todos usan el mismo valor. ¿Casualidad? No.
El funnel, un término real en marketing pero que aquí sería al proceso de filtros por el que vas pasando hasta que te convencen de entrar en la estafa, incluye contenido de tips en redes, grupos de WhatsApp, eventos VIP, clases gratuitas en YouTube (que no enseñan nada) y al final de la clase gratuita el lanzamiento del curso que se dará por última vez (así que es tu última oportunidad), donde ellos te van a contar que gastaron 50.000, 100.000 o 250.000 dólares en aprenderlo pero a vos te lo dejan por apenas 1.000 o 2.000 dólares. Luego vienen las becas, y sobre eso alguna promo en cuotas.
Incluso vas a encontrar que muchos cursos, luego de becas, descuentos y trucos varios, valen 495 o 497 dólares. Y todos usan el mismo valor. ¿Casualidad? No, es parte de la licencia piramidal MRR: vos no podés cobrar el curso a tus clientes menos de lo que lo pagaste a quien se lo hayas comprado. Y eso es lo que cuesta desde la punta de la pirámide: 495 o 497 dólares, según el proveedor original.
Si pagás con tarjeta de crédito lo hacés a la plataforma madre que usan todos que, como nos imaginamos, no se hace cargo de la calidad del contenido del curso que contratás, porque ellos dicen que son sólo intermediarios de pago. Y si el vendedor del curso acepta pago en pesos en Argentina, te pasan un CBU o CVU de un individuo o empresa que no sabés quién es y que o no tiene CUIT en AFIP o es monotributo de categoría baja registrado como cualquier actividad menos la del curso.
Si preguntás de quién es esa cuenta te dicen que es “de alguien que se las prestó porque en Argentina, como sabés, hay límites para recibir dinero” o, si no, que es un “agente de cobro”. Incluso hubo un caso en el que, según la hora, te daban una cuenta distinta donde enviar los 728.000 pesos que costaba el curso “con los impuestos de Argentina incluidos” porque “se les iba llenando la cuenta”. Por supuesto que no se emitió ninguna factura argentina ni de ningún otro país en estos casos.
La mención a la falta de CUIT o de factura no es por una cuestión de moralina impositiva, sino porque es el comprobante que un alumno tiene si necesita reclamar por un problema, ya sea en Defensa del Consumidor o en un potencial conflicto legal. Si bien es posible hacerlo igual sin eso, no tener comprobantes o una entidad legal clara debería ser una señal de alarma para mucha gente.
¿Cómo podés caer en esto?
Hablé con muchas víctimas y especialmente con muchos familiares y amigos de víctimas. Lo que cuentan es algo igual a las organizaciones coercitivas, o sea, las sectas. Una vez que la gente se convence del discurso es muy difícil hacerles entender que hay una estafa o un engaño detrás y que esas facturas de 100.000 dólares nunca llegarán. Incluso les avisan que el entorno podría convertirse en sus enemigos y que es mejor alejarse de ellos porque “están contaminados”, o algunos más holísticos advierten que “vibran en otras frecuencias”.
Vamos al caso de Marcelo, que le pagó un curso a un chico de 19 años que le prometió cambiar su vida y me dio permiso para compartir su testimonio. Marcelo ya supo que lo habían estafado cuando vio que el curso por el cual pagó 500 dólares, para ser un Appointment Setter, consistía en unos PowerPoints de baja calidad sin mucho contenido que terminaban diciéndole cómo vender un curso a comisión enviando spam por Instagram y que el curso que podía vender era, por ejemplo, el propio por el que acababa de pagar, pero aun dándose cuenta todavía había algo en él que no lo quería creer. Dice:
Estuve en un momento jodido a finales del año pasado, de vulnerabilidad personal, tema laburo y familia, una suma de cosas, y me terminó enganchando esto en Instagram y pensé que iba a ser algo positivo: aprender algo nuevo que me dé herramientas para ganar algo de guita en dólares. Me lo vendieron como que en dos meses ya iba a estar haciendo por lo menos 300 dólares y era exponencial. Y la verdad que pisé el palo y cuando entré a ver el contenido de las supuestas clases me di con que era todo muy ficticio. Al principio no lo quise ver y ahora tampoco, estoy entre aceptar que es un verso o decir que soy yo y tengo que intentarlo y recuperar la plata que invertí. Es como un ciclo vicioso y dije que capaz puedo ayudar a otras personas a que no les compren y sepan realmente como es esto. Es un garrón sentirse un boludo.
