Gracias a Dios es viernes

#92 | Historiadores, de rigurosa actualidad

Dejá, Fanta, no ayudes más. Te vamos a llevar puchos, Alberto. Vázquez y Accardi quieren romper en paz.

En una semana agitada, sorprendió a muchos el protagonismo mediático de dos historiadores, que por definición se ocupan poco de la actualidad. El primero fue Gabriel Di Meglio, hasta el otro día director del Museo Histórico Nacional, despedido por el Gobierno sin dar explicaciones. (Di Meglio dice que fue por razones ideológicas.) El episodio generó una ola de solidaridad por parte de sus colegas, que protestaron ante lo que ven como una partidización de los museos nacionales por parte del Gobierno. El Gobierno dice que es al revés, que está terminando con la partidización. Muchos de los solidarios exigieron un sistema que ponga a salvo a los directores de los museos nacionales de los vaivenes políticos. Lo curioso es que ese sistema ya existe, pero es cierto que no se aplica. Fue creado en 2017 por un gobierno del que ya nadie parece querer acordarse y establecía que todas las designaciones debían ser por concurso. Alberto Fernández tardó poco en incumplirlo. Designó a Di Meglio por decreto al principio de la pandemia.

La otra historiadora bajo los focos políticos y mediáticos de estos días fue Camila Perochena, profesora de la Di Tella y columnista del programa de Carlos Pagni, que el miércoles, con motivo del feriado, fue La Nación+ a hablar, suponemos, del Día de la Independencia. No sabemos bien porque lo único que circuló de su participación fue su encontronazo (su “cruce”, dicen ahora los periodistas) con el director del Museo de la Casa Histórica de Tucumán, José María Posse, sobre si la Argentina de 1910 era una “potencia” o no. Posse, también designado por decreto, decía que sí, porque era uno de los países más ricos del mundo (eso es cierto) y Perochena le decía que no, porque era irrelevante geopolíticamente (lo que también es cierto). Era una pelea sobre la definición de “potencia” hasta que ayer a la mañana se sumó el presidente Milei, que compartió un tuit de nuestro editor Diego Papic (real) y comentó: “Patética: se jacta de saber historia y arranca negando un dato base. Si llega a revisar las series de Madison le colapsará el cerebro (resulta claro que lo tiene lleno de parásitos)”. Más allá de la grosería y el exabrupto (para qué), le corregimos al presidente una errata: se escribe Maddison (por Angus, economista inglés fallecido en 2010), no Madison.

Hemos dicho alguna vez en este newsletter que Alejandro Fantino es un tipo de apuestas fuertes y que con algunas de ellas hizo saltar la banca . No como para salvarse para siempre, pero sí como para chapear que la supo ver antes que casi nadie en dos casos muy pesados: se jugó por la dupla Chiqui Tapia – Lionel Scaloni bastante antes del mundial de Qatar y se jugó por el movimiento libertario cuando éste estaba en pañales. Y su apuesta fue no sólo por Javier Milei como líder de un proyecto político, sino por su fondo teórico o doctrinario, cualquiera fuese éste.

Dueño de ese estilo tan reconocible y parodiable, con intervenciones que suelen convertirse instantáneamente en memes en las redes, es probable que en estos últimos días Fanta se haya sentido en la obligación de quedarse a dar una mano acá. Bancarle los trapos al Gobierno en una semana difícil, corrido en el Senado por los representantes de las provincias y sus gobernadores al frente de la coalición del déficit fiscal . Porque el conflicto puede ser político y la interpretación puede variar al gusto del consumidor (los libertarios son unas bestias que sólo saben morder las manos de las que dependen para comer / los gobernadores no tienen problemas en torpedear la macro nacional mientras puedan manejar sus quintitas a gusto), pero las consecuencias se miden en los indicadores financieros de cada día: dólar, riesgo país, tasas, inflación.

Fantino entonces, quizás movilizado por el 9 de Julio, se sintió en la obligación de montar un show algo más elaborado de lo habitual. Algo falló, sin embargo, porque el resultado fue en verdad un largo y enrevesado monólogo , aparentemente con el objeto de advertirle a su público las posibles consecuencias económicas de las leyes que impulsa la oposición en el Congreso. Como tantas otras veces, recurrió a metáforas y analogías guerreras muy típicas de él, pero esta vez algo en la lógica interna de su discurso parecía fallar. Sonaba más a un parloteo inconducente que a un argumento preparado. Promediando su comentario, se decidió a revelar que había tenido una conversación de una hora con el Toto Caputo y que se disponía a romper el off the record, e imaginamos que entonces las alarmas habrán atronado en el famoso quinto piso del Ministerio.

