El sábado amanecimos con la noticia de una invasión de terroristas de Hamás en el sur de Israel y el asesinato de 200, 300, 400 personas, y el número seguía subiendo hasta que alcanzó hasta ahora la pavorosa cantidad de más de 1.300, la mayor matanza de judíos en un solo día desde el Holocausto. Los detalles escabrosos se agravaban con el correr de las horas, se vieron videos que hacían recordar la propaganda morbosa y sanguinaria de ISIS y la comunidad judía de Argentina (la mayor de Latinoamérica) se comunicaba con sus familiares para ver si estaban bien. Al momento se confirmaron siete argentinos muertos y quince desaparecidos.
En Seúl ahondaremos en el tema en el número de este domingo, pero no podíamos dejarlo afuera de este resumen semanal. Las aristas son diversas, pero en vista de que solemos poner la lupa en la realidad argentina no podemos dejar de señalar algo aunque ya se viene diciendo bastante: la vergonzosa posición de la izquierda que sigue en piloto automático con sus consignas antiimperialistas y antisionistas, incapaz de mostrar al menos un poco de empatía por las víctimas de la masacre.
El domingo del segundo debate presidencial, todos los candidatos repudiaron el atentado menos Myriam Bregman, que dijo: “Nos duelen las víctimas civiles que ocurren en un conflicto que tiene como base la política del Estado de Israel de ocupación y de apartheid contra el pueblo palestino”. La posición propalestina de la izquierda no es nueva, claro, pero ante una masacre tan brutal (y tan televisada) queda al desnudo en su palmario antisemitismo. Es difícil encontrarle otra explicación. Y tocó una fibra en muchos judíos progresistas, a quienes dejó en un lugar incómodo al comprobar que su entorno les daba la espalda. Entre ellos, nos pareció un buen ejemplo el del humorista Roberto Moldavsky, que el martes en el programa Lanata sin filtro contó que chateó con Bregman por Instagram antes del debate y le pidió, casi desde un lugar humano, que repudie el atentado sin peros. Ella le dijo que sí, pero no lo hizo.
Claro que no es un problema local. En todo el mundo quienes se llaman a sí mismos antisionistas están quedando en offside. El lunes, 35 organizaciones estudiantiles de Harvard publicaron una declaración conjunta solidarizándose con… el pueblo palestino. Al día siguiente el presidente de la universidad tuvo que salir a decir que condenaba las atrocidades cometidas por Hamás y que ningún grupo de estudiantes representaba la opinión de Harvard. Ayer, 350 profesores firmaron a su vez una declaración en la misma dirección, aunque más dura: “Tenemos opiniones diversas, ninguno de nosotros apoya todas las acciones pasadas de Israel. Sin embargo, los acontecimientos de esta semana no son complicados. A veces existe el mal, y corresponde a educadores y dirigentes denunciarlo, como han hecho con los tiroteos en escuelas y los atentados terroristas”.
Mientras tanto, la Organización Sionista Mundial informó que los mensajes antisemitas en redes sociales se incrementaron en un 500%.
No sabemos hasta qué punto Sergio Massa y Javier Milei son socios, pero sí está claro que son tal para cual. Mientras uno inunda el país de pesos con medidas demagógicas para arañar el balotaje o dejarle un incendio al que venga después, el otro vocifera como si estuviera con Fantino y dice que “el peso no puede valer ni excremento” y recomienda no renovar plazos fijos. El resultado fue que el martes el dólar blue superó los $1.000 y ayer se conoció la inflación de septiembre, que fue aun más alta que la de agosto: 12,7%.
La parte graciosa es que el presidente Alberto Fernández se despertó de su letargo para denunciar penalmente a Milei, al candidato a jefe de Gobierno porteño Ramiro Marra y al candidato a diputado de la provincia de Buenos Aires Agustín Romo por “intimidación pública”. Milei aprovechó la volteada para dar una conferencia de prensa en la que denunció proscripción (¿les suena?) y atacó periodistas (¿les suena?).
Lo de Fernández es raro no sólo porque andaba desaparecido hacía rato, sino también porque él mismo en la campaña de 2019 agitó la suba del dólar con declaraciones igual de irresponsables. ¿Pero qué se puede esperar de Alberto? Ni en el resto del Gobierno lo saben, porque dicen que la denuncia contra Milei los tomó por sorpresa y “generó malestar”.
Mientras tanto, Patricia Bullrich también aprovechó para brindar una conferencia de prensa en la que, a diferencia de Massa y Milei, trató de mostrarse como la opción de la sensatez. ¿Alcanzará? Falta poquísimo para saberlo.
Hay otra denuncia en Tribunales mucho más seria que la de Alberto a la gente de La Libertad Avanza, y es la que hay contra Julio Segundo “Chocolate” Rigau, el puntero massista que había sido sorprendido en un cajero automático con 49 tarjetas de débito sacando el sueldo de empleados de la legislatura bonaerense. Ayer el Tribunal de Casación dejó sin efecto el fallo que había anulado la investigación (con una premura sospechosa) y puede avanzar la causa con las primeras medidas de prueba: lo más jugoso, la apertura de su celular, que promete contener más secretos que la tablet de Natacha Jaitt.
Se ha dicho que esta causa mancha a toda la clase política, porque los titulares de las tarjetas pasaron por todos los bloques y porque, según Carlos Pagni, fue muy sospechoso el silencio tanto del presidente de la Cámara, Federico Otermín, de Unión por la Patria, como también del vicepresidente Adrián Urreli, del PRO. Lo cierto es que la denuncia fue impulsada por gente de Juntos por el Cambio: Ricardo López Murphy, Javier Iguacel y María Eugenia Talerico. Y el miércoles, cuando fue interrogada por el asunto, Patricia Bullrich aclaró: “Hasta ahora no apareció nadie de Juntos por el Cambio. Si aparece uno, conmigo no se jode. El que aparezca va a tener la sanción que creemos que tiene que tener alguien que utiliza el dinero del Estado y lo malversa”.
No sabemos si cuando se abra el celular se encontrará efectivamente o no a gente de JxC, pero lo que es seguro es que hay muchos que hacen un esfuerzo sobrehumano por intentar decir que la corrupción es transversal a todas las fuerzas políticas, y en este caso lo único que pasó hasta ahora es que el denunciado es massista y los denunciantes, cambiemitas.
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