Una pequeña nota de color local para comentar el extraño fenómeno del fanatismo católico que la muerte del Papa Francisco —en la culminación de la Pascua, ni más ni menos— desencadenó en las masas progresistas.
La multiplicación de loas por parte de jóvenes kirchneristas no es el primer milagro de Francisco sino el último del movimiento popular y nacional. Muchos compatriotas celebraron su canonización desde sus micrófonos de streaming. Desde las redes sociales hasta las mesas de café, la beatificación popular fue inmediata y, en algunos casos, sobreactuada. Hasta periodistas de perfil agnóstico se deshicieron en elogios que rozaban la hagiografía. El luto en las redes mide altos números auténticos.
Y sin embargo —porque en Argentina siempre hay un sin embargo—, hubo una escena que desarmó todo cinismo. Una monjita argentina, amiga personal del Papa, que no figuraba en el protocolo, pasó, al parecer, sin que nadie osara frenarla, al altar donde lo velaban. Se acercó al cajón y lloró en silencio. Nadie la sacó. Nadie la mandó a callar. Esa imagen de la amistad —ni política, ni religiosa, ni mediática— fue la única que logró lo imposible: que papistas y antipapas bajaran la guardia y compartieran el mismo nudo en la garganta.
Somos hiperbólicos y contradictorios, pero profundamente afectivos. Misterios de la mentalidad mística argentina.

Todavía no se pudrió todo entre el PRO y La Libertad Avanza, pero casi. Hacía rato que Mauricio venía dando indicios bastante claros de que se cansó del jueguito del policía bueno-policía malo: mientras el Javo le doraba la milanesa, la Kari y el Santi le comían los dirigentes, el territorio y cualquier otra cosa digna de ser engullida. ¿Por qué? Porque pueden.
Se sabe que la política es cruel en todos lados, pero acá siempre hubo además un gusto especial por el verdugueo. Y si hay algo que los libertarios no tienen es disimulo, porque desde que empezaron como una agrupación política que despertaba más risas que otra cosa, siempre apuntaron a romper la coalición Juntos por el Cambio y a quedarse en la volteada con los votantes más afines al PRO. Siguiendo la misma lógica, ahora que están en el poder, con la autoestima por las nubes y las cajas bien controladas, manzana que van a ser más generosos.
Y por más que Milei siga repitiendo que Mauricio Macri siempre es parte de la solución y no del problema y que mantiene un afecto personal por el expresidente, todo el mundo sabe que las otras dos puntas del triángulo de hierro a los amarillos no los pueden ni ver. La onda de Santi es la de los gordos virgos de las fuerzas del cielo, y la de Karina es la de un neomenemismo que aspira a encapsular al PRO en la intrascendencia. Los que quieran pegar el salto hacia ellos son bienvenidos. Para los que insistan en pararse en otra vereda, ni justicia.
Era cuestión de poco tiempo entonces para que la sangre llegara al río. Mauricio, que es Macri, se decidió a quemar los puentes y defender la fortaleza porteña a cargo de Jorge, que también lo es. Fenómeno barrial, obras y gestión, un viaje a los viejos hits del pasado. Y munición gruesa para que los pícaros que quieren pactar con LLA con la excusa de derrotar al kirchnerismo en la Provincia no se vayan a ningún lado. Si nos hundimos, nos hundimos todos. Desde luego, la respuesta no se hizo esperar: nada de comprar dirigentes barrani, el Javo quiere todo registrado, con factura y con el IVA e Ingresos Brutos discriminados.
PD: ¡Bajen los impuestos!

Es impresionante el miedo que le tenemos los argentinos a dejar flotar nuestra moneda. Sobre todo algunos. Si el dólar sube dos pesos, gritan “devaluación”. Si baja dos pesos, claman “atraso cambiario”. Y si se mantiene más o menos estable, como en estos días, el nuevo cuco de moda: “¡carry trade!”
Kirchneristas y limítrofes siempre entendieron poco sobre finanzas (a cualquier cosa le dicen “ bicicleta financiera”), pero su pasión contra el carry trade, que explotó en estos días por una explicación de Tony Aracre en la TV Pública, es novedosa. Y, por supuesto, equivocada, porque le dicen carry trade a algo que con un poquito más de buena voluntad podría llamarse “invertir en la moneda de tu país”.
Expliquemos un poco. En versión simplificada y argentinizada, se llama carry trade a vender dólares para invertir en instrumentos en pesos (como plazos fijos) para aprovechar la tasa y después volver a comprar dólares apostando a que el dólar ha estado estable. Esto da una ganancia (ahora, de 2-3% por mes) muy difícil de conseguir en dólares.
Para que sea verdaderamente carry trade , sin embargo, la ganancia tiene que estar más o menos asegurada, como cuando hay tipo de cambio fijo o un crawl muy por debajo de la tasa de interés. Con la flotación que hay ahora (dentro de las bandas), es ridículo decirle carry trade a algo que, si el dólar sube 20 o 30 pesos (como ha hecho en estos días), te morfa de un bocado todas las ganancias de un mes de supuesto carry. Si tiene tanto riesgo, no puede ser carry.
Parte de nuestra anormalidad de estas décadas ha sido que invertir en plazos fijos o fondos en pesos fuera pésimo negocio. Ahora empieza a ser más o menos negocio (dependerá de cómo siga la inflación). Pero desde este newsletter, donde a veces nos hacemos los picantes, hoy queremos ponernos didácticos. No con los kirchneristas, que no tienen ganas de entender. Pero sí con usted, doña Rosa: ojo con el carry que los malos le venden como el negocio del siglo. Puede salir bien, pero también puede salir mal.