Y con razón, porque Ale siguió varios minutos más de perorata imaginando barcos torpedeados y reactores explotando, el dólar en el techo de la banda, el superávit fiscal virando de negro a déficit rojo furioso y el riesgo país bien arriba de los mil puntos. “ ¡Pará, Fanta, parááá!”, le habrá gritado el Toto a la pantalla.

El resto de la tarde del feriado patrio fue de control de daños: tuit del Toto, tuit de Pablo Quirno, tuit del mismísimo Javo, todos bajándole el tono al asunto. Y nada de locro y pastelitos dulces en la cena del 9 de Julio para el ministro, sino a visitarlo a Majul en LN+ para tratar de llevar algo de calma a los reactores.

En fin, nadie es infalible y las cosas pueden fallar. Aquello del dólar en el piso de la banda parece un recuerdo lejano, pero tampoco hace falta ser tan tremendistas. En las finanzas y la economía argentina nunca hay que olvidar las sabias palabras de uno de nuestros mejores científicos, que no es Batman: “El coraje no es la ausencia de miedo; es ir para adelante con miedo”.

Otro que ayer recibió una mala noticia fue el fana del Bicho, Alberto Fernández, procesado finalmente por negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública en la causa que investiga irregularidades en el manejo de contratos de seguros de entidades públicas. Para el juez Sebastián Casanello, Fernández favoreció a su excliente y marido de su secretaria privada, Héctor Martínez Sosa, que se embolsó más de 2.000 millones de pesos en comisiones, casi el 60% del total de las comisiones que pagó Nación Seguros.

Es el segundo procesamiento del profe de la UBA, luego de que en febrero el juez Julián Ercolini lo acusara por el delito de lesiones leves agravadas por violencia de género, lesiones graves y amenazas coactivas contra su exmujer Fabiola Yañez.

Sumado a la prisión de la expresidenta Cristina Kirchner y al otro juicio que se le avecina por la Causa Cuadernos (el 6 de noviembre es la red carpet en Comodoro Py), podemos decir que la última fórmula presidencial tiene más problemas con la Justicia que Harvey Weinstein.

Pero volvamos al tipo común, Alberto Fernández, que no habla en público desde hace cinco meses, cuando le dio aquella famosa entrevista a Jorge Fontevecchia en la que tuvo que soportar con cara de póker que el mandamás de Perfil le recordara que Cristina lo llamaba “ pito duro”. Es cierto que ya quedaron lejos los días de la pandemia, cuando nos levantaba el dedito y nos amenazaba con meternos presos si salíamos a la calle. Por eso quizás el schadenfreude no sea tan grande. Ya nadie habla de él, hasta los que lo aplaudían con entusiasmo ridículo hoy lo han olvidado.

Nosotros, sin embargo, no nos olvidamos y esperamos que la Justicia le caiga con todo el rigor. Pero no podemos evitar que nos arranque una sonrisa este guitarrero que le prometió a Cristina que la podía hacer zafar de sus causas y dejó al peronismo con la peor derrota de su historia. Gracias, Alberto. Te vamos a llevar puchos.

Desde siempre se ha rebajado al chimento como el más denigrante de los registros humanos. Y sin embargo, hay algo en el mundo de hoy, democratizado hasta la libertad total de las redes sociales, que poco a poco lo ha ido desplazando a un lugar de debate de conversación o incluso de verdad. ¿Por qué nos importa si la pareja de 18 años de Nicolás Vázquez y Gimena Accardi se separa o no? Por qué un tuit que pone en cuestión la institución del matrimonio frente a la fuerza demoledora del amor cosecha hate como si estuviese tratando de un tema de Estado?

Después de una larga pausa, Nicolás Vázquez cumple el sueño de encarnar a Rocky en el Teatro Lola Membrives. Su compañera, Mercedes Oviedo, parece encantadora, y se sabe que un buen compañero de trabajo siempre es un excelente refugio para cualquiera que esté atravesando una separación. Un video de ambos protagonistas bailando en un bar despertó polémicas. Del lado de Gimena, se le sospecha haber sido la tercera en discordia de la pareja de su compañero de elenco en En otras palabras, Andrés Gil, que hace poco fue padre con Candela Vetrano , personaje entrañable del mundo artístico. Por TikTok se multiplican videos de jóvenes argentinas, llorando al enterarse de la noticia de la ruptura. Al parecer, en estos tiempos rápidos y confusos, la permanencia de aquella pareja era la última esperanza de las que tienen todo el futuro por delante.

La expareja desmiente cualquier infidelidad. Piden que no se manche una historia que ambos valoran como la más importante que hasta el momento han tenido.

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