Gracias a Dios es viernes

#86 | El adoctrinador eres tú

El fin del empanadagate . El bochorno judicial del caso Maradona. La cachetada que tiene en vilo a Francia.

Fue en 1964 cuando Potter Stewart, juez de la Corte Suprema de Estados Unidos, acuñó una frase que seguramente se recuerde mucho más que sus sentencias. A propósito de una acusación de obscenidad en el caso Jacobellis v. Ohio, comentó: “No sabría cómo definir a la pornografía, pero puedo reconocerla cuando la veo”.

Algo parecido sucede con la diferencia entre educación y adoctrinamiento. La línea que separa ambos conceptos puede trazarse más acá o más allá y puede haber discusiones muy sesudas al respecto, pero la manera en que notamos que se cruzó un límite aceptable es más bien intuitiva. Puede ser una cuestión de formas, de un discurso de trazo demasiado grueso, de una bajada de línea demasiado reñida con cualquier mínima idea de verdad histórica, pero en general los sensores no suelen fallar y disparan las alarmas.

Hasta acá la cuestión es abstracta, pero en verdad queríamos referirnos a una de las polémicas de la semana: la suscitada acerca de la nueva programación del canal infantil Paka Paka , controlado por el Estado. Y, como no podía ser de otra manera, la cuestión se empiojó todo lo que podía empiojarse, así que vamos a tratar de resumir.

Primero lo primero: no debería existir ningún canal infantil controlado por el Estado, ni con un gobierno libertario ni con ningún otro, pero resulta que ese canal existe —cómo no— como parte de la interminable herencia de despropósitos kirchneristas. ¿Un canal de cable creado para adoctrinar niños (y repartir presupuestos)? Únicamente al kirchnerismo se le ocurre algo semejante. ¿Y cómo sabíamos que adoctrinaban? Porque eran kirchneristas. Se los reconoce como a la pornografía.

Presentada la nueva programación a estrenarse en los próximos días, las primeras quejas vinieron justamente de quienes se consideraban los propietarios originales (de Paka Paka y del Estado todo): los kirchneristas. Horror, Zamba ya no glorificará al Restaurador de las Leyes, sino a Alberdi, a Sarmiento, a los monetaristas de Chicago y a Leonardo Cositorto. Y además hay otro dibujito increíblemente liberal que parece que habla muy mal de Marx y muy bien de Adam Smith, pero ni nos molestamos en ir a chequear: son tan agotadoras este tipo de discusiones que queda sólo una cosa por responder: me chupa la pija la opinión de los kukas.

Claro que también hubo cuestionamientos de gente más liberal que los kukas, aunque con el porcentaje de votos algo disminuido. Laura Alonso, por ejemplo, preguntó: “¿Paka Paka? ¿No habían cerrado ese antro?”, y fue entonces cuando a su juego lo llamaron al Gordo Dan. Que se mostró sin embargo súbitamente legalista: dijo que no cerraron el canal porque el Congreso no los dejó y el PRO estuvo de acuerdo. Y no, se equivoca, el PRO no votó sacar la privatización o cierre del canal de la Ley Bases.

Para darle una vueltita más al quilombo, Dan aportó otra de sus ya clásicas boutades: dijo que su Paka Paka no adoctrina por la sencilla razón de que su ideología es moral e históricamente correcta. El que adoctrina es el otro, si me gusta a mí, está todo bien, loko.

Y no, claro, ése —precisamente ése— no es el argumento correcto. Lo reconocemos cuando lo vemos. Pero pasa que también es agotador tener que estar explicando todo el tiempo la postura correcta acerca de todo. Como con tantas otras cosas, algunas incluso mucho más importantes que la línea editorial de un canal infantil que no debería existir, no queda otra que fingir demencia y listo, siga siga, todo pelota. Y como con todo, a desear que salga bien, porque si no el próximo Paka Paka va a ser mucho más parecido a Gran Hermano, pero el de Orwell.

Esta semana también fue la del empanadagate, durante el cual debatimos con pasión aquella pregunta eterna: ¿cuánto vale una docena de empanadas? El puntapié, famosamente, lo dio Ricardo Darín en la mesaza de Mirtha el fin de semana, cuando ejemplificó el estancamiento del consumo diciendo: “Una docena de empanadas vale 48.000 pesos”. Inmediatamente los militantes oficialistas se transformaron en sommeliers de empanadas y googlearon hasta el hartazgo casos de empanadas más baratas, que por supuesto las había. ¡Exagera para criticar al Gobierno!, se indignaron los trolls mileístas. En realidad Darín dio el ejemplo que tenía a mano, el de un señor con su propia capacidad de consumo, es decir, tope de gama. Lo que tampoco, de todas maneras, dice nada sobre la inflación. Estuvimos dos décadas explicándoles a los kirchneristas que una cosa es el nivel de los precios y otra el ritmo de aumento. No empecemos otra vez.