Parte de la estrategia discursiva es que cuando llega el momento en que los clientes no hacen el dinero prometido, la mayoría terminan convencidos que es porque “no pusieron todo lo que podían poner”. Los que no se creen ese verso pasan a tener vergüenza de haber sido estafados, de sentirse unos boludos, y usualmente no lo dicen ni lo denuncian. Es algo muy común en estafas piramidales. Por eso los estafadores muchas veces se jactan de que no hay víctimas, como inicialmente pasaba con Generación Zoe y el discurso de Leonardo Cositorto, actualmente preso y acusado por dirigir la estafa Ponzi más grande (probablemente) de la historia argentina.
El curso que compró Marcelo es de un joven que sólo terminó el secundario y con otros dos amigos armó un canal en YouTube cuyo nombre se relaciona con ser millonario y donde cuentan la experiencia de sus objetivos de facturar medio millón de dólares cada uno. ¿A qué se dedican sus dos amigos hoy? Adivinaste, a vender también su propio curso, con las mismas técnicas pero con distinta marca, impronta y verso con nombre en inglés. Los imagino incluso compitiendo a ver quién logra estafar a más gente.
Ahora, ¿estos jóvenes saben que están cometiendo una estafa, engaño o siquiera algo inmoral? Muchos lo tendrán claro, pero muchos otros creo que no.
Hablé con varios, y algunos no entienden por qué muchos adultos estamos con tanto odio por lo que hacen, dicen que su coach les avisó que tendrían detractores, pero no entienden qué están haciendo mal. Ellos compraron un curso y están siguiendo lo que el curso les dice, y creen que es sólo “marketing” y que es una habilidad real la que están enseñando. Respecto a que no ganan lo que dicen ganar en público, te responden con mucha energía: “pero es un tema de tiempo, yo ya en dos meses voy a estar ganando eso, es exponencial”. O sea, algunos, principalmente los jóvenes, no son siquiera conscientes del daño a ellos y a otros que están generando, algo que también suele definir a las estafas piramidales.
Las universidades truchas
Algunos dieron un paso más allá y se autodeclararon “universidad”, algo con lo que ya habían coqueteado otras estafas en el pasado como la Universidad del Trading y la Universidad del Coaching de Generación Zoe y Leonardo Cositorto.
Por ejemplo, en estos días en el Luna Park se presentará un evento de una universidad trucha que dice tener el objetivo de crear 10.000 millonarios, y hace una semana cerró inscripciones otra universidad trucha inscribiendo, según sus datos, a 600 alumnos.
¿Por qué truchas? Porque no son universidades registradas ni acreditadas como tales ni en Argentina ni en ningún otro país. De hecho, ni siquiera se preocuparon en averiguar si hay algún trámite o requisito a cumplir. Es simplemente un sitio web y una persona carismática diciendo en redes sociales “somos una universidad”.
Cuando se viraliza la falsedad e ilegalidad de la universidad agregan alguna aclaración en la letra chica, que no limpia el engaño: “No es una universidad acreditada” o “No somos una universidad tradicional, no tiene acreditación, sólo usamos el significado etimológico de la palabra para darle nombre a nuestra academia”, mientras sus vendedores (perdón, quise decir sus high ticket closers, como se denominan) les dicen a los alumnos potenciales que es una carrera universitaria de tres meses.
En general estos casos de ponzidemia tienen, además, un discurso antisistema e incluso conspiracionista que endulza muchos oídos. Te dicen que el sistema educativo no sirve, que la educación universitaria es para que cobres miseria como empleado y que la solución está en estas habilidades de alto valor que te van a hacer millonario rápido. Algunos mezclan el coaching ontológico y hasta se pasan al bando de la medicina ilegal hablando de medicina holística o de saltos cuánticos. No todos entran en este terreno, pero muchos sí.