Desde Seúl queremos repudiar la brutal agresión que recibió el periodista Roberto Navarro por parte del presidente Javier Milei, que se le acercó en un hotel y le propinó un golpe muy fuerte que lo dejó hospitalizado. Creemos que el presidente no puede ir por ahí pegándoles a periodistas, por más que no coincidamos con sus opiniones.
No, bueno, no fue Milei quien le pegó a Navarro, por supuesto, pero después de leer el posteo del periodista Ari Lijalad en el que contaba el hecho, eso pareció: “Hoy es a Navarro, mañana a cualquier periodista que diga lo que este Gobierno quiere silenciar. Y, una vez más, es el resultado de difundir el odio y tratar de virus a exterminar a los que piensan distinto. @JMilei escribió hace unos dias que ‘la gente no odia lo suficiente a estos sicarios con credencial de supuestos periodistas’. Hoy le pegaron a @robdnavarro. ¿Hasta cuándo, presidente? ¿No piensa parar con esta incitación a la violencia? Hágase responsable”.
Los hechos concretos son escasos. Se desconoce quién agredió a Navarro y por qué motivo. La ubicación del incidente tampoco está clara: primero se mencionó que ocurrió en la calle, luego en un “hotel del centro porteño” no identificado. Resulta llamativo que, tres días después de lo sucedido, no haya aparecido ningún registro en video del incidente, considerando la omnipresencia de celulares y cámaras de seguridad, especialmente en establecimientos hoteleros. Además, la víctima aún no ha formalizado la denuncia correspondiente. Su abogada, Graciana Peñafort, afirma que lo hará cuando reciba el alta médica, lo que plantea interrogantes sobre por qué no se ha procedido de inmediato.
A pesar de estas imprecisiones, los sospechosos de siempre no tardaron en responsabilizar al Gobierno. El senador Martín Lousteau aprovechó para impulsar a su candidata a legisladora porteña, Lucille Levy, que anda alicaída en las encuestas: “Coincido con las palabras de @lulalevy. Los discursos de odio en redes sociales son peligrosos: no se quedan en la pantalla, se trasladan a las calles, a la vida real. No podemos naturalizar que desde el poder se avalen este tipo de prácticas contra quienes piensan distinto”. Por su parte, Andrés Larroque, secretario general de La Cámpora, expresó: “Los discursos de odio fomentan estos hechos gravísimos que lesionan la convivencia democrática”. En la misma línea, el jefe del bloque de diputados de Unión por la Patria, Germán Martínez, declaró : “Los discursos de odio que bajan de los más alto del poder político tienen estas consecuencias. Urge que, desde Milei para abajo, terminen con las agresiones a periodistas”.
Ahora en serio: reiteramos nuestra solidaridad con Navarro y condenamos categóricamente la agresión, sin importar quién la haya perpetrado. Sin embargo, es comprensible la cautela ante este tipo de noticias, considerando tantos antecedentes de denuncias falsas. De Sabrina Bölke, militante de H.I.J.O.S., quien alegó que habían irrumpido en su domicilio, abusado de ella y escrito “viva la libertad carajo” en la pared, no se supo más. Corina De Bonis, docente que denunció un secuestro y apareció con las palabras “ollas no” marcadas en su abdomen, fue posteriormente procesada por falso testimonio . Fernando Albareda, también militante de H.I.J.O.S., acusó al Gobierno por el asesinato de su madre, pero actualmente está detenido, acusado él mismo del homicidio.
Cabe preguntarse si estos sectores mantendrán el mismo nivel de indignación si eventualmente se descubre que el agresor no es simpatizante de Milei. La respuesta es bastante obvia.
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