La cosa pasó a mayores cuando el habitualmente circunspecto Toto Caputo calificó las palabras de Darín , a quien llamó “Ricardito”, como una “estupidez” y expresó sentir “vergüencita ajena”. Insistió en el argumento de que hay empanadas más baratas: recomendó unas por 16.000 pesos. El presidente hizo calentar el botoncito del RT reposteando meme tras meme de burla a Darín. ¿Hacía falta? Algunos dijeron que esto permitió distraer la agenda de ya no nos acordamos qué otro escándalo. ¿El no saludo a Jorge Macri? Quién sabe.

Como todo escándalo basado en redes sociales y en la TV nocturna, que incluyó un episodio un poco penoso titulado Ricardini Empanadini, ascendió a los cielos y se estrelló en apenas dos días, reemplazado por las fotos hot y los videos insólitos de la jueza Makintach.

Hace cuatro años y medio que murió Diego Maradona y todavía hay buitres que siguen carroñando alrededor de su figura. Por si los detalles truculentos del juicio por su muerte no hubieran sido suficientes (hablamos de eso en Seúl hace dos meses), ahora una de las juezas del tribunal quiso aprovecharse del lugar que le tocó en suerte para transformarse en una celebridad.

La Dra. Julieta Makintach fue sorprendida dejando ingresar cámaras a la sala para filmar las audiencias y, lo que es peor, salieron a la luz imágenes de un documental del que iba a ser protagonista. Se llamaría Justicia divina, y la Dra. Makintach aparece entrevistada , hablando como una MILF de la ley, boqueando sobre el derecho y la justicia mientras se acomoda el pelo y hace ojitos.

Todo sería solamente un bochorno de color si no fuera porque la edición del documental deja en claro que la opinión de la jueza era que todos los acusados eran culpables. Desde ya, un enchastre judicial imposible de remontar. La Corte Suprema bonaerense suspendió a Makintach por 90 días y el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 3 de San Isidro resolvió declarar la nulidad del juicio.

El papelón es mundial y los especialistas coinciden en que, por más que el juicio empiece de cero (difícil que sea este año), esto no será como si nada hubiera pasado, sino que beneficiará a los acusados.

Hay que ver qué pasa, pero lo que es seguro que, como todo en la vida (y en la muerte) de Diego Maradona, lo que está pasando es totalmente inédito.

Hay pocas escenas más intrigantes que las que se ven a través de una puerta entreabierta y por error, por eso fue imposible dejar ir el movimiento ominoso de esas dos manos lanzándose, bruscas, sobre la boca desprevenida del presidente de Francia. El video recorre las redes desde hace cinco días y no parece querer detenerse, quizá porque enciende de nuevo la vieja obsesión por la pareja más inusual de la política europea: los Macron.

Recién aterrizados en Hanoi, Emmanuel se prepara para bajar del avión cuando recibe desde el interior de la cabina el empujón de Brigitte en la cara; una suerte de cachetada con las dos palmas abiertas y encimadas una sobre la otra que viene con impulso y cae con fuerza. El Jefe de Estado se echa para atrás con el impacto y reacciona lo más rápido que puede, pero en cámara lenta (así estudian las cuentas más amarillistas de X el asunto) nadie puede disimular. Macron sonríe mirando a la cámara que acaba de descubrir afuera apuntándole fijo mientras el staff disimula peor que él y se dispersa rápidamente, dándole lugar a la pareja para rearmarse antes de bajar a tierra firme. Él sale primero y la espera con el brazo dispuesto para que ella lo use de sostén, pero ella ignora el gesto y se agarra sola de la baranda de la escalera.

En un primer momento, la estrategia del Elíseo fue negar el tema haciéndolo pasar por fake, pero no tardaron mucho en buscar dominar la narrativa con un cuento de complicidad conyugal en un juego de manos picarón. Poco importa lo que digan, la imagen puede más y lo que se ve es un matrimonio que todavía –después de 17 años de casados y con 25 de diferencia entre ambos– tiene energía suficiente como para jugar o pegarse de la risa o la bronca. ¿Cuál será el secreto? De ella se dice lo peor, como es esperable de una sociedad intolerante con la mujer en todas sus formas menopáusicas; que es un mono, que es un hombre, que es un trans. De él, también esperable, que es gay. Pero ahí están, unidos por una chispa que nadie puede explicar.

El Elíseo comunica a través de un video publicado en la cuenta de TikTok del presidente cuán cerca está de su primera dama en su gira por el sudeste asiático. En su paso por Indonesia, se los ve contentos (¿reconciliados? ), con la misma conexión íntima que los caracteriza. El sketch es tan teatral que difícilmente pase al olvido, al igual que ellos, pareja excepcional.

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