Ponzi kids
La parte más grave es cuando incorporamos a los menores de edad, ya no sólo como destinatarios sino como caras visibles del engaño. Veamos algunos discursos que se ven en Instagram:
Franco (19 años, dice vivir en Dubai, su curso vale 1.000 dólares, dice tener un negocio que factura 100.000 dólares al mes): “Quiero venir a salvar a todos los pibes de mi edad y mostrarles que se puede vivir la vida como si fuera el maldito GTA, que se puede vivir viajando por el mundo solamente con una computadora y ganando más plata de la que te dicen tus padres”.
Agustín (19 años, su curso vale 497 dolares, dice que vas a cobrar de de 1.000 a 4.000 dólares al terminar el curso): “Invertí 250.000 dólares en educación en estos últimos 13 meses y quiero compartirte todo lo que aprendí y toda la educación autodidacta que me costó decenas de cientos de miles de dólares y te quiero invitar a que te unas a este grupo de WhatsApp”.
Alejo (18 años, dice vivir en Dubai, su curso vale 1.200 dólares): “Gracias al Fortnite hoy en día estoy viviendo en Dubai y el último año cerré más de medio millón de dólares. ¿Universidad? Ja. Seguime y te ayudo”.
Santiago (19 años, su curso vale 497 dólares): “Si tenés entre 16 y 25 años no tengas novia o novio. El precio del éxito es la soledad. Lo mejor que podrías estar haciendo es invertir en vos mismo o en tu proyecto. No lo olvides”.
Hay cientos de jóvenes con estos discursos para venderte su curso.
Hablando con amigos y familiares, todos me cuentan que el nivel que muestran es falso, que han tomado préstamos para pagar los lujos que muestran en los videos y que sus coaches (a quienes les compraron el curso) los alientan a seguir y que “no importa pedir prestado ahora si total en unos meses vas a estar con un Lambo en un condo“. Lambo es un Lamborghini y condo un condominio, un departamento en Miami.
Franco, Agustín, Alejo, Santiago y todos los demás hicieron antes el curso con otro, a quien llaman su coach o mentor. Algunos incluso te dicen quién fue su mentor, que es otro parecido a ellos vendiendo el mismo curso o muy parecido. Ahí se ve, otra vez, el esquema piramidal. ¿Qué hace el coach? Lo mismo que ellos, vende cursos para hacerte (y hacerse) millonario.
Lo más duro de todo es escuchar y ver a Marcos sacar nuevos videos en su cuenta de Instagram todos los días instando a chicos de 11 a 17 años a responderle la palabra NEGOCIO para agregarlos a un grupo de WhatsApp en el que va a dar clases gratuitas emulando los modos y el discurso de los jóvenes de 19. Marcos no se llama así, le cambié el nombre para preservar su identidad porque tiene apenas 12 años. Y su coach es una persona de 50 años, universitaria, que desde Panamá da clases de coaching y mentorías para jóvenes.
Esto dice el niño, con voz todavía aguda, en varios videos:
Marcos (12 años): “¿Te gusta el emprendimiento? ¿ Y te la pasás viendo gente en redes sociales que gana muchísima plata y no sabés como hacer? Enviame mensaje por Instagram y te mando la información gratuita. Una de las claves para ser exitoso es juntarte con gente que está a tu nivel. Por ejemplo, si vos te juntás con cinco personas que aspiran a ser tontas, vas a ser el sexto tonto. Estoy seguro de que no podés levantarte de tu cama y hacer 20 flexiones [hace 20 flexiones en cámara], no podés, porque sos un vago, así que después no digas que no pudiste cumplir tus sueños por él, ella o por nadie porque acá nadie te va a regalar nada, el único que tiene la culpa sos vos. Así que si tenés sueños de verdad, levantate de tu fucking cama aunque esté calentita, que no te importe”.
Hablé con el coach para que me confirme si realmente él lo mentorea y lo confirmó. Dice que Marcos es un niño espectacular y que él le recomendó armar el grupo y que lo está ayudando con las clases. Dice haber hablado con los padres de Marcos primero y que lo apoyan.
No todo es estafa
Es importante aclarar que muchos de los temas que se mencionan en estos cursos, academias y universidades falsas sí existen y son oficios, técnicas y habilidades válidas. El problema es que no se aprenden en unas semanas, y generar ingresos con ellos solos no es ni tan mágico ni tan revolucionario.
También es verdad que en Argentina falta mucha educación financiera y de impulso al emprendimiento. Justamente esta carencia es la que impide a mucha gente diferenciar algo legítimo de algo como lo que se ve en estos casos que, para otros más instruidos, es una clara estafa.
Está bien aprender marketing digital, publicidad en Internet, edición de video, técnicas de venta, cómo emprender con negocios. Pero, en general, un curso de estas cosas en una academia o universidad real valen un décimo de lo que cobran estas estafas, son más largos y están dictados por profesionales con experiencia. Y nunca prometen nada en relación a tu futuro o tu vida. Y por supuesto que esta muy bien que tanto jóvenes como adultos se capaciten y adquieran nuevas habilidades.
Tampoco todas las academias y cursos online son estafas. Yo personalmente doy cursos hace más de 20 años y dirijo una academia que tiene 18 años en el mercado. El problema no es el curso online, sino prometer resultados, mostrar una imagen de millonario o de viajero frecuente y que vas a lograr eso haciendo un curso cuyo profesor, encima, no tiene ni experiencia docente ni experiencia profesional en lo que supuestamente enseña.
Veamos algunas ideas sobre qué mirar para detectar posibles engaños y estafas de este tipo:
- Quien vende el curso muestra lujo de cualquier tipo o dice cuánto factura con números grandes. Los millonarios en general no se muestran viviendo en Dubái o usando autos deportivos de lujo y los profesores que dan clases no andan alardeando de su vida personal.
- No hay información clara y concreta del curso en cuestión, como un temario, un precio visible y claro, una cantidad de horas total si es grabado o los días y horarios de cursada si es en vivo. Si el argumento de venta es la ilusión del resultado y no el proceso, hay un problema.
- Quien dicta el curso no tiene experiencia comprobable en la materia más que su propia palabra, o su palabra termina concluyendo que le llevó apenas unos meses aprenderlo y que hace un año era alguien frustrado con su trabajo como vos. Eso da cuenta de que sólo hizo un curso donde aprendió a venderte a vos un curso.
- Que haya alguna promesa de ingresos para el alumno. Ningún curso puede prometerte nada. Si lo hace, hay que tener cuidado.
- Es muy misterioso entender qué hace la persona que promete los ingresos y que todo son secretos que te va a contar si pagás el curso.
- La inscripción al curso no es simplemente un trámite, sino que primero tenés que tener una llamada (una call) con un closer y que hay que ver si “cumplís los requisitos” donde siempre los cumplís pero te van a hacer creer que sos especial y el curso es para vos.
- No hay una entidad legal responsable publicada y mencionada en el sitio web o redes, nombre de la empresas, datos fiscales como CUIT, que no haga una factura y que si hacés una transferencia bancaria sea a un tercero que no sabés quién es.
Necesitamos visibilizar que los cursos de los que hablamos en este artículos son una estafa piramidal, distinta a otras estafas piramidales anteriores, tal vez no un Ponzi clásico, pero estafa al fin.
Si tenemos jóvenes en la familia, es bueno hablar de estos temas para visibilizar y discutir por qué es una estafa antes de que las técnicas coercitivas hagan efecto en ellos, como lo han sido también con casinos online y venta de fichas, estafas del mundo cripto o estafas Ponzis en el pasado.
La educación masiva es el principal rival de estas estafas piramidales. Jugando su propio juego: si le pasás este artículos a 10 amigos, venceremos.
Si te gustó esta nota, hacete socio de Seúl.
Si querés hacer un comentario, mandanos un mail.